La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Tiene más de 60 años y trabaja sin descanso. Por Ariel Torres. |
Nada es para siempre. Mucho menos en tecnología. Pero la cinta magnética de datos, que en estos días está cumpliendo 60 o 61 años, según se verá enseguida, desafía esa férrea legislación. En efecto, IBM celebra este mes las seis décadas de su primer sistema de cinta para almacenamiento de datos.
No fue la implementación fundacional, sin embargo. La Univac I, de marzo de 1951, también guardaba información en cintas magnéticas. La historia de Univac es interesante por donde se la mire. Sus creadores, Presper Eckert y John Mauchly, habían fabricado la primera computadora electrónica digital de propósito general de la historia, Eniac, que se puso en marcha en 1946. Emprendieron su propia compañía, que luego sería vendida al fabricante de máquinas de escribir Remington Rand en 1950.
Allí construirían la Univac I bajo las órdenes de Leslie Groves, el general (entonces retirado) que en 1942 se había hecho cargo del Proyecto Manhattan. Sí, el que produjo las primeras bombas atómicas de la historia, dos de las cuales fueron arrojadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Groves era el hijo de un pastor presbiteriano y había estudiado en el MIT y en la Universidad de Washington antes de graduarse en la academia militar de West Point. Después de la guerra, en 1948, Dwight Eisenhower, Jefe de Estado Mayor de los Estados Unidos, debió evaluar el desempeño de Groves, y la cosa no salió del todo bien. Grosero , insensible y arrogante fueron algunos de los adjetivos que empleó para describir su comportamiento, además de anotar que exhibía un cierto desprecio por las reglas. Rasgos, dicho sea de paso, que eran perfectos para un sujeto al que se le encomienda construir la más espantosa de las armas de destrucción masiva conocidas por el hombre, pero que en tiempos de paz podían ser un poco incómodos.
Así las cosas, Groves se marchó del ejército y pasó a trabajar en Remington Rand, que en 1951 construiría la Univac I. ¿Y cuál fue el logro más resonante de esta histórica computadora? ¡Predecir el triunfo de Dwight Eisenhower en las elecciones de 1952! La máquina, sentando un significativo precedente, acertó, pese a lo que los analistas (los de carne y hueso) vaticinaban.
En todo caso, la gracia que le habrá hecho a Groves que su máquina se hiciera famosa gracias al triunfo del ex Jefe de Estado Mayor. En fin, así es la vida.
El legado de Univac llega, en realidad, hasta hoy. En 1955 Remington Rand fue adquirida por la compañía Sperry, que había sido fundada en 1910 y que al principio fabricaba equipamiento de navegación (giróscopos y esas cosas). La unión pasó a llamarse Sperry Rand. En 1978 cambió de nombre a Sperry Corporation, compañía que sería absorbida mediante una oferta hostil ocho años más tarde por Burroughs, que había sido fundada en 1886 y había pasado de las calculadoras mecánicas a la informática. La unión de Sperry y Burroughs se denominó Unisys (fui a la conferencia de prensa donde se anunció su creación, recuerdo), que hoy tiene más de 22.000 empleados.
Así que, técnicamente, fue Univac la que estrenó las cintas magnéticas como método de almacenamiento de información (no de audio) en marzo de 1951. Eran metálicas y tenían 1,27 centímetros de ancho, en los que cursaban ocho pistas paralelas, seis para datos, una para paridad y una para el reloj.
Esas cintas, lo mismo que las que lanzaría IBM al año siguiente, venían en rollos abiertos, rasgo distintivo de cualquier aparato que debiera parecerse a una computadora en el cine y en la TV de hasta bien entrados los años '80.
Obsesión por guardar
Es cierto, sin embargo, que con otra visión y otra escala, IBM se quedó muy pronto con el estándar de las cintas de datos. El 21 de mayo de 1952 el gigante azul anunció su primera computadora comercial, llamada modelo 701, que venía con la unidad de cinta 726. No son nombres amigables ni mucho menos, ya lo sé, pero hay que tener en cuenta que por entonces la industria estaba a casi 30 años de considerar que la informática podía de alguna forma (remota, extravagante, incomprensible) resultarle interesante a la gente común .
Las cintas del 726 eran de plástico, es decir más económicas, guardaban 100 bits por pulgada y medían 366 metros (1200 pies). Usaban siete pistas paralelas, seis para datos y una para chequeo de integridad de lectura y escritura (los bytes de esa época eran de 6 bits). Cada unidad 726 podía trabajar con dos rollos de 26,5 centímetros de diámetro a la vez. La computadora 701 venía con dos unidades 726, cada una del tamaño de un cajero automático grande o una heladera pequeña. No se compraban, a todo esto. Se alquilaban por 850 dólares al mes, unos 7000 dólares de hoy.
IBM se enfocaría obsesivamente -y a la vista de lo que sabemos hoy, no le faltaba razón- en tecnologías de almacenamiento. En 1956 inventó el disco duro (el RAMAC 305, que pesaba más de una tonelada y almacenaba 5 megabytes) y 15 años después puso en el mercado los primeros diskettes (tenían 20 centímetros de diámetro y almacenaban -¿está sentado?- 80 kilobytes).
La cinta, que en la década del '80 estaba migrando a los casetes y cartuchos, fue desapareciendo de la cultura visual o, para ser más precisos, adquirió una pátina vintage que nunca más iba a perder.
Pero el que ríe último ríe mejor, dicen. El diskette fue derrocado por el pendrive. El CD y el DVD descansan en paz bajo una lápida con forma de disco duro externo. Y los hard disk, orgullosos tataranietos del RAMAC 305, están oyendo sonar alguna clase de fanfarria de retirada a lo lejos, a medida que avanzan los discos de estado sólido y la nube (nube que, lo veamos o no, se basa en discos duros y cintas, aclaremos).
Feliz cumpleaños, señora
Hablar de cintas magnéticas en el ambiente informático es pasaporte a una inconclusa sinfonía de argumentos y debate: que los costos, que el consumo de energía, que la duración, y así. Me encanta. Pero no es el propósito hoy: festejamos un cumpleaños, vamos.
Y, polémicas aparte, hay que reconocerles a las cinta un estado físico envidiable. Digo, para su edad. Sesenta años después, el TS1140 de IBM guarda 4 terabytes (4 billones de bytes) por cartucho.
Pero eso no es todo.
De la marca que sea, la cinta magnética trabaja a diario, salvándoles el día con sus backups a empresas pequeñas, medianas y gigantescas; sobre todo, a estas últimas y, en consecuencia, a muchos de nosotros, lo sepamos o no. ¿Llegará a los 70 igual de activa? Es increíblemente difícil hacer pronósticos en tecnología. Pero, de momento, nada indica que tenga intenciones de jubilarse..
Fuente: La Nación.