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Los túneles de Paraná. Por Miguel Ángel Mernes. |
NOTA IMPORTANTE: Hace tres años fallecía el autor de este artículo, historiador local por derecho propio, académico sin blasones y, como tal, ignorado por la intelectualidad vernácula, quizás porque sus trabajos iban a contrapelo de la "historia oficial", quizás porque rozaba ciertos intereses. Hoy, en que se está celebrando los 200 años de "fundación" de esta ciudad, tomamos real conciencia de cuán revulsiva pudo ser su propuesta, ya que de ser corroborada no sólo retrotraía la constitución de la "Villa de la Baxada del Paraná" a una fecha muy anterior, sino que implantaba el debate sobre cuestiones geopolíticamente incómodas, como la presencia jesuítica -siempre negada, siempre intuida- en estas tierras. Buen momento para rescatar una voz que no debe ser injustamente olvidada para quienes quieran conocer la "otra" historia, aunque sea de la aldea local.
Según se me informó la cisterna del aljibe presentaba en sus paredes ciertos indicios de la existencia de dos aberturas que conducirían a sendos túneles o conductos subterráneos. Al parecer, estos túneles se extenderían hacia el norte y el este. Más precisamente, teniendo en cuenta la orientación de dichas señales, habrían tenido conexión con el subsuelo de la Escuela Normal y la iglesia Catedral.
Nunca tuve confirmación de esa noticia. No obstante, por la calidad de las personas de quienes obtuve la referencia, en ese momento la tomé con total seriedad. La conjetura de tratarse de un aljibe la justifico en la forma de la abertura del brocal y la bóveda de la cisterna y, además, por la presencia de cimientos de ladrillos, situados en cuadro, teniendo como centro el brocal. Dichos fundamentos de antiguas paredes fueron hallados en oportunidad de levantarse las viejas lajas del piso de la plaza.
Sobre esos cimientos se habrían levantado las habitaciones que perfilaban el patio, conformando una galería en cuadro, en cuyo centro estuvo ubicado el aljibe. Ello implicaría que la cisterna original se nutría del agua de la lluvia procedente de los techos de tejas del edificio. En época indefinida el edificio o los edificios que existían en la actual plaza principal de Paraná fueron demolidos para dar lugar al espacio público que hoy conocemos.
La citada unidad militar ocupa el edificio al cual la Historia le da el nombre de "Hotel de Inmigrantes". Debido a la demolición de una parte del túnel del aljibe situado en el interior del cuartel, y que se dirige hacia el Nordeste, se han dañado los cimientos y agrietado las paredes del viejo edificio. Por tal razón, gran parte de este edificio debió ser desafectado y desocupado por la unidad militar hace algunos años.
Cuartel de Comunicaciones
Este edificio fue remodelado en 1930. Según la Historia se construyó en 1892 para Hotel de Inmigrantes. En mi opinión, fue dependencia de la Estancia de San Miguel de los jesuitas. Avanzado el siglo XIX se destinó a cuarteles y sirvió para alojamiento de los colonos que debían cumplir con la cuarentena. De allí que figure con el nombre de Cuartel (Inmigración). Desde este sitio parte una importante red de túneles hacia las barrancas del río.Por él nos desplazamos hasta alcanzar un punto ubicado debajo y próximo al centro de la Plaza Sáenz Peña. Este conducto subterráneo tiene unos tres metros de altura por otro tanto de ancho y va en dirección al viejo centro cívico de la ciudad de Paraná para finalizar en un punto situado a los fondos de la Iglesia Catedral. Desde allí se desplaza hacia el Colegio de Nuestra Señora del Huerto y, por lo que se dice, llega al terreno que ocupa el edificio de la Municipalidad para continuar, casi paralelo a la calle Corrientes, hasta la barranca del río Paraná, cercana al Puerto Nuevo. Hasta este último punto he podido seguir el rastro de este conducto mediante datos suministrados por quienes han oído relatos de labios de sus mayores.
Contrafrente Iglesia Catedral
El contrafrente de la iglesia Catedral corresponde a la reproducción de parte de la segunda iglesia jesuita, dedicada a San Miguel, construida en 1743 en cal y piedras. En 1819 la iglesia fue cortada por el presbiterio, por los Padres Dominicos, quienes construyeron otro templo a partir de ella, en sentido contrario y de una sola nave. En 1883 se reconstruyó lo que es hoy la Catedral, también desde atrás hacia delante, pero de tres naves.
Esta empresa, con antecedentes en obras de oleoductos, trajo obreros especializados en trabajos dentro de los túneles. Los caracterizaba, por razones obvias, su escasa estatura. Al realizarse el ensamble del nuevo conducto con el viejo túnel, en un sector del barrio de La Floresta, hubo que derrumbar una parte de las antiguas bóvedas. Fue en esa oportunidad en que los alumnos concurrentes a la escuela del barrio de la Floresta dijeron haber visto unos pequeños seres, supuestamente extraterrestres. La imaginería popular los bautizó con el nombre de "enanitos verdes". Estos enanitos verdes no eran otros que aquellos trabajadores, de baja estatura, vestidos con equipo de color verde y munidos de sus cascos protectores que, una vez efectuada la conexión, salieron al exterior. La casualidad hizo que los vieran los escolares.
Hace poco tiempo, personal de arquitectura de la provincia se hallaba tratando de instalar una pica o lanza en el piso de una de las habitaciones del establecimiento a fin de colocar a "tierra" el sistema eléctrico de las computadoras cuando se encontró con que el terreno cedía y se producía un hueco. Notó, con sorpresa, la presencia de una corriente de aire desde el interior hacia el exterior. La aparición de este tiraje de aire, obviamente, descartó que se estuviese en presencia de un sótano. Tal circunstancia y la existencia del aljibe en esa dirección hacen presumir que se habría perforado la bóveda del túnel citado. Aun cuando las barrancas ya no existan se conoce que la quebrada del denominado arroyo Antoñico las poseía.
Estas paredes naturales fueron destruidas cuando se trazó la calle existente detrás de la fábrica de cerámicas y se levantaron las casas pertenecientes a las más viejas familias arraigadas en este lugar. Al pie y sobre ambas barrancas se sustentaba el puente por el cual se atravesaba la hondonada, uniendo el sector oriental de la ciudad con el lado oeste del puerto viejo. Al derribarse la barranca oriental también se destruyeron las dos bocas del túnel situadas a ambos lados de la base del puente. Para evitar el desgranamiento de la bóveda que se interna en la barranca, por debajo de la fábrica de cerámicas, se hizo necesario adosar, a la parte cortada, un segmento de arco de unos cinco metros de extensión.
Este detalle es fácil de notar en el punto donde se unen las dos partes, lo cual puede ser constatado observando la diferencia entre este túnel y la parte interior, mucho más antigua, de otros cinco metros de largo. La pared del túnel original posee una base compuesta por hiladas construidas en piedra caliza. A continuación van los ladrillos que conforman la bóveda. Desde este túnel se ingresa a otro, más pequeño, que llega hasta la citada escuela. Según cuenta el Padre Monseñor Julio César Metz, ex titular de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, los jóvenes y niños de Puerto Viejo ingresaban a este pasadizo subterráneo y se desplazaban por el interior hasta alcanzar el predio de la escuela. Desde allí pasaban al sector de las escalinatas de la iglesia.
Otros se dirigían por una derivación del túnel que los llevaba a la "cascada", una salida de agua lindera al antiguo paseo llamado la "Rotonda". El motivo de tal aventura era disfrutar de las carreras de automóviles que, por esos tiempos, se llevaban a cabo en el Parque Urquiza. Los singulares espectadores lo hacían cómodamente sentados en las gradas de la iglesia y sin costo alguno. En el "Libro de Oro" de Paraná, el religioso y fotógrafo Alfio Zanini publica una fotografía en la cual puede observarse la entrada de este túnel situado en el lado norte de la base del puente.
En las instalaciones adyacentes al instituto religioso se ubicó la planta potabilizadora. Por un túnel se trasladó la cañería hasta el subsuelo de una torre piramidal, de antigua construcción, que se encuentra lindante a la torre del tanque elevado de las aguas corrientes. Allí estaban ubicadas las bombas de succión. La Historia de Paraná identifica a dicha torre con el nombre de "el Observatorio de Sixto Perini". El doctor Perini, vecino de esta ciudad, ocupó las instalaciones del actual Instituto "Cristo Redentor" donde montó un observatorio astronómico. La posibilidad de traer la cañería bajo tierra, sin gran costo, habría sido el motivo de haber llevado el sitio de extracción del agua a un punto del río, tan alejado de la ciudad, como lo es el lugar donde está situada la "Toma Vieja".
Por esos años la ciudad de Paraná tenía unas diez cuadras con frente al río y su límite sur era la Plaza Sáenz Peña, es decir, no más de doce cuadras de fondo, como lo demuestra el plano de la ciudad de Paraná de 1880. Sin lugar a dudas el agua podría haberse extraído del río Paraná en la zona del "Morro" o del Puerto Nuevo; que se encuentran mucho más cercanas a la ciudad que la Toma Vieja. El antiguo fuerte (el observatorio de Perini) debió ser elegido, por estar a un nivel superior al de la altura de la ciudad de Paraná (90 metros de cota), para instalar allí el tanque elevado y los elementos de potabilización; motivo más que suficiente para suponer que las instalaciones de origen (una fortificación) estuvieron vinculadas a un reducto. Hace poco más de un año se hicieron remodelaciones y ampliaciones en el Instituto "Cristo Redentor". Al ejecutar las excavaciones se halló un aljibe.
En su cisterna había, por lo menos, una entrada a los túneles. En esa oportunidad fui requerido por la Rev. Hermana Directora y algunas profesoras de ese establecimiento para que observara el hallazgo. En un principio me llamó la atención el que su profundidad no pasara de los dos metros. Advirtiendo que se trataba realmente de un aljibe de los ya conocidos solicité del ingeniero encargado de las obras que lo profundizara unos metros más en la seguridad de hallar el dintel de un túnel. Si bien me afirmó que había hallado un piso de baldosas a la hondura ya despejada de la cisterna, es probable que a últimas horas del día laboral haya querido cerciorarse respecto a mi conjetura. Luego de introducir una varilla metálica comprobó la existencia de un suelo firme a poco más de dos metros y medio de profundidad, constatando que no me había equivocado en mi apreciación.
Cuando comenzó a cavar empezó a brotar agua de un lado de las paredes de la cisterna lo cual le indujo a detener el trabajo. Hice todo lo posible para que los responsables de las obras ordenaran se despeje de tierra la entrada al supuesto túnel, a fin de recorrerlo (por lo menos en una parte), con la finalidad de tomar vistas fotográficas y de vídeo para así contar con valiosos elementos de estudio.
Sin embargo no tuve éxito en este cometido porque el propietario de la firma constructora dispuso tapar de inmediato la parte despejada y colocar piedras para así absorber el agua y poder continuar con el hormigoneado de los cimientos de la nueva construcción. Con gran pesar de todos y, particularmente de mí, me enteré de la medida adoptada cuando ya era tarde. El túnel, según datos obtenidos verbalmente, se extiende hacia el Sudoeste hasta las inmediaciones de los cuarteles. Este conducto subterráneo se utilizó para colocar la cañería destinada a la provisión de agua potable a las unidades militares allí existentes.
Estos túneles eran utilizados, antiguamente, para trasladar el material calizo extraído de la barranca y ser llevado hasta los hornos ubicados en lo alto. Es posible, además, que los túneles hayan tenido un cometido estratégico, como ser salida de escape, para el caso de una invasión o de asedio a la población. En los primeros años de la década de 1960 se produjo un derrumbe que afectó a las costaneras media y baja, destruyendo el primer anfiteatro construido en Paraná. La enorme zanja que se abrió atravesó la calle ubicada en la costanera baja y se extendió hasta el río Paraná.
Este derrumbe se produjo como consecuencia de haber cedido el segmento de túnel (construido en forma similar al original por los ingenieros ingleses) para dar salida a las aguas pluviales que vienen de la ciudad. El desmoronamiento de estos desagües fue lo que arrastró toda la enorme masa de tierra y vegetación existente sobre el conducto. Es probable que este accidente se haya producido por haberse desintegrado los conductos, añadidos a los túneles originales, como consecuencia de la obstrucción de los desagües con ramas y otros elementos y la gran presión del agua que cae desde la ciudad. Esto ocurre, esencialmente, cuando no se realiza la limpieza periódica de los drenajes. Esta fue la opinión de un empleado municipal jubilado, ya fallecido, que estaba encargado de despejar de elementos extraños el interior de estos tubos subterráneos.
Este túnel, al parecer, se desprende de un conducto de mayores dimensiones que atraviesa, de Este a Oeste, por debajo del edificio del Correo. El descubrimiento de este último se produjo mientras se realizaban ampliaciones en el subsuelo de la entidad postal. La casa perteneció, hasta 1854, a la familia de don Francisco Antonio de la Torre y Vera Mujica y doña Isabel Iturri, su esposa.
Además, otro túnel fue detectado en un aljibe situado en la playa de estacionamiento del Banco de la Nación Argentina, paralelo a la calle España, hacia el Oeste y luego torciendo hacia el Sur, para llegar a otro conducto que corre paralelo a la calle Perú. Un conducto subterráneo más fue hallado en calle Vicente del Castillo (al Sur de Avenida Ramírez). Este conducto continuaría por debajo de la calle Victoria hacia los zanjones del arroyo de La Santiagueña (Parque Jardín). En la zona del Puerto Viejo existen túneles que proceden de lo alto de la barranca del Parque Urquiza y habrían desembocado en el zanjón de la quebrada que conforma el arroyo Antoñico.
En mis tareas de investigación hallé un pequeño túnel en el sótano de una antigua casa (hoy demolida) que perteneció a los señores Patriarca y Corsiglia. El edificio, consistente en casa de familia, almacén y canchas de pelota vasca y de bochas, estaba situado en la pendiente de la barranca a cuyo costado se desplaza la calle "Bajada de los Vascos". Dentro de esta pequeña porción de túnel se encontró una pistola marca Lafouché de 1840 y debajo del piso del sótano, una moneda de 1853. Ambos elementos están actualmente bajo custodia de la Municipalidad de Paraná.
Posee aún las aberturas que comunicaban con el interior a través de sendos túneles; uno de ellos dirigido hacia una vieja casa (actualmente modificada) ocupada por las instalaciones del club y el otro hacia otro edificio que se levanta, calle lateral de por medio, en una lomada. Esta última vivienda se conoce con el nombre de "la casa embrujada" debido a los muy diversos ruidos, oídos por las noches, por sus ocasionales e intrusos huéspedes. La sospecha de estar en presencia de un túnel la da el hecho de que los ruidos son perfectamente detectables e identificables. En el silencio nocturno suelen ser escuchadas voces humanas; de mujeres o de niños y de hombres, y sus gritos, llantos y risas.
Creo que, como en otros casos similares, el sonido se traslada por el túnel; el cual actúa como caja de resonancia. Este efecto permite la transmisión de los sonidos a lugares distantes. Si bien los sonidos perturban a quienes los escuchan, por desconocer su procedencia, no son otra cosa que la exteriorización ruidosa de las personas que se encuentran acampando o pernoctando en lugares cercanos a las barrancas; que es donde los túneles tienen la boca de salida. El sótano situado debajo de las ruinas fue parte de una gran fábrica de elaboración de cerveza. Según Don César Blas Pérez Colman, basado en información de Víctor Martín de Moussy, la industria tuvo inicios en 1858.
Su afirmación convierte a esta cervecería en una de las primeras que se fundaron en el país. En excavaciones realizadas en el lugar se obtuvo una gran cantidad de porrones de terracota en los que se envasaba la bebida. Un sello, grabado en la botella, los identifica como procedentes de Glasgow (Inglaterra). Curiosamente los mismos porrones, con igual identificación y otros más, grabados con el nombre de "Cervecería Italiana", se encuentran expuestos en el Museo de la fábrica de cerveza de la localidad santafesina de San Carlos. La cronista paranaense Ofelia Sors dice que el establecimiento pertenecía a don Conrado Filsilger quien lo bautizó con la marca "Cervecería Argentina" y que, "el 12 de julio de 1885 ese establecimiento fue transferido a Osvaldo Fontana, quien de allí en adelante lo denominó Cervecería Italiana".
Descendientes de Vuconich me confirmaron de su llegada a esta región y de su dedicación a la explotación de la piedra caliza. Sin embargo, según los datos que ellos poseen, el señor Vuconich realizó esta tarea en el "puerto viejo" de la actual Ciudad de Santa Fe. ¿Existe piedra caliza en la banda occidental del río Paraná?. Como la respuesta es terminantemente negativa debo considerar que el puerto viejo, al que denominan de Santa Fe, es el actual "Puerto Viejo" paranaense.
Durante la época de la última gran creciente del río Paraná hubo necesidad de extraer tierra de las barrancas para levantar el nivel de la costa, particularmente, del denominado "Puerto Sánchez". Mientras se estaba en esa tarea quedó al descubierto una bóveda de piedra y ladrillos frente a una arenera local lindera a la avenida costanera J. J. de Estrada. El campo constituye parte de lo adquirido por la Municipalidad de Paraná a la Señora Fortabat destinado a parquización. Un sector de este ámbito fue vendido a la firma comercial "Wal Mart”.
Consultados los profesionales de la Municipalidad han llegado a la conclusión de que se trata de un horno de cal, contrariando mi creencia –expresada con anterioridad– de que se está en presencia de la salida de un túnel. Mi opinión se basa en la conformación del abovedado, curiosamente compuesto por tres o más hileras de ladrillos (en medio punto romano) trabados de canto y sustentado por paredes de piedra, en la presencia de dos puntales de madera dura en su interior, probablemente quebracho, como parte de la estructura; y en el hecho de que el supuesto horno de cal esté al pie de la barranca. Los dos últimos detalles rechazan toda posibilidad de que se trate de un horno de quemar cal por razones obvias.
Ni la madera podría evitar ser consumida por la generación del calor durante el proceso de calcinación ni el horno de cal subsistiría al torrente de agua que, necesariamente, debió caer sobre él con las periódicas descargas pluviales. El señor Ábalos, quien en su niñez vivía con su madre en las cercanías de la Avenida Larramendi, me confió haber conocido el recorrido y salida de este túnel y otros dos más, cercanos a éste. Su conocimiento data de las primeras décadas del siglo pasado, época en que su madre lavaba ropa para familias de la ciudad. Tal tarea la realizaba en una laguna existente en el sector que hoy ocupan la arenera y un local bailable situado entre la Avenida Estrada y la costa del río Paraná.
El señor Ábalos recordaba que a su madre y a otras lavanderas les resultaba mucho más conveniente alcanzar la costa del río Paraná transitando por dentro del túnel que por la superficie del terreno, por lo quebrado del mismo. En cuanto a él y a los demás niños que acompañaban a sus madres, si bien les producía aprehensión la oscura oquedad, se divertían produciendo ecos sucesivos con sus gritos. Sería interesante obtener autorización para investigar la presencia de túneles debajo de la fábrica de cemento y en sus alrededores, en la seguridad de que no todos han sido demolidos.
Fueron ellos quienes tuvieron el conocimiento de la técnica de la construcción en bóveda, arco o "medio punto romano", empleada en su erección; ellos tuvieron la suficiente cantidad de indios idóneos, traídos de las misiones, para llevarlas a cabo; además fueron ellos quienes, desde el siglo XVII hasta el siglo XVIII, aprovecharon todas las riquezas naturales existentes en las costas del río Paraná. Debo agregar, por último, que ellos fueron quienes necesitaron de los túneles, como un medio para la defensa de sus protegidos y como viaductos para trasladar el material extraído del suelo entrerriano y llevarlos hasta el lugar donde se los enriquecería e industrializaría.
Fuente: AL Filo de la Realidad