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Nazifascismo y marxismoleninismo: Falsa oposición. Por Prof. Alexander Torres Mega. |
En los días que corren, jóvenes estudiantes universitarios, amigos y hermanos de ideales, están sufriendo ahora los mismos ataques por parte de los militantes marxistas que nos tocó padecer a varios de nosotros desde la década de los años 70. Tildar de "fachos" o "nazis" a quienes se oponen a la izquierda es un antiguo recurso propagandístico del marxismo para descalificar, aislar e inmovilizar a quienes resisten la embestida de la secta roja.
Contrariamente a lo que pretende la propaganda izquierdista, el nazifascismo y el marxismoleninismo responden a una misma concepción filosófica transpersonalista, liberticida y totalitaria. La ideología sustentada por el nazifascismo lejos de ser opuesta a la de signo marxileninista, guarda con ésta innegable semejanza. En efecto, entre ambas concepciones totalitarias hay rasgos análogos derivados de raíces ideológicas comunes.
El régimen totalitario -tanto nazifascista como marxileninista- no le reconoce al individuo, frente a la colectividad, ningún derecho natural y quiere que todos los resortes de la vida queden sujetos al Estado omnipotente y omnipresente.
Respondiendo a una concepción transpersonalista, el Estado socialista invade todas las áreas de la actividad humana al tiempo que restringe la libertad individual. El Estado es entendido como lo principal y el hombre apenas como lo accesorio que sólo vale en cuanto se desindividualiza y se somete a lo colectivo.
Autores serios y confiables -entre ellos, el Dr. Jiménez de Aréchaga- señalaron los rasgos prototípicos de los regímenes totalitarios. Las siguientes son algunas de las características más salientes del totalitarismo marxileninista que, análogamente, resultan aplicables al Estado de signo nazifascista:
* No reconoce derechos individuales anteriores y superiores al Estado. Absorción de las libertades fundamentales por parte del Estado omnímodo.
* Se erige en un dios-Estado, un Moloch ante el cual se sacrifican los derechos individuales y las libertades fundamentales.
* El poder del Estado es ilimitado. Los órganos de gobierno tienen competencia imprecisa. Es la situación diametralmente opuesta a la del Estado de Derecho.
* Desconoce las autonomías legítimas de los grupos intermedios y transforman a todo organismo empresarial o laboral en instrumento del régimen totalitario. (El fascismo lo hizo con las corporaciones manejadas por el Estado y el nazismo a través del Frente Obrero Alemán, de modo análogo al de los soviets en la URSS.)
* Identificación Estado-gobierno-
* Régimen de partido único sin oposición política. Tanto en el Tercer Reich como en la Dictadura del Proletariado, teniendo al frente un Presidium, o al Duce o al Führer, se combate a sangre y fuego toda eventual forma de organización que no se someta al dogma oficial.
* Gobierno de fuerza, antagónico al tipo de los "gobiernos de opinión" que son aquellos que se apoyan en el consentimiento de la población libremente expresado. El nazifascismo y el marxismoleninismo promovieron un verdadero culto a la violencia sin detenerse ante ley divina, natural o humana. Sin escrúpulos, aplicaron los más brutales métodos de acción.
* Se sustentan en un mito o ficción. Así sucede con la "liberación del proletariado" en el marxismo; o la supuesta superioridad de la raza aria en el nazismo; o la idea de nación exacerbada para el fascismo.
* Militancia atea del Estado-gobierno-
Recuérdese, además, que la Iglesia Católica condenó, en sendas Encíclicas del Papa Pío XI, al fascismo y al nazismo. Al primero, en 1921 (Non Abbiamo Bisogno) y al nacional-socialismo
Hitler y Mussolini: auténticos realizadores del marxismo
Aunque se resistan a creerlo los repetidores de eslóganes, Hitler se consideraba a sí mismo "el auténtico realizador del marxismo" (H. Rauschning, en "Hitler me ha dicho", De. Cooperation, Paris, 1939, p.112) y nada menos que Goebbels fue quien confesó que "El movimiento nacional-socialista tiene un solo maestro: el marxismo" ("Kampf um Berlin", p.19).
Por su parte, y para no ser menos elocuente, Mussolini se complace en afirmar que Marx es su padre espiritual. ("Mussolini y el fascismo" Ed. Que sais-je, p.31). Recuérdese además, la muy elocuente célebre afirmación de la estatolatría pagana de Mussolini: "Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado". ("Discursos de 1928" a la Cámara de Diputados, 9 de diciembre de 1928, p.333).
Goebbels -coincidiendo con ideólogos marxistas- afirmó que "El socialismo es la concepción del mundo del porvenir que sólo podrá realizarse en el Estado socialista" (Die Zweite Revolution")
Todo lo reseñado autoriza a sostener que nazifascismo y comunismo tienen una misma paternidad ideológica. Contienen una misma perversión con etiquetas distintas: es el mismo veneno socialista y totalitario con rótulos diversos. Fascismo y nazismo fueron expresiones de un mismo pensamiento socialista y constituyeron regímenes estatizantes y liberticidas. Recuérdese, además, que Hitler y Mussolini militaron en el socialismo antes de fundar sus propios partidos.
Marxistas y nazifascistas no se han opuesto entre sí en aquello que sus doctrinas tienen de fundamental ni tampoco en sus pérfidos métodos. Agréguese a ello importantes acontecimientos históricos reveladores de cooperación por encima de escaramuzas. A modo de ejemplo, baste citar el pacto germano-sovié
Por todo lo expuesto debe rechazarse esa falsa antinomia que la propaganda marxista pretende imponer como cierta. La verdad irrefutable es que Nazifascismo y comunismo son dos formas aparentemente opuestas pero que, en realidad, resultan semejantes o análogas.
Quien defiende los principios y valores propios de la Civilización Occidental y Cristiana debe ser nítida y necesariamente anticomunista y -si aspira a ser coherente y consecuente- debe definirse, también, como antinazifascista.
Nazifascismo y marxismoleninismo son -tal como se ha demostrado- dos caras de una misma moneda, dos fauces de una misma fiera totalitaria y liberticida.