La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Tierra en transición.
Por Trigueirinho. |
La etapa de cambio entre dos ciclos evolutivos de un planeta repercute ampliamente en toda la creación que engloba, y va más allá. Las fuerzas del ciclo que concluye, van dejando de actuar, y las del nuevo todavía no asumieron su papel. Es un período delicado, de muchos ajustes y de profundas transformaciones. Las leyes y las energías se expresan de manera diferente de la habitual en tiempos normales, en especial las leyes de la naturaleza, y siempre se forma una coyuntura propicia para los avances y las actualizaciones que son imposibles en otros momentos.
Del mismo modo que el amanecer y el crepúsculo no pertenecen ni al día ni a la noche, ni son la mezcla de ambos, sino una fase con características propias, cada transición planetaria tiene sus peculiaridades. En estos períodos siempre ocurren alineaciones magnéticas que afectan a todo el orbe, y permiten una mayor aproximación entre el mundo visible y el invisible. Los pasajes que ligan esos dos mundos se vuelven más accesibles, y los habitantes de un mundo contactan fácilmente a los del otro.
La transición de un planeta siempre ofrece oportunidades de elevación a todos los seres que lo habitan. Quienes la ven con inteligencia y voluntad de transformarse positivamente, si se disponen a avanzar rumbo a lo desconocido, sintetizan las experiencias vividas y toman conciencia de la nueva escala vibratoria.
Hoy estamos a las puertas de una nueva humanidad y de un nuevo planeta. Desde hace milenios se prepara esta gran transformación, y se evidencia sobre todo en los últimos tiempos; muchas personas comprueban que están listas, no sólo para comprenderla, sino también para colaborar inteligentemente con ella.
La actual transición de la Tierra se caracteriza por la purificación y la renovación de toda su superficie, y por la conducción de todos los seres por caminos evolutivos acordes con las leyes que regirán la existencia en el ciclo venidero. Se procesan cambios profundos, algunos aún invisibles, tales como la sutilización de la sustancia material que compone al planeta, la selección cuantitativa y cualitativa de los integrantes de todos los reinos de la naturaleza, el reajuste de la inclinación del eje magnético del globo, la reconfiguración de los continentes y de los mares, el implante de un nuevo código genético en la parte de la humanidad que proseguirá aquí o en mundos más avanzados, la reestructuración de los niveles de conciencia, la relación abierta de los seres humanos con civilizaciones que viven en otras dimensiones y la mayor integración de todo el planeta en la vida solar, intergaláctica y cósmica.
Como esta transición corresponde a un importante avance del Ser Planetario que es la Tierra, se habrá superado la Ley del Karma como factor preponderante en su evolución. Esa ley se basa en la interrelación de causas y efectos, y hasta hoy estuvo muy activa como agente equilibrador de la vida en los planos materiales. La Tierra estará regida por leyes evolutivas superiores, y el estado de lucidez, que sólo poseían unos pocos Iniciados, será alcanzado por toda la humanidad futura.
La transición de la Tierra se compone básicamente de dos etapas. En la primera, ella pasa por una purificación global, y se desata la última confrontación entre las diferentes falanges de las fuerzas del caos, derivando en una vasta destrucción externa, de origen nuclear y/o natural. Los seres que no deben sucumbir a este enfrentamiento son rescatados, esto significa la elevación de la conciencia a niveles donde esas fuerzas antagónicas no los afectan.
En la segunda etapa, algunos de los que fueron trasladados a otros mundos en la primera fase, retornan para reconstruir la superficie del planeta e iniciar una nueva civilización.
Esta transformación es conducida por inteligencias intergalácticas, por energías suprafísicas y por entidades de mundos intangibles que existen en el interior del planeta, mundos denominados intraterrenos. Todas esas conciencias representan las leyes materiales que deben regir la vida del ser humano terrestre.
Existen habitantes de la superficie del planeta que, conscientes de este cambio, colaboran con su implantación y desenvolvimiento. Entre ellos, están encarnados algunos que vivieron experiencias semejantes en transiciones planetarias anteriores, como las ocurridas en la época de la Lemuria y de la Atlántida, esta última descrita por Platón.
No obstante, paralelamente a este movimiento liberador que apunta al perfeccionamiento de la vida terrestre, existe otro, oscuro, organizado por el poder que rige el materialismo de la actual civilización y representado por quienes controlan la vida externa y manipulan la conciencia de masa. Este último movimiento está exterminando gran parte de la población de la superficie de la Tierra mediante la incitación a la guerra y al uso de drogas, por medio del hambre, de las enfermedades y de la miseria, estado que los grandes líderes mantienen, aunque aparenten querer corregirlos.
Esa trágica hipocresía, ese cuadro apocalíptico desde el punto de vista moral, social y material, es rematada por la permisividad y por la omisión de las naciones menos influyentes, y por la directa y determinada acción negativa de las otras, más potentes económica y tecnológicamente.
Por medio de ese poderío y de la vasta corrupción, los representantes encarnados de ese movimiento tenebroso controlan y dominan cada vez más las regiones aún poco contaminadas por radiaciones nucleares, regiones que todavía poseen recursos naturales básicos, tales como agua potable y áreas cultivables. Mantienen a las poblaciones de esos lugares en condiciones serviles, de apatía, de conformismo y de inercia, usando procesos condicionadores en la educación mínima que aún les dan y en las informaciones manipuladas que les transmiten.
A pesar de todo, en los niveles internos de la existencia está asegurada la continuidad de la Tierra en condiciones de armonía e integridad en el orden cósmico, y quienes son receptivos a la vida espiritual e interior lo percibe de forma inequívoca e intuitiva en sus niveles profundos.
El comportamiento de un gran número de personas engañadas por el sistema vigente y aniquiladas por la propaganda de consumo y por la excitación emocional, puede agravar los eventos dolorosos, pero por cierto no alterará la consumación de un proceso regenerador determinado en esferas extraplanetarias y que trasciende la acción de las fuerzas negativas predominantes en la faz externa del mundo.
A quien esté despierto le resta, en esta etapa, perfeccionar la sintonía con leyes evolutivas superiores y con las Jerarquías Espirituales - sin dejar de dar asistencia a los necesitados, siempre que la intuición así se lo indique.
La actual transición de la Tierra es también, como se ve, la transición del ser humano.
Fuente: Boletín SEÑALES No. 5 de Figueira.