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El caso Jattar-Velázquez. El amor es ciego. Por Secreto y Confidencial. |
Hace pocos días, el portal "Tribuna de Periodistas" distribuyó entre sus abonados una nota del periodista especializado en temas judiciales Alfredo Pino llamada "Narcojusticia en Mar del Plata ¿Otra vez el Tribunal Federal Oral?".
El artículo trata sobre la "sociedad" que existiría entre la Justicia Federal Marplatense y el narcotráfico local. Realmente es un artículo muy jugoso puesto que narra las aventuras de un fiscal de apellido Capparelli que fue desplazado de su cargo tras "hacer desaparecer" la droga incautada en los procedimientos judiciales y encima la falopa "desaparecida" se reciclaba en los prostíbulos locales.
Para colmo de males el mismo Capparelli reaparece en escena como abogado de dos narcotraficantes y comienza una cosa muy enredada y perversa que ustedes podrán leer en el dossier informativo de este artículo. Si uno lee esa nota le dan ganas de que alguien meta presos en la bodega de un barco pesquero a toda la Justicia Federal de Mar del Plata y que la hunda en el medio del Atlántico con un misil Exocet.
Pero claro, es Mar del Plata. Puerto de pescadores, salida al mar y todas las tentaciones que puede tener para los delincuentes un lugar de esas características. Eso no pasa en Buenos Aires, y las cosas para que importen deben pasar en la Ciudad de Buenos Aires.
Por eso quiero compartir una noticia en su momento me llamó muchísimo la atención. Es sobre un dramático secuestro de un comerciante que apareció fusilado en el barrio porteño de Parque Chacabuco. Tiene aristas tan pero tan raras que merecen un análisis muy preciso y detallado porque va más allá del mero ajuste de cuentas.
Tiene todos los elementos de un verdadero thriller policial. El problema es que los protagonistas de esta historia son reales. Veamos lo que decía el diario Clarín el 23 de julio pasado:
23.07.2005 Clarín.com Policiales.
Se lo llevaron en Flores y apareció fusilado en la zona de Parque Chacabuco.
Extraño secuestro y asesinato a balazos de un comerciante Javier Velásquez tenía 36 años. Desde un handy indicó a su cuñado cómo pagar el rescate, de diez mil pesos. El hombre cumplió, pero no lo liberaron. Investigan si fue secuestro o un ajuste de cuentas.
Los investigadores no habían determinado hasta anoche si se trataba de un secuestro extorsivo o de un ajuste de cuentas. Pero lo cierto es que terminó de la peor manera: la víctima, un hombre de 36 años y pareja de una empleada de la jueza federal María Servini de Cubría, apareció asesinada ayer a la madrugada en la zona de Parque Chacabuco.
Poco antes, su familia había pagado $ 10.000 de rescate. A Javier Hernán Velásquez lo mataron con un disparo calibre 40 en la cabeza. Su cuerpo apareció inclinado de costado sobre un cordón de la vereda del pasaje Juan de Castro al 1500, entre Hortiguera y Puán.
Fue cerca de las 0.30 de ayer, apenas unos minutos después de que su cuñado hubiera pagado el rescate que se había pedido."Es todo muy extraño. Tanto la víctima, como su cuñado, registran antecedentes penales. El secuestro no fue denunciado a la Policía hasta que apareció el cadáver, así que estamos investigando", dijeron altas fuentes del caso a Clarín.
A los investigadores también les llamó la atención la cantidad de viejas cicatrices que tenía el cuerpo de Velásquez, como la marca de un disparo en una pantorrilla y la huella de un antiguo tajo en el estómago. Velásquez tenía dos hijos, uno de un año y cuatro meses y el otro de dos años y medio. Tenía antecedentes por robos y hurtos y estaba en pareja con Jamila Jattar, empleada de la Secretaría Electoral del juzgado de María Romilda Servini de Cubría.
Era comerciante y manejaba un polirrubro en Flores. Según contó a Clarín un familiar muy cercano, en la noche del jueves Javier fue a la casa de su cuñado Omar, ubicada a dos cuadras de la suya, en Flores. Al llegar a la puerta, desde su Audi A3 negro lo llamó a través de su teléfono celular con handy (intercomunicador).
Así se enteró de que su pariente no estaba en el lugar y llegaría más tarde."Bueno, me voy acá a cuatro cuadras y después vuelvo, cuando vos llegues", le dijo Javier a Omar. Eran cerca de las 20.30. El cuñado no volvió a tener noticias de él hasta las 22, cuando recibió una nueva comunicación. Esta era mucho más inquietante.
A través del handy, Javier le anunció que estaba secuestrado. Detrás de su voz, de fondo, se escuchaba a otros hombres, según contaron en la familia. "Preparame 10.000 pesos y llevámelos a la esquina", le dijo el muchacho a Omar.
El cuñado cumplió. En un rato, juntó el dinero y salió de su casa, ubicada en Primera Junta al 2800, frente a la autopista 25 de Mayo. A través del handy, Javier le ordenó entonces que empezara a caminar. Así llegó a Directorio y Varela, donde recibió una nueva indicación: tomar un taxi por avenida San Juan, rumbo a Paseo Colón.
Omar siguió las indicaciones hasta que, en San Juan y Jujuy, Javier le pidió que detuviera el taxi sobre la mano izquierda. Entonces, según la familia, apareció el Audi A3 y frenó a su lado. Enseguida, Javier le pidió a su cuñado que bajara del taxi, se acercara al Audi y metiera los 10.000 pesos por el techo corredizo.
De esta manera, Omar no pudo ver quiénes iban en el auto. Ya se acercaba la medianoche. El Audi arrancó y desapareció. Alrededor de las 0.15, Omar decidió llamar al handy de su cuñado. "Loco, lárguenmelo, ya pagué", dijo. Javier le contestó: "Quedate tranquilo que ahora me sueltan".
Diez minutos después, un joven que caminaba por el pasaje Juan de Castro escuchó un ruido seco y un auto que aceleraba. Al acercarse frente al 1527 vio a un hombre sentado sobre el cordón, inclinado sobre su derecha y vestido con campera de corderoy, un buzo con capucha, jeans y zapatillas. Era Javier. Le habían pegado un balazo calibre 40, cuyo casquillo —encamisado con otro metal— apareció a un costado.
En la muñeca izquierda tenía atado un cordón de sus zapatillas, mientras que en la derecha tenía marcas de haber estado atado con ese mismo cordón. En su cuerpo se detectarían después las viejas cicatrices del balazo en la pantorrilla y distintos cortes de arma blanca.
Según contó el testigo del hallazgo a Clarín, menos de cinco minutos después del disparo apareció un Renault Clio. "Pensé que era alguien que venía a rematarlo. Pero eran policías de civil", explicó. Un par de horas después, la noticia de la aparición del cuerpo estaba en televisión. Así fue como Omar se enteró del final que había tenido su cuñado, a sólo quince cuadras de su casa.
Al ver la noticia se comunicó con la Policía, lo mandaron a la Morgue y allí reconoció el cuerpo de Javier. Mientras, la mujer de Javier llamaba a la empresa de rastreo satelital que tenían contratada para su auto. Según su madre, allí se negaron a ayudarla porque debían una cuota. El Audi, hasta anoche, no había aparecido, según fuentes del caso. Los documentos de Javier aparecieron en Portela y Directorio, en la calle.
Los encontró un empleado de un frigorífico, que se los alcanzó a la familia. Ayer, los Jattar estaban destruidos. "Yo personalmente voy a buscar a los asesinos. Si tengo que dejar la vida en esto la voy a dejar", dijo Teresa Jattar, madre de Omar, a un canal de tevé. Según contaron los familiares, la jueza Servini de Cubría se comunicó con su empleada para darle el pésame.
También le dijo que tuviera fe, que iban a encontrar a los autores del crimen. La familia también recibió el llamado de la Fundación Blumberg, que le ofreció apoyo para el futuro. "Los secuestros siguen, aunque muchas veces no se denuncian", se quejó Juan Carlos Blumberg, ante Clarín. Anoche los investigadores policiales buscaban el Audi y alguna pista de los asesinos de Javier.
http://www.clarin.com/diario/2005/07/23/policiales/g-06401.htm
Detalles.
Seguramente no les cierran los siguientes detalles:
Javier Velázquez tenía antecedentes penales y vivía en pareja con Jamila Jattar, empleada del Juzgado Federal a cargo de María Romilda Servini de Cubría. Es bastante extraño que una empleada judicial viva en pareja con alguien con antecedentes penales. Y es mucho más raro que ignore que su pareja haya sido un delincuente. En este caso el amor sería tan ciego como la justicia argentina.
Javier Velázquez tenía un quiosco polirubro y ustedes saben perfectamente la capacidad adquisitiva que puede tener alguien que explota ese tipo de emprendimiento. Evidentemente le iba tan pero tan bien en la venta de cigarrillos y botellas de gaseosa que manejaba un coche Audi A3 de fabricación alemana.
La familia de Javier Velázquez juntó rápidamente los 10.000 pesos del rescate. El encargado de pagar el rescate fue el cuñado de Javier Velázquez, también con antecedentes penales. Prueben en sus casas cuanto tiempo tardan en juntar 10.000 pesos "en efectivo". Asimismo estaban intercomunicados por handy tipo Nextel.
Lo más raro: Javier Velázquez fue asesinado después que sus captores cobraran el rescate. El lugar del homicidio no fue en un oscuro barrio del conurbano bonaerense. Fue en Parque Chacabuco, un lugar demasiado transitado de la Ciudad de Buenos Aires.
El testigo indiscreto.
Un testigo le dijo al diario Clarín que pocos minutos después apareció un Renault Clío con policías de civil. La policía no suele usar Renault Clío, salvo que sea el vehículo particular de algún oficial. Y pese a todo ese auto es demasiado caro para estar al alcance del bolsillo de un policía. Si aparecieron tan rápido es mala señal, porque si hay gente que la tiene clara son los "Federicos" de la PFA.
Una hipótesis muy alucinada puede ser un ajuste de cuentas de la PFA contra un narco que encima está juntado con una empleada de la Jueza Servini de Cubría. No está de más recordar que por aquellos días fueron pasados en "disponibilidad" o procesados varios policías de la PFA por distintos motivos y que sería una buena forma de "marcarles la cancha" a los políticos que de alguna manera se estaban "cargando" a oficiales y suboficiales de carrera con sus trapisondas o mariconadas.
Buscando en archivos del mes de Mayo me encuentro con cosas como el extraño accidente de una camioneta Ford Courier donde resultaron heridos cuatro oficiales de la Policía Federal: El Subcomisario Ferreira, el Subinspector Dante Callave y los cabos Daniel Guzmán y Javier Aguilera, y en el interior de dicho vehículo se encontraban 120 kilogramos de cocaína, fraccionados en 116 ladrillos. Estos policías argumentaron que se trataba de un secuestro de dicha droga en un operativo realizado en Salvador Mazza, en el norte de Salta y cercano a los límites con Bolivia.
También se puede destacar una "purga" dentro de la PFA en la cual fueron pasados a disponibilidad a varios oficiales de la institución, tras haber sido revisados sus legajos por el periodista Horacio Verbitsky y personal del CELS. Esto ocurrió el 6 de octubre del 2004 cuando el recordado comisario Prados resolvió pasar a disponibilidad a 107 oficiales policiales, tras una patética serie de enredos burocráticos entre Néstor Kirchner, Gustavo Beliz, Aníbal Fernández y el Comisario Eduardo Héctor Prados.
La justicia es ciega.
El diario Clarín fue el único medio que tocó este tema. Nunca más se supo de este caso ni se tuvo noticias de los asesinos de Javier Velázquez. Tampoco se supo si la Cámara Federal o la Suprema Corte ordenó algún sumario administrativo o algún tipo de investigación contra Jamila Jattar para dar algún tipo de explicación, puesto que es bastante extraño que una empleada de la Justicia Federal esté viviendo en pareja con una persona con antecedentes penales, que fue secuestrada y abatida por un supuesto ajuste de cuentas.
Además, Javier Velázquez tenía un nivel de vida muy elevado para vivir de un "polirrubro". Coche Audi A3, celulares tipo Nextel. Es una fija que este personaje era un dealer de drogas. Ahora bien, un dealer de drogas está viviendo en pareja con una empleada de un Juzgado Federal. Ese Juzgado casualmente es competente en la investigación sobre el tráfico de narcóticos. Y encima es el Juzgado con competencia electoral donde se dirimen todos los entuertos de los Partidos Políticos.
Se puede pensar que la empleada Jamila Jattar es un "topo" del narcotráfico en un Juzgado Federal. También se puede pensar si esta muchacha sigue en su puesto y si no hubo ningún tipo de investigación administrativa estaríamos en presencia de algo muy grave, puesto que esta persona tiene acceso a los expedientes y a las investigaciones que la Justicia lleva sobre causas de estupefacientes.
Volvamos al principio. Hace pocos días el portal "Tribuna de Periodistas" distribuyó entre sus abonados una nota de Alfredo Pino llamada "Narcojusticia en Mar del Plata ¿Otra vez el Tribunal Federal Oral?". El artículo trata sobre la "sociedad" que existiría entre la Justicia Federal Marplatense y el narcotráfico local.
Cuando la leí, me acordé del caso "Jattar-Velázquez". No sería de extrañar que el narcotráfico tenga su propio despacho en el Juzgado Federal con Competencia Electoral a cargo de María Romilda Servini de Cubría.
Preguntas sobre "Burú Burú Budía"
Hay muchas preguntas sobre esta funcional magistrada. Durante el menemismo era bombardeada por el diario Página/12 con notas de los periodistas Román Lejtman, Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso y Susana Viau que hablaban sobre las vinculaciones de la Jueza con el empresario Jorge Antonio. En la contratapa del libro "Narcogate" de Román Lejtman aparece María Romilda Servini de Cubría abrazada con Carlos Saúl Menem.
Para colmo de males muchos de ustedes recordarán que fue acusada de formar parte de la legendaria servilleta denunciada por Domingo Felipe Cavallo. Y los más cholulos se acordarán de la cargada del humorista Tato Bores que le valió un insólito hecho de censura por parte de la "Jueza Burú-Burú-Budía".
Ni hablar del "Yoma Gate" o de los hechos de violencia en la cercanía de la Casa de Gobierno del 20 de diciembre. Son demasiadas cosas que hubieran justificado la "patada en el tujes" como diría el Gran Tato. Pero sigue aferrada a su puesto con más banca que nunca. Si le preguntan a la candidata Elisa Carrió sobre esta jueza dice que es "correctísima". Si le preguntan al actual gobierno les van a decir que están chochos con su eficiencia.
Los vecinos del barrio de Palermo saben que la Jueza vive en el imponente edificio "Alto Palermo" que queda en la intersección de las calles Beruti y Bulnes. Algunos aseguran que la magistrada posee seis unidades funcionales las cuales algunas son alquiladas para turistas. También dicen que tiene por lo menos doce cocheras en ese emprendimiento habitacional.
Es muy recordada la denuncia de "Revista Veintiuno" sobre los cobros de sobresueldos a los Jueces Federales pagados por SIDE durante el menemismo. Es más, en el Consejo de la Magistratura se están investigando los patrimonios de María Romilda Servini de Cubría, Jorge Ballestero, Norberto Oyarbide, Rodolfo Canicoba Corral, Jorge Urso, Claudio Bonadío y Gabriel Cavallo, actual camarista.
La cuestión es que el sueldo de la Jueza no alcanza para tener tantos bienes. Y encima aparece una empleada del Juzgado con estrechísimas vinculaciones con el narcotráfico. Las opciones son pocas: Se puede pensar que María Romilda Servini de Cubría es idiota y no investiga a los empleados que forman parte de su Juzgado o hay que pensar que "está prendida" en algo muchísimo más pesado que le permite seguir sosteniendo un altísimo nivel de vida.
Tema pesado si es que lo hay. Agobia con solo escribirlo, porque de esto no se habla.