La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Narcotráfico y poder en la Argentina.

Por Christian Sanz.

Parte I.

La supuesta muerte de Alfredo Yabrán estuvo rodeada por un verdadero misterio, al igual que su vida. Su rostro y su encubierta participación en firmas -con finalidades dispares- ha logrado mucho para lograr semejante resultado. 

La radiografía del grupo de intereses de Yabrán revela, en síntesis, un complejo de sociedades de todo tipo con muchos directores y domicilios comunes, dedicado a explotar actividades como el transporte, depósito y seguridad de envíos postales terrestres y aéreos de todo tipo, aparentemente como parte de una organización vinculada al tráfico de estupefacientes y su posterior lavado de dinero. Todo esto en consonancia con el anonimato de Yabrán.

Una serie de investigaciones sobre la misteriosa vida del empresario postal encarada por la revista Noticias, fue abruptamente interrumpida por el asesinato de Cabezas, primero en obtener imágenes fotográficas nítidas e indudables del empresario, al que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, ya había atribuido posibles identidades múltiples.

De pronto, todo el misterio que había contribuido al crecimiento de Yabrán se esfumó. Todo el cuidado que había tenido para lograr que no retratasen su rostro, ya no servía. Era el comienzo del fín.

Ya no servía demasiado la ayuda de Wenceslao Bunge. La sociedad estaba lo suficientemente informada y la credibilidad de las palabras de Yabrán marcaban una pendiente que descendía progresivamente.

Lo que vendría después era inevitable. Todos revelaban sus contactos con el misterioso empresario. Hasta Eduardo Duhalde reveló desde España haber mantenido un par de entrevistas con Yabrán en casa de un empresario amigo de ambos. 

Más allá del efecto dominó que produjeron estos hechos y que dejó al descubierto la capacidad de Yabrán de convulsionar las contiendas políticas del oficialismo, también se fueron evidenciando otros detalles.

Uno de estos dejó al descubierto que el accionista principal de OCA era la cuñada de Alfredo Yabrán, Blanca Rosa Pérez, seguida por Raúl Oscar Alonso, Héctor Fernando Colella y Fernando Bernabé Fiorotto.

Fue en ese momento, precisamente, cuando dejaron de pertenecer al directorio de la firma cinco de los siete miembros de su conducción societaria original: Tomás Kallos, Antonio Savid, Luis Starc, Francis  Chauchet y Hugo Lowe.

Algunos comentarios de fuentes fidedignas recuerdan que el retiro de uno de esos directores-accionistas distó mucho de ser completamente voluntario.

En 1987, Alberto Ferrari y Eduardo Ronzoni, redactores de la desaparecida publicación El Porteño, afirmaron en una nota (tal vez la primera sobre Yabrán), bajo el título de "La bicicleta blindada", que en ese momento el "hombre fuerte de Ocasa era Alfredo Yabrán, (a) El Turco, que fue durante ocho años la mano derecha de Amadeo Juncadella (titular de la firma) hasta que se independizó o, en realidad, se convirtió en un testaferro al constituirse una empresa optativa para actuar en plaza".

"Se dice que Ocasa nació de un acuerdo entre Juncadella y OCA, razón por la cual ésta última no objetó la similitud del nombre", comentaban.

Lo cierto es que Yabrán ha logrado crecer imparablemente gracias a sus conexiones múltiples con el elenco que ocupó el poder desde 1976 en adelante: el partido militar, sin distinción de fuerzas el cual se trataba, por así decirlo, de la "clase política" de entonces, el radicalismo y el menemismo han sido los que abrieron las puertas a los negocios de Yabrán. Todo en consonancia al oportuno silencio de algunos periodistas de la talla de Bernardo Neustadt, Daniel Hadad y Carolina Perín, quienes "omitieron" hablar de las sospechas que existían sobre la fortuna del empresario postal.

Por caso, dos ex embajadores de EE.UU.,Terence Todman y James Cheek, junto al ex encargado de negocios a cargo de la representación, Roland Godard, manifestaron siempre, en conversaciones reservadas, las sospechas sin medidas que les despertaba Alfredo Yabrán: ese empresario cultor de los manejos ocultos y de los negocios sin huellas.

Siempre han sospechado del volumen de su fortuna real (que algunos voceros de la embajada calculan que asciende a 6.000 millones de dólares), imposible de construir con manejos limpios, en tan poco tiempo y en un mercado de consumidores como el de nuestro país.

También han sospechado de los negocios que ha elegido Yabrán: transporte de correspondencia y de caudales, aeropuertos, documentos de identidad, depósitos fiscales aduaneros y free shops. No les olía bien que Yabrán estuviera metido en negocios que tuvieran que ver con el traslado o control de cosas muy sensibles. Sabían lo que significaba el manejo de todos esos negocios al mismo tiempo por una sola persona.

De hecho, la denuncia que Cavallo hizo sobre Yabrán, sentado durante 14 horas frente al Congreso de la Nación, fue respaldada fuertemente por el gobierno de Washington. "No se preocupen. Tengo todo el apoyo de los Estados Unidos y debemos seguir hasta terminar con Yabrán", afirmó ante su equipo, el entonces ministro, reforzando lo antedicho.

El propio Todman, un hombre del establishment del Departamento de Estado, ha acopiado abundante información sobre Yabrán. La cual ha aparecido públicamente en documentos desclasificados de la DEA en el año 2001 (1).


Blanca desaparición

La desaparición de Alfredo Yabrán dejó tras de sí muchos interrogantes. El más fuerte es el que se vincula con su propia desaparición. Hay varios puntos que parecieran estar inconexos, pero que superan sobremanera toda ley de casualidades posible. Yabrán hizo uno de sus primeros negocios importantes cuando le vendió a YPF computadoras Burroughs, siendo éste uno de sus primeros trabajos. Posiblemente en esa época comenzó su vínculo con el fallecido sindicalista petrolero Diego Ibañez, de quien heredaría, luego de su muerte, parte de su equipo de matones.

Diego Ibañez era un hombre que se jactaba de controlar hasta el menor movimiento del puerto marplatense. Otro sindicalista, Luis Barrionuevo opinó de él que: "De todos nosotros, uno sólo hizo plata en serio, plata grande de veras". 

El Gallego Ibañez estaba estrechamente vinculado al general Suárez Mason, quién fue presidente de YPF durante dos años cruciales, en los cuáles se esfumaron de sus arcas alrededor de mil millones de dólares. Buena parte de los negocios  que registraron esas pérdidas los hizo YPF con Licio Gelli, Gran maestre de la Logia P-2, en las habitaciones del hotel Excelsior, en Roma, con la activa participación de Ibañez.  

Fuentes de inteligencia vincularon repetidamente a Diego Ibañez con el frigorífico Estrella de Mar (ex frigorífico Poletti) donde habría estado asociado con Jorge Antonio Chividian, el nonagenario hombre de negocios que fuera el principal financista del exilio de Juan Perón y, también el introductor del joven Monzer al Kassar en el ambiente de negocios de Argentina.  

Estrella de Mar estuvo en el centro de la Operación Langostino, el secuestro de unos seiscientos kilos de cocaína envasados entre crustáceos de ese frigorífico, listos para su despacho a Europa. La  Policía Federal se negó a hacer otra cosa más que mandar a un solitario policía a la factoría de Puerto Madryn, donde se sospechaba se habían empaquetado juntos mariscos y drogas. La empresa había sido creada en 1982 como productora y exportadora de pescado y operaba con el BCCI, el banco del financista sirio-saudí Gaith Pharaon, acusado de lavar dinero del narcotráfico.  

Cuando el hijo de Ibañez fue secuestrado, Yabrán le acercó dos millones de dólares para pagar el rescate. El secuestro lo había hecho un familiar lejano que se había enterado de que Ibañez había cobrado esa suma, producto de una operación non sancta. Según la historia oficial, el familiar nunca había pensado dejar con vida al muchacho (que lo reconoció) y lo mató con una pala antes de cobrar un peso.  

Un par de años más tarde, el mismo Diego Ibañez encontró la muerte cuando viajaba en auto a Mar del Plata. Curiosamente estaba solo y nadie puso en duda públicamente que haya sido un accidente. A partir de ese momento -año 1995-, el "negocio" de Ibañez -junto a algunos de sus "guardaespaldas"- pasaría a manos de Yabrán y su grupo. El narcotráfico pasaría a tener relevancia nacional y crecería exponencialmente.

(1) Años antes, en 1996, este periodista develó los vínculos de Alfredo Yabrán con el narcotráfico y el menemismo en el libro "La mafia, la ley y el Poder", de Editorial Dunken.


Parte II.

Junio de 1.991. Terence Todman, entonces embajador de Estados Unidos, había sido invitado a una reunión en el palacio San Martín. Una vez en la misma, Todman se encontró con Eduardo Bauzá, Eduardo Menem, Erman González y Guido Di Tella, lugartenientes del menemismo, en un ambiente que tornaba la conversación en sobreentendidos a causa del supuesto contacto del menemismo con el narcotráfico luego del escándalo del Yomagate.

En un momento determinado, los asistentes menemistas miraban unos folletos explicativos acerca de la lucha contra el narcotráfico llevados por el embajador y preguntaron sin vueltas:

-"Con toda sinceridad, ¿Ustedes tienen alguna sospecha de narcotráfico y lavado de dinero?";

-"No hay ningún problema" contestó Todman, agregando que "en la cuestión drogas nos parecería útil un sistema para detectar aeropuertos clandestinos".

Ya sobre el final de la reunión el embajador norteamericano planteó que su gobierno estaba interesado en que la Argentina privatizara los servicios de rampa y depósito fiscal en el aeropuerto de Ezeiza y la desmonopolización de los depósitos y cargas de la aduana, agregando que a la firma Federal Express le interesaba mucho ese negocio. Erman quedó en estudiar el pedido.

La segunda comida que reunió al embajador Todman con los menemistas se concretó en casa del canciller Guido Di Tella en el barrio de Belgrano y volvió a reflotar el tema de Federal Express.

Además del dueño de casa, estaba el hermano del entonces presidente, Eduardo Menem y el secretario Bauzá. Erman González prefirió no ir. En medio de la cena, mientras el embajador se preguntaba el por qué de la reunión, uno de los comensales interrogó:

-"¿Hay algo de los Estados Unidos en contra de nosotros?". Todman miró asombrado, dijo que no y siguió comiendo.

-"¿Qué tendríamos que hacer para mejorar las relaciones con ustedes?", insistió uno de los argentinos.

-"¡Nada!", respondió Todman mientras miraba cada vez más asombrado.

-"¿Tienen alguna información de que el brigadier Yabrán es narcotraficante?", repreguntaron, reforzando las sospechas que circulaban en la aduana.

-"Ninguna información al respecto", contestó el embajador mostrando ya cierto cansancio.

Los dos Eduardos suspiraron aliviados: Bauzá y Menem. No podían creer que el embajador no sospechara que oficiales retirados de la Fuerza Aérea estaban implicados en maniobras de narcotráfico. Mientras tanto, Todman aprovechaba para reclamar otra vez por los depósitos de la aduana y la desregulación de los servicios de rampa.

-"¿Usted tiene algo que recriminarnos?", insistieron ya casi evidenciando todo lo que querían que no se supiera.

Todman fue concreto: -"No, mi tema es comercial....".


Amistad, divino tesoro

A Alfredo Yabrán se lo vinculó públicamente con personas de gran poder, comenzando por el entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem. Un día después de que el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo denunciara al empresario postal en el Congreso -el 23 de agosto de 1995-, Menem aseguró desconocer "a las mafias que denuncia el ministro" desde la escalerilla de un Lear Jet de la empresa Lanolec, propiedad de Yabrán.

La relación entre ambos resultó tan obvia que la ex esposa de Menem, Zulema Yoma, dijo que "me da asco que Menem ande tratando de tapar las amistades que tiene con Yabrán". Por lo demás, el Presidente lo defendió varias en veces en público, a quién consideró "un empresario más".

Yabrán siempre tuvo buena llegada con el ministro del Interior, Carlos Corach, quién decidió indemnizar a una de sus empresas, Intercargo por el rompimiento de contrato, que la ligaba al Estado, con la friolera de 44 millones de dólares cuando sólo le correspondían unos cinco millones.

Además, se apresuró a desligar a Yabrán del asesinato de José Luis Cabezas y a dar como establecido que éste había muerto por disparos de la pistola de uno de los miembros de la gavilla conocida como "Los Pepitos", ligados a un prostíbulo del puerto de Mar del Plata.

Ermán González nunca desmintió haber defendido los intereses de Yabrán desde los ministerios de Economía y Defensa y admitió haberlo visitado. También habría destrabado el cobro de una deuda, por lo que Yabrán le habría facilitado el dinero para comprar un departamento en la calle Larrea 1381 de la Capital Federal.

Otro de los estrechos allegados a Yabrán lo fue el ex subsecretario de Seguridad, luego interventor eterno de la Dirección Nacional de Migraciones, Hugo Franco, alías El Ratón. Franco fue impulsor, junto con Corach, de la privatización de la hechura de los DNI a medida del Grupo Yabrán, subasta que ganó Siemens cuando Yabrán se encontraba en la debacle.

El ex ministro y actual senador Eduardo Bauza, alías El Fideo, mantenía aceitadas relaciones con Yabrán, aunque cuando le resultó necesario, puso distancia con él. El juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, benefició con varios de sus fallos a empresas de Yabrán. Según un informe de Inteligencia, el Grupo lo recompensó por estos favores comprándole un chalet en San Isidro.

El secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, dijo a los pocos días del asesinato de Cabezas que "investigarlo a Yabrán es una locura". A confesión de partes, relevo de pruebas.

Según Zulema Yoma, el senador Eduardo Menem fue una pieza clave en la relación del gobierno con Yabrán. Aún así, una de las hipótesis del brutal asalto que sufrió la casa del senador (un policía muerto y otro malherido) es que lo hayan cometido allegados a Yabrán a consecuencia del intento del hermano presidencial de olvidar aquél vínculo.

Monzer al Kassar visitó a Yabrán en su principal estancia entrerriana. El narcotraficante y traficante de armas habría mantenido relación con Yabrán a través del extinto presidente de la firma Prosegur de España, Herberto Gut Beltramo, un antiguo empleado y más tarde socio de Amadeo Juncadella.

El ex embajador en el Vaticano, Esteban Caselli, alías Cacho o El Obispo, solicitó por escrito a la Fuerza Aérea por "expreso pedido del presidente" que la empresa Lanolec pudiera instalar un hangar en Aeroparque. Caselli fue un personaje clave en el contrabando del oro y de las armas y estaba estrechamente relacionado a Yabrán.

Durante la gestión de Horacio Jaunarena como ministro de Defensa, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se decidió conformar la sociedad entre la Fuerza Aérea y Yabrán, EDCADASSA, que se consolidó durante el gobierno de Menem gracias a los desvelos de Erman González.

El ex ministro de Obras Públicas Roberto Dromi benefició notoriamente a Villalonga Furlong en sus relaciones con Encotel pergeñando un decreto que se firmó en 1990. El actual ministro de Justicia y ex embajador en Washington, Raúl Granillo Ocampo, mantuvo buenas relaciones con Yabrán al menos desde 1989, cuando se desempeñaba como secretario Legal y Técnico de la Presidencia.

Elías Jassan, ex ministro de Justicia (cargo al que debió renunciar cuando se descubrió que había mantenido más de cien contactos telefónicos con Yabrán desde el asesinato de Cabezas) había sido antes vicepresidente de Interbaires. Jassan le dio el reparto de la correspondencia del Ministerio de Justicia a OCA. "No tengo ni he tenido relación alguna con el señor Yabrán", mintió descaradamente en noviembre de 1996. Eso le costó el cargo.

Emir Yoma fue uno de los principales nexos entre Yabrán y el gobierno y lo ha recibido tanto en su casa como en sus oficinas.

Horacio Massaccesi dijo que siendo gobernador rionegrino mantuvo reuniones con el empresario. "Cuando la situación financiera de la provincia se hizo inmanejable hubo que reunirse con empresarios que tenían en sus manos la suerte de la provincia", se justificó.

El ex juez federal Carlos Branca, posteriormente preso, trabó un embargo por 30.000 dólares contra Cavallo por una denuncia de OCASA. Más tarde se descubriría que integraba una banda de contrabandistas.

También tuvieron relaciones con Yabrán, Fernando de la Rúa (que fue apoderado de OCA), Carlos Grosso; el ex intendente de Pinamar, Blas Altieri; el comisario Juan Adrián Pellachi y, entre otros, los jueces federales Rodolfo Canicoba Corral, Jorge Urso y María Romilda Servini de Cubría.

En estos días, en los que nuevos grupos (económicos y periodísticos, pseudomafiosos) intentan ocupar alguno de los tantos lugares vacantes dejados por Yabrán y se tejen alianzas espurias a espaldas de la sociedad, urge volver a traer a la memoria los nombres de aquellos que permitieron el saqueo de nuestro país y el ingreso de las drogas a gran escala. Todo por un puñado de dinero manchado con sangre...

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