La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Radiografía de la miseria.

Por Alejandra Vignollés.

El Sistema Estadístico de la Ciudad (SEC), a partir de los datos obtenidos de la Encuesta Anual de Hogares 2006, hizo un estudio sobre edad y sexo de los residentes en villas de la ciudad- Los resultados obtenidos, nobleza obliga, no son nada Pro.

Según el SEC, “la población residente en villas es mucho más joven que la del total de la ciudad, la base más ancha de su pirámide muestra mayor proporción de niños menores de diez años y su cúspide más angosta, corresponde a una menor proporción de adultos mayores”. “La población residente en villas, comparada a la del total de la ciudad, es catorce años más joven, su proporción de niños es mayor en 20 puntos porcentuales, y la de sus adultos mayores es menor en 13 puntos”.

Los datos indican que la edad media (promedio) en la ciudad, es de 38.7, en las villas, es de 24.4, y la franja etaria mediana es de 35.3 y 20.7 respectivamente.

Pero si se mide en porcentual, el grupo de 0-14 años es de un 17.5 por ciento en la ciudad y un 37.3 por ciento en las villas; el grupo de 15 a 64 años, es de 66.8 y de 60.5 respectivamente, y el mayor de 65, es de 15.7 en la ciudad y de de 2.2 en las villas.

El estudio revela que los habitantes de las villas poseen en promedio de cuatro (4) años de escolaridad menos que la población total de la ciudad. En otros números: 7.9 años a 12.1.

“Estas diferencias -continúa el estudio- se mantienen para ambos sexos y muestran que la mayor vulnerabilidad de esta población es su posicionamiento en el mercado de trabajo”, lo que redunda en menores ingresos y menor acceso a bienes y servicios, indica el SEC.

El estudio del SEC precisa también que “mientras la población de 18 años y más del total de la Ciudad, en promedio, tiene nivel secundario completo, la residente en villas apenas supera el nivel primario”.

Asimismo, el órgano estadístico porteño muestra que “la mayor proporción de niños obedece a la mayor fecundidad de sus mujeres, que al final de su vida reproductiva tienen -en promedio- entre 4 y 6 hijos, mientras que en la ciudad, la paridez media final es de 1 o 2 hijos por mujer”.

Para la diputada porteña Diana Maffía, la cuestión pasa porque “a mejor situación socio-económica y educativa, menor cantidad de hijos. Esto es así porque la mujeres con más educación y con medios económicos y sociales más altos regulan su fecundidad y se apropian de su cuerpo”, explicó a este medio.

Según Maffía, no es que las mujeres pobres “son más fecundas, sino que no tienen acceso a la educación sexual o viven en situaciones de violencia o de poca autoafirmación de su sexualidad. Por eso es que también hay una iniciación sexual más temprana”.

La representante de la Coalición Cívica desliza otro dato inquietante: “En las villas hay mayor cantidad de embarazos adolescentes y en un 70 por ciento de los casos (esos embarazos) se producen por relaciones sexuales de chicas muy jóvenes con varones mayores de 35 años. Esto quiere decir que hay una apropiación por parte de los adultos varones del cuerpo de esas niñas”.

“Sin embargo, en un estudio que hicimos con la Defensoría del Pueblo, quedó demostrado que esas adolescentes desean tener sus bebés, porque eso significa tener algo propio y obtener una mayor respetabilidad donde se desenvuelven, una respetabilidad que no consiguen por su condición de adolescentes”, dijo la legisladora.

Sin embargo, para Maffía, el dato “más penoso” hecho público por el SEC, es el que revela que la cúspide de la pirámide poblacional es mucho más angosta que la base, “porque lo que nos está diciendo es que la población residente en villas se muere más joven”.

“La calidad de la salud se la puede evaluar, para el caso, por las piezas dentales y uno muy a menudo ve que las mujeres que viven en las villas, mujeres de 20, 30 años, no tienen dientes, producto de la descalcificación producida por los embarazos y por la falta de prevención sanitaria y atención médica”.

Gabriela Michetti, la vicejefa de Gobierno, tiene otra visión. Para la dirigente del Pro, la mayor fecundidad está relacionada “con una cultura diferente en las familias más humildes respecto del hecho de tener hijos”, no obstante ser “muchas las explicaciones y variables a tener en cuenta cuando se analiza ese dato, porque no se trata sólo de que las mujeres más humildes no tengan acceso a la educación sexual”, dice.

Y agrega que “no hay que estereotipar, porque estamos hablando de decisiones de vida. A mí me parece que para los más humildes, tener hijos es parte de la estima y el respeto que se obtiene en el medio en el que se mueven. Además, me parece que los más humildes tienen una actitud generosa, una actitud de entrega, de dar, que no se observan en las clases más altas”.

Michetti pone como ejemplo lo que está sucediendo en los países más avanzados de Europa, donde “los gobiernos ya no saben qué hacer para que la gente tenga más hijos y esto ¿por qué?”, se pregunta, y se responde: “Porque en las clases más pudientes prima el individualismo, hay menos entrega, más ombliguismo, una menor pulsión a tener hijos. Es como que estamos más concentrados en obtener un mayor desarrollo personal y profesional”, concluyó.

El estudio del SEC destapó otros datos a tener en cuenta. Por ejemplo, que la cantidad de personas que vive en villas son unas 127 mil; que la cantidad de personas por hogar es de 4 a 6, mientras que en la ciudad el tamaño medio es de 2 a 6. “El 47.8 por ciento de los hogares residentes en villas tienen 5 o más personas”, afirma el estudio.

La jefatura masculina en las villas es del 55.5 por ciento y en la ciudad del 60.2 por ciento. En contraposición, es mayor la femenina: 44.7 por ciento contra 39.8 por ciento.

Maffía: “Ese dato lo que no precisa es que en la ciudad, la jefatura femenina muchas veces es una elección de vida: la de vivir solas. En las villas, la particularidad de la jefatura femenina, es que en su gran mayoría esas mujeres no están solas, sino llenas de hijos”.

Pero hay otras inequidades: el Ingreso Per Cápita Familiar (IPCF) de los hogares por sexo, indica que las mujeres perciben un 9 por ciento menos que los hogares con jefatura masculina. “Esta diferencia porcentual a favor de los varones se mantiene en el caso de las villas”, dice el SEC.

Y agrega: “Los contrastes más notorios se registran entre los hogares del total de la ciudad y los residentes en villas. Pero esos últimos registran un IPCF muy inferior al total de la ciudad. En este caso, las diferencias son del 80 por ciento. tanto para hogares de jefatura masculina como femenina”.

“La ciudad presenta una situación de inequidad socio-espacial que da por resultado la existencia de sectores privilegiados por una parte y de sectores marginados o excluidos por la otra”, señala por último el SEC, echando tierra sobre la tan cacareada consistencia del acuerdo social, que más que acuerso se asemeja a una disparidad “naturalizada”.

Fuente: Noticias Urbanas.

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