La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Guardianes de la Luz. Barones de las Tinieblas.

Por Gustavo Fernández.

Nos proponemos enfrentar el arduo ejercicio de pensar, usar en nuestro común beneficio algo más de tres millones de años de evolución (seguramente muchos más). Vamos a tratar de revelar la inserción de los OVNIs en el destino de la humanidad. 

Para emplear un común argentinismo trataré que a usted, amiga o amigo lector, le “caigan las fichas” sucesivamente. Que a este aparentemente desordenado fárrago de elementos inconexos le sobrevenga un orden holístico, construyéndose ante sus ojos esta catedral de la especulación de una manera vivencialmente iluminista.

Si, como he escrito en tantas ocasiones, hay una “lectura esotérica” del fenómeno OVNI, esa lectura no puede reducirse a un mero enciclopedismo hermético sino que tiene que comportar, intrínsecamente, una experiencia personal e intransferible (pero no por ello única y solisista) de comprensión “akhásica”. Tengo la confesada intención de que la lectura de este trabajo dispare en usted un grado, un escalón más arriba de comprensión y aprehensión de la Realidad. La cotidiana y la Trascendente. 

El archiduque Johann Salvator von Habsburg (de la casa real de los Habsburgo) renunció a sus títulos y honores en 1889. Se recluyó en Rennes Le Chateaux, nada menos, donde el cura Bérenguer Saunièré había accedido a misteriosos secretos centenarios que aún se discuten. “Murió” oficialmente poco después, pero como muchos maestros del conocimiento secreto decide “morir” para el mundo y, con renacida identidad, reconstruirse en otra vida. Para esta nueva vida, llamándose Jean Orth, elige la Argentina. 

Jean Orth, el ex archiduque, conocía el secreto: Jesús no había muerto en la cruz sino, sobreviviendo a la misma, había emigrado con su mujer (conocida a través de los tiempos como María la de Magdala; la Magdalena) y su hija al sur de Francia donde, asentada y protegida la familia, parte luego él hacia el norte de la India a la búsqueda del conocimiento de Agharta con el fin de consolidar su legado que hasta entonces, más allá de la historia oficial, era más político que espiritual.

Jeshua ben Josef, Jesús, hijo de José, de la casa de David y la tribu de Judá, era un rey-sacerdote sin reino y sin religión, heredero genético de una primitiva manipulación no humana para producir una estirpe de terrestres gendarmes de otros terrestres, un ente no humano, no terrestre, quizás no físico, cuyo verdadero nombre era la pronunciación aproximada de “Yehow”.

Este grupo —cuya pureza racial estaba asegurada por la íntima convicción que instrucciones divinas imponían la segregación de los “goim”— sabe que es sólo cuestión de tiempo que una limitada numéricamente pero poderosa geopolítica y económicamente sociedad secreta, el Priorato de Sión, entronice en los Estados Unidos de Europa a un descendiente sanguíneo de aquél que, por carácter transitivo, aparecerá ante los “gentiles” como uno más, cuando en realidad responde a una programación arquetípica que los propios judíos, en su gran mayoría, desconocen a sabiendas.

En las sombras, un poder detrás del poder —los Illuminati (sobre los que volveremos)— conoce este entresijo y perpetúa en el mundo material la alianza con beneficios recíprocos hecha con inteligencias de Fuera de nuestro común Tiempo y Espacio. 

Porque, ¿es sólo una casualidad que esa sociedad secreta elija, precisamente, llamarse Priorato de Sión, y “sionismo” sea la expresión politizada y segregadora del judaísmo?

Sobre Pedro (petrus: piedra) se funda la Iglesia cristiana. Todos los evangelios vuelven constantemente sobre la categoría fundacional de una piedra. En el 2004 excavan la torre Magdala, mandada construir por el padre Sauniéré, y donde el radar de profundidad hacía presumir la quizás presencia de un arcón con documentos o un cofre con tesoros...

Sólo se encuentra una piedra, cúbica y basta, que los arqueólogos dejan a un lado enfadados frente a las cámaras mismas de televisión del mundo entero. Jesús, la piedra angular del Templo, la Roca de Sión. Pero también la Cava islámica que, además, es meteorítica reafirmando su procedencia de los cielos.

Y de los “cielos”, de “arriba” desciende según la tradición una energía que, ingresando en nuestro campo áurico a través del “chakra” coronario, vitaliza nuestro cuerpo energético. Jesús, el rey-sacerdote, se perpetúa en el tiempo a través de la dinastía merovingia y se han encontrado cráneos de monarcas de ese linaje que muestran en la coronilla lo que parece ser una incisión o agujero ritual.

Incisiones parecidas se encuentran en los cráneos de sumos sacerdotes de los primeros tiempos del budismo tibetano. La tonsura clerical posterior, aun hoy, es un residuo de la práctica merovingia, lo cual expresa muy claramente que algunas personas en el Vaticano no sólo conocen su funcionalidad energética sino que la aprueban y estimulan, privando al común de la gente de esta información. Y si dos o más personas comparten un conocimiento y lo esconden a sus congéneres, es el germen de una conspiración del silencio.

Los merovingios eran llamados los “reyes brujos”. Se los consideraba capaces de curar por imposición de manos, siendo iniciados en ciencias arcanas y dignos rivales de Merlín, su contemporáneo por otra parte. Estas propiedades ¿genéticas? desaparecían si se interrumpía la secuencia de transmisión sanguínea, ya sea por parte de padre o madre (lo que explica tantos casamientos interparentales en Europa hasta época reciente, buscando reforzar esa cualidad genética) y de allí el origen del atributo “divino” de la nobleza. Una nobleza que históricamente es calificada como de “sangre azul”, curiosa particularidad fisiológica que pone manifstamente de relieve la intervención artificiosa que hace a estos humanos no tan iguales a otros humanos.

De manera que tenemos aquí dos posibles lecturas: o los reyes merovingios (y sus descendientes legítimos, que aún existen) son la continuidad de Jesús, hijo de Dios, y la realeza tiene derecho espiritual a reivindicar el poder temporal aún hoy, o cierta nobleza desciende de Jesús, rey-sacerdote sin poder pero con la lucidez de comprender que su estirpe debía perpetuarse para imponerse en el mundo futuro, imposición temporal que sus seguidores aceleraron disfrazando la conquista política de revelación religiosa. Y la experiencia religiosa camuflando un programa diseñado desde tiempos inmemoriales para controlar (al decir de Salvador Freixedo) la granja humana.

Si la historia del Priorato de Sión es cierta y Jesús tuvo descendencia, los cristianos deberían admitir la carnalidad de Jesús y hacerle descender un escalón de su “divinidad”. Sería, entonces, sólo un “avatar”. Pero las masas no lo comprenderían y ¿qué religión se beneficiaría (de las más importantes) por tener de suyo muchos profetas? (lo más parecido a “avatar” que la gente puede entender): los musulmanes. Recuerden cómo muchos grandes esoteristas (René Guénon, por caso) terminan  volcándose al Islam (los propios templarios en secreto).

Pero si se disemina el Islam, la posibilidad de que la gente explore el camino de “avatares menores” también crece. El Islam, con su “despersonalización de imágenes” y su sensualidad, liberaría institucionalmente otras energías en la humanidad. Entonces, hay que demonizarlo. ¿Quién mejor que un musulmán que desencadene tragedias en nombre del Islam (Osama bin Laden)?.

Pero, en este caso, hay pistas: “la base” (la traducción de “Al Qaeda”). Los grupos fanáticos verdaderamente musulmanes jamás dejarían de usar nombres sagrados, como Jihad, Hamas, Jezbollah y Al Fatah) y los atentados en los propios países musulmanes. Si la afirmación de George W. y sus acólitos fuera cierta, el Islam atacaría más en Occidente que en Oriente. Pero es exactamente al revés. Sólo que de este lado, la sangre tiene más televisión.

Illuminati + protestantes + Vaticano + ¿grises?. Porque éstos (portavoces de los Barones de las Tinieblas) saben que si la humanidad “abre sus canales”, los Guardianes de la Luz cerrarán los grifos del alimento energético de aquellos.


Crípticamente, el Priorato de Sión ha admitido que no todos sus miembros sean judíos. Esto, obviamente, se lee también de otra manera: que muchos de sus miembros sí son judíos. Empero ha tenido Grandes Maestres que abrazaban el tradicionalismo católico extremo y entre cuyos amigos más íntimos supo estar monseñor Lefevre, casi antisemita. ¿Cómo hacer compatibles los unos con los otros?. Sencillo: cuando la religión es sólo una excusa para ocultar otros fines. Unos fines que cruzan el tiempo como una flecha por cientos, si no miles, de años.

Pero el tema es mucho más rico. Hemos demostrado, en otros lugares, que el poder político y económico de los principales países siempre tiene algún miembro sanguíneo profundamente implicado en el contacto con inteligencias no humanas.

Los Bush, padre e hijo, tenían a Vannevar Bush como miembro del Majestic-12. Los Rockefeller tienen al hoy octogenario Lawrance Rockefeller financiando grupos privados de ovnilogía, congresos y publicaciones. Y un actor de la historia política de Francia, ganador de la "Croix de Guèrre", presidente provisional de Francia en 1969 y 1974, presidente del Senado francés en 1973, descendiente de merovingios y sospechado miembro del Priorato de Sión, André Poher, es tío del científico Claude Poher, investigador ovni "civil" y cabeza visible del GEPA (Groupement d'Études de Phenómenes Aeriens) francés.

Historia + política + visitas extraterrestres + subordinación a órdenes espirituales. De eso se trata.

"El verdadero creyente recibe la verdad donde quiera que se encuentra, y ninguna doctrina le parece menos aceptable ni menos verdadera porque la hayan expuesto Moisés, Cristo o Lao Tsé". (Max Müller).

A lo largo de las sucesivas presentaciones de este trabajo, recorreremos simultáneamente dos realidades yuxtapuestas (y así debemos hacerlo para, macrocósmicamente, comprender la estructura multidimensional de la Realidad que aquí presentaré, y microcósmicamente obligar a ambos hemisferios cerebrales (los suyos) a interactuar en formas no ortodoxas, con el espíritu de un "koan" zen, detonando en el lector algún crecimiento interior.

Porque no es inoportuno repetirlo una vez más: este trabajo no existe solamente para dar una información. Es en sí mismo, y así ha sido concebido, como una herramienta donde la lectura y la información trabajan sobre el crecimiento interior.

Entonces, recorramos la historia de los hechos, pero no cometamos el error de verla como una sucesión de episodios sólo sociales y grotescamente materiales sino como lo que en verdad es: información organizada en el Tiempo y el Espacio.

Para comprender mejor esto, tomemos conciencia de que no somos, ustedes y yo, verdaderamente entes materiales e inertes. A nivel atómico, cada átomo de nuestro cuerpo está a una distancia tan infinitamente pequeña y a la vez tan infinitamente grande que si un protón fuese aumentado al tamaño de una manzana, el átomo más próximo estaría... a cincuenta millones de kilómetros de distancia.

Además, los átomos no son pequeñísimos corpúsculos, sino la probabilidad matemática de que "quantos" de energía estén en alguna organización en un momento y lugar dados, de manera que este cuerpo que parece tan material, este escritorio que parece tan tangible, son en verdad grandes espacios de nada donde aquí y allá se mueven, en organización, difusas nubecillas energéticas.

E igualmente todo lo que vemos y tocamos tiene el mismo grado de imponderabilidad; en consecuencia, si creemos "ver" y "tocar" es sólo porque así interpreta nuestra mente una determinada sucesión de impulsos eléctricos llegados al cerebro.

Pero como la percepción deforma la realidad (no vemos las cosas como son, sino a través del prisma de nuestra formación y cultura, por eso siempre interpretamos lo Desconocido en términos de lo conocido), y si así no fuera las vías del ferrocarril se unirían en el horizonte (y ya sabemos no sólo que no se unen, sino que ni siquiera existe el horizonte), la realidad "ahí fuera" de nuestra mente no es, por consiguiente, como la percibimos. Ciertamente, todo es energía más información, aun cuando la segunda sea el orden de organización de la primera.

Si Todo es energía, de pronto descubrimos que nosotros, seres materiales, ya no somos tan materiales y entonces proponer la existencia de seres espirituales "no tangibles" deja de ser una tontería supersticiosa pues sólo estaríamos refiriéndonos a otros seres de energía organizada, claro que con un orden de organización simplemente distinto.

Pero como percibimos (vemos, tocamos) de acuerdo a la formación, la cultura, la enseñanza, es decir, el Paradigma impuesto por el sistema dominante, no los vemos ni tocamos aunque estén ahí porque hemos sido condicionados para ser culturalmente ciegos (o informáticamente minusválidos) para percibirlos. El Paradigma hace que los pequeños dejen de ver elefantes rosados volando que tal vez, en este preciso momento, zumban por sobre nuestras cabezas.

Me plagio a mí mismo de otro contexto: "Nos han venido ocultando esa otra Realidad, ya sea porque los Barones de las Tinieblas necesitan terminar de usufructuar ésta, ya sea porque conocerla haría que la humanidad diera un gigantesco salto cuántico hacia un nivel evolutivo donde nos haríamos inmanejables para aquellos.

Esa Otra Realidad implica, por ejemplo, el manejo del Ki Universal, el Orgón, los Campos de Vida, como prefieran llamarle. Esa Otra Realidad comporta la accesibilidad de la Radiónica, disciplina que trata del conocimiento y manejo de esas energías sutiles. Esa Otra Realidad manipulable mediante la Magia, la milenaria o la contemporánea."

Quizás hoy podríamos estar ya recorriendo los confines de nuestro Sistema Solar con naves tripuladas si los científicos se hubieran atrevido a considerar, a principios de los '70, al llamado "Motor Dean" una versión mejorada del cual (llamado "Vortella") presentó un grupo de técnicos británicos liderados por el ingeniero Patrick Ryan.

Se basa en un principio vibratorio que anularía parcialmente la ley de gravedad. Pero las academias científicas concluyeron que tal aparato "no puede" funcionar, porque "entra en conflicto con los esquemas matemáticos que indican que no puede hacerlo" (una verdadera perogrullada).

Tales científicos recuerdan al Superintendente de la Oficina de Patentes de EE. UU. que en 1890 sugirió a sus superiores que tal oficina debería ser suprimida ya que "los estudios científicos apuntan a demostrar que todo lo que puede ser inventado ya lo ha sido". Esto es increíble: pero lo tragicómico es que el gobierno de entonces le hizo caso y clausuró la oficina. Al cabo de un año, obvio, hubieron de reabrirla.

Lo sugestivo de todo esto no es que haya un burócrata que creyera que, por ejemplo, nadie podría superar al globo como tecnología de vuelo. Lo sugestivo es que toda una cadena de mando político estuviera de acuerdo.

Como se hace muy cuesta arriba suponer que en el conjunto de personas implicadas no hubo siquiera una que pidiera la revisión de esta medida amparada en lo absurdo de su naturaleza, es lógico concluir que desde algún lugar de poder sí se sabía que tal conclusión era falsa pero convenía a ciertos intereses hacerlo (que es lo mismo que decir que a ciertos intereses les convenía obstaculizar el progreso tecnológico de la humanidad).

A tales efectos, la soberbia del mundo académico es muy funcional; en 1902 el afamado astrónomo y matemático Sir Simon Newcomb demostró (matemáticamente, claro) que nada más pesado que el aire podría volar. Al año siguiente, dos humildes fabricantes de bicicletas despegaron de Kitty Hawk.

El academicismo que se titula científico es funcional a los Illuminati que, por un colectivo de razones que iremos desgranando, necesitan poner obstáculos al avance de nuestra especie. Critican y persiguen (hasta policialmente) a los "terapeutas alternativos" por "poner en riesgo" la salud de la población, ante propiedades supuestamente inexistentes de sus métodos o efectos peligrosos (recordemos el "Bio-Bac", la "terapia de las uvas" para el cáncer, el método Hansen, la crotoxina, etc.) pero ellos mismos retiran de circulación periódicamente medicamentos que por décadas traficaron alegremente (recientemente lo han hecho con la droga analgésica y antipirética, de venta libre, "Ibuprofeno", al advertir a la población mundial de las precauciones que debería tomarse en la ingesta por "haber descubierto" los riesgos cardíacos que implica). ¿Dónde quedaron los supuestos "protocolos de experimentación" que deberían haber cumplido?. ¿Dónde, las certezas científicas?.

Nadie retomó las investigaciones del lingüista y astrónomo aficionado escocés Duncan Lunan, que en 1973, desde el Observatorio de la Universidad de Glasgow, descubrió señales de radio de una fuente no terrestre en órbita lunar desde hace unos mil años.

Cuando la prestigiosa Sociedad Interplanetaria de Inglaterra procesó estos datos en sus computadoras, descubrió que tales "ecos" perfilaban una perfecta imagen de lo que conocemos como la constelación Bootes... tal como se la veía desde el Sistema Solar hace trece mil años.

¿Y saben por qué los científicos se han negado sistemáticamente a discutir los datos de Lunan? Por celo profesional: Duncan es lingüista, no astrónomo, y los especialistas universitarios opinan a priori que si un tema es encarado por un no experto, necesariamente debe haber errores en su metodología, "ergo" en sus conclusiones, cuando no fraude o delirio.

Es muy interesante observar que cuando los escépticos y "refutadotes profesionales" descalifican por fantasiosas estas pretensiones, lo hacen únicamente esgrimiendo los argumentos provenientes de los cenáculos académicos. Al ser ellos mismos no científicos (o, de serlo, generalmente poco relevantes en el mundillo académico) estos argumentos negadores se construyen, en el mejor de los casos, sobre la simple aceptación de la "bona fide" de los detractores.

No se cuestionan si pueden emitirlos respondiendo a otros intereses, reconociendo desde el vamos una honestidad que se permiten poner en discusión respecto a los destinatarios de sus diatribas. Esto (aceptar sin reflexionar, indagar o chequear que hay una "ciencia buena" versus una "paraciencia falaz") sí es una actitud ingenua, tendenciosa, propia de un pensamiento mágico y, sobre todo, fundamentalista.

De resultas de lo cual concluyo que debemos cuestionar tanto la "historia oficial" que nos han contado, como la aséptica moralidad de la "ciencia oficial". Hoy en día, el Paradigma del Sistema dominante pone en boca de los científicos académicamente respetables el juicio de valor que en la Edad Media se adjudicaba a la curia religiosa. Así nos fue. Así nos irá.

Escribir este ensayo resume una búsqueda de muchos años, con una evolución en las ideas, desde ser un integrante más del "pelotón de tuercas y tornillos" que con una concepción materialista veía en los ovnis simplemente naves, tripuladas o no, extraterrestres, hasta descubrirlos como vectores de una dimensión paralela que actúan como un arquetipo catalizador.

Unos, de acuerdo a la personalidad y bagaje genético y/o cultural de cada uno de nosotros, asumiendo las más variopintas manifestaciones, para despertarnos a esta Realidad Paralela. La pérdida del sistema celular de familia (en cuanto, más allá de los sinceros sentimientos, es un mecanismo del Sistema para abrumarnos de "responsabilidades" y "compromisos" que bloqueen la Búsqueda o dificultades económicas, todo lo cual nos lleva a "ver en la dirección correcta", superado la Noche Oscura de las dudas y las tribulaciones (donde muchos se detienen) para terminar descubriendo que cuando logramos "sintonizar" todo se encamina mejor... si tenemos el coraje de abandonar lo seguro.

Por lo que la seguridad (material, familiar, religiosa) es una forma de controlar a las masas, y de allí que se nos eduque desde pequeños en cuanto a que lo que se sale de lo seguro sólo merece denuestos (locura, irresponsabilidad, reproches de los seres queridos, soledad).

La Causalidad rige el Universo. Acabo de hacer un paréntesis en el escribir y tomo un libro para distraerme. Es "Una realidad aparte", de Carlos Castaneda. Abro una página al ¿azar?. Y mis ojos acaban de caer sobre este párrafo donde habla Don Juan: "El mundo es así-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá. En este momento no creo que estés listo para un golpe tan enorme; por eso debes empezar despacio a deshacer el mundo".

¿Casualidad?. El libro, regalo de mi amigo Edgar Vargas, de Cuernavaca,  tiene 302 páginas de texto y precisamente allí (¿bibliomancia?) cae mi vista. No: es un S.P.A. Una señal de que estoy haciendo lo correcto, el Wu Wei del Universo, en un sentido jungiano. Así que sigo.

Me resultaría sencillo y conveniente enmascarar la información y conclusiones dadas en este trabajo como fruto de algún tipo de "revelación" de orden superior. Creo que eso es lo que hacen algunos "contactados" que predican su propia óptica de las cosas, claro que poniéndolo en boca de algún mensajero extraterrestre o espiritual.

No es lo mismo, claro, que Gustavo Fernández afirme que las inteligencias que nos visitan tienen tal o cual intención, que Gustavo Fernández revele haber sido contactado telepáticamente por el comandante galáctico Ikrena o el ángel Istarion - El. En todo caso, si hay algo atípico en esta lectura, conceda el lector la pitanza de ver este bodoque literario como una forma ersatz de escritura automática inconsciente.

Si la filogénesis repite la ontogénesis, si la evolución del ser (humano, por ejemplo) va desde el sencillo espermatozoide flagelado hasta el bebé con conciencia pasando por el renacuajo y el mamífero placentario, si ello es cierto (y hasta la Biología ortodoxa lo sostiene) la evolución en los distintos ciclos de vida, encarnación tras encarnación, repite la evolución biológica, de estadío en estadío.

Esto, claro, no lo dice la Biología. Ni siquiera este autor. Sin hablar de filogenia u ontogenia, pero sosteniendo que la metempsicosis cumple función similar al crecimiento del feto, lo decía ya Pitágoras. Si es un concepto revolucionario hoy, piensen en veintitrés siglos atrás. Por esto y otras "audacias" Cirión de Trotona (el primer Illuminati inquisitorial conocido) "empujó" al suicidio a Pitágoras y envió a la muerte a muchos de sus discípulos. Hizo Cirión lo imposible para borrar hasta su recuerdo, tarea inútil por lo que vemos.

La ontogenia siendo repetida por la filogenia y ésta por la reencarnación, he ahí una enseñanza invalorable y clave de crecimiento interior. Un crecimiento sistemáticamente torpedeado por las Iglesias, todas, necesitadas de vendernos la explicación mágica del creacionismo.

Somos imagen y semejanza de un dios. Ante la evidencia del evolucionismo y la férrea tozudez de los creacionistas, uno cae en el riesgo de la herejía espontánea: si Dios nos hizo a su imagen y semejanza pero tenemos tanta familiaridad con los simios, entonces la imagen de Dios es la de un mono. Prometo, en la próxima visita al zoológico, hacerlo con respeto devocional.

Y en plan de irreverencias doctrinales y manejos de energías, no sería desatinado volver aquí sobre la naturaleza antropofágica de nuestros cultos. ¿Qué es el simbolismo de la liturgia misal, sino la sublimación del viejo rito de almorzarse al rey-sacerdote?

No es ocioso recordar que muchas de las más antiguas culturas lo hacían. Los celtas, como ejemplo, enfrentaban en ocasiones la contingencia de una cierta endofagia semi divina. Se comían a su rey. En el preciso caso de los celtas, el pavoroso proceso era precedido por el acto de la cópula del rey con una yegua blanca, que luego era trozada y hervida en un gigantesco caldero... junto con el desdichado monarca, para después ser esta pareja zoofílica el plato principal del pueblo en esa infausta ocasión.

Sexo bestial, muerte, canibalismo. Difícil digerir (uff, fallida elección del verbo) tanta violencia sádica al pensamiento tercermilenarista. Pero a la irrefutabilidad histórica de estos hechos puede anteponerse la certeza de que, al igual que los masivos sacrificios entre los mayas, no han sido per se orígenes de nada sino recuerdos tergiversados (intencionalmente, sospecho) del conocimiento aún más arcaico (ignoro si de "esta" Humanidad o una anterior) de una transmutación alquímica: la de elevar las energías sexuales de la categoría animal a la semi divina y el peligro latente del vampirismo vital.

(Continuará en el próximo número).

Esotérico