La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Criterios ideológicos o tensiones geopolíticas.

Por Alberto Buela .

Liquidada la bipolaridad con la caída del Muro de Berlín en el 89 y la implosión de la Unión Soviética en el 91, en las relaciones internacionales comenzaron a pesar más las tensiones geopolíticas que los criterios ideológicos. Y así fue que comenzaron a destacarse geopolitólogos como Alexander Dugin y Robert Steukers por sobre los remanidos y renombrados analistas internacionales como Alvin Topfler o Francis Fukuyama. 

Es que los criterios ideológicos como son los criterios sobre la organización económico-política de los estados quedaron de lado para dejar paso, al peso de la población, las riquezas escondidas de los estados-nación, las similitudes y diferencias culturales y la mayor o menor aproximación religiosa.  

Quedaron de lado los criterios ideológicos en las relaciones internacionales porque el marxismo leninismo como organización política alternativa no es ninguna opción plausible ante el discurso monocorde y políticamente correcto del capitalismo demoliberal burgués que se impuso de manera planetaria.  

Vuelven entonces por sus fueros los criterios geopolíticos y geoestratégicos en el análisis de las relaciones internacionales. Y así como hace treinta años estaban demonizados y arrumbados en el baúl de los recuerdos Kjellen (), Ratzel () Mac Kinder () y Haushofer (), hoy en día no hay politólogo ni cientista social que pueda permitirse ignorarlos, si pretende desarrollar su disciplina con algún mérito.

Nosotros, desde nuestro lugar en el mundo: Suramérica, hace ya varios años que nos preguntamos por su sentido, y nos venimos planteando el tema de una estrategia suramericana independiente y autónoma que la hemos denominado teoría del rombo, porque en sustancia consiste en vincular geopolíticamente Buenos Aires- Lima- Caracas y Brasilia, lo que forma la figura de un rombo irregular. Esto constituye primero un espacio bioceánico con salidas tanto al Pacífico como al Atlántico que posee un hartland  encerrado y protegido por las líneas estratégicas que unen los distintos vértices.  

La participación argentina en ese corazón de la tierra, según hemos propuesto, se debe realizar a través del eje Salta-Santa Cruz de la Sierra, porque la estrategia del estado brasileño nos veta e impide nuestro acceso fluvial a través del Paraná-Paraguay-Guaporé. Además de contar con la renuente y esquiva participación del Paraguay, estado meramente comercial.

Pero claro está, ella es nuestra geoestrategia suramericana a la que se opone la potencia hegemónica del continente americano, que con el Plan Colombia instaló sus marines a un tiro de piedra del Amazonas, presionando sobre la línea Lima- Caracas;  con su Plan de la Triple Frontera (Argentina-Brasil-Paraguay) interviene directamente sobre el acuífero guaraní y presiona sobre la línea Buenos Aires-Brasilia.

Con la instalación de la base en el Chaco paraguayo, documentadamente denunciada por nuestro amigo e investigador del CEES, Carlos Pereyra Mele, ejerce impedimento en la línea Buenos Aires- Lima y presión directa en este caso sobre el corredor estratégico Corumbá-Santa Cruz- Puerto de Trinidad. 

Como pude apreciarse, de este hipotético rombo queda solo un  eje, Brasilia-Caracas, sin presión directa de los Estados Unidos. De todas maneras tanto desde Guyana como de Surinam, protectorados coloniales simuladamente independientes, puede operar sin ningún problema.  

Fidel Castro cuando estuvo en Argentina el 25 y 26 de mayo de 2003 declaró a la prensa: “Es vital que Argentina, Brasil, Perú y Venezuela lideren un cambio en América. Y aclaró: Hablo como un observador externo sin incluir a Cuba en un posible eje suramericano” (La Nación, 27-5-03 p.6).

¡Qué interesante observación! De Castro se puede decir que conculca las libertades individuales, que se perpetúa en el poder, que está viejo y divaga un poco, pero lo que no nos está permitido es pensar que tiene una estrategia pro norteamericana.

Si algo representa y va a representar en la historia, es la postura independiente y autónoma respecto del imperialismo norteamericano, cosa que ha hecho desde 1959. Ahora bien, si un hombre resistió durante, hasta ahora, 46 años, en el poder y a pesar de los bloqueos, las invasiones y las bases en su territorio, no cayó. Esto nos está diciendo que este hombre sabe de estrategia, no es un improvisado ni un aprendiz.  

Este argumento de autoridad estamos esgrimiendo, muestra dos cosas: Que esta nueva estrategia suramericana que proponemos es la correcta, aun cuando nuestra cancillerías no la adopten y, segundo: que en los grandes líderes mundiales, también prima el planteo estratégico sobre el planteo ideológico. La autoexclusión de Cuba por parte de Castro es una prueba de ello.  

Hoy el mundo está funcionando bajo dos parámetros o criterios internacionales. Por un lado, la potencia talasocrática mundial que permite y alienta tanto en las cancillerías europeas como sudcentroamericanas un criterio ideológico para intervenir en el mundo. 

Así, alienta sus orientaciones hacia lo semejante a ellas: apoyo a gobiernos de corte socialdemócrata, e ideología de los derechos humanos, mientras que ellos -los yanquis- se reservan los criterios geoestratégicos de “combatir al fundamentalismo islámico en Irak” y, al mismo tiempo,  permitir la creación de la república musulmana de Kosovo en el hartland europeo.

Tolerar en Ruanda el genocidio de los Tutsis por los parte de los Hutus sólo por desplazar a Francia en la región, pero al mismo tiempo rasgarse las vestiduras vociferando en todos los foros internacionales, cuando Rusia elimina a los chechenos en el teatro tomado de Moscú, para debilitar el prestigio ruso.   

Hay hoy unas pocas cancillerías en el mundo que han adoptado criterios geoestratégicos: Estados Unidos, Israel, Cuba, Irán, China, probablemente India, quizás Venezuela, pero el resto continúa atada a los criterios ideológicos en el orden internacional de “lo semejante llama a lo semejante”.

Así, por caso, nuestra cancillería envió a Bolivia un piquetero de la izquierda progresista para hablar con Evo Morales, otro gran progresista altoperuano, con lo cual no resolvieron nada, pero avalaron las elecciones “democráticas” para dentro de seis meses, que era lo que quería la Casa Blanca, para tener tiempo en la construcción de un candidato de ellos. Que seguramente será el que gane.  

A nuestras cancillerías suramericanas las entretienen desde Yanquilandia con conneries (en criollo, boludeces). Ora, las asusta con el cuco Chávez, ora con los narcotraficantes, ya con los terroristas islámicos de la triple frontera. Cuando se sabe que Chávez está haciendo unos esfuerzos extraordinarios para mantenerse en el poder, que cuando  Escobar Gaviria, el más poderoso jefe de la droga, ofreció pagar al contado la deuda externa de Colombia lo asesinaron, y que, los terroristas islámicos del Paraguay son en el mejor de los casos unos enriquecidos turquitos mercachifes.  

Pero no obstante ello, nuestra cancillerías compran a paquete cerrado, en nuestro caso la organización de la IV Cumbre de las Américas de noviembre en Mar del Plata, para que hagamos el simulacro de deliberar cuando la decisión ya fue tomada previamente. Solo participamos para convalidar. 

Si realmente deseamos participar en forma activa, incluso más allá de nuestra pobreza, como estado-nación en el concierto mundial debemos darnos y actuar en orden a una política internacional fundada en criterios estratégicos. Ahora bien, si dichas tensiones geopolíticas encuentran además criterios ideológicos compartidos, esto se transforma en lo óptimo, que como es sabido es lo superior a lo bueno.

En la construcción de la comunidad suramericana de naciones, comenzamos con la monserga de la democracia y los derechos humanos (criterio ideológico), en lugar de hacerlo a partir de una estrategia común suramericana (criterio geopolítico). Una vez más pusimos el carro delante del caballo, con lo cual el carro no marcha y el caballo está al ñudo.

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