La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Jacobo Timerman, aliado a Massera, licuó las acciones de los Graiver. Por Guillermo Cherashny. |
No es ningún secreto que Jacobo Timerman celebró el 24 de marzo de 1976 con un respiro de alivio, como la gran mayoría de la población, que estaba hastiada del desgobierno de Isabel Perón, caracterizado por asesinatos diarios de los dos sectores enfrentados y por una creciente inflación del 40% mensual.
Es que, desde 1930, era normal que las fuerzas armadas tomaran el poder después del fracaso rotundo de un gobierno constitucional. El caso es que ni los mismos integrantes de la junta militar pensaron que aquel golpe de estado adquiriría la violencia que efectivamente tomó con el correr de los meses. Tampoco los líderes de la guerrilla habrían previsto la inusitada violencia que se venía. Este proceso se produjo durante la guerra fría entre Washington y Moscú.
Entonces la guerrilla argentina era mucho más numerosa que la brasileña, pese a la diferencia de población. Y ni punto de comparación con países más chicos como Chile, Uruguay y Bolivia. En nuestro país se calculaba que había un total 15.000 combatientes contra 120.000 integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad nacionales.
La Opinión golpista
Durante 1975 ya corrían rumores de golpe. Para evitarlos, los generales Jorge Rafael Videla y Roberto Viola y el almirante Emilio Massera impulsaron al presidente provisional del Senado, Ítalo Luder, para que asumiera la presidencia. Luder al principio aceptó pero a los pocos días se retiró al Senado. En esos tiempos, quien leía La Opinión debe acordarse de los editoriales que firmaba en la contratapa Heriberto Khan, un gran periodista fallecido poco tiempo después. En esas notas se leía sobre la locura imperante en el gobierno de Isabel y era clave la fuente informativa. Se trataba de Massera, el jefe de la Armada de mayor manejo político de toda su historia.
La Armada impulsaba un golpe de estado con características democráticas y que llamaría a elecciones en dos o tres años, para poder presentarse Massera con apoyo popular, dada su estrecha relación con Lorenzo Miguel, muchos otros dirigentes peronistas y varios medios de comunicación. Entre estos últimos estaba "La Opinión" de Jacobo Timerman, por quien el almirante profesaba una gran admiración. Massera aparecía en el plano político como más moderado y pluralista ante las posturas ultra católicas de algunos sectores del Ejército.
Volviendo a Timerman, después de la muerte en México de David Graiver en agosto del 76, la familia de éste quedó angustiada por las deudas. Ante la perspectiva de que los militares terminaran quedándose con sus acciones, Lidia Papaleo terminó vendiéndole casi todo su paquete -del 45%- a Timerman y Abrasha Rottenberg. Este último fue el que planteó la licuación del 45% en poder de la familia Graiver con el fin de mantener bajo su control La Opinión y el vespertino La Tarde. Al mismo tiempo, los Graiver se apuraron a vender sus acciones de Papel Prensa a los diarios La Nación, Clarín y La Razón, porque habiendo sido el difunto banquero de Montoneros, el gobierno militar podía intervenir el grupo en cualquier momento.
Cabe desatacar que, en el caso de La Razón, su paquete accionario estaba controlado por el Comando del Ejército desde largo tiempo atrás y que La Prensa se negó a participar del negocio de Papel Prensa.
Los hechos se precipitan
En el verano del 77, un grupo de la Armada detuvo a Juan Gasparini, uno de los tesoreros de Montoneros y lo llevó a la Escuela de Mecánica. No hizo falta torturarlo, ya que no paraba de hablar, y denunció entonces la colocación por Montoneros de parte del dinero del secuestro de los hermanos Born -US$17 millones- en los bancos de Graiver para cobrar un interés mensual.
Por ese entonces, Massera estaba convencido de que Videla y Viola querían eternizarse en el poder y entonces se alió al Comandante del Primer Cuerpo, General Carlos Suárez Mason, un militar radical que también quería una salida electoral inmediata. Pero, al mismo tiempo, sus oficiales ejecutaron una serie de operaciones y, con la información de Juan Gasparini, se descubrió la trama completa de Montoneros con Graiver. El V Cuerpo de Ejército detuvo a Lidia Papaleo y sus dos hermanos junto con Jacobo Timerman y Edgardo Sajón, ex vocero de Alejandro Lanusse. Por los valiosos servicios prestados, Suárez Mason y Massera le concedieron a Gasparini la salida del país.
Timerman fue detenido, torturado y careado con la familia Graiver hasta que unos meses después un habeas corpus llegó a la Corte Suprema de Justicia y la misma dispuso que se lo dejara en libertad. Después de varios días de rumores y de la visita al país de una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Junta Militar, con la firma de los tres comandantes, ordenó la libertad de Timerman. Así se demostró una vez más que las sentencias de la Corte siempre se cumplen, menos con el kirchnerismo.
Fuente: El Informador Público.