La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Ataque a los cuarteles de La Tablada II.

Por Nuestra Historia 70.

Caracterización del ataque. 

El ataque a los cuarteles de La Tablada no fue un acto espontáneo de un núcleo de trasnochados terroristas, ni jóvenes idealistas defensores de la democracia; sino un largo y cuidadoso plan aplicando las “nuevas formas de lucha revolucionaria”. Por ello desarrollaron dos acciones de agitación previas al ataque armado (inéditas hasta entonces):

El ataque pensaba terminar en una “gran pueblada” con el ingreso de “gente del pueblo” dentro del cuartel asaltado. Como instigaba Néstor Vicente (contacto de Gorriarán en la Democracia Cristiana) en la revista Criterio Nº 67  “[…] el único ejército leal es el pueblo […]”

Ese ataque fue un intento desesperado de inculpar a las FFAA de actividades antidemocráticas para justificar su disolución y para ello se empeñaron las principales fuerzas entrenadas en el extranjero de terroristas (marxistas leninistas) existentes contra una unidad del Ejército Argentino, en un combate cuya duración fue de la más larga de la historia argentina.

Las denuncias públicas. El gran engaño. 

La base de la motivación para provocar la movilización popular fue un presunto “golpe militar” que nunca existió. Más aún, fue el Ejército con la colaboración policial el que defendió la institucionalidad vigente. La democracia como tal nunca estuvo comprometida. El engaño a la ciudadanía consistió en una serie de denuncias que afectaban el orden público para  crear un clima de dudas sobre la subordinación de las FFAA al poder político.   

No puede dejar de citarse  como precedente, dada la similitud de metodología empleada en el sentido de crear un clima de rechazo a operaciones antidemocráticas y consecuente apoyo al gobierno de turno, el dictado por Alfonsín del decreto 2049/85 (21 de octubre de 1985) por el cual Poder Ejecutivo dispuso la detención de 12 personas (6 militares, 3 políticos y 3 periodistas) sin declaración previa del “Estado de sitio” que resultó una farsa, teniendo luego que indemnizar a los detenidos. 

Esto ocurría poco antes de una fecha electoral muy importante para el radicalismo: las elecciones para la renovación parcial de la Cámara de Diputados nacionales y de las legislaturas provinciales, que estaban previstas el 3 de noviembre. 

El fundamento de este inconstitucional decreto hacía referencia a la serie de atentados o amenazas de atentados con bombas que afectaron sedes de comités políticos (principalmente UCR) y a escuelas. En este último caso no pasó inadvertido para los periodistas que los primeros jóvenes que llegaban a las escuelas para “colaborar con las evacuaciones “una vez lanzada la alarma, fueran militantes de la Junta Coordinadora Radical (Bravo Herrera:”La Guerrilla  de Papel”, página 60). 

Menos de un año después la Jueza Berraz de Vidal dictó el sobreseimiento a la totalidad de los acusados por un complot que nunca existió. Ningún atentado fue esclarecido (Revista SOMOS del 25/6/86). 

No obstante, el efecto momentáneo operado sobre una sociedad sensibilizada ante cualquier ataque a la democracia tapó una mentira que recién se fue aclarando con el tiempo.

Sucesión de denuncias para preparar la psiquis de la población. 

El 7 de diciembre de 1988 el diario “Página 12” publicaba en exclusiva una extensa solicitada del “Movimiento Todos por la Patria” (MTP) suscripta por los miembros se su Dirección Nacional (Enrique Gorriarán Merlo, Fray Antonio Puigjané, Jorge Baños, Carlos Burgos, Roberto Felicetti y Francisco Provenzano, todos implicados o ejecutores del posterior ataque al regimiento de La Tablada), que coincidía en lineamientos generales con la prédica sostenida desde meses atrás por el terrorista y “periodista estrella” de Página 12 Horacio Verbitsky, en cuanto señalaba a los militares como dispuestos a avasallar la democracia en un claro intento – decía – para desprestigiarla y luego destruirla. 

El 19 de diciembre de 1988 el MTP denunció ante el juez federal Alberto Piotti un supuesto “golpe institucional” para reemplazar al presidente Alfonsín que involucraba al vicepresidente, Dr. Víctor Martínez, con participación en el mismo de militares  “carapintadas” lo que nunca pudo ser acreditado, razón por la cual el expediente fue archivado [1]. 

El 12 de enero, días antes del intento de copamiento de los cuarteles de La Tabalada, el abogado Jorge Baños, apareció acompañado de Fray Antonio Puijané, Francisco Provenzano y Roberto Felicetti, denunciando pública y penalmente que Carlos Menem, Lorenzo Miguel y el coronel Seineldín se habían reunido en el domicilio del escribano Flavio Adriano Ferrari para promover el alejamiento anticipado del presidente Raúl Alfonsín.  

Durante varios días consecutivos esta falsa denuncia fue estimulada en diversos medios de comunicación social como menciones en la TV abierta, radios, las revistas “Entre Todos”, “El Porteño”, “El Ciudadano” y el diario “Página 12” con un especial artículo de Verbitsky al respecto. Recibida esta acusación por el juez Martín Irurzún, éste recién la desestimó 4 días después del ataque del MTP a los cuarteles de La Tablada.  

El 26 de enero de ese año, a sólo tres días del fallido intento de copamiento y refiriéndose al mismo, el doctor Carlos Menem dejó clara la intencionalidad revolucionaria de la propaganda previa montada, al declarar: “[…] que existía una clara conexión entre la denuncia que hizo el MTP, con el intento de copamiento de la Tablada, ésta no es una relación casual sino causal […]” “ en la campaña de desprestigio en mi contra se encuentran los semanarios “El Porteño” y “El Ciudadano”, además hay algunos periodistas de “Página 12” involucrados en los hechos….”

La conformación de los núcleos de agitación la “resistencia civil”:  

Pocos días antes de la asonada criminal, el 4 de enero, Página 12 publicó una columna firmada por Pablo Bergel titulada “Zafarrancho Civil”, en donde publicaba una práctica “cartilla de resistencia civil”, la que entre otras recomendaciones indicaba las siguientes acciones:

Esas cartillas, ya impresas, fueron distribuidas en los barrios próximos a los cuarteles.  

Hay que tener en cuenta que días después del motín de Semana Santa (en 1987) Federico Storani había publicado una propuesta (Revista Play Boy de marzo de ese año) tendiente a  la conformación de “comités permanentes para la defensa de la democracia”, cuya función específica era “estar alertas y movilizados para prevenir nuevos sucesos como el de Semana Santa”. 

Página 12, en su edición del 8 de julio de 1987 reprodujo este artículo del diputado radical Storani, determinando que era una necesidad ante la situación que imperaba. (Lo que era producto de su distorsionada o intencionada interpretación de la realidad). 

También en la revista “Entre Todos” del MTP, Francisco Provenzano coincidía con lo expresado por Storani. Y hacía el panegírico de esta forma de organización del pueblo para la lucha, mediante la conformación de esos comités. Por su parte Carlos A. Burgos, director de la mencionada revista, promovía la que llamaba: “Iniciativa democrática para la resistencia civil” cuyo contenido y propuesta fue apoyada por Graciela Fernández Meijide, Adolfo Pérez Esquivel, Horacio Verbistsky  y Ernesto Sábato, entre otros .

El planeamiento. La operación TAPIR. 

Según la abundante y coincidente documentación secuestrada al MTP en la finca de la calle Graham Bell 2780, de la localidad de Moreno, se trataba un vasto plan insurreccional que los terroristas denominaron “Operación Tapír” y que consistiría en: [2]. 

“Simulación de un golpe de Estado” (por parte de unidades del Ejército), para lo cual se deberían cumplir las siguientes fases:”

Este plan extraído de los documentos secuestrados luego de la operación fue bastante coincidente con el inicio del combate, y efectivamente quedó acreditado en el juicio posterior a los delincuentes subversivos [3]. 

El ataque. 

Los terroristas, previo al ataque, se concentraron: en una quinta de la calle Graham Bell de Moreno; en la casa quinta “Marta Virginia” de la localidad de Ing. Maschwiitz; en la casa quinta “La Calandria” de la localidad de la Reja y finalmente en una fábrica de lonas próxima a los cuarteles del Regimiento 3. Todos lugares de concentración previos al ataque sitos en la provincia de Buenos Aires.

Allí, de acuerdo a la misión a cumplir por cada fracción, se organizaron de la siguiente forma:

1.      Grupo Asalto

2.      Grupo Tanques

3.      Grupo agitación (operaba fuera del cuartel con base en una fábrica)

4.      Apoyo

5.      Comando de la operación (Era móvil desde una camioneta con radio – Gorriarán Merlo)  

Se inicia el asalto y los asesinatos a mansalva de soldados. 

A las 6 y 15 de la mañana del 23 de enero de 1989, unos 70 terroristas  irrumpieron en el cuartel embistiendo y derribando el portón de entrada con un camión de Coca Cola que habían robado minutos antes. El camión (F 7000) era seguido por 11 vehículos más cargados con subversivos (entre ellos varias mujeres) armados con fusiles y escopetas de grueso calibre, quienes asaltaron sorpresivamente a la guardia del regimiento, asesinado e hiriendo a soldados que se encontraban apostados o próximos a la misma. No hubo intimación de rendición, simplemente asesinato a mansalva de soldados conscriptos de 18 años de edad.  

Un clara expresión de esto fue el asesinato del soldado Tadeo Taddía, quien  se encontraba haciendo fajina (trabajo de mantenimiento y sin armas) en el momento de la entrada de los terroristas. El conscripto, ante la irrupción violenta, intentó rendirse levantando sus manos, pero como única respuesta recibió una ráfaga de fusil automático por parte de Roberto Felicetti que le produjo la muerte instantánea.[4]  

Las primeras declaraciones del vocero del gobierno, José Ignacio López y la agencia de noticias TELAM atribuyeron el asalto a los “carapintadas” [5].  

Según la agencia de noticias DyN, durante la tarde de ese día, una terrorista no identificada desde adentro del cuartel llamó a un medio periodístico pidiendo desesperadamente “nos han encerrado, no nos dejen solos”[6]. 

Esta anécdota de la guerrillera pidiendo apoyo, da pie para ratificar los escritos encontrados entre los muertos y posteriores allanamientos, donde se hacía referencia a que el plan preveía una caravana de vehículos sustraídos del cuartel – previo fusilamiento de los oficiales ( presuntos implicados en el golpe de Estado) – acompañados de grupos de civiles hacia Plaza.

Notas:

[1] Causa Nº 3.614 del Juzgado Federal del juez Dr. Alberto Piotti.

[2] Causa Nº 1.722 del Juzgado Federal del Dr. Gerardo Felipe Larrambebere.

[3] Ibidem

[4] Ibidem

5 Horacio Bravo Herrera “La guerrilla de papel”

6 Causa Nº 9..978, Denuncia del diputado Ignacio Luis Cardozo ante el Juzgado de 1ra Instancia en lo Criminal y correccional Federal Nro 5.

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