Bolinfo Under del 28 - 05 - 05 |
Dios y los animales.
En cierta ocasión, Dios le dio la oportunidad a los animales que estaban desconformes, que le expresaran directamente sus quejas. Fueron, entonces, a verlo, el elefante, la jirafa y la gallina.
Habló el elefante:
Señor, yo estoy desconforme con mi trompa... me da vergüenza tener una nariz taaaan grande... ¿no me la podrías hacer más pequeña?
Dios le contestó:
Hijo mío, piensa que con esa trompa puedes alcanzar las ramas de los árboles que otros animales no alcanzan, que puedes tomar agua más limpia y no de la orilla... que puedes acariciar mejor a tu dama...
Elefante: Tienes razón, Señor... discúlpame... muchas gracias.
Habló la jirafa:
Señor, todo el mundo se burla de mi cuello... me cuesta agacharme... ¿podrías acortármelo un poco?
Dios le contestó:
Hija mía, no hay animal que tenga mejor panorama de la selva que tú, alcanzas los brotes más exquisitos, puedes cuidar a tus hijos desde lejos... ¿para qué quieres acortar tu cuello?... no les hagas caso a los que se burlan, porque sólo lo hacen de envidia.
Jirafa: Tienes razón Señor... así me quedaré.
Ahora le toca a la gallina, quien todo el rato estuvo muy atenta a lo que se hablaba. Entonces, a paso firme, con las alas en las caderas y muy resuelta, le dice a Dios:
¡¡¡A mí no me vengas con engrupimientos!!!. ¡¡¡O ME AGRANDAS EL CULO O ME ACHICAS LOS HUEVOS!!!
Una pareja de sordos se casan.
Durante la primera semana de matrimonio se dan cuenta que era imposible comunicarse en la cama cuando estaba con la luz apagada porque no podrán ver las señas que le hacía su pareja. Después de varias noches de malentendidos, la esposa decide encontrar una solución.
- Amor -dice ella- ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo con señales simples? Por ejemplo, si en la noche quieres tener sexo conmigo, tomas mi pecho izquierdo y lo aprietas una vez. Si no, tomas mi pecho derecho y lo aprietas una. El esposo piensa que es una buena idea y decide las señales que ella debe dar:
- De acuerdo... y si tú quieres tener sexo conmigo agarras mi pene y lo jalas una vez. Pero si NO quieres tener sexo agarras mi pene y lo jalas unas 50 veces.
En un aeropuerto de una de las ciudades de la antigua Cortina de Hierro, un espía huía de la policía secreta rusa, la KGB. Estaba a punto de ser capturado, cuando, súbitamente, tropezó con una monja a la que le pidió que lo escondiera bajo su hábito.
Los agentes de la KGB preguntaron a la religiosa si había visto al espía y le dieron su descripción. Ella les informa que no lo había visto.
Cuando ya el peligro había pasado, el espía salió de debajo del vestido de la monja y se inició el siguiente diálogo:
"Gracias, hermana, por haberme salvado de ser capturado por la KGB".
"Ha sido con mucho gusto, hijo".
"Tengo que decirle, hermana, que usted tiene unas hermosas piernas. ¿Se dio usted cuenta del besito que le di en las pantorrillas?"
"Claro, hijo".
"¿Sintió usted los besitos que le estampé en las piernas, antes de las rodillas?"
"Sí, hijo".
"¿Notó cuando fui subiendo y le cubrí las piernas de besos, arriba de las rodillas?"
"Sí, hijo".
"¿Qué hubiera sucedido si yo sigo subiendo, y subiendo y llenándola de besos?"
"¡Pues que me hubieras besado los huevos, cabrón! ¡Yo también soy un espía!"
Este era un granjero que tenía un loro que siempre andaba pisando a las gallinas, patas y demás aves en la granja.
El granjero le decía, mirá loro más vale que parés o un día de estos te mueres de tanto pisar, pero el loro no le hizo caso, y una mañana el granjero despertó y vio al loro tirado en el suelo y un zopilote (buitre) estaba volando en círculo, y el granjero le dice, ya ves, te lo dije que un día de estos te ibas a morir y el loro le dice:
¡Cállate pendejo que me estoy conquistando a esta morenaza!
Que sucedería si de pronto, de manera mágica e inesperada, todos los hombres del planeta empezaran a menstruar cada 28 días? ¿Y si al mismo tiempo las mujeres dejásemos de menstruar?
La respuesta es fácil: la menstruación se convertiría en un asunto envidiable, elevador del ego, un evento de masculinidad y de gran relevancia socio-política. Los hombres andarían presumiendo que tanto sangrado tienen y cuanto tiempo les dura.
Los niños en las escuelas marcarían sus territorios con su propia sangre, a manera de ritual religioso de madurez y virilidad. La Cámara de Diputados y Senadores crearía fondos federales para el Instituto Nacional para la Prevención de las Incomodidades de la dismenorrea.
Los Absorbex serian subsidiados para la mayoría masculina, aunque los más poderosos gastarían miles de pesos anuales en marcas como "John Wayne: toallas grandes para hombres grandes". "Tampones Sylvester Stallone son los más grandes", "Joe Namath, toallas ultra delgadas para los hombres de acción", y "Para esos días de sangrado ligero del caballero, Toallas Cary Grant".
Los militares, los hombres de ultraderecha y los fundamentalistas dirían que se llama menstruación como prueba de que solo los hombres (MEN) deben pertenecer al ejercito. "Tienes que dar sangre para tomar sangre" diría el eslogan del ejercito.
Los rabinos dirían "Sin ese poder que solo los hombres tenemos para limpiar los pecados a través del sangrado mensual, las mujeres se mantienen impuras". El Vaticano diría "Solo los varones somos capaces de dar nuestra sangre por los pecados de las mujeres". Los místicos y los radicales de izquierda insistirían en que efectivamente las mujeres tienen derecho a la igualdad, y que pueden demostrarlo infligiéndose una herida mensual para probar que son capaces de "dar la sangre por la evolución: patria, sangre o muerte".
Habría en todos los países un Ministro de Asuntos Menstruales, que valoraría el comportamiento casi místico y el poder de los varones que en sus días especiales" demuestran tener mayor sensibilidad para los negocios y la política. Los machines en las cantinas dirían: "No hombre, yo uso tres toallas súper absorbentes cada hora... estoy grueso". Les contestarían: "Chido, no hombre, yo me siento más animal cuando ando a caballo".
Los hombres convencerían a las mujeres de que el sexo es mucho mejor "esos días del mes", y los homofóbicos dirían que las lesbianas son lesbianas porque le tienen pánico a la sangre masculina. Y, por supuesto, todos los científicos e intelectuales encontrarían teorías fascinantes para justificar con argumentos morales y filosóficos los cambios emocionales de los varones en su ciclo menstrual.
Tal vez Einstein hubiera escrito: "¿Como podría ninguna mujer dominar las disciplinas que demandan un amplio sentido del tiempo, el espacio, las matemáticas y las medidas del salto quántico, si no tienen ese don del cuerpo que solo los varones tenemos, que nos da la capacidad de medir los ciclos de la luna, de los planetas, y percibir los fenómenos del mundo?..."
El Papa diría: "Por eso las mujeres no pueden ser sacerdotisas. ¿Como podrían si son incapaces de manifestar en su cuerpo la maravilla de la muerte simbólica cada mes? Eso solo Dios y el hombre.
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