Bolinfo Under del 30 - 11 - 05

 

Quiero haceros una confesión: igual que algunas mujeres fingen el orgasmo... Yo finjo que me gusta el fútbol... Es que a mis amigos les encanta, así es que cuando estoy con ellos, hago como que disfruto...

Aunque, sinceramente, no me entero de nada... ¿Que ellos gritan? Yo grito... ¿Que se excitan? Pues me excito. Y si meten gol, me desmadro... Igual que cuando se finge el orgasmo. 

Y es que algunos parece que disfrutan más con el fútbol que con el sexo. Tú les oyes y están: "Métela, métela... Así, así, sigue, sigue... ¡Aguantaaa! ¡Huyyyyyy...!". Así es que pensé... "Si esto es mejor que el sexo, yo lo tengo que probar...". Y decidí hacerme futbolero. Pero no es tan fácil. 

Por ejemplo, no hay ningún libro que te enseñe a entender el Marca... A ver donde pone que Osasuna no es una ciudad... Y que un "interior izquierda" y un "exterior derecha" no son pisos. O que un extremo derecha no es un facha... 

Visto lo visto, llamé a mi amigo y le dije: "Felipe... finjo los goles... Quiero sentir lo que tú sientes...". Y Felipe me dijo: "lo sentirás, te voy a llevar a un partido que vas a flipar". Y me llevó a la final de la Champions League. 

Lo primero que me llamó la atención es que si eres futbolero puedes aparcar donde te salga de los cojones. "Oye, Felipe, que estamos en un paso de cebra, tapando una boca de riego y en la salida de emergencia del campo... ¿Y si viene la grúa?". "¿La grúa? Ahí la tienes, atravesada tapando la salida de ambulancias del hospital". 

Otra cosa que puedes hacer si eres futbolero es vestirte de mamarracho... Tú vas al fútbol y a nadie le llama atención que te pongas unos cuernos de vikingo, o que te pintes la cara como Braveheart... Incluso puedes ponerte ropa de invierno en verano. ¿Que no? Los futboleros son las únicas personas, aparte de Umbral, que van con bufanda todo el año. 

Entonces mi amigo me dijo: "Ahora vamos a ver la llegada de los jugadores, ya verás qué alucine...". Y efectivamente, aluciné. Vamos a ver: sí estos tíos ganan miles de millones... ¿Por qué coño van en autobús? Joder, yo creo que como mínimo se podrían pillar un taxi, ¿no? Esto sólo pasa en el fútbol, dile tú a Julio Iglesias que vaya en bus y verás dónde te manda... 

Cuando entré al estadio, me sentí como en un karaoke gigantesco, porque allí no paran de cantar. Sus canciones favoritas son dos: una que dice: (SIN CANTAR) "OE, OE, OE, OÉ, OE, OÉ". Y luego hay otra que dice: "EEEOOO, EEEOOO...". Que yo pensé: "No se puede decir más en menos...". 

Y de repente empezaron: "Hola fondo Norte... Hola fondo Sur". Y dije:

"Ésta me la sé...". "Pasó usted ya por casa, por su casa yo pasé...".

Y se quedaron todos mirándome, y les dije: "¿Qué pasa? ¿Que os jode que me la sepa? Pero lo que más me sorprendió fue cuando cantaron el himno, yo no sabía que el del Real Madrid es un himno musulmán: Aláh Madrid, Aláh Madrid... Aláh Madrid, Aláh Madrid, Aláh Madrid... 

En ese momento mi amigo Felipe me dijo: "Tío, va a empezar el partido ya, te vas a cagar...". Y empezaron todos a tirar rollos de papel higiénico al campo, que dije "Coño, esto va en serio...". Y entonces salieron los jugadores y yo seguía sin entender nada. Cuarenta cámaras alrededor del campo, transmisión vía satélite, pantalla gigante y marcador Jumbotrón... 

¿Y cómo deciden quién saca? ¡Tirando un duro al aire! ¡Coño, por lo menos que tiren un euro! 

Cuando miré a mi alrededor me di cuenta de que todo el mundo estaba con los cascos puestos... "Pero Felipe, ¿para eso te gastas diez mil pelas, para escuchar la radio?". Y Felipe: "La radio es fundamental, escucha, escucha...". Y me puso los cascos. 

"Penetración por banda derecha, se acerca al borde del área, centro a la ollaaaaa... ¡Jamónnnn Guijuelo... qué jamónnn! 

El cuero que se escapa a la izquierda de la defensa, toca Figo, Figo, Figo, Figo, Figo, Figo... ¡Sí señor... un señooor Farias! Pi, pi, pi, pi... ¡Goooool!". 

Y tú: "Pero bueno, Felipe, ¿quién ha marcado, Figo o Farias?". "Pero, tío, ¿cómo va a marcar Farias?". Y dices: "Joer, ya he metido la pata otra vez... Ha debido de marcar Guijuelo". 

Y a partir del gol se montó una... Ya no me enteré de nada más...

Empezaron a mover banderas, a sonar bocinas, que acojonan, ¿eh? Parece que se te viene un barco encima... Y de repente se me abrazó un señor que no conocía de nada, me dio un puro y empezó a gritarme en la oreja: "¡Campeones, campeones, OE, OE, OE...!". Y ya no me soltó...

¡Pero que me daba besos y todo...! Y de pronto empezó todo el mundo:

"¡A la fuente, a la fuente!". 

Y a la que me di cuenta estaba dentro del agua, de la mano del señor del puro, que parecíamos Los del Río... Intentando subir a un león de La Cibeles... Y cuando estoy arriba veo un montón de tíos a caballo que venían hacia mí... Y digo: "¡Qué bonito! ¡Qué espectáculo! ¡Ahora entiendo esto del fútbol!". 

Y yo, para seguir la juerga, como ya me sabía la canción empecé: "¡Eh, los del caballo!"¡OE, OE, OE, OE...!". 

En la boca. La primera me la dieron en la boca... Y luego ya donde pillaron... Que me bajé de la fuente y le dije al del puro... "Oye, tú haz lo que quieras, yo me voy a mi casa...". Y el tío me dijo "Vale, pero mañana paso a las diez a buscarte, que hay que llevarle la copa a la Virgen...". 

Sabéis lo que os digo... Que ahora que soy un experto, el fútbol me gusta menos que antes.


 

Estaba en la sala de espera para la primera cita con una dentista nueva. Leí su nombre completo en el diploma y recordé una chica alta muy esbelta, de pelo oscuro bien largo, compañera de clase en el bachillerato hace poco más de 40 años.

¿Sería el mismo bombonazo que me gustaba en ese entonces?

Al verla descarté la idea rápido, tenía arruguitas en las cara, con pelo entrecano, y estaba muy vieja para ser mi compañera... ¿¿¿o sería???

Al terminar el examen le pregunté si había asistido a la preparatoria Morgan Park.

- Si, si - contestó orgullosa.

- ¿Cuándo te graduaste? - pregunté.

- En 1959, ¿por qué preguntas?

- ESTABAS EN MI CLASE - exclamé.

Me miró de cerca y luego la vieja de mierda, hija de puta al cuadrado me preguntó:

- ¿QUÉ CLASE DABAS?
 


Liliana se despertó a las seis, preparó a los chicos, los llevó a la escuela y volvió a casa con tiempo para darle un beso burocrático a Arturo, su marido, y de cambiar cheques, cosas habituales y reclamos.

Hizo una rápida compra en el supermercado, peleó con la mucama que le había manchado el vestido de seda, salió apurada, como siempre; le pusieron una multa por estar conduciendo con el celular en la oreja y una advertencia por estacionar en lugar prohibido, mientras iba, un minuto a sacar dinero del cajero automático.

En el camino al trabajo, golpeaba ansiosamente el volante, en un congestionamiento monstruo, y pensaba cuándo podría pintarse la uñas y hacerse la tintura en el pelo antes de transformarse en una mujer canosa.

Llegando al escritorio, casi fue atropellada por una mina escultural que, era la nueva contratada por la empresa para el cargo que ella, Liliana, hizo de todo para conseguir, pero que, a pesar del currículum excelente y de sus años de experiencia y dedicación, no pudo lograr.

Pensó si un buen lomo daba puntos, pero al rato se olvidó de la mina porque en medio de una reunión llamaron del colegio de Clarita, su hija menor, diciendo que ella estaba con dolor de oído y fiebre.

Intentó, en vano, encontrar a su marido y, como no pudo, resolvió ir ella misma al colegio, después de encontrase con un nuevo cliente, que mostró ser un neurótico, aburrido, desconfiado con quien tendría que lidiar los próximos meses.

Salió ansiosa y encontró su auto con una goma pinchada. Pensó en todo lo que todavía tenía por hacer antes de cerrar los ojos y soñar como un mundo mejor.

Dejó el auto, tomó un taxi y fue por las criaturas.

Cuando llegó a casa, descubrió que se había dejado el maldito portafolio con todo lo que necesitaba leer para el día siguiente. Lamó al celular de su marido con la esperanza de que él pudiese ir a buscar los papeles a la empresa, pero la mierda seguía fuera del área.

Consiguió, después de varias llamadas, que un motoquero le trajese los malditos documentos.

Tomó un baño de mierda, le dio de comer a los chicos, hizo los deberes de porquería con los dispersos, y acostó a los monstruos.

Arturo llegó cruzadísimo de una reunión, reclamando de todo. Comieron en silencio.

En la cama ella leyó la mitad de los documentos y comenzó a cabecear de sueño. Arturo se despertó con una erección y queriendo juguetear. Como esos momentos eran cada vez más escasos en su matrimonio, ella decidió hacer un último esfuerzo y transar.

Hicieron algo medio rápido, medio más o menos, y, cuando estaba casi durmiéndose de nuevo, sintió una palmadita en su traste con el siguiente comentario:

- Estás teniendo un culito blando, Lili... deja la haraganería y empezá a cuidarte...

Liliana miró una pantalla de metal y se imaginó golpeando la cabeza de Arturo hasta ver sus sesos desparramados por la almohada!

Después se vio saltando sobre el tórax de él hasta fracturar todas sus costillas! Con un alicate de uñas arrancándole uno a uno todos sus dientes y después dándole una patada brutal en las bolas, que hacía volar espermatozoides para todos lados!

En seguida usó la técnica que aprendió en un libro de autoayuda: cómo controlar las emociones negativas.

Respiró tres veces profundamente, mentalizando el color azul, y reflexionó.

No iba a valer la pena, no estábamos en EE.UU., no conseguiría una abogada feminista carísima que hiciese su defensa alegando que asesinó a su marido ciega de tensión premenstrual...

Resolvió actuar con sabiduría.

Al día siguiente, no llevó a los chicos al colegio, no hizo la compra rápida del super, ni peleó con la mucama. Fue a un gimnasio y se mató dos horas. De allí fue a la peluquería para teñirse de pelirroja y se pintó las uñas de colorado.

Llamó al insoportable nuevo cliente y le dijo todo lo que pensaba de él, de su mujer y de su proyecto.

Y esperó los resultados de su pésima conducta, haciéndose un masaje estético que jura eliminar, en diez sesiones, la grasa localizada.

Mientras se hospedaba en un spa, oyó al marido desesperado tratando de localizarla por el celular y descubrir por qué ella había desaparecido.

Pacientemente no atendió.

Y, como la venganza es un plato que se come frío, le dejó un mensaje lacónico en la casilla de mensajes.

-El culo todavía está blando. Volveré cuando se haya endurecido.

Un beso de la haragana...

(Sacado del libro: Este sexo el feminino /Patrícia Travassos.


 

En una ciudad de EE. UU. muere un eminente cardiólogo y sus amigos y familiares deciden hacerle un grandioso y pomposo funeral. En medio de la Iglesia, y detrás del ataúd, se encontraba un gigantesco corazón todo cubierto de flores. Terminado el servicio fúnebre y leído el responso, el corazón se abre en dos y el ataúd...

Al son de una hermosa música, se desliza suavemente dentro del corazón. Una vez adentro, las dos puertas se cierran y el ataúd desaparece de la vista de los presentes, encerrado para toda la eternidad en el hermoso corazón. 

En ese momento se oye la risa de uno de los amigos del difunto. Todos los presentes se dan vuelta para mirarlo y el señor se disculpa diciendo:

"¡Perdón! lo siento mucho.... Estaba pensando en mi propio funeral; ¡Soy ginecólogo!"


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