La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Buenas noches y buena suerte.

Por Daniel Blinder.

Este artículo no es una crítica de la película con ese nombre. Pero voy a hacerle un breve comentario, una parábola; porque responde más o menos –a mi juicio- a una crítica al gobierno de George W. Bush que se comporta similarmente a la época en que el film transcurre, con el macartismo en pleno auge. Pero también podría ser crítica a la mordaza que sufren otros medios de comunicación en la Argentina. 

Como saben ustedes, por ejemplo, Tribuna de Periodistas de Christian Sanz, tuvo algunos altercados que le dieron de baja en un episodio más que extraño a su sitio web que otorga Nic.ar. Digo que es extraño porque hay viarios artículos críticos al gobierno que en muchos casos lo vincula valientemente al negocio del narcotráfico...

Y también son conocidas ciertas presiones que reciben algunos periodistas como Eliaschev, al punto de llegar a la censura, entre tantos otros mucho menos conocidos. 

Hasta ahora creemos que, desde El Hombre Gris no hemos sido censurados. Si hemos tenido algunos altercados, por opiniones de nuestros columnistas, o por alguna que otra denuncia concreta como en el caso moronense de Sabattella.

No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que en la Argentina el editor más grande es el gobierno, quien no tiene casi opositores en los grandes medios de comunicación, ni siquiera el del Grupo Hadad. ¡Son todos kirchneristas, como si de pronto hiciera todo o casi todo bien! Parece que ni Duhalde le hace sombra a nuestro Presidente, el mejor de los mejores. ¿Y qué pasa mientras tanto?  

Hay una escena en la película Buenas noches y buena suerte en que el protagonista dice que los informadores tienen una enorme responsabilidad porque son formadores de opinión pública y en cierta forma tienen que ayudar a reflexionar a dicha gente. Pero también dice que los gobernantes son como su pueblo es. Y a mi me pasa lo mismo, en pequeña escala. 

Cuando hablé de mi acercamiento a algún militar y mi amistad con algunos de ellos, sólo por ello, fui atacado y tratado de fascista. Cuando escribo alguna cosa que critica a la sociedad y tengo una postura diferente a la de algunos conservadores, soy tratado de izquierdista.

Sí digo esto soy esto, pero si digo lo otro soy la otra cosa, como si tuviera que tener obligadamente una coherencia predeterminada, en la que si me gustan cosas del gobierno de Chávez tengo que escupirle la cara a un milico, pero si me llevo bien con uno, no puedo tener simpatías por ese “loco presidente marxista” ¿En qué quedamos? ¿Qué soy? ¿Qué somos los argentinos que vamos tanto al extremo?

La Argentina, necesita una revolución desde sus cimientos, económicos, morales, filosóficos, pero muchos de esos materiales a utilizar para dicha construcción, no serán de aquellos que de la boca para afuera se autoproclaman algo, y a la hora de atacar algo que está mal, se compran un nuevo juego de pañales.

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