La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

¿Simplemente Cristina?

Por Jorge Lanata.

— ¡Reina, reina! –gritó el cronista de CQC tratando de llamar la atención de la reina Sofía de España.

— ¿Cuál de las dos? –preguntó Cristina Kirchner, miembro de la comitiva.

— Para hacer política, hay que tener plata –de Cristina a Rafael Flores, en Río Gallegos, a principios de los ochenta.

“Ese sueño tan hermoso / que con Néstor comenzó y que hoy está en tus ojos / toda su continuación Cristina, sos el campo popular / Cristina, junto a vos vamos a estar. Cristina gobernando la Nación / y acá están los jóvenes para la liberación.”

De la cumbia, El cambio recién empieza, letra y música de Clase K.

Hace algunos meses, bromeaba en off un influyente secretario de Estado K:

— Néstor y Cristina no tienen sexo porque todavía no definieron quién va arriba y quién va abajo.

En el atardecer del jueves 19, en La Plata, parecían haberlo definido. Aunque una cosa es iniciar el camino hacia el poder y otra muy distinta llegar a él.

— Cristina va a estar, acá, en Casa de Gobierno, y nosotros en Olivos arreglando los quilombos –se entusiasmaba ante PERFIL, hace unos días, un integrante del Gabinete K.

— Ellos siguen teniendo en la cabeza el Plan 4x4 –se sinceró un dirigente K que formó alguna vez parte del grupo íntimo y salió dando un portazo–. La estrategia de cuatro años para Cristina, cuatro más para Néstor y otra vuelta para todos, más que ambiciosa o desmedida, suena ingenua: ¿tanto puede adormecer el efecto negador del poder?

Analizándolo desde el punto de vista hereditario, no parece un gran legado el que Néstor dejará a Cristina: una inflación oculta del 25% anual, una seria crisis energética que se profundizará en el verano y el postergado aumento de tarifas. Una curiosa forma de amar.

La noche del jueves estaba más caliente fuera del teatro, con quince grados, que adentro: afuera, los muchachos de Cariglino, el intendente de Malvinas Argentinas, tomaron de puching ball a barras enemigas en medio de la explanada, hasta que, desde los palcos, alguien ordenó:

— Son los de Cariglino, paralos.

Y después culparon a Quebracho. Adentro, el discurso plagado de citas conceptuales no arrancó demasiados aplausos, hasta que Cristina se dirigió al Presidente –siempre sin tutearlo– y le declaró su amor político. La escenografía, los cortinados y los más mínimos detalles corrieron por cuenta de Pepe Albistur Productions y ahí estaba CK, en medio del escenario enmarcado por cortinas bordó, toda de blanco, insegura en sus tacos demasiado altos, bajo una lluvia celeste y blanca de papelitos.

En la segunda bandeja el Presidente, Scioli y Alberto F, todo el Gabinete sin ausencia alguna, Moyano, D’Elía, Quindimil, Bonasso, Ibarra, Heller, Timerman, Kunkel, Blas Altieri, Rovira, Gabriela Cerrutti, Martín Granovsky, Leonardo Favio, Adriana Varela, los Korol, Larry De Clay y video ad hoc de Cristina con Hillary, Cristina con Chávez, Cristina con Baltasar Garzón, Cristina con Shakira y Cristina con Santaolalla.

HAS RECORRIDO UN LARGO CAMINO, MUCHACHA

Cristina Elisabet (así, sin la hache) Fernández nació en La Plata, egresó del colegio de monjas De la Misericordia y tuvo a un rugbier, Raúl Cafferata, como primer novio. Conoció a Néstor el Día de la Primavera de 1974 y forma parte del anecdotario familiar que él estaba totalmente borracho cuando los presentaron.

— Le discutía todo y, además, siempre me quería levantar –le dijo CK a Olga Wornat en su biografía autorizada.

Ella militaba en la JUP (Juventud Universitaria Peronista), de la que se alejó por desacuerdos con los Montoneros. Se casaron en mayo de 1975 y cantaron la Marchita a la salida del Registro Civil.

El de 1976 fue el primer invierno que pasaron en el Sur; entre 1977 y 1982, se especializaron en el remate de propiedades de d