La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Asesinos seriales alemanes: Martina Zimmermann y Georg Karl Grossman. |
Martina Zimmermann: Electrocutó a su amante en la bañera y se lo comió a pedazos hervidos, horneados y asados.
La ciudad de Moenchengladbach, Alemania occidental, se siente orgullosa de sus adornos florales. Hace un tiempo, Karl Mandel, uno de los jardineros de la ciudad, se ocupaba especialmente de sus flores favoritas, los rododendros. Karl se quejaba según iba recogiendo basura entre ellos. No importaba que fuera pleno invierno y el parque principal de la ciudad, el Buntergarden, estuviera tan seco como un desierto. Los ciudadanos debían ser más respetuosos.
Durante la estación invernal, Karl había encontrado muchos objetos extraños entre sus flores. Ninguno fue tan raro como el de una bolsa de plástico que retiró el 27 de febrero de 1984. Contenía un pie humano. La policía se presentó en escena y se encontraron otras partes del cuerpo. Todas habían sido colocadas en bolsas de plástico para congelador. Todas habían sido congeladas.
Cuando se descubrieron, el hielo de algunas partes se había parcialmente disuelto. Se colocaron todas las partes en la mesa de autopsias, donde se confirmó que el cuerpo pertenecía a un varón. La cabeza había sido pelada y parecía haber sido asada. Las manos también habrían sido asadas, mientras que otras piezas de carne se habrían hervido.
La víctima tenía unos 40 años y había sido un hombre menudo, de un metro sesenta. Se encontraron varios dedos intactos y se chequearon inmediatamente para ver si encontraban sus huellas en archivo. Por suerte, la víctima había cometido un fraude financiero menor. Sus huellas coincidían. Se le identificó como Hans Josef Wirtz.
Los detectives llamaron a la última dirección conocida de Wirtz. Fueron recibidos por la Sra. Martina Zimmerman, una atractiva madre de 28 años que tenía dos niños, Brian de 11 y Joe de 9. Ella informó a los detectives que en la actualidad se encontraba separada de su marido, Wilhelm. Sí, Martina había conocido ligeramente a Hans Wirtz. Había alquilado una habitación en su departamento, pero se había ido hacía más de un año. La señora, que fue entrevistada en la puerta de su casa, les deseó suerte a los investigadores en su búsqueda.
Las leyes de Alemania occidental requieren que sus ciudadanos se registren en su lugar de residencia. Los detectives chequearon la oficina de registro para obtener la última dirección de Hans. Les informaron que su última dirección fue en el hogar de los Zimmerman.
Antes de volver a visitar a Martina, los detallistas detectives de Alemania occidental descubrieron que Hans había sido peluquero. Recorrieron todos los establecimientos de peluquerías de la ciudad y encontraron exitosamente su lugar de trabajo. Había estado allí hasta el 29 de abril. El propietario no lo consideraba desaparecido, tal vez porque a Hans se le debía un mes completo de trabajo. Sin embargo, el dueño lo había llamado a su residencia y le habían dicho que ya no vivía allí.
Todos los caminos conducían a Martina. Esta vez, los detectives insistieron en entrar al apartamento.
Evidentemente Martina trabajaba con sus animales domésticos. Dentro del congelador, la policía encontró serpientes, arañas tropicales y ratas parcialmente comidas. Se encontraron algunos hamsters en una jaula. Se iban a utilizar como alimento para otros animales.
Aparte de los excesos culinarios, se mantenía entretenida con una extensa biblioteca de brujería y magia negra, así como una gran variedad de películas de vídeos de sexo.
A pesar de sus pasatiempos extraños, sus dos hijos, Brian y Joe, estaban limpios y bien alimentados. Los niños se habían acostumbrado a las extrañas aficiones de su madre. Aparte de los elementos horrorosos esparcidos por el lugar, el apartamento estaba limpio y bien cuidado. Martina admitió rápidamente haber matado a Hans, pero negó rotundamente que hubiera sido un asesinato.
Ella y Hans habían sido amantes. Ella lo había matado, pero únicamente porque él se lo pidió y sólo para entregarle a otro nivel de existencia. La razón por la que no hizo el viaje con él fue porque estaba esperando que sus dos hijos crecieran y se emanciparan.
Los detectives interrogaron al marido de Martina, Wilhelm Zimmerman, no esperando en ningún momento de que podría tener conocimiento del crimen. ¡Conocimiento! Por qué, Wilhelm había traído una sierra y cuchillo eléctricos a su mujer para asistirla en su trabajo tedioso de cortar.
Se había ofrecido como voluntario para ayudar, pero ella insistió en hacer los cortes y trozos sola. Sí que aceptó su amable oferta para deshacerse de las 44 partes de lo que una vez fue Hans Wirtz. Una vez que Martina supo que su marido había hablado, ella dio información voluntaria de cómo y por qué se hizo tal sacrificio. Era un ritual privado entre ella y Hans. El tenía deficiencias sexuales que no podían rectificarse de una forma especial.
Hans no podía recibir satisfacción sexual de una forma normal, pero podía actuar si se cumplían ciertos prerrequisitos. Para él era necesario yacer desnudo en la bañera, mientras Martina, también desnuda, pero llevando puesta una bata abierta, sostenía su cabeza bajo el agua, al mismo tiempo que le ofrecía una manzana verde. A cada uno lo suyo.
Hans decidió que moriría de la forma más placentera posible, es decir, mientras estuviera en la bañera. Tan seguro como que Dios creó las manzanas verdes, el 29 de abril de 1983, llevó a cabo el ritual según se describió anteriormente. Un toque adicional fue el cable eléctrico que ató Martina gentilmente alrededor de su cuello. Ambos participantes tuvieron actuaciones admirables. Martina le dio a Hans la manzana, empujó su cabeza bajo el agua y tiró del cable. Sólo podemos asumir que el murió felizmente.
Entonces Martina pidió la ayuda de Wilhelm para comprar el equipo eléctrico y poder ella diseccionar a Hans y poner sus partes en el congelador para ser distribuidas más adelante. Algunas partes más exquisitas de la víctima habían sido comidas por Martina después de hervirlas. Había asado la cabeza de Hans en el horno, creyendo que encogería, como las cabezas de indios sudamericanos que había visto en los museos.
Cuando asó la cabeza ésta se quedó toda plana e irreconocible, por lo que la peló y la guardó en el congelador. En propias palabras de Martina, «Le metía en mi cama, le besaba y hablaba».
Los expertos investigaron buscando una explicación de por qué una mujer alta y atractiva era así. Se investigó detalladamente su infancia. Martina había sido criada por padres que abusaron de ella, aparte de sufrir una violación por su padrastro. Terminó en un hogar para niños abandonados. Tras salir de allí, fue violada por otro padrastro.
A pesar de su historia y su comportamiento anormal, fue declarada competente para ser juzgada. De hecho, se descubrió que tenía un coeficiente intelectual mayor al promedio.
El 9 de diciembre de 1985, Martina se presentó al juicio. Se declaró culpable con circunstancias atenuantes. Desde el estrado de los testigos, respondió el único secreto restante del caso. ¿Por qué Hans tenía que hacer un viaje a otro nivel de existencia? Según Martina, ella no permitiría que Hans viviera con ella en concubinato. Era un ejemplo muy malo para sus hijos. Ya que él no podía vivir sin ella, insistió en irse a ese otro nivel y esperarla.
Martina Zimmerman fue declarada culpable y sentenciada a ocho años en la cárcel. Entonces fue puesta en libertad condicional.
Georg Karl Grossman: fue uno de los personajes más desagradables de la historia de Alemania. Grossman era un monstruo en la vida real y estaba dominado por perversiones tan depravadas que parecen sacadas de las películas gore más atroces.
Nació en Neurupen en 1863 y fue un degenerado sexual y un sádico desde jovencito. Cuando murió había cumplido 3 condenas por abusos sexuales y físicos a niños algunos de los cuales acabaron con la muerte de la infantil víctima. En su juicio Georg declaró que también se había entregado a la bestialidad y la necrofilia.
En 1921 la policía fue alertada por un vecino de Grossman, que había oído unos golpes y gritos la casa de al lado. Cuando llegó la policía los golpes habían cesado, los gritos también. Pero cuando entraron en la casa de Georg hallaron una joven muerta, aun caliente, preparada para ser asada y consumida en una barbacoa.
Grossman llevaba 8 años viviendo en aquel apartamento y el número de chicas de la calle que pasaron por allí para satisfacer el apetito de Georg era tan grande, que se podría haber alimentado a todo la población de Leganés con su carne durante 1 semana. Para hacerse una idea de la magnitud que alcanzaron las hazañas de Grossman solo hay que recurrir a la cantidad de restos humanos que fueron descubiertos en la habitación de Gerog cuando fue arrestado: partes de todo tipo de los cuerpos de al menos 3 mujeres distintas que había asesinado y descuartizado en las 3 últimas semanas.
Pero lo suyo no acaba ahí. El hombre sabía sacar provecho económico de sus placeres y convertía a sus víctimas en perritos calientes que posteriormente vendía en la estación de tren. Georg Karl Grossman ahorraba dinero consumiendo sus propios productos. En cuanto a los restos inservibles, se limitaba a arrojarlos al río Spree.
No se sabe cuantas víctimas (todas mujeres) cayeron a manos de Georg; Ha sido imposible determinarlo. Grossman acabó suicidándose en su celda mediante el ahorcamiento.