La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Los túneles de Paraná.

Por Miguel Ángel Mernes.

 

NOTA IMPORTANTE: Hace tres años fallecía el autor de este artículo, historiador local por derecho propio, académico sin blasones y, como tal, ignorado por la intelectualidad vernácula, quizás porque sus trabajos iban a contrapelo de la "historia oficial", quizás porque rozaba ciertos intereses. Hoy, en que se está celebrando los 200 años de "fundación" de esta ciudad, tomamos real conciencia de cuán revulsiva pudo ser su propuesta, ya que de ser corroborada no sólo retrotraía la constitución de la "Villa de la Baxada del Paraná" a una fecha muy anterior, sino que implantaba el debate sobre cuestiones geopolíticamente incómodas, como la presencia jesuítica -siempre negada, siempre intuida- en estas tierras. Buen momento para rescatar una voz que no debe ser injustamente olvidada para quienes quieran conocer la "otra" historia, aunque sea de la aldea local.

¿Existen los túneles?
 
Esta es la pregunta fundamental. Así como yo, muchos paranaenses saben que los túneles existen. Lamentablemente, lo que sería el GRAN atractivo turístico para la ciudad de Paraná se está dejando destruir día a día. Los historiadores y la Iglesia los negaron en Buenos Aires durante más de 80 años. Sin embargo, allí están y hoy se puede ver parte de ellos; pago de un canon mediante. Para Buenos Aires que lo tiene todo es una de sus atracciones turísticas. ¡Qué sería para nosotros! 
 
Los antecedentes
 
Intentaré reseñar cómo llegué a involucrarme en el descubrimiento de la existencia de antiguos conductos subterráneos bajo el suelo paranaense. En oportunidad de realizarse la remodelación de los pisos de la Plaza 1º de Mayo y de la actual calle peatonal San Martín; en trabajos efectuados en 1987, se produjo el descubrimiento de un aljibe en el sector interior que da a la fachada oriental de dicha plaza.

Según se me informó la cisterna del aljibe presentaba en sus paredes ciertos indicios de la existencia de dos aberturas que conducirían a sendos túneles o conductos subterráneos. Al parecer, estos túneles se extenderían hacia el norte y el este. Más precisamente, teniendo en cuenta la orientación de dichas señales, habrían tenido conexión con el subsuelo de la Escuela Normal y la iglesia Catedral.

Nunca tuve  confirmación de esa noticia. No obstante, por la calidad de las personas de quienes obtuve la referencia, en ese momento la tomé con total seriedad. La conjetura de tratarse de un aljibe la justifico en la forma de la abertura del brocal y la bóveda de la cisterna y, además, por la presencia de cimientos de ladrillos, situados en cuadro, teniendo como centro el brocal. Dichos fundamentos de antiguas paredes fueron hallados en oportunidad de levantarse las viejas lajas del piso de la plaza.

Sobre esos cimientos se habrían levantado las habitaciones que perfilaban el patio, conformando una galería en cuadro, en cuyo centro estuvo ubicado el aljibe. Ello implicaría que la cisterna original se nutría del agua de la lluvia procedente de los techos de tejas del edificio. En época indefinida el edificio o los edificios que existían en la actual plaza principal de Paraná fueron demolidos para dar lugar al espacio público que hoy conocemos.

Con respecto al túnel que se extendería hacia el Este, la tradición oral afirma que, en 1934, algunos alumnos de la Escuela Normal acompañados por el profesor de la casa, Don Luis Belloc, descendieron al fondo de un aljibe ubicado bajo el aula donde se dictaba la cátedra de música de dicho establecimiento educativo. La habitación está situada sobre el lado Oeste del establecimiento, en el sector que linda con el Gran Hotel Paraná, sobre calle Justo José de Urquiza. Según se dice el profesor y sus alumnos recorrieron un túnel en dirección Noroeste-Sudeste, más precisamente, hacia el Colegio de Nuestra Señora del Huerto. Se afirma que no pudieron concluir el recorrido porque, casi alcanzando la esquina del colegio, el conducto estaba obstruido con piedras.
 
Existen conductos abovedados de mayor amplitud que se conectan con otros más pequeños. Estos grandes túneles se extienden a una mayor distancia y se comunican, generalmente, con las barrancas del río Paraná. Los más pequeños unen puntos estratégicos, como ser la cripta de las iglesias y el subsuelo de las fortificaciones. Cuando me refiero a los túneles de mayor tamaño identifico, especialmente, a los que se extienden a través del territorio paranaense, desde un punto lindero al antiguo cuartel del 3er. Batallón de Comunicaciones del Ejército, sito en calle Alvarado y Avenida Ejército (lindero al Hospital Militar), hasta alcanzar las barrancas del río Paraná.

La citada unidad militar ocupa el edificio al cual la Historia le da el nombre de "Hotel de Inmigrantes". Debido a la demolición de una parte del túnel del aljibe situado en el interior del cuartel, y que se dirige hacia el Nordeste, se han dañado los cimientos y agrietado las paredes del viejo edificio. Por tal razón, gran parte de este edificio debió ser desafectado y desocupado por la unidad militar hace algunos años.

Cuartel de Comunicaciones

Este edificio fue remodelado en 1930. Según la Historia se construyó en 1892 para Hotel de Inmigrantes. En mi opinión, fue dependencia de la Estancia de San Miguel de los jesuitas. Avanzado el siglo XIX se destinó a cuarteles y sirvió para alojamiento de los colonos que debían cumplir con la cuarentena. De allí que figure con el nombre de Cuartel (Inmigración). Desde este sitio parte una importante red de túneles hacia las barrancas del río.
 
Mi experiencia
 
En el año de 1955 cumplí con el servicio militar obligatorio en el 3er. Batallón de Comunicaciones. Por circunstancias muy especiales, de orden político-militar, tuve la oportunidad de transitar por un túnel que tiene su inicio en el aljibe antes mencionado. Con un grupo de oficiales y suboficiales, acompañados por cuatro soldados (yo era uno  de ellos), descendimos hasta el fondo de la cisterna ingresando en el túnel que se dirige hacia el Nordeste.

Por él nos desplazamos hasta alcanzar un punto ubicado debajo y próximo al centro de la Plaza Sáenz Peña. Este conducto subterráneo tiene unos tres metros de altura por otro tanto de ancho y va en dirección al viejo centro cívico de la ciudad de Paraná para finalizar en un punto situado a los fondos de la Iglesia Catedral. Desde allí se desplaza hacia el Colegio de Nuestra Señora del Huerto y, por lo que se dice, llega al terreno que ocupa el edificio de la Municipalidad para continuar, casi paralelo a la calle Corrientes, hasta la barranca del río Paraná, cercana al Puerto Nuevo. Hasta este último punto he podido seguir el rastro de este conducto mediante datos suministrados por quienes han oído relatos de labios de sus mayores.

Contrafrente Iglesia Catedral

El contrafrente de la iglesia Catedral corresponde a la reproducción de parte de la segunda iglesia jesuita, dedicada a San Miguel, construida en 1743 en cal y piedras. En 1819 la iglesia fue cortada por el presbiterio, por los Padres Dominicos, quienes construyeron otro templo a partir de ella, en sentido contrario y de una sola nave. En 1883 se reconstruyó lo que es hoy la Catedral, también desde atrás hacia delante, pero de tres naves.

Este templo posee dos cruceros. Uno de ellos conformado por dos capillitas laterales cuyas cúpulas han sido forradas en pizarra y el otro con dos capillas en forma de media naranja.
 
Los datos
 
Otro de los túneles subterráneos habría unido un sector de la Plaza 1º de Mayo con el río Paraná, extendiéndose de Este a Oeste. Fue utilizado a principios de este siglo, como conducto de salida de las aguas servidas y fluidos cloacales, para volcarlos al río Paraná. Hasta muy entrado el siglo pasado el sector oriental de la Plaza 1º de Mayo careció de cloacas. Esta parte del vecindario, a falta del sistema, contaba con profundos pozos "ciegos" (cegados) ubicados a los fondos de cada domicilio, calzados con ladrillos, hacia los cuales se enviaban los fluidos sépticos. Periódicamente, mediante camiones cisternas y un sistema especial de bombeo, había que vaciarlos.
 
En su recorrido el conducto de referencia pasa por debajo del Club Social y se desplaza paralelo a las calles España y Ameghino; entre estas dos y la calle Urquiza. Luego de atravesar la laguna, ubicada en medio del sector de los anegadizos, sale al río Paraná. En el plano de Paraná de 1880 puede observarse su recorrido atravesando el tramo de bañados. Ha sido señalado con una doble línea cortada por líneas más pequeñas. Cuando se proyectó la nueva salida de las cloacas, río abajo, en un punto ubicado un poco más al sur de la anterior, se contrató a una empresa alemana para su ejecución.

Esta empresa, con antecedentes en obras de oleoductos, trajo obreros especializados en trabajos dentro de los túneles. Los caracterizaba, por razones obvias, su escasa estatura. Al realizarse el ensamble del nuevo conducto con el viejo túnel, en un sector del barrio de La Floresta, hubo que derrumbar una parte de las antiguas bóvedas. Fue en esa oportunidad en que los alumnos concurrentes a la escuela del barrio de la Floresta dijeron haber visto unos pequeños seres, supuestamente extraterrestres. La imaginería popular los bautizó con el nombre de "enanitos verdes". Estos enanitos verdes no eran otros que aquellos trabajadores, de baja estatura, vestidos con equipo de color verde y munidos de sus cascos protectores que, una vez efectuada la conexión, salieron al exterior. La casualidad hizo que los vieran los escolares.

 
Características
 
En la actualidad pueden ser observados dos tipos de túneles, al parecer los más comunes. La boca de entrada de uno de ellos atraviesa el subsuelo de la fábrica de cerámicas del Puerto Viejo. Se trata de un conducto de dos metros y medio de altura por otro tanto de ancho que se extiende hacia el interior de la barranca a través de otro túnel de poco más de ochenta centímetros de ancho y un metro setenta de altura. Este conducto habría tenido entrada en un aljibe existente en la Escuela Nº 8 "J. M. de Pueyrredón" (donde hoy se levanta el mástil) con salida en las barrancas del arroyo Antoñico.

Hace poco tiempo, personal de arquitectura de la provincia se hallaba tratando de instalar una pica o lanza en el piso de una de las habitaciones del establecimiento a fin de colocar a "tierra" el sistema eléctrico de las computadoras cuando se encontró con que el terreno cedía y se producía un hueco. Notó, con sorpresa, la presencia de una corriente de aire desde el interior hacia el exterior. La aparición de este tiraje de aire, obviamente, descartó que se estuviese en presencia de un sótano. Tal circunstancia y la existencia del aljibe en esa dirección hacen presumir que se habría perforado la bóveda del túnel citado. Aun cuando las barrancas ya no existan se conoce que la quebrada del denominado arroyo Antoñico las poseía.

Estas paredes naturales fueron destruidas cuando se trazó la calle existente detrás de la fábrica de cerámicas y se levantaron las casas pertenecientes a las más viejas familias arraigadas en este lugar. Al pie y sobre ambas barrancas se sustentaba el puente por el cual se atravesaba la hondonada, uniendo el sector oriental de la  ciudad con el lado oeste del puerto viejo. Al derribarse la barranca oriental también se destruyeron las dos bocas del túnel situadas a ambos lados de la base del puente. Para evitar el desgranamiento de la bóveda que se interna en la barranca, por debajo de la fábrica de cerámicas, se hizo necesario adosar, a la parte cortada, un segmento de arco de unos cinco metros de extensión.

Este detalle es fácil de notar en el punto donde se unen las dos partes, lo cual puede ser constatado observando la diferencia entre este túnel y la parte interior, mucho más antigua, de otros cinco metros de largo. La pared del túnel original posee una base compuesta por hiladas construidas en piedra caliza. A continuación van los ladrillos que conforman la bóveda. Desde este túnel se ingresa a otro, más pequeño, que llega hasta la citada escuela. Según cuenta el Padre Monseñor Julio César Metz, ex titular de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, los jóvenes y niños de Puerto Viejo ingresaban a este pasadizo subterráneo y se desplazaban por el interior hasta alcanzar el predio de la escuela. Desde allí pasaban al sector de las escalinatas de la iglesia.

Otros se dirigían por una derivación del túnel que los llevaba a la "cascada", una salida de agua lindera al antiguo paseo llamado la "Rotonda". El motivo de tal aventura era disfrutar de las carreras de automóviles que, por esos tiempos, se llevaban a cabo en el Parque Urquiza. Los singulares espectadores lo hacían cómodamente sentados en las gradas de la iglesia y sin costo alguno. En el "Libro de Oro" de Paraná, el religioso y fotógrafo Alfio Zanini publica una fotografía en la cual puede observarse la entrada de este túnel situado en el lado norte de la base del puente.

 
Túnel de Cocerámic
 
Entrada del túnel ubicado por debajo de la fábrica de cerámicas de Puerto Viejo. Por este túnel se podía alcanzar un aljibe situado en el patio de la Escuela "J. M. de Pueyrredón"; lindera a la iglesia del Carmen.  Hasta que se derrumbó ex profeso la barranca, el túnel tenía salida por la margen oriental del arroyo Antoñico. En la actualidad se puede acceder hacia su interior unos 50 metros en razón de existir una oclusión por desmoronamiento de la bóveda.
 
 
Presumo que otro de los túneles, tal vez el más largo de todos, sería el que se extiende entre la llamada "toma vieja" y la zona de los cuarteles. Una primera parte de este túnel llega hasta un punto ubicado en el subsuelo del Instituto "Cristo Redentor" y de las instalaciones adyacentes a éste, pertenecientes –estas últimas– a Obras Sanitarias de la Municipalidad. El inmenso sótano que se ocupa como "sentina" de la Toma Vieja (lugar donde se deposita el agua del río para una primera decantación) y sus túneles habrían sido elegidos por los técnicos de la empresa Anderson, en 1877, para colocar las cañerías que traen el agua depurada desde los piletones linderos a la "sentina" hasta la ciudad.

En las instalaciones adyacentes al instituto religioso se ubicó la planta potabilizadora. Por un túnel se trasladó la cañería hasta el subsuelo de una torre piramidal, de antigua construcción, que se encuentra lindante a la torre del tanque elevado de las aguas corrientes. Allí estaban ubicadas las bombas de succión. La Historia de Paraná identifica a dicha torre con el nombre de "el Observatorio de Sixto Perini". El doctor Perini, vecino de esta ciudad, ocupó las instalaciones del actual Instituto "Cristo Redentor" donde montó un observatorio astronómico. La posibilidad de traer la cañería bajo tierra, sin gran costo, habría sido el motivo de haber llevado el sitio de extracción del agua a un punto del río, tan alejado de la ciudad, como lo es el lugar donde está situada la "Toma Vieja".

Por esos años la ciudad de Paraná tenía unas diez cuadras con frente al río y su límite sur era la Plaza Sáenz Peña, es decir, no más de doce cuadras de fondo, como lo demuestra el plano de la ciudad de Paraná de 1880. Sin lugar a dudas el agua podría haberse extraído del río Paraná en la zona del "Morro" o del Puerto Nuevo; que se encuentran mucho más cercanas a la ciudad que la Toma Vieja. El antiguo fuerte (el observatorio de Perini) debió ser elegido, por estar a un nivel superior al de la altura de la ciudad de Paraná (90 metros de cota), para instalar allí el tanque elevado y los elementos de potabilización; motivo más que suficiente para suponer que las instalaciones de origen (una fortificación) estuvieron vinculadas a un reducto. Hace poco más de un año se hicieron remodelaciones y ampliaciones en el Instituto "Cristo Redentor". Al ejecutar las excavaciones se halló un aljibe.

En su cisterna había, por lo menos, una entrada a los túneles. En esa oportunidad fui requerido por la Rev. Hermana Directora y algunas profesoras de ese establecimiento para que observara el hallazgo. En un principio me llamó la atención el que su profundidad no pasara de los dos metros. Advirtiendo que se trataba realmente de un aljibe de los ya conocidos solicité del ingeniero encargado de las obras que lo profundizara unos metros más en la seguridad de hallar el dintel de un túnel. Si bien  me afirmó que había hallado un piso de baldosas a la hondura ya despejada de la cisterna, es probable que a últimas horas del día laboral haya querido cerciorarse respecto a mi conjetura. Luego de introducir una varilla metálica comprobó la existencia de un suelo firme a poco más de dos metros y medio de profundidad, constatando que no me había equivocado en mi apreciación.

Cuando comenzó a cavar empezó a brotar agua de un lado de las paredes de la cisterna lo cual le indujo a detener el trabajo. Hice todo lo posible para que los responsables de las obras ordenaran se despeje de tierra la entrada al supuesto túnel, a fin de recorrerlo (por lo menos en una parte), con la finalidad de tomar vistas fotográficas y de vídeo para así contar con valiosos elementos de estudio.

Sin embargo no tuve éxito en este cometido porque el propietario de la firma constructora dispuso tapar de inmediato la parte despejada y colocar piedras para así absorber el agua y poder continuar con el hormigoneado de los cimientos de la nueva construcción. Con gran pesar de todos y, particularmente de mí, me enteré de la medida adoptada cuando ya era tarde. El túnel, según datos obtenidos verbalmente, se extiende hacia el Sudoeste hasta las inmediaciones de los cuarteles. Este conducto subterráneo se utilizó para colocar la cañería destinada a la provisión de agua potable a las unidades militares allí existentes.

 
Entre los años de 1930 y 1932 se dieron comienzo a las obras de movimiento de tierra, relleno y consolidación del terreno y del sector de barrancas que hoy se conoce con el nombre de "Parque Urquiza". Las barrancas del río Paraná, hasta ese momento, caían verticalmente desde el borde de la actual calle Bartolomé Mitre. Luego vendría la parquización de toda la zona, elevada en dos terrazas perfectamente definidas, como lo son las denominadas costanera media y la costanera baja. La empresa inglesa proyectista y constructora de esta obra tuvo la precaución de extender hasta el río, mediante tubos de mampostería o metal, los túneles que tenían salida al pie de la barranca.

Estos túneles eran utilizados, antiguamente, para trasladar el material calizo extraído de la barranca y ser llevado hasta los hornos ubicados en lo alto. Es posible, además, que los túneles hayan tenido un cometido estratégico, como ser salida de escape, para el caso de una invasión o de asedio a la población. En los primeros años de la década de 1960 se produjo un derrumbe que afectó a las costaneras media y baja, destruyendo el primer anfiteatro construido en Paraná. La enorme zanja que se abrió atravesó la calle ubicada en la costanera baja y se extendió hasta el río Paraná.

Este derrumbe se produjo como consecuencia de haber cedido el segmento de túnel (construido en forma similar al original por los ingenieros ingleses) para dar salida a las aguas pluviales que vienen de la ciudad. El desmoronamiento de estos desagües fue lo que arrastró toda la enorme masa de tierra y vegetación existente sobre el conducto. Es probable que este accidente se haya producido por haberse desintegrado los conductos, añadidos a los túneles originales, como consecuencia de la obstrucción de los desagües con ramas y otros elementos y la gran presión del agua que cae desde la ciudad. Esto ocurre, esencialmente, cuando no se realiza la limpieza  periódica de los drenajes. Esta fue la opinión de un empleado municipal jubilado, ya fallecido, que estaba encargado de despejar de elementos extraños el interior de estos tubos subterráneos.

 
Otro túnel fue hallado, en la década de los años 70 del siglo pasado, en la zona del subsuelo de los talleres de la Unidad Penal de Paraná. Este conducto se extendía hacia el Nordeste, lo que es decir, hacia la ciudad. Es probable que, en su recorrido, pase por debajo del Instituto "Cristo Redentor" y atraviese la Avenida Ramírez hacia la iglesia Catedral o la Plaza 1º de Mayo.
 
Entre los túneles más chicos (1,70 m x 0,80 m) debo mencionar uno hallado cuando se estaban realizando trabajos de reparación en el sistema de cloacas, en el subsuelo del comercio "Grandes Tiendas Americanas", ubicado en calle 25 de Mayo casi Monte Caseros. El último gerente que tuvo esa firma comercial me confió que el túnel se extendía hacia la manzana opuesta; donde se levanta la iglesia Catedral. Hasta hace poco tiempo el edificio citado perteneció al ex Banco Municipal de Paraná. Hoy está ocupado por la Dirección de Rentas Municipales.

Este túnel, al parecer, se desprende de un conducto de mayores dimensiones que atraviesa, de Este a Oeste, por debajo del edificio del Correo. El descubrimiento de este último se produjo mientras se realizaban ampliaciones en el subsuelo de la entidad postal. La casa perteneció, hasta 1854, a la familia de don Francisco Antonio de la Torre y Vera Mujica y doña Isabel Iturri, su esposa.

 
También se me ha asegurado que existiría otro túnel, paralelo a la peatonal San Martín, por el cual se podría ir desde la zona del centro paranaense hasta la iglesia de San Miguel. Es probable que el nacimiento de este túnel se encuentre algo más hacia el Noroeste de la Plaza 1º de Mayo, más precisamente, en la esquina de las calles San Martín y Urquiza. Algunos elementos que probarían su existencia fueron hallados en oportunidad de realizarse las excavaciones para cimentar los edificios que constituyen al "Paseo de El Diario".

Además, otro túnel fue detectado en un aljibe situado en la playa de estacionamiento del Banco de la Nación Argentina, paralelo a la calle España, hacia el Oeste y luego torciendo hacia el Sur, para llegar a otro conducto que corre paralelo a la calle Perú. Un conducto subterráneo más fue hallado en calle Vicente del Castillo (al Sur de Avenida Ramírez). Este conducto continuaría por debajo de la calle Victoria hacia los zanjones del arroyo de La Santiagueña (Parque Jardín). En la zona del Puerto Viejo existen túneles que proceden de lo alto de la barranca del Parque Urquiza y habrían desembocado en el zanjón de la quebrada que conforma el arroyo Antoñico.

En mis tareas de investigación hallé un pequeño túnel en el sótano de una antigua casa (hoy demolida) que perteneció a los señores Patriarca y Corsiglia. El edificio, consistente en casa de familia, almacén y canchas de pelota vasca y de bochas, estaba situado en la pendiente de la barranca a cuyo costado se desplaza la calle "Bajada de los Vascos". Dentro de esta pequeña porción de túnel se encontró una pistola marca Lafouché de 1840 y debajo del piso del sótano, una moneda de 1853. Ambos elementos están actualmente bajo custodia de la Municipalidad de Paraná.

 
A un costado del camino que conducía al Saladero de Carbó y Carril (el Brete) se halla la denominada "Quinta del Obispo". Este sitio se encuentra ocupado, desde hace muchas décadas, por las instalaciones del Campo de Golf del Club Estudiantes de Paraná. Sobre el sector que da al río y casi al borde de una extensa zanja se encuentran las ruinas de ladrillos de un antiguo edificio y, debajo de ellas un amplísimo sótano.

Posee aún las aberturas que comunicaban con el interior a través de sendos túneles; uno de ellos dirigido hacia una vieja casa (actualmente modificada) ocupada por las instalaciones del club y el otro hacia otro edificio que se levanta, calle lateral de por medio, en una lomada. Esta última vivienda se conoce con el nombre de "la casa embrujada" debido a los muy diversos ruidos, oídos por las noches, por sus ocasionales e intrusos huéspedes. La sospecha de estar en presencia de un túnel la da el hecho de que los ruidos son perfectamente detectables e identificables. En el silencio nocturno suelen ser escuchadas voces humanas; de mujeres o de niños y de hombres, y sus gritos, llantos y risas.

Creo que, como en otros casos similares, el sonido se traslada por el túnel; el cual actúa como caja de resonancia. Este efecto permite la  transmisión de los sonidos a lugares distantes. Si bien los sonidos perturban a quienes los escuchan, por desconocer su procedencia, no son otra cosa que la exteriorización ruidosa de las personas que se encuentran acampando o pernoctando en lugares cercanos a las barrancas; que es donde los túneles tienen la boca de salida. El sótano situado debajo de las ruinas fue parte de una gran fábrica de elaboración de cerveza. Según Don César Blas Pérez Colman, basado en información de Víctor Martín de Moussy, la industria tuvo inicios en 1858.

Su afirmación convierte a esta cervecería en una de las primeras que se fundaron en el país. En excavaciones realizadas en el lugar se obtuvo una gran cantidad de porrones de terracota en los que se envasaba la bebida. Un sello, grabado en la botella, los identifica como procedentes de Glasgow (Inglaterra). Curiosamente los mismos porrones, con igual identificación y otros más, grabados con el nombre de "Cervecería Italiana", se encuentran expuestos en el Museo de la fábrica de cerveza de la localidad santafesina de San Carlos. La cronista paranaense Ofelia Sors dice que el establecimiento pertenecía a don Conrado Filsilger quien lo bautizó con la marca "Cervecería Argentina" y que, "el 12 de julio de 1885 ese establecimiento fue transferido a Osvaldo Fontana, quien de allí en adelante lo denominó Cervecería Italiana".

 
    Otro conducto fue descubierto por algunos alumnos, hace muchos años, en un sótano existente en la vieja Escuela de Bellas Artes, cuando aún funcionaba en el local que fue sede de la Logia "San Juan de la Fe" de calle Andrés Pazos, primitiva calle Gualeguay Nº 46. Actualmente el lugar es ocupado por una playa de estacionamiento para vehículos automotores ubicado entre el edificio de la Caja de Jubilaciones de la Provincia y parte de las que fueron las dependencias de la Logia Masónica citada. Luis Z. y Juanita C., dos ex estudiantes de la escuela, cuentan haber visto dentro de este túnel esqueletos humanos y cacharros de cerámica (urnas funerarias) con restos humanos en su interior, en posición fetal. La dirección del establecimiento, según recuerdan, ordenó tapialar el hueco y prohibió que los alumnos accedieran al recinto. Un comentario especial merece la segura existencia de túneles bajo el suelo del extenso terreno que pertenece actualmente a la fábrica "Loma Negra".
 
Su propietaria es la Señora Amalia Lacroze de Fortabat. Mi afirmación se basa en datos recogidos de boca de uno de los últimos empleados que tuvo la firma anterior. Estaba encargado de la monumental máquina que extraía el material calífero de la zona. Según me ratificó el Señor José P. en varias oportunidades, la pala del aparato desenterraba los ladrillos de los conductos subterráneos acompañados de rieles de las vagonetas utilizadas para trasladar la piedra caliza. Este último sistema había sido empleado por quienes explotaban las canteras del lugar, particularmente el señor Vuconich, llegado al Puerto Viejo a mediados del siglo XIX.

Descendientes de Vuconich me confirmaron de su llegada a esta región y de su dedicación a la explotación de la piedra caliza. Sin embargo, según los datos que ellos poseen, el señor Vuconich realizó esta tarea en el "puerto viejo" de la actual Ciudad de Santa Fe. ¿Existe piedra caliza en la banda occidental del río Paraná?. Como la respuesta es terminantemente negativa debo considerar que el puerto viejo, al que denominan de Santa Fe, es el actual "Puerto Viejo" paranaense.

Durante la época de la última gran creciente del río Paraná hubo necesidad de extraer tierra de las barrancas para levantar el nivel de la costa, particularmente, del denominado "Puerto Sánchez". Mientras se estaba en esa tarea quedó al descubierto una bóveda de piedra y ladrillos frente a una arenera local lindera a la avenida costanera J. J. de Estrada. El campo constituye parte de lo adquirido por la Municipalidad de Paraná a la Señora Fortabat destinado a parquización. Un sector de este ámbito fue vendido a la firma comercial "Wal Mart”.

Consultados los profesionales de la Municipalidad  han llegado a la conclusión de que se trata de un horno de cal, contrariando mi creencia –expresada con anterioridad– de que se está en presencia de la salida de un túnel. Mi opinión se basa en la conformación del abovedado, curiosamente compuesto por tres o más hileras de ladrillos (en medio punto romano) trabados de canto y sustentado por paredes de piedra, en la presencia de dos puntales de madera dura en su interior, probablemente quebracho, como parte de la estructura; y en el hecho de que el supuesto horno de cal esté al pie de la barranca. Los dos últimos detalles rechazan toda posibilidad de que se trate de un horno de quemar cal por razones obvias.

Ni la madera podría evitar ser consumida por la generación del calor durante el proceso de calcinación ni el horno de cal subsistiría al torrente de agua que, necesariamente, debió caer sobre él con las periódicas descargas pluviales. El señor Ábalos, quien en su niñez vivía con su madre en las cercanías de la Avenida Larramendi, me confió haber conocido el recorrido y salida de este túnel y otros dos más, cercanos a éste. Su conocimiento data de las primeras décadas del siglo pasado, época en que su madre lavaba ropa para familias de la ciudad. Tal tarea la realizaba en una laguna existente en el sector que hoy ocupan la arenera y un local bailable situado entre la Avenida Estrada y la costa del río Paraná.

El señor Ábalos recordaba que a su madre y a otras lavanderas les resultaba mucho más conveniente alcanzar la costa del río Paraná transitando por dentro del túnel que por la superficie del terreno, por lo quebrado del mismo. En cuanto a él y a los demás niños que acompañaban a sus madres, si bien les producía aprehensión la oscura oquedad, se divertían produciendo ecos sucesivos con sus gritos. Sería interesante obtener autorización para investigar la presencia de túneles debajo de la fábrica de cemento y en sus alrededores, en la seguridad de que no todos han sido demolidos.

 
Conclusión
 
No hay duda de que aún queda mucho por investigar. Las autoridades paranaenses deberían hacerse asesorar con expertos arqueólogos. Un ejemplo de la correcta forma de proceder la dio el Parque Nacional "El Palmar" de Colón cuando consiguió la presencia de un especialista, enviado por el CONICET, quien confirmó el origen jesuita de las ruinas y túneles de las históricas caleras que, hasta ese momento, se tenían como obras de los señores Barquín y Salvia. Un año antes fui invitado por las autoridades de ese complejo con la finalidad de comprobar si la conformación y disposición de las construcciones eran similares a las de los túneles de Paraná. Con satisfacción pude constatar y, por supuesto, confirmar que, efectivamente, así era.
 
Como consecuencia de todo lo expuesto he llegado a una conclusión que consideraré válida en tanto y en cuanto no exista una mejor opinión, producto de un relevamiento y estudio arqueológico que determine lo contrario. Estos túneles, por su concepción, por la técnica aplicada en su construcción y por la gran cantidad de mano de obra que implicó su concreción, estimo son de autoría jesuítica.

Fueron ellos quienes tuvieron el conocimiento de la técnica de la construcción en bóveda, arco o "medio punto romano", empleada en su erección; ellos tuvieron la suficiente cantidad de indios idóneos, traídos de las misiones, para llevarlas a cabo; además fueron ellos quienes, desde el siglo XVII hasta el siglo XVIII, aprovecharon todas las riquezas naturales existentes en las costas del río Paraná. Debo agregar, por último, que ellos fueron quienes necesitaron de los túneles, como un medio para la defensa de sus protegidos y como viaductos para trasladar el material extraído del suelo entrerriano y llevarlos hasta el lugar donde se los enriquecería e industrializaría.

 
Considero necesario contar, aún, con un mínimo de elementos documentales que certifiquen las razones de la presencia en la Ciudad de Paraná de tan magníficas obras arquitectónicas de gran valor arqueológico y de indudable atracción turística. Esto, sólo se puede hacer con los túneles abiertos, recorridos y revisados. De esa manera se comprobará que, detrás de lo que se pretende encubrir, existe una muy rica Historia hasta hoy desconocida oficialmente. Quiera Dios que el interés por saber la verdad del pasado venza la aprensión que los oculta.

Fuente: AL Filo de la Realidad

Investigaciones