La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Se parecía a Bogart; murió como Boogie.

 Por Roberto Bardini.

Cuarenta y siete años atrás un reportero colombiano que vivía en Caracas se sintió fascinado por la personalidad de un argentino, al que entrevistó durante varias horas y comparó con el actor Humphrey Bogart. Fue a comienzos de 1958. El colombiano tenía 29 años y escribía en la revista Momentos. El argentino tenía 35, estaba exiliado en Venezuela y era noticia.

Según el periodista, el entrevistado vestía un negro traje de alpaca demasiado bien hecho, demasiado intachable para pasar inadvertido. El hombre, además, manejaba un Chevrolet azul celeste que era demasiado nuevo para pasar desapercibido. También comía en los restaurantes más concurridos de Caracas y asistía al cine hasta tres veces por semana. Era desenvuelto, simpático y generoso. 

El colombiano redacta un extenso artículo sobre el argentino. Escribe que el domingo 19 de enero de 1958 estuvo tomando sol en el balneario Los Caracas, acompañado por una misteriosa dama. A la noche, bebe con ella un whisky con soda en el Gran Café, de Sabana Grande. Más tarde, bailan durante tres horas en el salón del Hotel Tamanaco. 

Pero el personaje no es sólo un bon vivant. El reportero lo presenta como perseguido por varios gobiernos, fugitivo de 13 cárceles y amenazado de muerte en su país. Lo describe así: "Parece inteligente, astuto, tenaz y capaz de aplicar sus defectos y todas sus virtudes en un solo instante y en las circunstancias más disímiles: en una maniobra política, en una cita de amor, en una partida de pocker o en una entrevista de prensa".

El artículo tiene un buen remate: "Los duros meses en prisión, una vida política intensa y precoz, no han dejado huellas visibles en su rostro. [...] Se comprende que las mujeres lo admiren por las mismas razones porque admiraron a Humphrey Bogart"

Escribe bien el colombiano. Tan bien escribe que poco a poco irá abandonando el periodismo para dedicarse a los ensayos, los cuentos y las novelas. Y dos décadas después, en 1982, ganará el Premio Nóbel de Literatura.  

El relato puede leerse en "Cuando era feliz e indocumentado", recopilación de escritos periodísticos de Gabriel García Márquez, publicada en forma de libro por varias editoriales en 1973. La narración se titula "Kelly sale de la penumbra". De él se trata, de Guillermo Patricio.  

Cuatro meses antes de la entrevista, en septiembre de 1957, Kelly se ha escapado de una cárcel chilena disfrazado de mujer, gracias a la complicidad de la poetisa uruguaya Blanca Luz Brun, ex amiga íntima del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros.

Ella –que vivió en Argentina y fue simpatizante del peronismo– le suministra un vestido, una peluca y maquillaje. Fue, según el escritor colombiano, "una fuga cinematográfica que provocó una explosión de titulares y fotografías en la prensa de América". Antes de salir de Santiago de Chile en el baúl de un coche sin frenos –escribe García Márquez– el prófugo cumple "con su deber de caballero". Va a darle las gracias a Blanca Luz a la cárcel de mujeres, disfrazado de cura. Está con ella 56 minutos, delante de dos guardias. Esa misma noche el audaz prófugo sale de la ciudad, rumbo a la frontera con Bolivia. 

Antes, en marzo de 1957, Kelly había huido del penal de Río Gallegos rumbo a Chile junto con el empresario Jorge Antonio, el dirigente John William Cooke, el ex legislador Héctor Cámpora, el gremialista petrolero Pedro Gomis y el ex secretario general de la CGT, José Espejo. Se comprende la admiración de García Márquez. 

A los cuatro días de la entrevista en Caracas a Kelly se le acaban súbitamente los días de playa, el whisky con soda al atardecer, las noches de cine y las cenas en los restaurantes. El 23 de enero de 1958 un golpe de Estado derroca al presidente venezolano, general Marcos Pérez Jiménez. Kelly se refugia en la embajada de República Dominicana junto con Juan Domingo Perón, el animador Roberto Galán y la joven María Estela Martínez, que se había ofrecido para pasar a máquina la correspondencia del desterrado ex mandatario argentino. 

Desde entonces, mucha agua corre bajo los puentes. La revista Primera Plana (Nº 18, segunda época, 26 de agosto de 1983), comenta acerca de este personaje: "Otra cosa que siempre llamó la atención sobre Kelly es el origen de los fondos –indudablemente cuantiosos– que le permitieron vivir sin un trabajo conocido, realizar innumerables viajes por todo el mundo, editar periódicos y llevar a cabo sus célebres investigaciones.

Él mismo alguna vez, trató de explicarlo diciendo que hacía un negocio por año, lo que no fue suficientemente creíble. De todas maneras, sus contradicciones políticas, su permanente beligerancia y todos los interrogantes en torno suyo, contribuyeron a darle una atmósfera de terrible misterio". 

El hombre que murió de cáncer de próstata el primero de julio de 2005, a los 83 años de edad, ya no se parecía a Bogart. Apenas era una locuaz y estridente copia de Boogie, el aceitoso. Ojalá pueda descansar en paz.

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