La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

El "Pibe Cabeza"

Por Héctor Gambini.

Al principio lo perdió una mujer. Rogelio Gordillo había nacido en Colón, provincia de Buenos Aires, el 9 de junio de 1910. Fue uno de los siete hijos de un matrimonio de chacareros. Cuando su padre murió, su mamá — Gregoria Laparda — dejó el campo y se instaló en General Pico, La Pampa. Rogelio le tomó el gustito a la puerta de calle. "Anda en malas juntas", se quejaban sus hermanas. A los 18 se enamoró de una chica de 15. Como la madre de ella se oponía a la relación, la fue a ver y le pegó dos balazos. No la mató de casualidad. Fue así: al principio lo perdió una mujer.

Estuvo preso dos años en Rosario y durante la misma semana en que salió asaltó un comercio en un pueblo rural. Ya andaba con Antonio "El Vivo" Caprioli y con Florián "El Nene" Martínez. Ya no era Rogelio, sino "el Pibe Cabeza".

Después de algunos golpes famosos a comienzos de la década del 30 se compran dos coches nuevos y agrandan la banda a cinco miembros. Enseguida ganan celebridad por dos características únicas para la época. Uno: dan un golpe tras otro en cualquier pueblito de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe. Así cambian de jurisdicción y enloquecen a los policías que los siguen. Dos: llevan armamento abundante y pesado: ametralladoras, pistolas y fusiles Winchester.

Los diarios alimentan el mito: "La banda del Pibe Cabeza roba en Buenos Aires y Santa Fe", titula Crítica en 1935.

En enero del 37 asesinan a un policía en Córdoba y ya son la banda más buscada del país. Sus cómplices aconsejan "guardarse" por un tiempo, pero el Pibe Cabeza quiere ir a la Capital. "¿Para qué? ¿Estás loco? Ahí está toda la poli", se enojan los demás miembros de la banda. El insiste. Sólo su amigo Caprioli sabe la verdadera razón. El Pibe Cabeza quiere ver a María, una novia que vivía en Mataderos.

Llegaron para carnaval. Un "soplón" le había pasado el dato a la Federal y cuatro agentes de Robos y Hurtos empezaron a vigilar la casa. Un martes, El Pibe y Caprioli salen a dar una vuelta. María se queda. A la hora en que se va la tarde caminan entre el corso.

Los policías los siguen en un auto, despacio, entre la gente. El Pibe Cabeza pasa detrás de un árbol, saca dos pistolas y empieza a disparar contra el coche policial. Caprioli escapa. El Pibe tira con las dos manos hasta que cae muerto, acribillado por la Policía. Tenía 27 años. Al final, lo perdió una mujer.


La verdadera historia del Pibe Cabeza.

Hoy brindamos la primer parte de la biografía completa de Rogelio Gordillo, el hombre que hizo cambiar la estrategia de las fuerzas de seguridad en el país. El 12 de febrero de l937, llega a Colón un misterioso féretro. El mismo es depositado en el Cementerio Municipal en el sector correspondiente a la gran cruz. Los encargados del trámite lo identifican con un nombre falso.

En el lujoso y negro cajón de madera se encontraba Rogelio Gordillo. La leyenda dice que fue el hombre que comenzó con los asaltos tipo comando en nuestro país. Luego de más de medio siglo su nombre entró en la galería de los "grandes" delincuentes argentinos. En el presente, para una mujer de casi setenta años, el 9 de febrero es un día especial. Llega a Colón en un lujoso vehículo y deposita flores sobre la supuesta tumba de Gordillo. Es el único homenaje que recibe el más temido de los delincuentes. Un misterio que develaremos.

Al morir el "Pibe Cabeza" su madre Gregoria Lagarda, señaló "Antes de que mi hijo continuara por el camino del crimen, es mejor que lo hayan matado". El prontuario Nº 2698 de la sección Robos y Hurtos de la Policía Federal dice que Rogelio Gordillo, nació un 9 de junio de l910, en Colón, provincia de Buenos Aires. Sus padres eran Segundo y Gragoria Lagarda, su profesión peluquero.

En nuestra ciudad la numerosa familia (7 hermanos) vivió en varios lugares, entre los que se encuentran en 45 y 14, y en 19 entre 47 y 48. También Gordillo comenzó su profesión de peluquero muy joven, solo tenía 13 años y su trabajo era barrer un local ubicado en calle 47 entre 23 y 24. Con el tiempo llegó a medio oficial. Siempre vestía con traje oscuro y peinaba sus negros cabellos a la gomina. A los chicos que pasaban por la cuadra les regalaba caramelos y con ternura les acariciaba la cabeza. Era tranquilo, afable y generoso.

En su corta vida tuvo tres grandes amores. El primero de ellos se desarrolló en Colón y la novia de aquel entonces falleció hace pocos años en un geriátrico de calle 22 entre 47 y 48. Las personas que la recuerdan dicen que en su juventud fue una hermosa mujer. La familia se opuso tenazmente a la formación de la pareja. Poco después Gordillo emigró a General Pico, La Pampa.

El periodista trato de hablar en su momento con la anciana, pero su mente estaba pérdida en negros laberintos y fueron muy pocos los datos que se pudieron recoger. El segundo amor de el "Pibe Cabeza" se desarrolló en General Pico. La chica tenía 17 años y la familia también se opuso. Los padres querían un partido mejor. El periódico "El Látigo" de General Pico publicita los encuentros pocos "moralizantes" para aquellos años. Rogelio Gordillo rapta a su novia y hiere a la madre de un balazo en el brazo. Pocos días después la policía encuentra a los enamorados durmiendo en una chacra. Es la primera vez que el colonense pisa una cárcel. En total fueron 8 largos meses en la cárcel de Santa Rosa.

El tercer amor fue María Esther Romano, era una hermosa morocha de apenas 19 años, que vivía en la calle Artigas de Mataderos. Los celos del "Pibe Cabeza" lo llevaron a la muerte. Un carnicero del barrio le arrastraba "el ala" a la casi adolescente. El delincuente no pudo manejar la situación y a pesar que la casa de su novia se encontraba vigilada por la policía, concurrió a la cita que a la postre fue la última.

Según pudimos determinar, cuando Rogelio Gordillo, cae bajo las balas policiales, la joven estaba embarazada de siete meses. Poco después nacía la hija del "Pibe cabezas". En el presente sería la mujer que todos los 9 de febrero se acerca al Cementerio Municipal para dejar rosas sobre la solitaria tumba. La misteriosa dama viviría entre Venado Tuerto y Arias.

"La carrera de un bandolero empieza casi siempre con algún incidente que de por si no es grave pero lo hecha fuera del bando; un cargo de origen policiaco por alguna infracción y encaminado más contra su persona que ha sancionar el delito; un falso testimonio; un error o una intriga judicial; una sentencia injusta o confinamiento, o una sentencia de este tipo considerada injusta por el interesado". (Rinascita, diciembre de l953).

La historia del "Pibe Cabeza" es violenta. Entre sus "hazañas" se encuentran varias muertes y un sin fin de asalto comandos. En Rosario fue punguista, tratante de blancas, descuidista y pasador de datos en el hipódromo.

Tal vez la cuestión radica de cómo un hombre tranquilo, no mal mirado por las mujeres y nacido en un pacifico pueblo se transformó en el hombre más temido de la Argentina. Su carrera delictiva comienza por razones románticas. Antes de los 18 años la familia de dos jóvenes (una colonense y otra de General Pico) se opusieron tenazmente a que formara una pareja.

En la segunda ocasión baleo a su futura suegra y debió purgar una condena de ocho meses. En la cárcel tomó contacto con el mundo del hampa y en ese lugar armó su primer banda.

Para su madre, Gregoria Lagarda, el padre del delincuente era militante político en nuestra zona. Según señaló era representante del Partido Socialista en la zona agraria, en una época brava y peligrosa para este tipo de militancia contestataria. La mujer afirma que fue detenido y recibió una paliza fenomenal. El vapuleo sufrido por el padre marcó y resintió profundamente al "Pibe Cabezas" que a partir de ese momento se volvió hosco y reconcentrado frente a la autoridad. Colón Doce buscó en los archivos policiales la posible detención de su padre pero hasta el momento no hemos encontrado este documento.

Fuente: Colón Doce.


"El cadáver sin cabeza".

La cabeza del colonense Rogelio Gordillo, alias el Pibe Cabeza se encuentra en el museo de la Morgue Judicial en la Capital Federal. Los restos depositados en el cementerio local estarían incompletos.

La cultura necrofílica de los argentinos llega a límites increíbles. La historia argentina así lo demuestra. Los ejemplos emblemáticos afloran. Entre los hechos más escabrosos podemos señalar, el cuerpo sin vida del general Lavalle, llevado por sus partidarios en su huida al norte del país y velado en decenas de paradas que en el presente son sitios históricos.

La manos cercenadas de Juan Domingo Perón robadas del panteón familiar de la Chacarita en la Capital Federal. El padre de Nicolás Avellaneda descuartizado por sus enemigos y su cabeza exhibida al pueblo en la punta de una lanza en la Plaza Independencia de San Miguel de Tucumán.

Los colonenses también tenemos un ejemplo. Colón Doce siguió investigando la vida y el destino de Rogelio Gordillo, alías “El Pibe Cabeza”. Ahora podemos afirmar que su cabeza se encuentra exhibida en un frasco con formol, en el museo de la Morgue Judicial situada en la Capital Federal. Atesoradas en vitrinas, éstas y otras piezas recuerdan a delincuentes famosos y a resonantes crímenes.

En el Museo de la Morgue Judicial se puede observar la cabeza de Gordillo, y no se recomienda la entrada a personas impresionables o menores de 18 años. Hay frascos con formol que exhiben estas cabezas humanas, fetos de distinto tamaño y diferentes partes del cuerpo humano con alguna particularidad médica o relacionada con formas de homicidio o abuso sexual.

En otro de los museos pertenecientes a la Policía Federal (la fuerza que lo último en el barrio de Mataderos) existe en una de las vitrinas otro valioso trofeo. Los visitantes pueden observar las seis medallitas de la Virgen que el asaltante colonense tenía puestas al morir.

Gordillo

Rogelio Gordillo, el célebre Pibe Cabeza, es uno de los personajes más extraños y violentos en la historia de la delincuencia argentina. En los años de la Década Infame fue considerado el «enemigo público número 1». Sin embargo, esa condena parecía más una opinión de la policía y de la prensa. Como se pudo ver al momento de su muerte, entre el pueblo se lo respetaba y hasta se lo quería.

Ese es un primer enigma en su historia, ya que Gordillo «era simplemente un pistolero, un matón, un asaltante y un asesino desprovisto de atenuantes ideológicos», según dicen en un artículo sobre el tema Marcelo Vallejos y Ernesto Zambrini. El nuevo hallazgo histórico abre un nuevo enigma en la vida de este recordado malviviente.

El cuerpo

El 9 de febrero una partida de la Policía Federal integrada por el comisario Héctor Fassio y los agentes Daniel Russo, Carlos Morales y Carlos Antequera rodean al malviviente en el barrio de Mataderos. Las crónicas de la época dicen que el delincuente y sus perseguidores intercambiaron más de 60 disparos. Rogelio Gordillo es herido en el brazo derecho y luego otra bala le perfora el corazón.

El cuerpo cayo hacia atrás y quedó tendido boca arriba y con los ojos abiertos. El amor por una mujer terminó provocándole una “encerrona” policial en la vivienda de la calle Artigas 5549. La hermosa joven que enloqueció a Gordillo se llamaba María Romano, estaba embarazada y pocos meses después dio a luz a una beba.

La cabeza y las medallas

Al momento de su muerte el delincuente colonense llevaba consigo seis pequeñas medallas. Estas imágenes tienen una particular historia. Una de los recuerdos según nuestras averiguaciones fue un regalo del carrero rojense Ricardo Gil. Este particular personaje de nuestras pampas vastamente conocido y con amigos íntimos en Colón, le dedicó a Rogelio Gordillo los versos denominados el “Errante y el Pibe Cabezas”.

Las medallas fueron confiscadas por la Policía Federal y en el presente pueden ser observadas en el museo de la fuerza policial. El cadáver de Gordillo fue sometido a una autopsia. Los últimos descubrimientos indican que su cabeza fue separada del cuerpo y conservada en formol. Los visitantes pueden observarla en el Museo de la Morgue Judicial.

Las investigaciones anteriores demostraron que días después de aquel 9 de febrero de l937, llegó al Cementerio Municipal de Colón, un cuerpo a cajón cerrado y que fue enterrado cerca de la gran cruz. Las investigaciones indicarían que se trataba del Pibe Cabeza. En este sentido, varios ex empleados del camposanto indican que todos los 9 de febrero, llega al lugar una misteriosa mujer que deposita flores amarillas en la tumba. La dama sería el fruto del amor entre el Pibe Cabeza y María Romano y tendría una edad aproximada a los 64 años.

Tal vez lo macabro de esta historia, es que la mujer esta rindiendo su homenaje a un cuerpo incompleto. La necrofilia de los argentinos hace que la cabeza de Gordillo se mantenga en formol a más de 250 kilómetros de la que sería su última morada.

Un poco de historia.

  • El Pibe Cabeza nació en Colón el 9 de junio de l910. Su padre Segundo Gordillo fue un caudillo socialista que varias veces terminó apaleado en la comisaría de nuestra ciudad. Según su madre, Gregoria Lagarda esto marcó profundamente la vida del Pibe. En total vivió en Colón durante 16 años ocupando diferentes domicilios. El primero en cercanías de 45 y 14. También fue ayudante de peluquero en un local de calle 47 entre 23 y 24 y su primer amor adolescente falleció hace pocos años en un geriátrico.

    En 1926, abandona Colón y se muda con su madre Gregoria Lagarda y seis hermanos a General Pico, provincia de La Pampa. Allí encontró trabajo siguiendo el oficio aprendido en nuestra ciudad se empleó en una peluquería de señoras y descubrió otro amor, al trabar relación con una chica dos años menor que él. Ese amor fue el origen de su perdición. En un gesto romántico, Gordillo propuso a su novia huir juntos del pueblo, en busca de la aventura. La chica aceptó, pero dos días después sus padres denunciaron el caso ante la policía. Y el 8 de febrero de 1928, el joven peluquero fue detenido y acusado de rapto y violación de domicilio.

    Algunas versiones agregan más violencia de la historia y dicen que Gordillo baleó a la madre de su novia. Pero lo cierto es que, en el prólogo de su carrera criminal, el Pibe Cabeza aparece como la víctima de una injusticia. Ese es un rasgo que suele observarse en el surgimiento de ciertos héroes populares, que se entregan al delito y son perseguidos por la Justicia y la policía después de haber sufrido arbitrariedades por parte del poder.

    Las caracterizaciones

    Los folletines lo caracterizaban de distinta forma: «Viste un traje oscuro con las arrugas características de la ropa que ha permanecido guardada largo tiempo en el ropero - dicen J. E. Fentanes y R. F. Aramburu en un folletín sobre el personaje-. Con el chambergo echado sobre los ojos verdes y profundos, se larga a caminar por la calle desierta bajo la lluvia, levantándose las solapas del saco. Tiene un lunar carnoso en la comisura izquierda de los labios. Es más bien bajo y de cuerpo menudo, medirá unos 1.66 y sobre el cutis blanco, a pesar de estar afeitado, se destaca su barba oscura».

    Si entonces pasaba entre la gente sin ser reconocido, en poco tiempo más esa figura se haría célebre. La historia lo llevó a que su cabeza fuera exhibida como un trofeo y se venere en Colón un cuerpo incompleto.

  • Fuente: Colón Doce.


    En la Argentina, el título de enemigo público se aplicó por primera vez a Rogelio Gordillo, el Pibe Cabeza. Se trataba de un pistolero caracterizado por extraños arrebatos de violencia, pero que no había cometido ningún asalto importante en términos económicos y aún hoy, a primera vista, es difícil distinguirlo de tantos otros delincuentes.

    Surge entonces el interrogante acerca de por qué provocó tanto temor en la población y por qué se lo señaló como el hombre más buscado en el país. La respuesta apunta a un elemento central en la construcción del enemigo público: es una figura determinada no por la estadística o la gravedad de sus delitos sino por la significación que alcanza para una sociedad determinada a través de los relatos y leyendas que lo toman como protagonista.

    La prueba está en que, si se repasa la historia criminal argentina, podrán encontrarse personajes que cometieron crímenes atroces, estafas devastadoras, etcétera, y sin embargo no se convirtieron en enemigos públicos.

    Los enemigos públicos argentinos existieron aún antes de que apareciera la expresión para denominarlos. El delincuente urbano de principios del siglo XX reconoce su antecedente en el gaucho alzado de mediados del siglo XIX. Este fue el primero en ser sancionado como fuera de la ley.

    El disciplinamiento y, en el límite, la exclusión del grupo social en que se insertaba tuvo lugar con el argumento de que se debía proteger a la sociedad de aquellas personas que amenazaban su integridad -utilizado más tarde, sin demasiadas variantes, en otras persecuciones.

    Investigaciones