La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

El misterio de los relojes que se adelantan solos.

En los últimos días son muchos en Sicilia los que han llegado más puntuales que nunca al trabajo o a la escuela. Misteriosamente, miles de relojes digitales se adelantan solos unos 15 minutos diariamente y no se sabe por qué. Desde el reloj del celular, el de la computadora o el del microondas hasta los relojes de los edificios públicos y las plazas se han vuelto locos. Los relojeros de Catania y otras localidades tienen más visitas que nunca, pero no encuentran la solución.

La superpuntualidad es un efecto menor, pero se han producido otras consecuencias ya que este raro e inexplicable fenómeno afecta, por ejemplo, a los sistemas electrónicos de las cajas fuertes de los bancos. El boca a boca y las redes sociales pusieron de manifiesto que no era un problema aislado.

¿Culpa del volcán Etna?

Los expertos en informática de la compañía ST Microelectronics, Andrea De Luca y Francesco Nicosia, preguntaron por Facebook si alguien había notado problemas en el reloj. Como apunta el diario italiano Corriere della Sera, las confirmaciones llegaron inmediatamente y “en masa”. “A mi me pasó con el horno microondas… y ha vuelto a suceder”, escribió Melina. “A mi con la radio”, decía E. Angelo. “Yo pensaba que había resuelto el problema y me ha vuelto a pasar”, apuntaba Giulia.

Especialistas de la cátedra de electrotecnia de la Universidad de Catania están investigando el misterio. La primera hipótesis que se maneja es que los bruscos cambios electromagnéticos causados por el volcán Etna, que entró en erupción el 12 mayo, son los causantes de los trastornos. También se baraja que sea una consecuencia de los trabajos en el cable de suministro eléctrico submarino entre Calabria y Sicilia, como apuntó un experto a la televisión local Telecolor.

La frecuencia de la red eléctrica

Algunas teorías señalan que todo es un problema de los cambios de frecuencia en la red eléctrica. El experto Emanuele Dilettoso, del Departamento de Energía Eléctrica del Ateneo de Catania apuntó que “la causa podrían ser los flujos de energía eléctrica no autorregulados cuyas variaciones de frecuencia no se compensan adecuadamente”.

El diario Il Messagero explica que la red eléctrica italiana es de una frecuencia de 50 Hz, mientras que en otros lugares como por ejemplo Estados Unidos esa frecuencia es de 40 Hz. El periódico sugiere que “con toda probabilidad un cambio en la red eléctrica debido a un fallo de funcionamiento ha modificado ligeramente la precisión de los relojes”, ya que el aparato conectado no es adecuado para esa frecuencia de red. En todo caso, y mientras se resuelve el misterio, son muchos los que han vuelto a fiarse sólo del reloj analógico, el de siempre.

Fuente: Mystery Planet.


Bienvenidos a la isla donde el tiempo vuela. Por Alejandro Agostinelli.

Un aparente desarreglo del tiempo, esa eterna fuente de misterios, hizo una apuesta fuerte en la localidad de Catania, Italia, y volvió a jugar con la imaginación humana.

Desde hace tres semanas, los sicilianos se han sentido dentro de un vórtex del espacio-tiempo: como si hubiesen sido poseídos por un mágico torbellino invisible, los números de las pantallas de sus relojes digitales, telefonía móvil, computadores y hornos de microondas aceleraron sin que nadie, hasta hace poco, acertara a dar una explicación satisfactoria. Todos los días, los relojes digitales dieron un salto de entre 15 minutos y 20 minutos y nadie, durante largo tiempo, supo por qué. Ya empezaron a aparecer respuestas. Pero si alguien cree que en el sur de Sicilia no reinó un clima de histeria colectiva es porque la región se ha acostumbrado a enigmas extraordinarios.

Por lo pronto, el fenómeno hizo vivir con crudeza su realidad. Tanto es así que miles de italianos, cuyos relojes se habían adelantado solos, llegaron más temprano que nunca a trabajos; y los relojeros, que por una vez podrían haber hecho diferencia, quedaron desolados ante un problema que no pudieron solucionar. También hubo quejas. El síndrome de los relojes apurados afectó a los bancos. Las cajas fuertes entretuvieron al personal de vigilancia, cuando no entraron en pánico al creer que ciberasaltantes controlaban los sistemas de alarma electrónica.

Las redes sociales, el nuevo boca a boca, conectaron cada experiencia en una misma problemática y la región supo enseguida que el fenómeno era masivo. Curiosamente, los viejos y nobles relojes analógicos zafaron de la peste electrónica.

Los primeros expertos analizaron la tenebrosa amenaza eléctrica por medio de la fuente más falible de todas, pero sin duda la más a mano para darse una idea: los testimonios de los usuarios de Facebook, los oyentes que llamaban a programas radiales y los noticieros televisivos. El público llamó la atención y puso el fuelle sobre el misterio. Como entre las tecnologías afectadas había hornos a microondas, radios y celulares, eso llevó a algunos a pensar en un curioso mal de origen electromagnético. Así, la cátedra de electrotecnia de la Universidad de Catania atribuyó el trastorno a las "emisiones electromagnéticas del volcán Etna", que entró en erupción el 12 mayo. La hipótesis, formulada vagamente, alimentó el clásico espiral de pánico social.

Pero esta vez era la aceleración del tiempo —y no la aparición de ovnis, ganado mutilado o animales furtivos en la oscuridad— el factor causante de la histeria. Se habló tan rápido de tormentas solares, operaciones militares clandestinas en la vecina Libia como de ataques psicotrónicos estilo "Fringe", la serie de J.J. Abrams cuyas reverberaciones dieron un susto el día que el suelo de Guatemala comenzó a tragar gente y edificios.

Al cabo de los días, la incógnita entró en tiempo de descuento. Y las fábulas paracientíficas, los síndromes psíquicos y las ficciones políticas parecen haber llegado su fin. La primera campanada la dieron dos expertos en informática, Andrea De Luca y Francesco Nicosia, empleados en la Empresa Multinacional de Semiconductores STMicroelectronics. Ellos comenzaron a sospechar que el origen de todo estaba en los aumentos extemporáneos de energía eléctrica debido a tareas de mantenimiento del cableado submarino que une Sicilia con el continente.

Luego llegaron las primeras confirmaciones. Para realizar este trabajo, Catania fue desconectada de la red de suministro eléctrico nacional, siendo abastecida mediante sistemas de energía hidroeléctrica, que son estables, y fuentes renovables, como las fotovoltaicas, que lo son menos. "Esta inconstancia puede generar cambios pequeños de frecuencia", explicó Emanuele Dilettoso, experto del Departamento de Energía Eléctrica de la Universidad de Catania.

En sencillo, Sicilia produce más energía de la que consume y esto no supuso un problema de abastecimiento, aunque sí una desestabilización de las frecuencias de la corriente alterna. La red eléctrica en Catania osciló entre 50 y 50,13 Herz, una diferencia suficiente para acelerar el temporizador de los electrodomésticos. "Con toda probabilidad —continuó Dilettoso— un fallo ha modificado ligeramente la precisión de los relojes", cuando el aparato conectado no se adecua a esa frecuencia.

"El fenómeno no es nuevo —expuso por su parte Rosario Lanzafame, profesor de Maquinaria y Sistemas de Alimentación en la Universidad de Catania. "Pero (el fenómeno) se ha observado y generalizado debido a la red social y las estaciones privadas de televisión, que magnificaron el incidente. Pero esto no es un misterio. Era un problema de aislamiento de la red, que ya está resuelto y no es grave", concluyó.

Los miembros locales del Comité Italiano para el Control de las Afirmaciones Paranormales (CICAP) han comparado este "raudo misterio nacional" con el sucedido en febrero de 2004 en el vecino pueblo de Caronia, provincia de Messina, donde varios pobladores denunciaron que televisores y heladeras eléctricas "se incendiaron espontáneamente". Se tejieron miles de conjeturas, desde los complots ufológico-militares, alentadas por Roberto Pinotti, presidente del Centro Ufológico Nacional, hasta edificios poseídos por fuerzas satánicas, interpretación a cargo del famoso padre exorcista Gabriele Amorth.

Por esta razón, los investigadores del CICAP se hacen pocas ilusiones cada vez que intervienen grupos de Protección Civil. En 2004, el coordinador local, Francesco Mantegna Venerando, convocó a cuatro docentes universitarios, un número no precisado de investigadores y la participación de un Ministerio, dos armas del Ejército, organizó una imponente (y costosa) vigilia de reconocimiento por aire, tierra y mar. "Todo lo cual —escribe el especialista Marco Morocutti— llevó a desplegar nada menos que once campañas de relevamiento y medición. ¿Para descubrir qué? Por el momento nadie sabe nada".

En aquella ocasión también se postuló la posibilidad de que el fenómeno se debiera a "radiaciones magnéticas" del Etna. Una hipótesis que en su día fue excluida por Joseph Mastrolorenzi, vulcanólogo del Observatorio del Vesubio. Rechazó la idea a falta de antecedentes de cosa similar y porque nadie ha provisto evidencias de que los incendios se relacionaran con fenómenos geológicos. Más bien lo contrario. El único trozo de material quemado fue analizado por el propio Morocutti. El investigador del CICAP concluyó que "ninguno de los equipos eléctricos ardió a causa de corrientes eléctricas". Sólo notó partes quemadas en el exterior "como si le hubieran aplicado una llama", una observación que clavó los frenos de aterrizaje de emergencia al misterio.

Las más alocadas percepciones del tiempo son como nuestros sueños, una aleación dócil de malear. Desde los viajes de Herbert Wells en la máquina del tiempo, los saltos cuánticos de series como "Fringe" o "Lost", que han abordado el tema desde la imaginación más radical, no hay que esforzarse demasiado para que algunos crean que las modernas distorsiones temporales son posibles.

Con todo, las exploraciones en el tiempo parecían tener más futuro en 1964, cuando el padre benedictino Pellegrino Ernetti anunció la invención del Cronovisor, un artilugio para fotografiar el pasado, diseñado en los años 50 por el Vaticano y que inspiró al escritor español Javier Sierra para encontrar el personaje capaz de cerrar su novela fantástica, La dama Azul.

Tal vez, lo más fascinante de estos acontecimientos es que, cuando encarnan en este tinglado de cosas que se ven y se tocan, inspiran ideas que superan la ficción más afiebrada. Más estremecedor aún: las vuelve verosímiles, aunque no tengan ni medio gramo de conexión con la realidad.

Nota: Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4

Fuente: Ciencia Bruja.


El maldito Cronovisor. Por Alejandro Agostinelli.

Hasta hace pocos días, en la isla de Sicilia, Italia, el tiempo voló. Los relojes comenzaron a adelantar entre 15 y 20 minutos y se desató un clima de histeria social sin precedentes, teniendo en cuenta que la aceleración del tiempo –en rigor, un desarreglo de las tecnologías que lo miden– no forma parte de la agenda del misterio. Las chifladuras cronológicas son cosas, más bien, de la ciencia ficción. Lejos de platillos volantes, lobizones o pánicos morales como fuerzas satánicas o sectas maquiavélicas, el aparente desajuste espacio-temporal acabó constituyéndose en un desvío a la reflexión estandard en torno a los enigmas populares.

Quiero decir: al margen de la ilusión de los pobres relojeros convencidos de que 2011 iba a ser el año en que salvaron al mundo, o de los ingenieros eléctricos que se devanaron los sesos en dar la explicación física del fenómeno, en el camino quedaron usuarios abrumados ante la mera posibilidad de creer que estaban ante una genuina anomalía del tiempo.

El asunto mostró otros flancos de ataque. Es que estos fenómenos renuevan las oportunidades de los “intérpretes”, siempre listos para asediar la realidad, modelar nuevas aventuras mentales dentro de sus respectivas áreas, estén dentro del campo de la ficción literaria, la fantasmagoría espiritista o la divulgación científica de cabotaje. En mi caso –porque estoy entre esos oportunistas–, cuando anteanoche escribí un poco contra el reloj el post sobre La isla donde el tiempo vuela, no dejé de pensar, todo el tiempo, en el Cronovisor.

¿Nunca oíste hablar del Cronovisor? ¿En serio? Ah, no: eso se tiene que remediar. Es, según el padre benedictino Pellegrino Ernetti (), una máquina desarrollada por él mismo en el Vaticano, en los años cincuenta, que sirve para tomar fotografías del pasado. Dicho con franqueza brutal, este artefacto seguramente nunca existió más allá de las declaraciones de un sacerdote italiano aficionado a los exorcismos, el espiritismo psicotrónico y a tareas en colaboración con Agostino Gemelli (), el polémico padre franciscano, psicólogo y fundador de la Universidad Católica de Milán.

Pero el relato de su invento, o el relato inventado, trascendió a su época y mantuvo el misterio latente por razones que ahora me resulta imposible desarrollar. Tal vez, solo tal vez, la superchería de Ernetti creció gracias a su silencio atronador, ya que nunca más –después de una memorable entrevista que dio a La Domenica del Corriere– volvió a abordar el asunto con la misma locuacidad. (No es nuevo: el fabulador que confunde pistas y silencia para no ser pescado con el culo al aire, al mismo tiempo deja correr la idea de que, si habla, es hombre muerto; su mérito, en todo caso, es no dar alternativas a la posteridad, es un héroe o un impostor).

En mis años de hojear revistas paracientíficas sin duda tuve muchas oportunidades de quedar expuesto ante el misterioso Cronovisor. Pero recién conocí sus pormenores cuando leí La dama azul, la atrapante novela de mi amigo Javier Sierra, mitad basada en hechos reales, aunque improbables, y mitad en su propia imaginación. Qué rara debe ser la historia de Ernetti que, al leer la novela, creí que el personaje inspirado en benedictino correspondía a la parte novelada.

La novela de Javier Sierra es fascinante y se la quiero agradecer. No solo por haber desenterrado aquella historia, con la que cierra su novela, sino porque fue capaz de sorprenderme. De paso, pido disculpas por mi propia falta de originalidad: mi nota también termina con el desconcertante misterio del Cronovisor.

Para que se me entienda, no traigo a cuento a la fabulosa máquina de Ernetti porque estoy dispuesto a dar al asunto más crédito que el que le corresponde. El motivo es otro, y voy a tener que explicar un truco: cuando contamos una historia –con la finalidad que sea– deseamos dejar grabada una pequeña huella en el lector. Y hacer pensar. No sé qué sucederá en tu caso, pero –a despecho de las explicaciones científicas– las fantasías realistas siempre son más impactantes que las ficciones descaradas. Y algo de eso sucede con el maldito Cronovisor.

Esotérico