La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
La revancha de Néstor. Por Christian Sanz. |
"Hay que hablar con (Julio) Bárbaro y (Alberto) Abad para presionar por ese lado", dijo Néstor Kirchner a sus interlocutores en sus oficinas de Puerto Madero a mediados de marzo de 2008. A lo que se refería el ex presidente era a la presión que se haría desde la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) sobre la posible resistencia de algunos medios a alinearse al discurso oficial.
La historia es conocida: poco después, Bárbaro y Abad dejarían sus cargos al frente de las mencionadas instituciones. Ninguno quería aparecer colaborando en un eventual apriete mafioso oficial. Abad, por caso, fue el más diplomático; Bárbaro, por el contrario, se fue dando un portazo y hablando off the record de los motivos de su partida. Tanto enojo se llevó consigo que, en las últimas horas, aseguró a diario Perfil que el Poder Ejecutivo se peleaba con la prensa "por paranoia e inseguridad", comentario que cayó como balde de agua fría en Balcarce 50.
Fue a partir de ese momento que Néstor Kirchner decidió tomar formalmente las riendas del poder y despedir a uno de los "fusibles" previstos por la crisis del campo, Martín Lousteau. El gesto era esperado y no causó sorpresa alguna en la mayoría de los medios de comunicación. Sin ir más lejos, este periódico publicó lo siguiente el 22 de abril pasado: "sabe el kirchnerismo que se acercan días aciagos e intenta anticiparse a los acontecimientos. Una de las medidas que elucubra el propio Néstor Kirchner -ya no desde Puerto Madero, sino desde la quinta de Olivos- es un 'lavado de cara' al Ministerio de Economía". En la misma nota, se anticipó con increíble precisión el clima económico de la semana que pasó (1).
Bomba de tiempo
La atmósfera que se vive en los últimos días es más que elocuente: las directivas que oportunamente se dio a los funcionarios de primera y segunda línea, de no hablar con los medios de prensa, se reforzó y se amplió a cargos de menor jerarquía oficial. Hoy, la única manera de poder hablar con fuentes oficiales es a través del chat o a cuentas de correo electrónico alternativas, las cuales deben ser cambiadas regularmente antes de que sean descubiertas por los espías oficiales.
Pocos saben que algunas de las renuncias de funcionarios de menor jerarquía durante el gobierno de Néstor Kirchner se debieron a sus propios "descuidos", al ser descubiertos dando información al periodismo. Ese es parte del temor que se vive hoy en los principales ministerios y reparticiones oficiales.
Pero ¿qué teme el kirchnerismo en estas horas? a la paranoia habitual -oportunamente mencionada por Bárbaro-, se suma el miedo que genera la coyuntura económica actual. No perdonará el gobierno, en ese contexto, que se filtre ninguna información oficial, sea sobre datos de escalada inflacionaria, sea sobre reservas de divisas fehacientes del Banco Central, sea sobre movimientos financieros a nivel macroeconómico.
"La verdad es que se teme una escalada en la carrera dólar-precios-salarios, lo cual aparejaría un escenario devastador", aseguró a este medio -y a escondidas- una de las pocas fuentes oficiales que se animan a hablar, refrendando los temores K.
El dato no es menor, sobre todo después de lo que ha sucedido en los últimos días, donde hubo un fuerte derrumbamiento de bonos y el Banco Central tuvo que apurarse a vender divisas para frenar la escalada del dólar. El día de ayer fue el peor del año en la city porteña y promete continuar de la misma manera la semana entrante.
La realidad económica es tal, que no puede disimularse de ninguna manera posible. Hasta diario Clarín admitió la crisis en un artículo aparecido en el día de la fecha (2), donde asegura que se viven días de nervios, ansiedad e incertidumbre. "Por algunas horas volvieron las largas colas para comprar dólares en las casas de cambio que lo ofrecían a menos de $ 3,22, el precio promedio al que llegó ayer en el mercado minorista.
Ocurre que el cambio del ministro de Economía profundizó el temor que ya se había instalado en el mercado, y rápidamente las empresas y los ahorristas salieron a comprar dólares, dejando en claro que continúa siendo el principal refugio ante cualquier panorama de riesgo.
En tanto, los bonos se derrumbaron por la desconfianza de los inversores, que provocó una salida de capitales. Algunos títulos llegaron a caer un 7,5%. Y la Bolsa porteña retrocedió 1,32%. El dólar, que durante toda la seman