Bolinfo Under del 07 - 08 - 07 |
Cómo hacer para no espiar una contraseña. Por Ariel Torres de La Nación.
Situación. Acompañamos a un amigo, socio, colega o pariente al cajero, o le consultamos sobre un dato que sólo puede revisar en su cuenta de correo. Esa persona deberá ingresar la contraseña en algún momento, y desarrollar luego una serie de operaciones con información privada en pantalla.
Bien educados, echamos mano, cada cual a su modo, de alguna estrategia para –casualmente– distraernos el tiempo que sea necesario. No sólo eso, debo añadir, sino que es menester que lo hagamos de tal modo que la otra persona perciba nuestro gesto.
En ambos casos apartamos nuestra atención durante toda la sesión, no sea cosa que por error veamos un mail con asunto sospechoso, sugestivo o francamente incriminatorio, o bien el saldo bermellón de una cuenta corriente, facturas adeudadas desde hace once meses, suntuosos plazos fijos o apocalípticos depósitos de dólares.
Más interesante todavía, la estrategia que usamos puede decir mucho sobre nuestra personalidad. Como fuere, algunas ideas a continuación. Estoy seguro, sin embargo, de que cada lector tiene su propio y creativo protocolo informático. Somos todo oídos.
En el cajero
Apartarse cinco o diez pasos y pegar la nariz a un ventanal, mirando a lo lejos. Al regresar, decir: “Me pareció verlo a Charly García disfrazado de Chewbacca, pero no, nada que ver”. (Exagerado, melodramático e innecesariamente histriónico. Algo mitómano. Fan de Star Wars.)
Sin moverse de lugar, mirar para el costado opuesto a la pantalla durante el tiempo que al otro le lleva operar con el cajero. Se trata de un movimiento corto y seco de la cabeza, casi castrense, y sin proferir excusas. (Eficiente y al día con la tecnología, pero algo desalmado. Confunde “cortesía” con “cortante”.)
Ir a otro cajero, poner la tarjeta y exclamar: “¡A ver, ya que estoy miro mi saldo!” (Oportunista simpaticón. Su saldo le preocupa.)
Ir a otro cajero para ver si alguien se olvidó la tarjeta. (Oportunista hostil. Cuidado con los bolsillos.)
Ir a otro cajero y escudriñar el teclado en busca de un doble teclado para capturar contraseñas. (Si lo hace hasta el punto de intentar desarmar el dispositivo y el guardia de turno viene al ataque, es un paranoico consumado.)
Rebuscar en la ropa algo que, al parecer, hemos perdido, sin decir qué es. Terminar la pesquisa en el preciso instante en que el cajero expulsa la tarjeta. No necesita excusas, pero se puede musitar algo como: “No pierdo la cabeza porque la tengo pegada...” (Inseguro, timorato, suele perder cosas.)
Leer los posters con ofertas que ponen los bancos con interés obsesivo o con síntomas de miopía avanzada. Dejar de leerlos cuando la otra persona terminó su sesión y comentar los contenidos de los avisos. (Si pondera los créditos, por ejemplo, seguro que está en bancarrota.)
Atender el celular, suene o no, y salir a la calle para hablar, puesto que en los bancos está prohibido. Cortar cuando la otra persona termine su sesión. (Evasivo, le gusta presumir, sueña con ser corredor de Bolsa o agente secreto.)
E-mail y similares
El correo electrónico y las páginas que requieren registrarse, al revés que el cajero, nos encuentran sentados, no de pie. El desafío es considerablemente mayor en estos casos. Aquí van algunas ideas.
Iniciar una serie de ejercicios cervicales y quejarse de la vertiginosa vida moderna, el calentamiento global y el cine de Hollywood. (Le gusta dar lástima.)
Desperezarse vistosamente y bostezar durante todo el rato. (Un perezoso.)
Acercarse a 3 centímetros de la computadora y empezar un interrogatorio que, claramente, excluye nuestra atención de la sesión de correo de la otra persona. ¿Intel o AMD? ¿Cuánta RAM? ¿Y el bus frontal? ¿Tiene aceleradora? ¿De cuántos mega? Y así. (No hay que responder, son preguntas retóricas.)
Decir: “Voy a la máquina de café, ¿querés uno?” (Culposo, algo fóbico, no soporta perder el control de una situación.)
Observar los detalles de decoración y comentarlos, incluyendo cuadros, tipos de luz, alfombras y revestimientos. (Alma sensible. O un criticón, depende.)
Lo que jamás hay que hacer
Por cierto, y como en otras áreas, no todos están al día con el protocolo. A más de un rebelde de cotillón puede parecerle que la cortesía está de más, y hasta que es una forma de hipocresía. Pienso diferente. A mi juicio, forma y contenido no son dos cosas, aunque tampoco son una sola. Así que importa, y mucho, cómo hacemos y decimos las cosas. De buena gana y con una sonrisa, es un favor; de mala gana y protestando, es un suplicio. Aunque se haga lo mismo.
Aquí, algunos consejos sobre lo que nunca pero nunca debe hacerse cuando la otra persona ingresa la contraseña y opera con su cajero o su cuenta de correo.
Mirar fijamente la pantalla y decir: “¡Lindo monitor! ¿Cuánto te costó?”
Preguntar: “¿Vos no deberías usar una contraseña segura?”
Peor: “¿A ver si adiviné? ¿Tu clave es F2H19J?”
Evite exclamar: “¡Increíble lo rápido que escribís la clave! Se ve que hace mucho tenés la misma”
Tampoco algo como: “¡Uh, tu casilla está que explota, qué cantidad de mails que tenés!”
Menos aún: “¡Mirá, te escribió Marcelita! Confesá, ¿pasa algo?”
Y ni se le ocurra algo como: “¡Ah, mirá, usás la misma clave en el cajero y en el celular, qué loco!”
Pero la realmente imperdonable sería: “¿Ayer tenías más plata en esa cuenta, o me equivoco?”
INCAUTO.
Mientras paseaba por el inmenso parque, un hombre vio a otro que estaba abrazado a un árbol, con una oreja ajustada fuertemente contra el tronco. Viendo esto, el hombre preguntó, "Sólo por curiosidad, ¿qué estás haciendo?"
"Estoy escuchando la música del árbol", respondió el otro.
"Vamos, vamos. Tienes que estar bromeando"
"Por supuesto que no. ¿Quieres escuchar?"
No pudiendo más con su curiosidad, el paseante dice, "Está bien...".
Así que colocó sus brazos alrededor del tronco y acercó su oreja. Con esto, el otro le colocó un par de esposas, le quitó la billetera, sus anillos, su reloj, las llaves del auto y luego le quitó toda la ropa y se fue corriendo.
Dos horas después, otro caminante pasó cerca, vio al hombre desnudo, esposado al árbol, y le preguntó, "¿Qué te pasó?". El hombre le contó la terrible historia de cómo y porqué se encontraba allí.
Cuando terminó de contarle lo sucedido, el otro movió la cabeza en señal de comprensión, caminó hasta quedar detrás de él, lo besó suavemente en la oreja y le dijo:
"De veras que este no es tu día, amorcito..."
EL LADO EQUIVOCADO DE LA CAMA
La madre superiora se despierta y dice "Ay¡ Ay ¡Qué noche hermosa he pasado!! Hoy no voy a maltratar a las pobres monjitas. Las voy a tratar bien". Se levanta y comienza a recorrer las celdas.
- Buen día Sor Josefa, la veo muy bien esta mañana, y también el sweater que está tejiendo...
- Gracias, madre, usted también se ve muy bien, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama...
No le gustó nada el comentario final, pero sin embargo continúa y en la siguiente celda repitió:
- Buen día Sor María, que bien se le ve hoy, y que bonito está quedando ese bordado...
- Gracias, madre, usted también se ve bien, pero parece que se ha bajado por el lado equivocado de la cama.
La Superiora se mordió los labios, pero siguió su recorrido... pero todas las monjitas le respondían lo mismo. Así que cuando llegó a la quinta monja ya estaba que trinaba, entonces la saludó con los dientes apretados:
- Buen día Sor Leonor, séame sincera... ¿yo me veo "como si me hubiera bajado por el lado equivocado de la cama"?-
- ... Si, madre...
- ¿Y qué le hace pensar eso?
- ¡Es que lleva puestas las sandalias del padre Emilio!!!
Palomitas en el cielo.
Se mueren Brad Pitt, Antonio Banderas y Carlos Tevez, llegan a las puertas del cielo y San Pedro les dice:
- En el cielo tenemos solo una norma, que la respetamos a rajatabla: "No se debe pisar a las palomas".
Entran en el cielo y, ¡¡ sorpresa !!, está lleno de palomas por todas partes!!! Es casi imposible moverse sin pisar ninguna, y aunque intentan evitarlas, a los pocos días Brad pisa a una por accidente. Inmediatamente se presenta San Pedro con la mujer más fea que te podés imaginar, y la encadena con unas esposas al pobre chico:
- "Por haber pisado a una paloma, estás condenado a pasar el resto de la eternidad encadenado a esta mujer horrible".
A la semana siguiente, Antonio Banderas pisa sin querer a otra paloma. San Pedro, que está atento a todo, aparece velozmente con otra mujer terriblemente fea y los esposa juntos para siempre.
Tevez, viendo la seriedad y gravedad del asunto, pone todo el cuidado del mundo y consigue que los meses vayan transcurriendo sin haber pisado a ninguna paloma. Sin embargo, y a pesar que nunca pisó a ninguna paloma, un día se le presenta San Pedro con un bombón espectacular digno de las páginas centrales de Playboy... Era una rubia impresionante, alta, tostada por el sol y con unas curvas que no te cuento, hermosísima.
Sin decir una palabra, los encadena juntos y se larga. Tevez quedó alucinado, y reflexiona en voz alta:
- Me pregunto que habré hecho para que me encadenen con vos...
- Yo no sé vos, - dice la chica - pero yo acabo de pisar una puta paloma de mierda...
Dos virtudes.
Se dice que cuando Dios creó el mundo, para que los hombres prosperasen, decidió concederles dos virtudes:
A los suizos los hizo ordenados y cumplidores de la Ley.
A los ingleses, persistentes y estudiosos.
A los japoneses, trabajadores y pacientes.
A los italianos, alegres y románticos.
A los franceses, cultos y refinados.
Cuando llegó el turno de los argentinos, se volvió hacia el ángel que tomaba nota y le dijo:
- Los argentinos van a ser inteligentes, buenas personas y políticos. Y así se hizo.
Pero cuando acabó de crear el mundo, el ángel le preguntó:
- Señor, a todos los pueblos les diste dos virtudes, pero a los argentinos tres, esto hará que prevalezcan sobre todos los demás.
- Sabes que tienes razón, mi buen ángel. ¿Y ahora ...?
- Bueno, como las virtudes divinas no se pueden quitar; que los argentinos tengan tres, pero cada argentino no podrá tener más de dos virtudes a la vez.
A ver si entiendo... -aventuró el ángel- El argentino político y buena persona, no podrá ser inteligente. El que sea inteligente y político, no podrá ser buena persona. Y el que sea inteligente y buena persona, no podrá ser político. Que Así Sea.
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