La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
El poder curativo del sonido.
Por Néstor Konrnblum. |
Los seres humanos han empleado el sonido desde los albores de la humanidad para recibir información de su entorno y para comunicarse, así como también para sanar y transformar. Casi todas la culturas antiguas y todas las poblaciones autóctonas creían que el sonido era la fuerza creativa, generatriz, responsable de la creación del universo.
En el Nuevo Testamento podemos leer: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1.1).
El término “Verbo” se refiere claramente al sonido, que es la fuerza divina o fuerza creativa del universo. El vocablo AUM, conocido generalmente como Om en la tradición hindú, se consideraba el sonido impulsor de la formación del universo. Nuestros científicos modernos, en una típica demostración de suficiencia, sugieren la teoría del “Big Bang” que, sin duda alguna sería el sonido más grande con el que podríamos tropezar.
Lo cierto es que nuestra ciencia moderna occidental es la que aporta las evidencias más convincentes en lo referente al poder del sonido sobre la configuración y transformación de la materia; lo que constituye el fundamento de su capacidad curativa. Sabemos con toda certeza, como también lo sabían los antiguos, que todo el universo está formado por átomos.
Cada átomo está formado por un núcleo (neutrones y protones) y un electrón o electrones que giran a gran velocidad alrededor del núcleo. El número de cada una de estas partículas difiere según la naturaleza de la materia. El movimiento de giro de los electrones origina un compás o cadencia que crea una onda; onda que es posible distinguir mediante nuestra percepción humana como forma o materia. Siempre que coexisten cadencia, onda y forma, se produce Sonido. Este conjunto recibe el nombre de la “Ley de los tres”. No es difícil relacionarlo con otros conjuntos o tríos como el de la “Santísima Trinidad”, así como otros grupos de tres divinidades o aspectos que también se da en otras religiones y culturas.
Si comparamos la distancia de los electrones al núcleo de cualquier átomo, descubriremos que resulta proporcional a la de la Tierra al Sol (de aproximadamente 220 millones de km). En otros términos, lo que nuestros sentidos humanos perciben como materia, no es otra cosa que un conjunto de campos electromagnéticos resonantes, estrechamente vinculados e interpenetrados: en resumen una manifestación densa de SONIDO (con mucho espacio intercalado).
Toda la materia es sonido y emite sonido, aunque dichos sonidos se encuentren, en su mayoría, fuera de nuestro limitado sentido físico de la audición. Nuestros cuerpo físicos, por consiguiente, son también campos electromagnéticos resonantes, como también lo son nuestras auras, ambos generados por los átomos que nos configuran.
La ciencia de la cimática demuestra de forma visual el modo en que el sonido configura la materia. La cimática consiste en el estudio del fenómeno de las ondas, y fue “descubierto” (como también se afirma que Colón “descubrió” América), en la década de los 30 por el científico alemán, Dr. Hans Jenny. Sus experimentos demostraron que, si se colocan polvos finos, arena y virutas de acero sobre una lámina de metal y se les aplica una vibración de ondas acústicas, dichas partículas se organizaban formando patrones intrincados.
Las diferentes sustancias se concentran en los senos o depresiones de las ondas acústicas, destacando de ese modo el lugar donde el sonido es más denso. Estos sorprendentes patrones, también conocidos como figuras Chalynadi, configuran, en el caso de los sonidos armoniosos, mandalas geométricos simétricos. En algunos casos no son simétricos, sin embargo resulta fascinante su contemplación.
Nosotros estamos vibrando constantemente. Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio índice (coeficiente) de vibración. Lo mismo ocurre con cada chakra y cada estrato de campo electromagnético, o aura. Estos puntos y campos de energía son de igual importancia para el cuerpo físico, aunque menos densos.
En cierto sentido reflejan el estado del cuerpo físico aunque, lo que es más importante, el cuerpo físico refleja el estado del aura. La ciencia de la cimática prueba más allá de toda duda, que cualquier sonido cercano al organismo humano originará un cambio físico en el interior del organismo y sus campos electromagnéticos. Este cambio puede que solamente sea temporal, pero mientras perdura es posible que provoque ciertos factores muy poderosos y mágicos. Este es el momento de la sanación.
La terapia del sonido se fundamente en este principio de “resonancia en simpatía o solidaria”. El término resonancia se refiere al índice vibratorio de un objeto, y la resonancia solidaria o en simpatía se refiere al hecho de que un objeto vibrante provoca una vibración acompasada en otro; dicho de otro modo, el índice de vibración de un objeto se iguala al índice de vibración de otro objeto.
Así es como actúa la cimática, y a esto se debe también el hecho de que algunas cantantes de ópera sean capaces de romper objetos de cristal con sus voces, o de que el ruido de los vehículos en circulación provoque el traqueteo de sus muebles. Ya hemos demostrado que cada parte del cuerpo y sus campos están vibrando.
Es, pues, lógico que cada parte del cuerpo, se trate de un órgano o de un chakra, tenga una frecuencia (índice de vibración) óptima, sana. Cuando estamos enfermos, se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno. Esta disonancia o enfermedad puede sanarse con sonido y voluntad (intención)‚ devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana.
Al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos, o hacia la persona que desea ser curada, podremos regresar a una vibración óptima, sana.
La mayoría de las enfermedades empiezan en uno de los cuerpos sutiles. Nuestros pensamientos, emociones y programación negativos adoptan una forma densa, a modo de patrones de energía cristalizados en nuestros campos etéricos. Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente, hasta que, en última instancia, se manifiestan como la enfermedad física en el cuerpo, nuestro campo electromagnético más denso. El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones o energías potencialmente dañinas mucho antes de que lleguen al cuerpo físico. Lo cual no es otra cosa que medicina preventiva en su estado más puro.
Los terapeutas del sonido, en cuya categoría incluyo a los chamanes, sangomas, ciertos monjes y todos los que de manera regular emplean el sonido para sentirse mejor, o para ayudar a otros a que se sientan mejor, cuentan con muchos recursos a su disposición.
Los terapeutas del sonido occidentales utilizan una combinación de voz e instrumentos acústicos y sagrados de distintas culturas. Un conocimiento funcional del sonido, intención, intuición y energía provocará cambios poderosos en cada nivel de nuestro ser. Se trata de una terapia holística que actúa en los estratos físico, emocional, mental y espiritual.
Uno de los recursos de sanación por medio del sonido conocidos es la antigua técnica del canto de armónicos. Sus orígenes se sitúan en Asia central, donde ha sido practicado desde hace siglos por chamanes de las razas turkic de Mongolia y Tuva, en Sudáfrica lo practican las mujeres Xhosa y en el Tíbet, donde sólo lo emplean los lamas.
También se ha convertido en una bella forma de expresión musical. Conocido como hoomï o khoomeï en Asia, nqokolo por los Xhosa o canto de armónicos en occidente, se trata de una técnica mediante la cual una sola persona canta dos, tres y hasta cuatro sonidos simultáneos.
Por medio de la intención encauzada y empleando el máximo de resonadores posible dentro del cuerpo y el cráneo, es posible amplificar los armónicos (los tonos parciales que componen la voz) o sobretonos del tono fundamental que se está cantando. Esos armónicos se perciben como tonos por encima del bordón bajo (nota fundamental de la voz) en forma de tonos nítidos similares al sonido de una flauta o al tintineo de las campanas.
El “canto de la voz grave” de los monjes del Tíbet y los mongoles, que pocos occidentales hemos dominado, crea un bordón fundamental secundario, ya sea en la faringe o en las falsas cuerdas vocales, que permite la amplificación de un segundo armónico, configurando un total de cuatro sonidos simultáneos.
No se trata simplemente de una forma de acrobacia vocal. Al emitirlos se configura una onda muy poderosa que actúa en diversos niveles. Los tonos fundamentales o bajos de la voz actúan principalmente sobre el cuerpo físico, mientras que los armónicos, que podríamos denominar el arco iris de la voz, actúan sobre los cuerpos sutiles.
Estos sobretonos, como si de rayos láser se tratara, disuelven y dispersan las cristalizaciones de energía potencialmente dañinas del aura, evitando así que alcancen el cuerpo físico.
Los instrumentos acústicos como el didjeridu, los cuencos cantores tibetanos, gongs, monocordio y tampura, operarán del mismo modo que lo hace la voz, pues todos ellos poseen armónicos audibles. Sin embargo, la voz es mucho más poderosa pues transmite la intencionalidad de un modo más directo de lo que se consigue a través de cualquier instrumento. Los instrumentos e ingenios electrónicos no poseen todo el registro de armónicos y, en consecuencia, tienen un potencial terapéutico muy limitado.
Mediante el empleo regular del sonido combinado con la intención, podemos empezar a vibrar de manera más rápida, a un nivel celular o molecular. Esto recibe el nombre de “subir la frecuencia”. Un índice de vibración más elevado crea mayores espacios entre las células, lo que las hace menos densas, evitando que las energías negativas o ajenas se nos adhieran fácilmente.
El médium norteamericano Edgar Cayce predijo en la década de los 30 que el sonido sería la medicina del futuro. Y el futuro ya está aquí. ¡Levantemos nuestra vibración para ponernos en armonía con las energías de este Nuevo Milenio!
Aspectos importantes a tener en cuenta:
No es necesaria ninguna experiencia musical previa para aprender la técnica de la terapia del sonido o el canto de armónicos.
No es necesario estar enfermo o necesitado de terapia para absorber los enormes beneficios y la transformación que se obtiene mediante el sonido
Algunos de los modos en que el sonido y el canto de armónicos puede ayudar en la sanación:
1) Alivio del estrés y la ansiedad.
2) Mejora de la concentración.
3) Mejora de la creatividad.
4) Mejora de la visión (física, mental y espiritual).
5) Equilibrio de los hemisferios cerebrales.
6) Restablecimiento del equilibrio del sistema endocrino mediante la vibración de la hipófisis o pituitaria.
7) Alivio de la sinusitis y los dolores de cabeza.
8) Estímulo de la actividad de las ondas alfa o meditación profunda.
9) Aumento de la energía por medio de la estimulación del líquido cefalorraquídeo (posiblemente la forma física de la energía kundalini).
10) Equilibrio y limpieza de los chakras y del aura (y los órganos y glándulas correspondientes).
11) Limpieza del entorno.
12) Fácil acceso a la intuición y a la conciencia superiores.
13) La curación de enfermedades graves como los cánceres y tumores puede obtenerse también con la práctica frecuente.
El Canto de Armónicos/ Canto Difónico
Esta técnica consiste en la posibilidad de cantar simultáneamente dos o más notas musicales con nuestra voz. Así como luz blanca atravesando un prisma esta separada en sus propias frecuencias - los colores del arco iris, los armónicos son los colores - el arco iris, de la voz. Estos sonidos puros suenan como flautas por encima de la voz del cantor.
Este tipo de canto tiene como resultado una aplicación extraordinaria en la sanación y la transformación. Los expertos en terapia del sonido afirman que es el más poderoso instrumento de sanación sonora disponible para la humanidad.
Esta técnica tiene sus orígenes en Asia Central, y fue practicada por las razas turquinas: los mongoles y los tuvanos. Ellos utilizan esta forma de canto para resonar con la naturaleza que les rodea, imitando los sonidos de animales, del viento en las montañas nevadas y de varios pájaros.
También, a través de este tipo de canto, comunican con los espíritus de la naturaleza. En Tibet, los monjes utilizan “ el canto de la voz grave” para entonar sus oraciones. Esta técnica de canto de armónicos permite a una persona cantar 3 o 4 sonidos simultáneos, cada sonido armónicamente relacionado con la nota fundamental (es decir la nota base de la voz) y produce una onda sonora muy poderosa que afecta la consciencia en muchas maneras beneficiosas.
En la actualidad, cantantes de Oriente y Occidente emplean estas técnicas para crear sus propias armonías, sin embargo no es preciso tener conocimiento musical. Todos las pueden aprender.
Néstor Kornblum
Nació y se educó en Johannesburgo, Sudáfrica donde tuvo sus primeros contactos con formas alternativas de sanación gracias a sus padres, pioneros en su país en los años 60 en temas de metafísica y de psicología alternativa. Desde temprana edad Néstor ha sentido una conexión con el sonido y la música ya que viene de una familia musical y además fue alumno de la escuela Waldorf.
En 1995 Néstor empezó a investigar y practicar el antiguo arte del canto de armónicos, también llamado canto de sobretonos o canto difónico, prestando particular atención a sus aplicaciones en la terapia y la meditación. Es un profesor con mucha experiencia que ha enseñado las técnicas del canto de armónicos a cientos de personas en España, Reino Unido, Sudáfrica, Francia, Suecia, Italia y Bélgica.
Es una de las pocas personas en Occidente que domina el canto de la "voz grave", empleado por los monjes tibetanos y los cantantes de Tuva (Mongolia). Este canto permite emitir hasta cuatro notas simultáneas con la voz humana, abarcando 5 octavas.
Además de su propia investigación exhaustiva del poder sanador del sonido, Néstor estudió con Jonathan Goldman en Boulder, Colorado (EE. UU), tratando temas relacionados con la elevación de las frecuencias personales y planetarias y reajustes vibracionales.
Néstor también participó en el curso de Fabien Maman quien enseña acupuntura con diapasones aplicados a puntos claves del cuerpo y de la columna vertebral, frecuencias especiales para equilibrar los chakras y el aura y otras técnicas científicamente comprobadas utilizando sonido, color (luz) y movimiento para la sanación. En este curso Néstor estuvo a cargo de la enseñanza del canto de armónicos.
Desde 1996 hasta 1999 Néstor fue alumno de la vidente holandesa, Reina Arendson en su curso de trabajo con energía que incluye equilibrio de los chakras y del aura, sanación y sanación a distancia, lectura de energía y otros temas afines.
En 1998 grabó el primer cassette en lengua castellana de instrucciones para el canto de armónicos. Este explica de manera clara y directa la técnica del canto a través de un formato participativo.
Néstor ofrece cursos regulares (en inglés y castellano) de sanación con sonido, canto de armónicos y el sonido como herramienta para la transformación personal y planetaria. La mayoría de estos cursos se llevan a cabo en "La Cúpula", una estructura especialmente diseñada para amplificar los tonos sutiles de la voz y de los instrumentos acústicos, situada al lado de su casa en la Costa Blanca.
Ha dado varias entrevistas televisivas como experto en Terapia de Sonido. También recibió invitación del departamento de Musicoterapia de la UNED en Madrid para grabar un programa sobre el canto de armónicos que fue emitido por la TVE2.
En 1999 grabó su primer CD, "Encuentros Armónicos" junto con su mujer, Michêle Averard y con Patricia Almeyda. Es una exploración única del sonido sagrado y sanador que incluye canto de armónicos, canto de "la voz grave" así como instrumentos étnicos y sagrados. Su segunda grabación, el CD doble "La Octava Armónica" está utilizado por terapeutas en 8 países como herramienta musical/vibratoria de sanación.
Néstor toca varios instrumentos, entre ellos el didgeridoo (de los aborígenes australianos), el arpa de boca, flauta armónica, monocordio, tanpura, cuencos tibetanos...
Actualmente es Co-Director de la Asociación de Terapia del Sonido y Estudios Armónicos, con sede en Carrer del Mig 1, Alcalalí, Alicante, España.
Fuente: www.harmonicsounds.com
Fabien Maman.
Músico y bioenergético francés, con la ayuda de la bióloga Helene Grimaud descubrió que las células de la sangre sometidas a determinadas frecuencias sonoras alteraban su color y su forma según la frecuencia (nota) empleada. Aplicando determinadas frecuencias, diferentes para cada individuo, sobre células cancerígenas éstas tendían a desintegrarse.
En su libro The Role of Music in the twenty-first century, Maman incluye fotografías fascinantes que ilustran gráficamente las reacciones de las células. El propio Maman dice: "Este hallazgo pone de manifiesto que la vibración del sonido desempeña un papel determinante en la transformación de la estructura celular, ya que actúa directamente en el ámbito más sutil del organismo humano."
Basándose en estos descubrimientos, Maman experimentó con dos pacientes de cáncer de mama que usaron el sonido de su propia voz tres horas y media al día durante un mes seguido. A una de ellas el tumor le desapareció. La otra se sometió a una operación para extirparlo, y cuando abrieron se dieron cuenta "de que se había reducido y que estaba completamente seco".
La paciente se recuperó del todo después de la operación. No cabe duda de que en el experimento de Maman la intención de las pacientes, involucradas en su propio proceso de curación, dio conciencia y por lo tanto un mayor poder a las frecuencias emitidas por su propia voz.
Actualmente la medicina convencional utiliza los ultrasonidos como una importante herramienta terapéutica y de diagnóstico. Poco a poco se está produciendo una unión entre la sabiduría antigua y los modernos descubrimientos de la ciencia.
El Dr. Gaynor señala que "el sonido influye en el proceso de curación de varias maneras: altera las funciones celulares mediante efectos energéticos; hace que los sistemas biológicos funcionen con más homeostasis; calma la mente y con ello el cuerpo; y tiene efectos emocionales que influyen en los neurotransmisores y los neuropéptidos, que a su vez ayudarán a regular el sistema inmunitario, el sanador que llevamos dentro".
La música puede sanar células enfermas. Entrevista a Fabien Maman, Músico e acupuntor. Por Ima Sanchís
Tengo 63 años. Nací en Niza y vivo en la ciudad universitaria más avanzada de EE. UU., Butler. Estoy casado y tengo un hijo de 3 años. Soy músico profesional y licenciado en acupuntura. La izquierda y la derecha son la misma mafia. Creo en la energía y en la inteligencia cósmica. He dado un curso en el Cosmobiotical Institute.
-Usted tenía un quinteto...
-¡Qué época! Actuamos en el Carnegie Hall, la Filarmónica de Berlín, el Olympia de París, la Ópera de Tokio... Fue precisamente por un incidente en Japón como descubrí la acupuntura.
-¿Qué pasó?
-El avión llegó con mucho retraso, faltaban pocas horas para salir a escena y todos los músicos estaban agotados. Se me ocurrió buscar un acupuntor para que nos tratara.
-¿Y?
-Me cambió la vida. En 20 minutos estábamos todos en forma e hicimos un concierto extraordinario, así que decidí aprender acupuntura para tratar a mis músicos. Creía que con un cursillo de un mes el tema estaba listo, pero invertí media vida.
-Es estupendo entusiasmarse.
-Lo es. Yo me entusiasmé tanto que tras siete años de estudio con Boris de Bardo, fundador del College of Naturopathy and Acupunture, y una vez licenciado en acupuntura, en 1978, me fui a seguir estudiando con Sensei Nakazono, el maestro que dio a conocer en Occidente la ciencia del sonido puro. Diez años más tarde fundé la Academia del Sonido, Color y Movimiento.
-¿Qué enseña?
-Enseño e investigo el poder de la música en el cuerpo. El diapasón es una herramienta muy efectiva en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
-¿Cómo actúa?
-Los diapasones actúan como las agujas de acupuntura. A través del punto de acupuntura las vibraciones llegan por el meridiano hasta el órgano, igual que la aguja, pero más rápido y con mucha más potencia.
-¿Cuáles han sido sus investigaciones?
-Aparte de 20 años de experiencia con pacientes, he realizado un trabajo de investigación con Hélène Grimal, bióloga del centro de investigación de la Universidad de Jussieu de París. Durante un año estuvimos estudiando el efecto del sonido en las células humanas. Hemos fotografiado los cambios celulares que se producen bajo la influencia del sonido, de todas las notas, formas musicales e instrumentos. Fíjese en esto.
-¿Qué es?
-Una serie de fotografías de células cancerígenas, las que afectan a la matriz. Al ser sometidas a disonancias se destruyen.
-¿Todo es una cuestión de energía?
-Sí, la vibración sonora crea un campo de energía. Pero no es algo nuevo o extraño. Los teléfonos móviles funcionan a base de campos de energía. Esos campos se crean a través de los satélites. En Francia mi teléfono funciona, pero cuando voy a Estados Unidos no lo hace a no ser que cambie de campo de energía, es decir, de satélite. Esos campos de energía son invisibles, son lo que llamamos la energía etérica.
-Entonces, ¿la música nos transforma?
-Sí, la vibración de la música entra dentro de ti y te transforma igual que lo hace el Sol. De hecho, la distancia entre la Tierra y cualquier planeta de esta u otra galaxia se mide en distancias armónicas.
-¿...?
-La distancia armónica se obtiene con un radar que capta la vibración sonora entre, por ejemplo, la Tierra y la Luna. Cuando hacemos música con instrumentos acústicos esta energía viva produce armónicos y esos armónicos comunican con todas las frecuencias y todo el universo.
-¿Los armónicos afectan a nuestra vida cotidiana?
-Influyen sobre la materia, los vegetales, animales y minerales: sobre todo lo vivo. Con un microscopio es fácilmente visible: según la vibración que emites, las células cambian de forma y de color.
-¿Mejor cuidar lo que escuchas?
-Si escuchamos la música adecuada en el tono adecuado a las estaciones nos sentimos mucho más saludables psíquica y físicamente. Ahora, en primavera, le recomiendo la tonalidad de la; por ejemplo, el concierto de Mozart en La Mayor. En verano, do -Concierto para piano y orquesta en do de Beethoven-. Para otoño, sol; y para invierno, re.
-¿Y los instrumentos?
-En primavera, flauta de madera; en verano, cuerda; en otoño, metálicos... Si escucha el timbre adecuado y la tonalidad correcta en cada estación, verá como su vida se armoniza y tiene más energía. Cada instrumento conecta con un órgano del cuerpo.
-¿Qué efecto tienen los tambores?
-Están vinculados con los riñones, los refuerzan. Las cuerdas, violines y guitarras fortalecen el corazón. Todo lo que es metálico estimula los pulmones. Las flautas de madera son buenas para el hígado. Le propongo un sencillo experimento.
-Usted dirá.
-Vaya a un concierto, cierre los ojos y observe por ejemplo dónde siente los tambores, verá claramente que los siente en los riñones. Cuando oiga el chelo percibirá como el corazón se armoniza, y cuando oiga instrumentos metálicos o de viento observará que sus pulmones se ensanchan.
-¿Y cuál es el efecto de la música enlatada?
-Pierde el 50% de los armónicos, que son los que penetran y los que curan. Escuche música en vivo, cuanta más mejor, porque nutre. Y si escucha música en casa, evite los instrumentos eléctricos y los sintetizadores.
-¿Hay música poco saludable?
-La música electrónica o demasiado alta desorganiza el campo energético. Fíjese que los adolescentes cuando salen de las discotecas están pálidos y algo desorientados. Su campo magnético permanecerá alterado durante varias horas.