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En Japón dicen que Jesús murió ahí. |
En Japón dicen que Jesús murió ahí: tuvo tres hijas, cultivó ajos y vivió hasta los 106 años.
Santiago de Chile.- Su epitafio junto a la cruz reza: "Cuando Jesús tenía 21 años vino a Japón para proseguir sus enseñanzas divinas durante 12 años".
La leyenda es la siguiente. A los 21 años Jesús de Nazareth logró zafarse de los romanos y se exilió junto a su hermano, con un mechón de cabello de María, su madre. Peregrinó por Siberia, llegó a la ciudad rusa de Vladivostok, y cruzó a Japón. Luego de predicar en las inmediaciones del Monte Fuji, ya hablando el japonés, regresó a Judea a los 33 años, pero allí fue arrestado. Sin embargo, no lo crucificaron a él, sino a su hermano, quien tomó el lugar de su martirio.
Jesús entonces regresó a Japón, allí se asentó en el antiguo poblado de Herai, se casó con Miyuko, tuvo tres hijas, y cultivó ajos hasta su muerte a los 106 años. El nazareno se hacía llamar Daitenku Taro Jurai.
Según narró el diario británico "The Independent", Herai, en el norte de Japón, tiene hoy el nombre de Shingo. En las afueras de la localidad hay una cruz donde se ubica la tumba del Mesías, y cerca se encuentra el museo, que atesora los pergaminos escritos en japonés antiguo que recogieron las enseñanzas del maestro poco antes de su muerte.
Precisamente junto a la cruz se lee su epitafio: "Cuando Jesucristo tenía 21 años vino a Japón para proseguir sus enseñanzas divinas durante 12 años".
Quienes creen en esto dicen que existe una canción -entonada hasta hoy- que testimonia la leyenda y cuya melodía es de origen hebreo-egipcio; que el arcaico nombre Herai suena fonéticamente más parecido al hebreo que al japonés; que cada tanto nacen en esta zona bebés con ojos azules, como aquellos antiguos colonos hebreos; incluso un poblador que no comulga con esta creencia reflexiona que siempre ha habido allí costumbres muy extrañas, como que a los niños se les adorna con la estrella de David.
Los citados pergaminos fueron hallados en manos de un monje tokiota en 1935, pero la guerra acabó con ellos. Sin embargo, una copia pervivió y es la que está hoy en el museo. Hasta allí la llevó el historiador nacionalista Banzan Toya, quien dijo haberlos obtenido de unos antiguos agricultores de ajo de Shingo.
Embajada de Israel
La explicación de todo este embrollo puede estar, según el diario británico, en el contexto político que vivía el Japón imperialista de los años 30. Al igual que Alemania, los cerebros del régimen se dedicaron a forzar razones para demostrar la superioridad nipona sobre el resto de Asia, y una buena fórmula era centrar en Japón el origen de varias religiones.
Banzan Toya, por ejemplo, incluso dijo que había hallado cerca de Shingo rastros de pirámides más antiguas que las egipcias, aunque la única prueba eran unos cúmulos rocosos, pues el resto sucumbió durante el siglo XIX.
A pesar de todo, cada año acuden al museo y a la fiesta de Jesús, en mayo, cerca de 30 mil personas.
Sobre el mito, eruditos contemporáneos hipotetizan que durante la Edad Media algunos judíos podrían haber inmigrado a Japón. Lo insólito es que a comienzos del presente año el embajador israelí inauguró una placa en Shingo que celebra la hermandad de este pueblo con Jerusalén.
"The Independent" habló con Gil Haskel, de la citada embajada. El personero admitió que posiblemente la diáspora llevó a algunas tribus hebreas de Occidente a Japón vía Rusia, pero que no hay nada comprobable. Ante una pregunta, contestó que "si hubiesen pruebas sólidas, como todo judío, estos japoneses tendrían derecho al retorno a Israel".
Fuente: MysteryPlanetNews Las Últimas Noticias