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Estados Unidos busca el control de la triple frontera.

Por Joaquín Oramas.

La presencia desde hace meses de un contingente de 400 soldados norteamericanos en Paraguay, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, tiene sobre ascuas a organizaciones y entidades progresistas sudamericanas que observan con recelo los movimientos de esa tropa, a la cual el Gobierno de Asunción se ha visto obligado a conceder privilegios diplomáticos.
 
Al calor de estas expectativas, analistas preguntan qué buscan en territorios de los cuales se hablaba muy poco hasta que funcionarios norteamericanos comenzaron a expresar preocupación por la existencia de colonias de origen árabe en las ciudades de la llamada Triple Frontera, zona donde confluyen los límites de Brasil, Paraguay y Argentina.
 
Se trata de un sitio con una gran biodiversidad. Allí se encuentran las famosas cataratas del Iguazú en medio de una fabulosa vegetación, y una de las mayores represas del mundo, la de Itaipú. En el área se localiza también el acuífero guaraní, una de las reservas de agua potable más importantes del Planeta.
 
La Triple Frontera tiene alrededor de 470.000 habitantes, cifra que incluye a una comunidad árabe calculada en 25.000 personas, tanto musulmanes como cristianos, y que provenientes de Siria y el Líbano se establecieron en la zona hace casi cuatro décadas.
 
Una mezquita en Foz do Iguazú, Brasil, y dos en Ciudad del Este, Paraguay, además de dos jeques, uno a cada lado, dan cuenta de esta presencia, a la cual se suman unos 5.000 inmigrantes de China, Taiwán y Corea del Sur, y decenas de familias provenientes de la India.
 
Esta zona fronteriza, considerada una de las más "porosas" del mundo, vive principalmente del turismo y de un intenso comercio, para lo cual cuenta con una población flotante de alrededor de 50.000 trabajadores, que se trasladan a diario desde ciudades aledañas.
 
Después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, congresistas y fuentes militares y de inteligencia de ese país han colocado a la Triple Frontera en la mira. Se ha dicho que allí había células y campos de entrenamiento de los grupos extremistas Heizbolá y Hamas, y hasta se especuló con la presencia de Al Qaeda.
 
Un alto funcionario del Gobierno estadounidense incluso sugirió al Pentágono lanzar un ataque en América del Sur, entre otros posibles blancos, para "sorprender a los terroristas". Ante la creciente ola de tales versiones, el Departamento de Estado debió aclarar una y otra vez que no se han detectado actividades terroristas en la Triple Frontera, pero presionó al Gobierno paraguayo para que aceptara la presencia militar en su territorio, mientras Estados Unidos pretexta que la región podría ser una fuente de financiamiento para grupos extremistas en el Medio Oriente.
 
Los árabes en la Triple Frontera han negado todas las acusaciones en su contra, asegurando que no hay un solo terrorista entre ellos zona y que Washington los ha colocado bajo sospecha con el objetivo de militarizar la zona, pues codicia las riquezas y la importancia estratégica de la región.  
 
Organizadores del Primer Foro Social de la Triple Frontera manifestaron su preocupación por la presencia y actividades de Estados Unidos en esa zona.
 
En particular, a Washington le interesa el Sistema Acuífero Guaraní (SAG), donde ya maniobran militares y agentes del servicio de inteligencia norteamericanos, que coinciden con una avanzada técnica de la Organización de Estados Americanos y el Banco Mundial.
 
Los 28,6 millones de dólares destinados para al estudio minucioso del SAG confirma el interés económico directo de la mayor potencia del mundo y su afán de controlar las fuentes hídricas y otros recursos en sudamericanos, afirman.
 
El SAG ocupa un área de más de un millón de kilómetros cuadrados. El 70% se extiende bajo suelo brasileño, el 19% en Argentina, el 6% en Paraguay y el 5% en Uruguay, con una capacidad de abastecimiento suficiente para 360 millones de personas, dado que su recarga es de entre 160 y 250 km2 por año.
 
Podría satisfacer hasta el 21% de la demanda de agua destinada a la industria en esos cuatro países para el 2025, según un informe de la ONU que advierte sobre la escasez del preciado recurso, cuya demanda dentro de 20 años se elevaría considerablemente, pues el consumo de agua potable ha venido creciendo rápidamente.
 
En los últimos 50 años, la extracción de agua de los ríos y lagos ha aumentado en cuatro veces, teniendo en cuenta que solo el 0,01% del agua existente en la Tierra es posible de usar directamente para las actividades humanas, ya que el 97% restante resto se encuentra en los océanos y en forma de nieve o de hielo.
 
Continúan no menos de mil millones de personas sin acceso al agua potable, lo cual significa que aproximadamente el 20% de la población mundial carece de este líquido, o aquel del que disponen no es sano.
 
Si a ello se suma que la población mundial aumenta a una velocidad de 200.000 personas al día, el problema tiende a empeorar.
 
Ya hay una conciencia general de que las próximas guerras tendrán como objetivo apoderarse del agua potable todavía disponible, después de que las grandes potencias han inutilizado sus fuentes envenenando ríos, corrientes y depósitos con una despreocupación que podríamos calificar de genocida.
 
Hasta ahora, la guerra del agua se está llevando a cabo con armas diplomáticas y técnicas, con el argumento de ayudar al desarrollo de los pueblos, haciéndose cargo de la explotación de sus riquezas naturales, lo cual nadie cree.
 
Otro método utilizado es el de la realización de contratos bilaterales para entregar los recursos de la nación, mientras quedan disimuladas las ganancias draconianas y usureras que obtienen las transnacionales, ejecutoras actuales de esta guerra silenciosa.
 
El "acuífero guaraní", del que se comenta es el mayor depósito a nivel mundial, está desde hace bastante tiempo en los planes expansionistas de Estados Unidos, potencia que se aferra al pretexto de que en la Triple Frontera se han gestado todos los actos terroristas de los últimos tiempos que permanecen sin explicación ni actores directos. 
 

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