La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Floripondio, una planta jodida.

   

Esta plantita tan agradable, tiene unas flores blancas que cuelgan boca abajo como vestidos de novia, posee poderosas cualidades alucinógenas, y hasta mortales en exceso. Aun así esta planta no esta prohibida como otras más conocidas. Estrechamente relacionadas con la Datura (ver toloache), las especies de Brugamsia son arborescentes y están diseminadas por toda América Latina y Europa.

Todas las especies son biológicamente complejas y han sido utilizadas como alucinógenos desde tiempos inmemoriales, principalmente en los Andes y en el Amazonas donde reciben el nombre de toá.

Se sabe poco sobre sus usos antes de la Conquista, no obstante, hay algunas referencias como la del científico francés La Condamine, quien menciona su uso entre los omaguas del río Marañón. Los exploradores Von Humboldt y Bonpland también hacen referencia a la tonga hecha con Brugmasia sanguínea que usaban los sacerdotes del Templo del Sol en Sogmosa, Colombia.


Identificación

Todas las variedades de Brugamsia crecen en regiones húmedas. La especie más difundida es la áurea con flores amarillas o más comúnmente con flores blancas. Es un árbol pequeño que llega a medir hasta 4 metros de altura, con hojas oblongo elípticas finamente bellosas. Las características flores alargadas e inclinadas hacia abajo pueden medir entre 18 y 23 centímetros de largo y son muy aromáticas, principalmente por las noches

Composición

Las Brugamsias pertenecen a la familia de las solanáceas y contienen los mismos alcaloides que las Daturas: escopolamina, hioscamina, atropina y los variados alcaloides del grupo tropano, tales como norescopolamina, aposcopolamina, metelodina, etc. La escopolamina es la que aparece en mayor proporción. Las hojas, los tallos y las flores contienen un 0.3% de alcaloides, de los cuales el 80% es escopolamina.

Mecanismo de acción y formas de empleo

Las flores de Brugamsia se ingieren preparadas en tés. Sus efectos comienzan entre los 15 y los 30 minutos y duran hasta 72, aunque cada vez con menor intensidad. La escopolamina que contiene esta planta es un agente anticolinérgico que actúa bloqueando los receptores colinérgicos en el cerebro. En función de ello se deprimen los impulsos de las terminales nerviosas o, si la dosis ha sido elevada, se estimulan y posteriormente se deprimen.

Usos terapéuticos

Según reporta Richard Heffern en su libro Secrets of the mind-altering plants of Mexico (12), el floripondio se usa de una manera muy similar al toloache. Se aplica externamente como un emplaste caliente para aliviar el dolor de huesos fracturados y otras heridas superficiales. También se usa por sus propiedades narcóticas, colocando flores debajo de la almohada para inducir el sueño.

Dosificación

La dosis letal de la escopolamina se halla alrededor de los 100 mg. No se conoce la dosificación exacta que pueda contener un té de floripondio. Normalmente se prepara una dosis moderada con una flor; dos a tres flores serían una dosis alta, y cantidades mayores pueden resultar peligrosas ya que la dosis activa de la escopolamina es muy cercana a su dosis letal.

Efectos psicológicos y fisiológicos

Sobre la escopolamina se sabe que no es un alucinógeno en el mismo sentido que puede serlo el LSD o la mezcalina, pues las alucinaciones no son sólo visuales, sino también auditivas e incluso táctiles. A menudo se pierde el contacto con la realidad por completo y un observador externo puede ver al sujeto intoxicado sosteniendo conversaciones incoherentes con personas inexistentes o realizando acciones totalmente fuera de contexto.

A nivel físico la escopolamina provoca que las pupilas se dilaten, aumente el pulso y el ritmo respiratorio y la acción de los músculos involuntarios decrezca. También seca las membranas mucosas de la nariz, la boca, la garganta y otras áreas. No se ha confirmado daño genético en humanos debido al uso de la escopolamina.

Potencial de dependencia

La escopolamina no provoca tolerancia ni adicción física o psicológica. Su retiro no supone síndrome abstinencial alguno.

¿Qué hacer en caso de emergencia?

La intoxicación con floripondio es muy peligrosa, ocasiona vómitos, convulsiones y en casos fatales coma y muerte. Ante cualquier sospecha debe aplicarse un lavado gástrico y debe tratarse al paciente con carbón activado o con un inhibidor de la colinesterasa como la fisostigmina, por lo que debe considerarse como urgencia médica.

En caso de malviaje hay que tranquilizar a la persona, aunque es poco probable poder entablar una comunicación coherente con ella. Lo mejor es cuidarla para que no se lastime mientras dura el efecto y solicitar atención médica si se presenta algún otro síntoma físico distinto a los aquí descritos.

El cultivo del floripondio es legal y puede comerciarse libremente; de hecho es relativamente fácil hallarlo en invernaderos especializados.

Los usos andinos del floripondio

Juan José García Piñeiro en su libro En busca de las plantas sagradas (9), cuenta que algunos chamanes peruanos que trabajan con la ayahuasca también lo hacen con el floripondio, aunque lo más común es que se especialicen en una sola planta pues consideran peligroso hacer lo contrario.

Dice también que los que se especializan en esta planta, los "floripondieros" viven una vida considerablemente más corta que los otros. Además de otros síntomas desagradables, estas solanáceas y sus elementos activos, especialmente la atropina y la escopolamina, dan origen a alucinaciones y a ilusiones visuales, del oído y del gusto... Ellas no son agradables, sino por el contrario, de una clase aterradora y angustiosa.

LA EXPERIENCIA PERSONAL

El siguiente relato no sólo ilustra los efectos del floripondio, sino que ofrece un panorama sintético de la forma en que fui estructurando la investigación contenida en estas páginas y algunas situaciones personales por las que atravesé a mediados de 1999.

"La primera vez que tomé floripondio fue en una situación imprevista. Me encontraba en un pueblo de Tepoztlán, Morelos, México con un grupo de amigos en una pequeña cabaña junto a las montañas. La tarde ya había caído, estábamos fumando mota y tocando tambores cuando G notó que un floripondio blanco (Brugamsia aurea) que había fuera de la cabaña, estaba cuajado de flores en ese momento y sugirió hacer un té.

Éramos ocho personas y usamos 24 flores para la cocción. A, quien ya había experimentado los efectos del floripondio, nos advirtió que no nos preocupáramos porque nuestra visión iba a estar borrosa por lo menos dos o tres días después de la experiencia.

... Recuerdo que perdí el equilibrio al incorporarme y caí, pero no me costó trabajo levantarme y caminar con los demás hacia un área despejada. Allí nos sentamos a observar las estrellas y comentar la inusual profundidad que parecía tener el cielo.

... Las náuseas eran menos fuertes, pero por si las dudas, decidí bajar hacia los baños secos; en el camino me encontré a unos turistas que me preguntaron precisamente por los baños. Les señalé el lugar hacia donde me dirigía y traté de controlar mi voz para que sonara normal, pero no pude articular nada de lo que estaba pensando; dije algo completamente distinto e incoherente, con la misma voz de borracha pero agravada ahora con tonos ya francamente guturales... así es que mejor cerré la boca y seguí caminando en la oscuridad.

... Me acosté en una banca de madera y me cubrí con un mantel de plástico. La perra negra se echó a mis pies a dormitar, al poco rato se acercó como queriéndose cubrir con el mantel, así es que se lo dejé a ella y cogí otro de otra mesa para mí. Hacía bastante frío y no me podía dormir, vi de nuevo el reloj y aún no regresaban las manecillas. Durante algún rato traté de enfocar haciendo esfuerzos supremos, pero nada; en realidad no era una cuestión de visión borrosa y necesidad de enfoque, simplemente las manecillas habían desaparecido, lo cual me causó mucha gracia.

... Regresé a recostarme en la banca y la perra ya no estaba por allí, a lo mejor tampoco era real. Seguía con intenciones de dormirme y despertar en cuanto amaneciera para irme caminando hacia mi casa que está a unos dos kilómetros del lugar, pero no pude. Estuve pensando que quizá el aletargamiento de la mota me dio el arrojo necesario para meterme una droga nueva, tan a la aventura como hace años que ya no lo hacía, sin información previa, sin preparar el entorno, sin considerarlo siquiera.

También pensé que en realidad sólo habría podido hacerlo de esa forma, porque seguramente nunca habría bebido ese té de floripondio si hubiera buscado en mis libros y hubiese encontrado que tenía escopolamina o algún otro alcaloide de estructura química parecida."

No sé si logré dormirme, sólo recuerdo que aún no amanecía plenamente cuando salí de la palapa. Como ya podía andar sin tropezarme, decidí esperar el amanecer mientras caminaba. Fue cosa de unos minutos lo que anduve todavía a oscuras. Con la primera luz del día pasé por lugares conocidos pero diferentes, había cosas y personas que se formaban con los elementos del paisaje y luego cambiaban de forma o simplemente desaparecían cuando dejaba de prestarles atención, aparecieron diferentes seres, la mayoría de los cuales estaban compuestos con hojas de todas las plantas que había en el entorno.

Era como haber entrado en un cuadro de cuarta dimensión, pero no pintado sino conformado con seres vivos pertenecientes a la naturaleza que se movían, bailaban y reaccionaban frente a lo que estábamos comentando sobre ellos una vez que abandonamos los tambores y nos dispusimos a compartir lo que estábamos viendo. Después de un rato nos metimos a preparar algo de cenar."....

Fuente: http://www.mind-surf.net/drogas/floripondio.htm

Investigaciones