La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Los secretos y mentiras de Dan Brown. |
En alas del éxito espectacular de "El Código Da Vinci" (1,2 millones de personas lo han leído en español y nueve millones en otras lenguas), Dan Brown vuelve por donde solía y en "Ángeles y demonios" recurre a un argumento muy parecido. Se trata de descifrar un misterioso símbolo en el pecho de un físico asesinado.
Para salvar al Vaticano de una conspiración satánica, el protagonista, Robert Lagdon, seguirá una vieja ruta a través de criptas selladas, peligrosas catacumbas, catedrales desiertas y necrópolis subterráneas de la Santa Sede.
Acusado por los medios más conservadores católicos, especialmente por el Opus Dei, de arremeter sin piedad contra la Obra y contra la Iglesia en "El Código Da Vinci", el escritor estadounidense niega que su nueva obra sea "antirreligiosa o anticatólica". Pero no convencerá de ello ni al Opus Dei ni a la jerarquía católica, que ha lanzado una nueva campaña para desacreditar al escritor.
Dan Brown saca a la luz numerosos trapos sucios que, en la Iglesia, siempre se lavan en casa y en silencio. Y es que, como él mismo dice, "una organización tan antigua y poderosa como el Vaticano no habría podido alcanzar el poder que ostenta sin ocultar algunos secretos de familia".
Dan Brown ha encontrado el filón y no parece dispuesto a soltarlo. Entre otras cosas, porque se encuentra sumamente a gusto en este ámbito. Hijo de un profesor de matemáticas y de una compositora de música sacra, Brown es un apasionado de la ciencia y de la religión, de los códigos ocultos, de las sociedades secretas y de la simbología. Y de todo ello hay en la Iglesia católica a raudales. Sobre todo en el Vaticano, centro y corazón de la cristiandad, donde todo lo que no es sagrado es secreto. Misterio, secreto y arcano riman con Vaticano, el Reino que no es de este mundo.
El secreto es ley en el Vaticano. Lo que no está sometido al secreto de confesión, cae bajo la llave del secreto canónico. El "sub secreto pontificio", que reza en multitud de informes de la Curia, obliga bajo pena de excomunión. Las decisiones de la Curia son secretas, así como sus nombramientos y el manejo de sus finanzas.
Hasta hay un Archivo Secreto Vaticano, al que ni los historiadores pueden acceder. Secretos y misterios. Desde las riquezas vaticanas hasta la Papisa Juana, pasando por los más recientes de la sospechosa muerte de Juan Pablo I o del crimen de la Guardia suiza o del escándalo del IOR, el banco vaticano.
Los Perfeccionistas.
¿Es real lo que cuenta Brown? ¿Existieron los Illuminati, por ejemplo? Existió una orden, llamada en un primer momento de los Perfectibilistas o Perfeccionistas, fundada el 1 de mayo de 1776 por Adam Weishaupt en Baviera. Fue una hermandad secreta, expulsada de Roma por el Vaticano. Los Illuminati huyeron y se escondieron en Baviera, donde se mezclaron con otros grupos que escapaban de las purgas católicas -místicos, alquimistas, científicos, ocultistas, musulmanes o judíos-.
Y se convirtieron en profundamente anticristianos, juraron vengarse del Vaticano, pasaron a la clandestinidad y perduraron a lo largo de los siglos. Algunos historiadores creen que siguen activos hoy en día y que constituyen una de las fuerzas invisibles más poderosas del ámbito de la política global. En la actualidad, tienen conexiones con la masonería y siguen practicando la táctica de la ocultación.
Pero junto al misterio de los Illuminati o a una descripción detallada de los secretos del cónclave donde se elige al Papa, Brown aborda también los misterios más recientes de la ciencia y de la tecnología de tercera generación. Por ejemplo, la antimateria, la fuente de energía definitiva, que no genera contaminación o radiación y que con una sola gota puede abastecer de energía a la ciudad de Nueva York durante todo un día.
Religión y ciencia.
La mezcla de misterios antiguos y modernos persigue el intento de conducir al lector del "mito de la religión a la verdad de la ciencia". A su juicio, las cuestiones sagradas que, durante siglos, han sido patrimonio exclusivo de la Iglesia, están siendo abordadas por la ciencia. Con la consiguiente disputa entre ambas.
El escritor concluye que, en el fondo, ciencia y religión son una misma cosa. La diferencia es que la religión se centra en las preguntas fundamentales del ser humano, las que dan sentido a la vida, y la ciencia, en cambio, se centra en las respuestas. Pero, quizás por primera vez en la historia, la estrecha línea que separa a la ciencia de la religión comienza a difuminarse.
A tono con la defensa de la moderna tecnología, en el sitio web de la novela (www.danbrown.com) se ofrece incluso un recorrido virtual por la obra, cuyas localizaciones principales pueden verse hoy en día. La visita virtual incluye imágenes de la Ciudad de los Muertos (la necrópolis vaticana), los archivos secretos del Vaticano o el acelerador de partículas.
En la ficción, todo vale.
Lógicamente, Dan Brown no es un historiador ni escribe libros de historia, sino que utiliza sus conocimientos históricos y religiosos para urdir la trama de su novela. El rigor histórico no es su meta. La Iglesia le acusa, por eso, de mentir y falsear la historia. Él responde que no se saca nada de la manga y que, en cualquier caso, en la ficción todo vale.
Pero la Iglesia sigue poniendo el grito en el cielo, consciente de que sus "pecados" históricos novelados son aún más pecado, se tragan mejor y consolidan su imagen maquiavélica y poco edificante en las mentes y en los corazones de una sociedad secularizada, que ya no tiene miedo de sus anatemas ni de sus excomuniones.
Dan Brown lo sabe y explota a conciencia el morbo que el secretismo y la opacidad misteriosa que el Vaticano suscita en todo el mundo. Y lo aprovecha a fondo. Con diligencia -conoce y aplica la técnica-, aunque deje mucho que desear desde el punto de vista literario. Y engancha. Casi tanto como en 'El Código Da Vinci', que ya es decir.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/09/10/narrativa_extranjera/1094829313.html