La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Dolina y Majul.

Por Laura Etcharren.


Mientras a Dolina en la opereta, El amor de Laura le costó la muerte; a Majul, la admiración por la primera dama, le costó la decepción.
 

La pasión mundialista no escapó a la estructura de sentimiento de Luís Miguel Majul. Desde los inicios del mundial estuvo sumamente entusiasmado y positivo. Hasta se podría decir que por primera vez, no fue contra hegemónico, puesto que además de ponerse la camiseta de la selección nacional, también, se puso la de Pekerman. Algo pocas veces visto en el señor que parece apasionarle el choque de pensamiento.


Durante todos los domingos mundialistas, Majul, invitó a su programa a ex jugadores de fútbol, directores técnicos y periodistas deportivos. Incluso, la apertura del mundial en su programa, la hizo junto a Alejandro Dolina. Futbolista de alma. Artista por excelencia. Intelectual conmovedor.

 

Los primeros se presentaron como cábalas durante la estadía de la selección en Alemania. Sus presencias parecían necesarias, como si sin ellas, el conductor, no pudiera realizar el programa. Esa situación permitió conocer a un Luís Miguel distinto.

 

Sujeto a las cábalas y ansioso por los partidos venideros de la selección. Un periodista más relajado que demostraba ampliamente que lo que menos tenía ganas de hacer era dialogar acerca del estado de situación político y social de la Argentina. Tanto es así, que un informe sobre uno de los barrios más carenciados del país quedó en la nada.

 

Aunque para ser sinceros, a Majul, ya le venía costando hacer un periodístico en serio. Tal vez, nunca lo haya hecho y nunca pueda hacerlo.

 

Porque siempre terminó siendo entrevistado por su invitado; sufrió la humillación de los actos vulgares de “Cuadrada” Samid; las enseñanzas al aire de la “Reina de madre de la televisión" -la señora Mirtha Legrand-; se enfrentó al cholulismo desmedido de “Lápiz de platino” Braga Menéndez por el presidente; experimentó su patético fanatismo por Maradona; y se quedó deslumbrado con los argumentos opositores y elocuentes del señor Jorge Asís.


Excepcionalmente, “La Cornisa”, ha sido un programa dinámico, ya que por lo general, opera como el Rohypnol más potente.


Desde que la selección quedó fuera del mundial, el periodista y a veces guionista -como se define en el perfil de su blog- está nostálgico.


Es decir, maravillosamente entró en el fervor mundialista y una vez dentro, salir, le costo, y aún, le sigue costando.

 

Como si se hubiera convertido en un jugador más, aquel que erró el penal y tuvo que volver, como dice el tango, con la frente marchita.


Pero como ya sabemos, mientras el mundial transcurría, los sospechosos de siempre hacían de las suyas.

 

Y al tiempo que Arslanian importaba el problema de las maras para justificar el aumento de la inseguridad, dentro del gobierno se aumentaban los sueldos, se planteaba la “necesidad” de otorgarle superpoderes al jefe de gabinete, se debatía la reforma del Código Penal, y se instauraba la polémica por al Ley de Educación.


Frente a este estado de las cosas, la señora Elisa Carrió le otorgó, el domingo pasado, algo de tinte político al programa de Luismi. Bajo la contestación y la nostalgia por Arendt, Carrió arremetió contra todos instalando una nueva teoría. Mejor dicho, planteando su interpretación de la teoría de la filósofa.


Porque todo parece tener que ser interpretado bajo los conceptos que se desprenden de la condición humana. Una condición humana que magistralmente supo plasmar Arendt y que tristemente interpretó la señora que quitó de su cuello el enorme crucifijo, como si ya, hubiera “exorcizado” al enemigo.


Entonces, entre la nostalgia de Carrió y la de Majul, el combo, parecía completo.


Luís Miguel parece no poder superar la derrota de Argentina frente Alemania. Ayer, volvió a demostrarlo. Nuevamente insistió en averiguar los por qué de la misma. Y del mismo modo que inauguró el mundial con Dolina, también, eligió finalizarlo con él.


A quien bautizó: El ángel celeste y blanco parafraseando su libro “Crónicas del Ángel Gris.” Pero esa decisión, no fue nada inocente. Majul buscaba el refugio de las frases de Alejandro.


Nostálgico por excelencia aunque impecable remador de situaciones. Luismi, desarrolla una añoranza por lo que pudo haber sido y no fue, sin comprender que no hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió. Por lo menos, eso, supo decir el poeta.


Ahora bien, a la derrota de la selección se le sumó la decepción por la primera dama. Y así, se completa el combo.


Porque Majul -como manifestó en su editorial del día 9 de julio- admiraba a la señora Cristina Fernández de Kirchner. Pero el ataque de la senadora al periodismo, llevaron a Majul a experimentar un sentimiento poco agradable. La decepción que por supuesto, devino en desilusión.


Entonces, que mejor que invitar a Dolina para cerrar la etapa del mundial y compartir las penas que una mujer puede ocasionar en el alma de un hombre. Ya sea por una, u otra razón. Dolina es un gran conocedor de corazones rotos; del espíritu; de la condición humana y de las vueltas de la vida. De las contradicciones del ser. Todas las noches lo demuestra en su programa radial: “La venganza será terrible”.


En su Opereta titulada “Lo que me costó el amor de Laura” caminó urgente por la calle de la desesperación para conseguir el amor de la perversa e interesada mujer. Y tanto caminó, que el amor de Laura le costó la muerte.


Majul, por su parte, debe beber de la fuente de agua del bien y del mal. Como todos los argentinos insertos en una sociedad opaca y desarticulada. Porque la admiración que en algún momento, algunos supimos experimentar, hoy, se convierte traición.


Pues por ello, a Majul, la admiración que sentía por Cristina le costó la decepción.


Por lo tanto, la reunión con Dolina puede verse como una especie de paliativo para sanar el alma del periodista que ya debiera estar acostumbrado a los virajes políticos.


Como uno de los últimos y especiales bohemios, Dolina, habló sobre lo divino y lo humano. Sobre todo aquello que se hizo, sobre lo que se hace y lo que queda pendiente.


Parecía estar en un intento permanente por sacar a Majul de la calle de la decepción a la que lo llevó la primera dama. Que el periodista volviera a la realidad. En la vida, las nostalgias, deben superarse.


De lo contrario, los estancamientos se profundizan y sin quererlo, se termina legitimando aquello que no debe legitimarse. El absolutismo de un gobierno elegido democráticamente. Un gobierno que, una vez en el poder, sólo busca acumular más poder. Pensando en los fines, dejando de lado los medios y caiga quien caiga.

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