La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Nuestras FFAA y los perros de mi vecino |
Hace ya tiempo tuve un vecino, algo excéntrico el hombre, que era dueño de una linda propiedad rodeada de un, también hermoso, parque. Le preocupaba mucho la seguridad de su patrimonio y, en una charla que, cerca de por medio, tuvimos sobre el tema que lo obsesionaba, le aconsejé un sistema de sensores con alarma local y aviso en la policía. “Lo pensaré” me -dijo.
Al poco tiempo observé que por el parque se paseaban muy orondos y orgullosos dos perros Doberman con una estampa de guardianes aguerridos y que conocían su oficio. Nuevamente, a través de las rejas adornadas con aromáticos jazmines, tuvimos otra plática. En mi mirada notó que le preguntaría por sus nuevos huéspedes caninos. Adelantándoseme me dice: “Mire vecino, pensé bien lo que usted me recomendó pero, ¿quién me garantiza que cuando suene la alarma a la Comisaría, haya algún agente o móvil disponible o me salgan con qué están de recorrida o dedicados a un operativo más importante?”
“Por lo tanto -siguió diciéndome-opté por estos canes bravos descendientes de los que los alemanes emplearon en la guerra; son bravísimos”. Algo molesto por tanta suficiencia, le contesto: “Sí, pero no se olvide que los teutones, no obstante los perros, perdieron”, y se alejó riéndose.
Al tiempo me entero por comentarios vecinales, que lo perros ya no estaban. ¿Qué había ocurrido? Pues lo que sucedió fue que los canes, cansados de no hacer nada, de puro aburridos, sintiéndose mano de obra inservible, se entretenían haciendo fechorías.
Y sucedió que, entre tantas travesuras, se liquidaron al obeso gato siamés que era el mimado de la dueña de casa, rompieron la jaula del palomar y se almorzaron un montón de lindas palomitas, y de paso, como otro entretenimiento, arrancaron de cuajo varias plantas de finísimas rosas, destrozaron un seto de un exótico jazmín paraguayo, y barrieron con una bordura de tulipanes.
Dominado por la ira, al vecino no se le ocurrió nada mejor que llamar al veterinario y castrar a los dos depredadores… ridícula solución.
El resultado fue que los perros engordaron y no hicieron más ningún estrago y se volvieron tan pacíficos que ya no servían para la vigilancia ni como reproductores. Finalmente el vecino se los regaló a un par de cirujas que pasaron frente a su casa que acosados por el hambre, se los comieron poco tiempo después.
MORALEJA
Las soluciones fáciles que son resultado de la precipitación y la irreflexión, se asemejan al mismo comportamiento desplegado por mi torpe vecino que debió llamar a un instructor de perros y no castrarlos, a fin de cambiar la conducta y la mentalidad de los perros guardianes, porque no sé si el señor lector sabe que los pichichos son muy buenos alumnos, y a veces, aprenden más rápido y mejor que el homo sapiens. Pero esterilizarlos para que sean mansos, no es otra cosa que una crueldad refinada.
Igual que mi obtuso vecino, han procedido todos los gobiernos desde 1983 en adelante, con nuestras Fuerzas Armadas; en lugar de cambiar la actitud y formación del militar argentino, lo desarmaron y lo dejaron, sin profesión, sin objetivos, sin razón de ser, sin una motivación vocacional y apartados como extraños del resto de nuestra sociedad.
Y lo que es peor, dejaron al país desguarnecido y expuesto a cualquier abuso o agresión internacional y sin medios ni capacidad para defender la dignidad y el patrimonio de todos los argentinos.
Al dejarlos sin presupuesto, sin equipamiento, sin hipótesis de conflicto, están como los Doberman, juntando grasa y sin un leitmotiv para seguir siendo guardianes y defensores de la soberanía sobre nuestro territorio nacional y espacio aéreo y marítimo.
Los pasados y actuales dirigentes que tuvieron o tienen que ver con esta situación de indefensión total, deberían recapacitar y pensar en el gran daño que están haciéndonos a todos los que habitamos esta Nación. No pueden, por más resentimientos, justificados o no, que vengan del pasado mediato, cometer esta barbaridad, castrar a los Doberman y dejar la gran casa argentina sin defensa ni seguridad.
Aún hay tiempo para rectificar y subsanar errores. Hay buena pasta en nuestro pueblo para formar y reestructurar unas fuerzas armadas, con nuevos valores éticos y cívicos, con nuevos y verdaderos objetivos nacionales, integrados a la nación y sujetos al poder político. Claro que el poder político también tiene que cambiar algunas facetas para adquirir autoridad moral frente a los uniformados y ser respetados, con una conducta de austeridad y una fanática mística al servicio del bien común.
Es cierto que en distintas circunstancias las FF.AA. desconocieron y no respetaron la Constitución; hechos deplorables que muchos ciudadanos con y sin uniforme hemos repudiado, pero, es indudable que el primer paso docente para revertir esta crónica tendencia sería que la propia clase política diera el ejemplo y respetara la Carta Magna a rajatabla. Este ideal parecerá algo sólo literal, si no apuntamos a lo alto. Si el espíritu de la Constitución no trasciende a la letra, nunca superaremos la mediocridad.
Viendo hace unos días un reportaje al Oficial de la FAA que estuvo en el ataque al Invencible, me dije: “¿Por qué no, por qué no podemos construir un gran país? Con esta clase de argentinos, valientes Leónidas criollos, que miraron a la muerte de igual a igual, casi con desprecio, diciéndole: “no me asustas, mi Patria vale más que la vida”, con estos ejemplares humanos, hasta lo imposible puede ser posible.
CONCLUSIÓN
Con toda honestidad pienso que el gobierno de facto del Proceso comenzó con un erróneo equipamiento y preparación de las FF.AA. Y eso sucedió por inexistencia de una tesis geopolítica. Salvo el proyecto del Misil Cóndor que prometía un desarrollo militar propio (desactivado luego de la derrota de Malvinas por presiones del gobierno de EE.UU.; lo mismo sucedió con el exitoso Rastrojero), las tres armas estaban instruidas y equipadas para conflictos totalmente alejados de la realidad, los cuales posiblemente nunca se darían de la forma planeada en los simulacros y maniobras militares. Resulta obvio que si Videla en lugar de gastar tanto dinero en el Mundial de Fútbol de 1978 hubiera dispuesto una modernización de nuestras FFAA, dotando a la Armada y Fuerza Aérea de los medios aptos para el teatro de operaciones aeronaval del Atlántico Sur, otra muy distinta habría sido la historia.
Pues de esa manera, Gran Bretaña se hubiera sentado a negociar con la Argentina mediante una inteligente acción diplomática. ¿Por qué? Pues sencillamente porque el inglés es un tipo práctico y hábil negociador. Respeta la fuerza y trata de negociar con el que la posee. Además, ya existían desde 1974 aproximaciones no oficiales del Foreign Office con el Palacio San Martín para arribar a un posible entendimiento. Es muy probable que nuestro país hubiera llegado a un arreglo, o por el contrario, tampoco se hubieran acercado con su flota a las Malvinas.
Muchos argentinos podrían preguntarse con qué medios económicos vamos a reequipar y reorganizar al segmento militar. Propongo la siguiente idea: bastaría con aumentarles dos o tres puntos a los cánones y regalías establecidas a las empresas británicas que se están llevando en forma regalada nuestro oro. Si podemos expropiar a Repsol-YPF, también puede hacerse esto, que es más sencillo y menos riesgoso.
En estos momentos tengo en preparación un proyecto que es una propuesta para iniciar una moderna reestructuración de nuestra Defensa Nacional; comenzando por la Tesis Geopolítica Nacional, determinación de los medios, entendiendo por tal, el presupuesto militar, equipamiento, dotación, formación e instrucción, orden de batalla, infraestructura militar y despliegue territorial. En cuanto a la filosofía operacional yo sugeriría unidades sumamente móviles y de gran poder de fuego, organización modular y autosuficiente de las mismas, así como una gran economía en la formación, instrucción y alojamiento del personal, implementando la máxima sistematización del armamento y equipamiento.
En suma, introducir un cambio de las elefantiásicas unidades de combate, por módulos operativos autosuficientes de gran poder y rápida movilidad. Es preferible estar pertrechado de armamento liviano y sofisticado que conservar una obsoleta maquinaria de guerra que sólo sirve para los desfiles.
No sé si alguien de este gobierno o de los que vengan, sabrán escuchar estos consejos. De cualquier forma yo seguiré poniendo lo poco que sé y mi amor por mi Patria sin esperar ningún reconocimiento. Que Dios proteja a nuestra amada Argentina.
Fuente: El Informador Público.