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MIB: Cuatro historias reales en América Latina.

Por Alejandro Agostinelli.

En el folklore ufológico latinoamericano no abundan historias protagonizadas por Hombres de Negro. Tres de ellas, especialmente notables, sucedieron a fines de 1960. Y una cuarta, que queda de postre, sucedió a fines de los 70, cuando el dibujante argentino Néstor Puchetti viajó de Barcelona a París para entregarle a Steven Spielberg un mensaje gráfico dedicado a los MIB.

1. DETECTADOS POR EL “EFECTO EM”

El 3 de mayo de 1975, el aviador Carlos Antonio de los Santos Montiel vio desde la cabina de una Piper PA-24, tres objetos circulares de color gris que prácticamente, según dijo, tomaron control de la avioneta que piloteaba sobre los cielos de México. Entre los interesados por el caso estuvieron tres hombres. Uno de ellos tenía un curioso lunar triangular en la frente. Prometieron regresar.

También entrevistó a De los Santos y familia un ufólogo principiante impregnado hasta la médula en la mitología ufológica. Como sea, convenció al piloto y a su madre que aquellos hombres bien podían ser MIB, que iban de a tres y hacían muchas preguntas. El joven pidió permiso para espiarlos el día que regresaran y apuntarles con una radio para comprobar si generaban interferencias electromagnéticas “a fin de identificarlos”. El día señalado, cuando apuntó con la portátil, ésta comenzó a emitir estática.

Años después, cuando Joseph Allen Hynek entrevistó al piloto, éste relató aquella apasionante historia de MIBs. y añadió que los MIBs lo volvieron a interceptar, esta vez para impedir una segunda entrevista con Hynek.

El enigma hubiera seguido intacto si no fuera porque aquel joven ufólogo que creía en los MIB se convirtió en escéptico. El ingeniero Luis Ruiz Noguez, actual editor del blog Marcianitos verdes, confiesa haber sido el responsable de esa “contaminación”. Al tiempo supo que los misteriosos visitantes eran unos ufólogos norteamericanos de la revista Official UFO y Gustavo Quezada, de la Asociación Mexicana Pro Estudio Civilizaciones Extraterrestres. “El ufólogo Antonio Escobedo Cordero era el portador de ese lunar tan peculiar”, recuerda Noguez. Y agrega: “¿Qué sentido tenía que los MIBs le dijeran a Carlos que no podía volver a hablar con Hynek si él ya había contado todo? Hynek iba con un cámara. ¿Le dio un “pánico escénico” o no quiso mentir ante miles de televidentes?”.

2. DOS MIBs OYEN UNA CHARLA DE OVNIS EN BAHÍA

A fines de los 60, en Bahía Blanca estaba activo el legendario grupo CORBE (Comisión Rastreadora de Bases Extraterrestres). Formaban parte del grupo una docena de jóvenes dirigidos por Rene Baravalle, Horacio Alaimo y Daniel Dimieri. Durante una charla en la Biblioteca Rivadavia, Baravalle le susurra a Dimieri: “En la sala hay un par de personajes extraños, parecen hombres de negro”. Dimieri reaccionó con escepticismo.

- Bara, dejate de joder…

- ¡No, boludo, es cierto, me lo dijeron los chicos que acomodaban a la gente!

Según Dimieri, en el salón había unas 200 personas: “Yo estaba detrás del escenario y no pude verlos. Al final de un intenso debate, René me avisa que estos tipos se preparaban para irse. ‘¡Dale, vamos a seguirlos!’, me dice”.

Dimieri, Baravalle y otro integrante del CORBE salieron a dar caza a los supuestos MIB. “Llegamos al umbral del salón y uno de los chicos dice: ‘¡Allá van!’. Salieron por Avenida Colón y corrieron 50 metros hasta la calle Drago. Allí Dimieri los vio. “Eran dos personas que tenían casi la misma estatura y un gabán, pero lógicamente era invierno. Cerca de la medianoche, las prendas parecían oscuras. Estos tipos casi llegaban a la esquina para doblar por Drago, corrimos y bueno… ¿Qué querés que te diga? Sólo había un par de autos estacionados, no había nadie en la cuadra…”

La misteriosa desaparición de los hombres disparó las fantasías del grupo. Dimieri buscó una explicación (que había alguien esperándolos, que entraron en una casa, etc.). Pero su conclusión fue, ante todo, una pregunta. “Si eran Hombres de Negro ¿para qué se iban a molestar en concurrir a una simple charla sobre ovnis? Iban a ver las mismas fotos, los mismos casos, las mismas historias de siempre. ¿Nuestra conferencia valía el riesgo a que fueran descubiertos?”.

La anécdota refleja otro aspecto del folklore MIB. Sus presuntas visitas realzan la importancia de los visitados. “René y el otro compañero estaban empecinados, no había manera de sacarles de la cabeza de que fueron auténticos MIB. Pero en esa época estábamos continuamente hablando de lo mismo que terminábamos sugestionados”.

El CORBE fue un grupo ufológico insignia de los ‘70. Daban dos charlas mensuales, muchas veces traían “investigadores invitados”, los sábados recibían al público en su local de Galerías Galehot, Bahía Blanca, y en la semana iban en grupos de dos o tres a entrevistar a posibles testigos de platos voladores. Sus integrantes dieron notas a medios gráficos, contestaron reportajes y nunca fueron conscientes que fueron un espejo, o un anticipo, de otros varios grupos ufológicos por venir.

3. UN EXTRATERRESTRE LLAMADO PÉREZ.

En la Argentina, un tema que se superpone en el anecdotario de los MIB es UMMO, nombre del planeta originario de unos supuestos E.T. infiltrados en la Tierra. El protagonista de este caso, Luis Anglada Font, fue un piloto militar catalán radicado en la Argentina autor de un libro clásico sobre el tema, La realidad de los OVNI a través de los siglos (Kier, 1979).

Su búsqueda dio un vuelco en 1970, cuando recibió una carta con membrete de la editorial de una persona que lo citó en la Estación del Ferrocarril Mitre, en Retiro. El escritor fue acompañado por su hija Montserrat, quien recordó la escena diez años después ante los ufólogos Martha B. González y Adalberto Ujvari. El señor dijo llamarse Juan López, o Juan Pérez, y manifestó su interés en conocerlo para felicitarlo y saber de dónde había sacado los datos para escribir su libro.

El día del encuentro, el tal Pérez (o López) se acercó al escritor y su hija como si los conociera: “¿Sr. Anglada?”, dijo. “Yo soy el Sr. Pérez, de la editorial”. En un bar de la estación empezó a preguntarle cómo surgió su interés por los ovnis. De pronto dijo: “¿Usted no tiene miedo a ocuparse de esto? Es un tema muy comprometedor, ¿no teme a que tomen represalias contra usted?’”.

Anglada Font retrucó: “¿Represalias de quién? No hago mal a nadie, no digo ninguna mentira, sólo estoy indagando el tema y quiero transmitir lo que sé a los demás”. Pérez contestó: “Sí, sí, pero mire: yo le aconsejaría que no siga. Tiene familia; esposa, una hija, a su madre…”. Según Montserrat el hombre tenía entre 45 y 50 años, llevaba puesto un traje negro y era tan flaco que parecía un cadáver. Era bajito y usaba unas gafas oscuras a modo de visera que nunca se quitó. No fumaba, sólo tomó un vaso con agua y, para alivio general, tenía acento argentino.

¿Por qué lo creyeron un MIB o cosa parecida? Antes de entrar en la confitería, sigue Montserrat, bajó a la calle (es de suponer que en forma imprudente) y un coche casi se lo lleva puesto. “Dio un salto terrible, como si hubiese tenido un ojo atrás. Mi padre le iba a decir: ‘¡Cuidado!’ porque ya tenía el taxi encima. Hizo ¡pim! Y pegó un saltito así, como un conejito”.

En editorial Kier nadie conocía al tal Pérez. Al tiempo, Anglada Font sufrió un ACV. Antes de internarlo, reía como en una crisis epiléptica y repetía: “¡Aioumma, aioumma!”. Cómo nunca recibieron una explicación médica sobre su enfermedad, algunos la relacionaron con la “advertencia” del presunto extraterrestre. José Luis Jordán Peña, a la sazón creador del imaginario Ummo, ha dicho que decidió confesar su autoría del fraude cuando supo del “quejido ummita” de Anglada Font.

El vínculo MIB-Ummo reaparece en el libro Los verdaderos Hombres de Negro (1997), por Fabio Zerpa, quien copia y pega un vieja carta atribuida a Ummo donde “los ummitas” se burlan de las hipótesis sobre la identidad de los ummitas. Zerpa cuenta varias anécdotas protagonizadas por él mismo donde la sospecha sin fundamento, las inferencias basadas en excesos de suspicacia y la lisa y llana paranoia explican, sin necesidad de grandes esfuerzos, el flácido origen de cada historia.

4. UN ARGENTINO CON SPIELBERG

A fines de los setenta, un joven artista argentino que dibujaba para el estudio de animación Hanna Barbera, Nestor Puchetti, creó una historieta inspirada en los MIB. “Estos seres eran interpretados por grandes directores, Francis Ford Coppola y George Lucas, entre otros. Llevaban puestos los clásicos trajes de Hombres de Negro y secuestraban a Steven Spielberg”, evoca Puchetti, treinta años después. La novela gráfica, con bellísimas ilustraciones, quedó inédita.

Cuando en 1997 el director de Encuentros Cercanos produjo el primer episodio del film de la saga Men In Black, quien esto escribe enseguida pensó en el “efecto Puchetti”. Pero el historietista argentino descarta de plano el plagio: la película es una adaptación del comic homónimo de Lowell Cunningham (1990). “El argumento de MIB es insuperable, dice Puchetti, nada que ver con mi historieta.

Es un tema absurdo y cautivante, nunca me lo creí. Pero Spielberg le encontró una veta humorística fabulosa”, opina Puchetti, quien conoció al director de E.T. en el sur de Francia, a dónde viajó desde Barcelona, España, al sólo efecto de conocerlo, entregarle en mano el comic y pedirle por favor a Harrison Ford, que pasaba por ahí, que le tomara una fotografía junto a su ídolo.

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