Síndrome de Burnout
por DR. MARIO GIAMPAOLETTI
En las sociedades desarrolladas, la alta mecanización de la agricultura y la industria hace que más del 50% de la población laboral trabaje en el sector servicios, lo que está dando lugar a nuevas formas de patología laboral. El llamado SINDROME DE BURNOUT, o de desgaste profesional, se conoce desde hace 25 años y ocurre en un alto porcentaje de trabajadores del sector servicios, en gente que trabaja con gente.
Rasgos esenciales:
Agotamiento emocional y sentimientos de cansancio físico o/y psicológico, de falta de recursos emocionales y de que no se tiene nada que ofrecer a las personas destinatarias de los servicios que se prestan.
Despersonalización, distanciamiento emocional de los destinatarios de los servicios que se prestan, hacia los que se desarrollan actitudes negativas, hostiles, críticas y distantes.
Falta de realización o vivencia de fracaso personal, con sentimientos de pérdida de la autoestima. El individuo no se ve capaz de satisfacer las demandas que se le hacen, ni cree tener unas posibilidades razonables de promoción o realización personal.
Factores que influyen en el desgaste profesional
Personalidad: Eventos vitales, edad y años de ejercicio profesional, sexo, familia y apoyo social. Una personalidad madura y una situación vital favorable serían factores protectores ante el desgaste profesional.
Factores laborales: Profesiones de gente que trabaja con gente. Condiciones laborales deficitarias en cuanto a medio físico, entorno humano, organización laboral, sueldos bajos, sobrecarga de trabajo. En medicina son más propensos al desgaste los médicos y enfermeros que trabajan en unidades de pacientes crónicos, graves, irrecuperables, terminales y peligrosos.
Factores sociales. La extensión del síndrome de desgaste profesional hace pensar que el burnout puede ser un síntoma de problemas sociales más amplios.
Evolución del cuadro y sintomatología asociada
1° Etapa. Se percibe un desequilibrio entre demandas laborales y recursos materiales y humanos de formas que los primeros exceden a los segundos, lo que provoca una situación de estrés agudo.
2° Etapa. El individuo realiza un sobreesfuerzo o aprieta el acelerador, para adaptarse a las demandas. Pero esto sólo funciona transitoriamente, empieza a perder el control de la situación y van apareciendo síntomas como menor compromiso con el trabajo, alienación y reducción de las metas laborales. Sin embargo, hasta aquí el cuadro es reversible.
3° Etapa. Aparece realmente el síndrome de desgaste profesional con los síntomas descriptos a los que se añaden:
Psicosomáticos: como cefaleas, dolores osteomusculares, molestias gastrointestinales, úlceras, pérdida de peso, obesidad, cansancio crónico, insomnio, hipertensión arterial y alteraciones menstruales.
Conductuales: como ausentismo laboral, abuso y dependencia de drogas, alcohol, café y otras sustancias tóxicas, consumo elevado de cigarrillos, problemas conyugales y familiares y conducta de alto riesgo como conducción temeraria.
Emocionales. El rasgo más característico es el distanciamiento afectivo hacia las personas que ha de atender. Ansiedad que disminuye la concentración y el rendimiento, impaciencia, irritabilidad, actitudes recelosas e incluso paranoides hacia clientes, compañeros y jefes. Pueden volverse insensibles, crueles y cínicos.
Defensivos. El individuo desgastado niega las emociones y conductas mencionadas y culpa a los clientes, compañeros, jefes, de su situación, no hace o no puede hacer nada para salir de ella.
4° Etapa: El individuo deteriorado psicofísicamente, hace que tenga bajas frecuentes, ausentismos laborales y falta de eficacia en su tarea, que lo convierte en un peligro más que en una ayuda para los destinatarios de sus servicios.
Los factores más claramente asociados a la aparición del síndrome son:
La antigüedad profesional está relacionada con el grado de burnout; de tal forma, que presentan niveles más elevados de agotamiento emocional los trabajadores de la salud que tienen mayor antigüedad laboral. Además, al aumentar el número de años de ejercicio profesional o bien aumenta y se consolida la autoestima profesional, o por el contrario se produce una disminución en sus niveles.
El ocio diario está relacionado con el grado de burnout y con el estado de salud general de estas personas, de tal forma que los individuos que disfrutan de más de cuatro y menos de dos horas de ocio al día sufren un mayor nivel de despersonalización y consecuentemente mayor grado de burnout. Además un período diario de dos a cuatro horas de ocio se correlaciona con una mejor salud general.
El consumo de analgésicos, tranquilizantes y tabaco está relacionado con el grado de burnout. Los profesionales sanitarios que consumen analgésicos y tranquilizantes presentan un nivel más elevado de agotamiento emocional, así como peor salud general.