La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
El mito de la recuperación económica. Por Cosme Beccar Varela. |
Se dice y se repite que la Argentina está en franca recuperación económica. Hay mucha gente que se lo cree, aunque su bolsillo le diga lo contrario. Así es de fuerte el poder hipnótico de los medios masivos de comunicación al servicio del gobierno. Sin embargo la afirmación es falsa. No hay recuperación ni la puede haber mientras no se respete la justicia, ni haya seguridad, ni funcionen las instituciones, ni se cumpla la Constitución, ni haya seriedad en el gobierno.
Que haya superávit fiscal no es de extrañar si se considera que el país padece uno de los sistemas impositivos más pesados de la tierra y el Estado ha repudiado su deuda. Si no se paga lo que se debe lo lógico es que sobre plata.
Si al menos ese superávit ilícito se usara para invertir de un modo útil a fin de mejorar la infraestructura y los servicios públicos, pudiera suceder que mejoraran los negocios. Sin embargo, no es el caso. El superávit se usa para sobornar electores (es el fenómeno mal llamado “clientelista”), mantener una fuerza de choque piquetera y llenar los bolsillos de los funcionarios deshonestos (que son legión).
Es claro que un país rico habitado por un pueblo trabajador y pacífico, como es la Argentina, no puede dejar de tener un cierto bienestar razonablemente generalizado en algunos sectores de la población. Tendría que ocurrir una hecatombe gigantesca para que eso dejara de ser así.
Pero sólo padecemos el flagelo de la “dirigencia” corrupta e inepta en el poder, que es un horrible mal, pero que por su misma codicia se ocupa más en enriquecerse que en dañar efectivamente al país. O sea, roba y corrompe, pero de alguna manera “deja vivir”. Y el sufrido pueblo argentino se ha acostumbrado a no pedir más de eso para trabajar como puede y así lograr un cierto bienestar.
Eso incluye convivir con una masa enorme de pobres y aún de gente que vive en la miseria, pero eso no altera al egoísmo nacional y menos aún al de los empresarios que les va bien (que los hay). Esos empresarios, más la pléyade de funcionarios ladrones, más algunos extranjeros ricos que, con toda razón, aprecian las calidades de nuestro país, más los empresarios de entretenimientos ilícitos (drogas, prostitución, pornografía, etc.) originan un “mini-boom” en el mercado de cosas y casas lujosas. Ese movimiento, acotado pero reluciente, más el mencionado superávit fiscal, es capaz de “llenar el ojo” de algunos economistas de miras cortas.
Esa convivencia con la anormalidad ha terminado por ser considerada normal y a eso le llaman “recuperación económica”.
Pero en estos días hemos tenido un saludable recordatorio de que esa supuesta recuperación es una farsa. Kirchner acaba de rechazar en Nueva York el razonable pedido del Presidente de Italia, Romano Prodi, de que se le pague a los acreedores italianos del Estado argentino que no aceptaron la vergonzosa extorsión cometida en Dubai hace dos años cuando se les impuso a los tenedores de títulos argentinos una quita del 75% bajo la amenaza de que si no aceptaban no cobrarían ni siquiera el 25% restante. Hubo aceptaciones por 100 mil millones pero otros acreedores por 20 millones se negaron, entre ellos 400.000 ahorristas italianos.
Esa extorsión la cometieron Kirchner y Lavagna, con el aplauso de toda la cohorte adulatoria de los deshonestos que integran el gobierno, el mundo empresarial y el periodístico.
Para completar el cuadro de la vergüenza, a los acreedores renuentes no se les pagó ni un centavo y con petulancia de matones agregan los ocupantes del gobierno, que no les pagarán nunca porque “es un tema terminado”. Así dijo el “rockero” que funge de Jefe de Gabinete después de la entrevista Prodi-Kirchner (”Clarín”, 20/9/2006, pag. 6).
¿Alguien que no sea un adulón de Kirchner y esté en su sano juicio puede decir seriamente que cabe esperar nuevas inversiones extranjeras en un país con tales antecedentes?
Se acerca el momento en que la sinceridad inexorable de las cosas materiales dará un nuevo desmentido a las mentiras oficialistas: las usinas no darán abasto para proveer electricidad al país. Si no dan, no dan, por más que Kirchner se haga el enojado y por más que el Secretario de Precios, Guillermo Moreno amenace a los generadores.
Además, parece que se le acaba la buena suerte al gobierno que se benefició durante dos años con grandes cosechas. Ahora hay sequía y como la lluvia tampoco obedece a los gritos del mediocre artista presidencial es muy posible que la cosecha sea menor.
Entretanto se sabe que la desocupación sigue alta y que no es mayor porque hay 5 millones de trabajadores “en negro” (casi el 50% de la gente con capacidad laboral). Y la miseria sigue siendo compañera cotidiana de varios millones de argentinos.
No soy economista pero creo que eso es una ventaja porque permite saber qué pasa realmente. Los economistas se ciegan con los números y vaya a saber uno cómo se preparan esos números. Por lo pronto, los del INDEC es sabido que se hacen a órdenes del gobierno y a su medida.
Creo que mientras no haya una Autoridad nacional confiable que cumpla la Constitución, lo cual implica que la “dirigencia” corrupta e inepta haya desaparecido de la escena (al menos de la escena no carcelaria), no habrá recuperación que merezca el nombre de tal, es decir, que implique realmente el bienestar general.
Fuente: La botella al mar