La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Los secretos de Cristina Fernández de Kirchner. |
De luto, con un collar de perlas adornando la cicatriz en el cuello de su reciente operación de tiroides y con una imagen de Eva Perón a sus espaldas, amparándola. Es una escenografía muy estudiada para anunciar la expropiación de YPF. Cristina Fernández de Kirchner se apropia del icono de Evita. En sus discursos televisados siempre aparece su retrato. En realidad hay dos imágenes, según sea el tono de la alocución.
EL SEÑUELO DE LAS MALVINAS
Su pensamiento es nacionalista. Por ejemplo, odia a Chile. Le gusta que la seduzcan intelectualmente, siempre que sea con un discurso patriótico. Cuando expropia a Repsol, habla de «recuperación de la soberanía».
ATAQUES DE IRA
Tiene mucha facilidad para desquiciarse. Y más desde que le operaron y le quitaron la glándula tiroides. Si no estás bien medicado, sufre cambios bruscos de humor. Tiene ataques de ira. Le pega a las criadas. Entonces no recibe a nadie, se encierra. Hacía semanas que no aparecía ante las cámaras de televisión dando un discurso. Suele hacerlo cada día cuando está en forma, incluso mañana y tarde. A veces da la impresión de ir empastillada. ¿Litio? Hay un debate sobre si sufre un trastorno bipolar: pasa de la depresión a estados de euforia; llora en público.
EL CÁNCER QUE NO FUE
Su operación enloqueció a todos. Primero dijeron que se trataba de células cancerosas, luego que no lo eran. Se especula que lo del cáncer lo inventaron sus asesores para movilizar a su favor a la población. Uno de esos melodramas que tanto nos gustan a los argentinos. Sale del hospital en vísperas de la quita de subsidios. Todos los servicios públicos estaban subsidiados desde el año 2001. Y entonces anuncia la subida del gas, la electricidad, el agua, la telefonía… porque el Banco Central tiene las arcas vacías.
RENCOR SOCIAL
Cristina padece una especie de resentimiento de clase. Se avergüenza de su padre, conductor de autobuses, hijo de emigrantes españoles. Lo llamaban El Colorado Fernández, pero el vecindario le decía Co-Co por su tartamudez. Cristina evita hablar de su familia. Su madre, Ofelia, quedó embarazada siendo novia de Fernández. No se casaron hasta que la hija cumplió cinco años. Cristina se enamora a los 16 años de un jugador de rugby. Y empieza a codearse con un estrato social más alto.
ENCANTADORA CON LA OLIGARQUÍA
Su gusto por el lujo está relacionado con ese complejo que arrastra desde niña. Cuando viaja a Francia, las grandes tiendas le llevan bolsos, joyas y ropa a la habitación del hotel. Le chiflan Louis Vuitton, Hermès y Bulgari. Puede llevar encima 50.000 euros en alhajas. «No tengo que vestirme como una pobre para ser una buena política», se justifica.
MATRIMONIO DE NEGOCIOS
Cristina y Néstor formaban un matrimonio de negocios. La propia Cristina reconoce que no les gustaban las demostraciones de afecto. Cada cual tenía su vida amorosa resuelta por su lado. A ella se le atribuyen aventuras con un gobernador, un banquero, el jefe de escoltas… Las de Néstor eran bien conocidas. Pero los unía el gusto por el poder. No era una relación de iguales. Él la dominaba.
LOS DOBLONES DE NÉSTOR
Néstor siempre fue un caudillo patagónico que quería hacer plata. Era pragmático. Cristina le ofrenda la expropiación de YPF. La tentación de solucionar la crisis con el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, que vale 250.000 millones de dólares, es grande. ¿Pero de dónde saldrán los 25.000 millones que se necesitan para explotarlo? El patrimonio de los Kirchner creció de 1,5 a 16 millones de dólares en siete años.
EL MITO MONTONERO
Ella tiene un sesgo ideológico muy marcado. Le gusta recordarse a sí misma como una militante de izquierda muy activa durante la dictadura. Pero no fue ninguna subversiva. Yo fui montonera. Y tengo que decir que hubo dos demonios: la dictadura militar y los montoneros. Y estos jóvenes que rodean a la presidenta han idealizado esa época. Para ellos, el mundo empieza con el ‘default’ de 2001. No vivieron la represión.
LA VIUDA ETERNA
Cristina tiene un coro a su alrededor que la adula. Para llegar a ella tienes que ser amigo de su hijo, Máximo. Ni siquiera sus ministros tienen acceso. Los «muchachos» de Máximo forman su guardia pretoriana, aunque no son gente de revólver; más bien, burócratas. Niños bien.
Sobre 'Cristina y sus cachorros' y el exabrupto de XL semanal. Por Laura Di Marco.
Con la expropiación de YPF y el ascenso de la estrella de Axel Kicillof como nuevo cerebro económico de Olivos, el rol de La Cámpora dentro el gobierno argentino se convirtió en una fuente sorprendente de curiosidad para los medios españoles: del otro lado del océano, ahora todos quieren saber quiénes son esos muchachos influyentes, que rodean y marcan territorio al lado de la Presidenta. Es a raíz de este repentino interés que varios medios españoles me entrevistaron, en los últimos días, por del libro "La Cámpora", de reciente publicación, sobre todo después del episodio con Repsol.
Y, si bien la mayoría lo hizo con seriedad y profesionalismo, uno de ellos, la revista XL Semanal , rompió las reglas más elementales de la ética periodística de una manera brutal, produciendo un daño, no sólo a mí, sino al oficio en su conjunto que, como sabemos, se volvió en un apetecible blanco a destruir porque, al parecer, es el único límite que el Gobierno encuentra en su camino. Porque está claro que, cuando sucede una mala praxis de semejante proporción, es el periodismo el que queda expuesto, aún quienes trabajamos día a día con autocrítica, y sin querer ser funcionales a ninguna trinchera.
Los hechos sucedieron así: el suplemento XL semanal , que acompaña al diario español ABC, pero también a muchos otros del interior del país - es decir, es ampliamente leído en España - publicó una nota horrorosa, baja, y escrita de manera obscena, titulada "Cristina y sus cachorros", y no tuvo mejor idea que atribuírmela a mí, junto a la periodista Sylvina Walger. Ignoro si hablaron con mi colega y de qué hablaron, pero algo es seguro: en la entrevista conmigo no se habló jamás del esperpento, que luego decidieron publicar, sin siquiera consultarme. Ni siquiera rozamos el tema de la intimidad de la Presidenta.
Con frases agraviantes, que jamás utilizaría porque no forman parte de mi estilo, ni de la forma en que concibo el periodismo, decidieron escribir, con mi firma al pie, como si hubiera escrito una columna, una pancarta con insultos, y un relato sobre la intimida de la Presidenta, que no sólo no suscribo, sino que me parece de una bajeza incalificable.
Si tengo críticas al Gobierno -que las tengo-, las fundamento con argumentos, hechos y datos concretos, producto de una investigación previa. Así trabaja el periodismo serio, y a esa ética aspira. Aspiramos. De lo contrario, estaríamos haciendo lo mismo que criticamos.
Demás está decir que este exabrupto de XL semanal, si a alguien ayuda es al propio Gobierno en su guerra contra la prensa. Los periodistas filo-oficialistas, la tomarán (de hecho, lo vienen haciendo con mucho entusiasmo militante y placer, como si tuvieran entre manos una nueva golosina) como prueba irrefutable - falsa prueba- de la degradación en la está sumergido todo periodismo. Una supuesta degradación, que sólo favorece al Gobierno.
Porque lo más triste de esta historia es que el tiro en el pie no partió de la actual administración, ni de algún otro poder, como podría esperarse, sino del propio periodismo. Aunque esta vez, la bala envenenada vino desde el otro lado del océano. Más que una mala praxis, es una enorme pena..
Fuente: La Nación.