La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Atlántida Revistada: La saga rusa.

Por Débora Goldstern.

A los oídos de Crónica Subterránea llegó un nuevo rumor sobre Atlántida, nuestro esquivo continente perdido. Según una noticia que se propagó la semana pasada por la red, los rusos se encuentran preparando una expedición que tendrá como objetivo buscar los restos de esta cultura madre, que para algunos no deja de ser un mito.

Aunque la rivalidad entre Estados Unidos y Rusia en estos momentos no tiene la cuota de importancia que en el pasado supo ostentar, creemos que la contraparte americana, no tardará en responder el desafío planteado por los ex soviets, y seguramente muy pronto tendremos novedades del águila del norte. Sin embargo más allá de este escenario risueño que se plantea a futuro, a este blog no se le escapa que si los rusos se hayan decidido plantear una expedición, es porque cuentan con algún tipo de dato sustancial.

Y esta presunción se ve corroborada al examinar un viejo libro, La Atlántida, el octavo continente, que en su momento supo definir como nadie la leyenda de la Atlántida. Hablamos del trabajo de Charles Berlitz, quién fue uno de los difusores más importantes del tema. Criticado, y denostado por muchos estudiosos, Berlitz fue uno de los investigadores más sagaces, y que dejó un tendal de información que el tiempo fue corroborando, más allá de los lógicos errores, a los cuales tampoco fue inmune. Sobre el interés ruso en la Atlántida, Berlitz dedica algunas páginas en aquel mítico estudio, que hoy queremos compartir. Valga decir que si los rusos no siguen esta línea, es porque estaban mirando otro canal. Apostamos que esta es la vía de la futura expedición.

A veces se ha aventurado que la Atlántida no se hundió en el mar, sino que quedó «ahogada» por el océano gracias a la subida del nivel de sus aguas, consecuencia de la rápida fusión de los hielos glaciares. La distinción entre estas dos calamidades que poca importancia tiene para las víctimas del desastre, puede conllevar el que las pequeñas islas 'luego actualmente existen donde se cree que antes existió la Atlántida quizás tengan en los guyots, altiplanicies y valles marinos que las ro­dean restos de edificios o de murallas que indiquen presencia allí de una avanzada civilización de pasados tiempos.

Las investigaciones submarinas llevadas a cabo por los soviéticos en los últimos tiempos han confirmado en cierta medida estas teorías. Rusia, a pesar de que no es ribereña del Atlántico, ha mantenido vivo interés por este océano así como por la tradición del continente perdido que quizá dio su nombre al Atlántico. Entre los rusos, quizá debido a la faceta a menudo mística del «alma rusa, han surgido importantes escritores que se han ocupado del tema de la Atlántida. Entre ellos se cuenta Dmitri Merezhkovski, de los tiempos zaristas, que ase­mejaba el final de la Atlántida a la futura perdición de Europa.

También se encuentra Nikolai Zhirov, cuya Atlántida (1964), examina ampliamente las referencias históricas y el material geológico de que disponemos sobre la Atlántida y su probable situación en el Atlántico. Y tampoco debemos olvidar a V. Bryusov, historiador que considera que todas las civilizaciones antiguas proceden de una cultura «X» o de «una cultura que la ciencia todavía no conoce», que fue la maestra e impulsora de las civilizaciones en ciernes, la Atlántida.

Los miembros de la expedición soviética a las profundidades del mar, llevada a cabo por el Académico Petrovsky, que es un buque de investigación soviético, no se dieron cuenta, al principio, de que algunas de las muchas fotografías que tomaron del fondo sólido del mar mediante cámaras submarinas, mostraban no sólo la topografía del fondo, sino también restos arqueológicos, en el lugar en que se suponía que en otros tiempos estuvo la Atlántida.

Las finalidades y los resultados de la expedición que tuvo lugar a principios de 1974 fueron resumidos por M. Barinov y publicados en Znanie-Sila en 1979 concretamente en el número 8 de dicha publicación, al mismo tiempo que aparecían numerosos artículos acerca de los hallazgos en la prensa mundial.

La finalidad de la expedición era estudiar los bancos de arena en las aguas poco profundas del Mediterráneo y del Atlántico en un punto no muy lejos del Africa norocciden­tal. A bordo del buque, y formando parte del equipo, iban geólogos y biólogos. El origen, estructura y población de los bancos de arena, los picos de las montañas submarinas y los bajíos eran el principal objetivo científico de los especialistas. En el equipo había también un investigador perte­neciente al Instituto de Oceanografía de la URSS. Vladimir Ivanovich Marakuyev, especialista en fotografía subacuática.

Cuando el buque se encontraba en las coordenadas deseadas para hacer fotografías del fondo, ... el equipo de luces y de cámaras era lanzado al mar. Y descendía hasta llegar a una distancia de unos tres metros del fondo, después de lo cual se encendían las luces y las cámaras tornaban series de fotografías, merced a un sencillo mecanismo de automatismo.

La toma de cada serie requería entre una hora y una hora y media. Al mismo tiempo, otros miembros del equipo llevaban a efecto experimentos y pruebas con la ayuda de otros aparatos. Las aguas del Atlántico, en las cercanías de Gibraltar, eran excepcionalmente claras, y el trabajo de los expedicionarios estaba únicamente sujeto a los cambios de tiempo. Durante las tormentas de invierno, cuando el barco comenzaba a balancearse, era preciso inte­rrumpir los trabajos, y en alguna ocasión fue necesario buscar refugio.

A la vista de los descubrimientos subsiguientes, debemos señalar que los investigadores y la tripulación tenían unas finalidades que no eran precisamente las de encontrar restos de la Atlántida, aun cuando lo que encontraron bien puede ser las primeras fotografías que se hayan tomado de un con­tinente sumergido.

El buque Académico Petrovsky comenzó sus investigacio­nes fotográficas submarinas del archipiélago de la Herradura, a unos 450 km de Gibraltar, en enero de 1974. Se tomaron gran número de fotografías del fondo de las aguas a 102 metros de profundidad, aproximadamente en la "misma zona en la que apareció y desapareció la isla del capitán Robson.

Heezen, Thorpe y Young, en The Atlantic Floor, han descrito" ésta cadena de islas submarinas: Hay un importante grupo de montañas submarinas que for­ma una herradura. Algunas, como las montañas submarinas Ampére y Josephíne, alcanzan una altura no inferior a las cien brazas de profundidad. Las fotografías tomadas de estas montañas muestran acantilados y rastros de coral ais­lados. Las montañas submarinas de la mitad norte de la Herradura, que todavía no han sido suficientemente estu­diadas, se extienden de oeste a este. La mitad sur del grupo tiene apariencia de conos volcánicos, en tanto que en las montañas de la mitad norte se advierte que los cambios tectónicos tuvieron una importante influencia.

Una anterior expedición norteamericana del Lamont Geological Observatory investigó la misma zona, tornando muestras, fotografías y dragando el fondo. Aun cuando es preciso reconocer que no era el principal objetivo de las investigaciones oceánicas, no se encontraron rastros de hombres primitivos, lo cual nos trae a la mente la observación efectuada por el doctor Maurice Ewing, quien dijo: «He pasado treinta años explorando la cadena montañosa del Atlántico medio sin encontrar rastro de ciudades hundidas.

Sin embargo, parece que la expedición soviética tuvo más suerte. Cuando las numerosas series de fotografías tornadas por el Académico Petrovsky fueron reveladas, estudiadas y catalogadas, Marakuyev, el encargado de la labor fotográfica, advirtió que las fotografías de la cumbre del guyot Ampere, altiplanicie submarina que se alza desde una profundidad de 3000 metros hasta casi los 60 por debajo de la superficie, mostraba unas características imprevistas. Marakuyev expresó su inicial reacción ante los sorprendentes objetos que apa­recían en varias fotografías:

Me encontraba todavía en la expedición, cuando revelé las fotografías y obtuve los primeros positivos; en ese momento me di cuenta de que nada parecido había visto en mi vida. El Instituto de Oceanografía de la URSS tiene un formidable archivo de fotografías subacuáticas que han sido tomadas en el curso de innumerables expediciones submarinas a lo largo de los años, en todos los océanos del mundo. También tenemos copias de millares de fotografías tomadas por nuestros colegas norteamericanos. y jamás había visto nada que se pareciera tanto a rastros de vida y actividad humana en unos lugares que bien hubieran podido ser, en otros tiempos, tierra firme.

El siguiente comentario del Znanie-Sila indica algunos rasgos destacados de los descubrimientos efectuados en el fondo "del mar: En la primera fotografía podemos ver un muro, en la parte izquierda. Los bloques de piedra en la parte superior del muro son claramente visibles. Si tenemos en cuenta el escorzo de la fotografía y la altura del muro, resulta curioso observar detenidamente la zona vertical, obra de albañilería.

A pesar de que el objetivo apuntaba casi verticalmente hacia abajo, las zonas de obra de albañilería pueden verse con toda claridad. Cabe distinguir cinco zonas de esta especie, y, si se tiene en cuenta la deformación en la escala producida por la cercanía del objetivo al objeto fotografiado, se puede aventurar que estas zonas de albañilería tienen 1,5 m de altura y un poco más de longitud. En la segunda fotografía podernos ver el mismo muro, directamente desde encima.

El muro cruza la fotografía en diagonal. El disco de control se encuentra en el centro. No es difícil calcular que el espesor del muro es de 75 cm. Las zonas de albañilería son claramente visibles. En todas las fotografías se ven algas, muy densas y de un color castaño rojizo. La tercera fotografía pertenece a otra serie, tomada des­de la cima del guyot Ampere. En ella se ve una zona cubierta de lava, que descienda formando tres terrazas. Las terrazas están agrietadas, y en ellas hay masas de esponjas que pa­recen césped.

El artículo termina con una vehemente recomendación de que los soviéticos prosigan sus investigaciones en busca del continente perdido:

... la ciencia de la oceanografía ha efectuado tremendos avances en el curso de los últimos diez o doce años. Las técnicas de investigación han recibido poderosas ayudas. La principal de estas ayudas es la de los aparatos automáticos subacuáticos, que llegan hasta muy considerables profundidades.

Estos microsubmarinos alcanzan varios kilómetros de profundidad, pueden moverse horizontalmente, están do­tados de poderosos focos, tienen «manos, mecánicas para recoger muestras de rocas y objetos del fondo del mar ... Como sea que el Kurchatov es uno de los dos barcos que llevan equipo submarino a bordo. y es, más o menos, un «residente permanentes del Atlántico. de modo que -casí todos los años pasa por la zona de la Herradura, no nos queda más que repetir, ¿a qué esperamos?

Los descubrimientos soviéticos efectuados en el guyot Ampere, que no fueron publicados en varios años, tuvieron difusión mundial en 1978, gracias a una entrevista concedida por el profesor Andrei Aksyonov, director adjunto del Instituto de Oceanografía de la Academia Soviética de Ciencias. La "entrevista se celebró en Moscú y fue publicada por The New York Times el 21 de mayo de 1978.

El profesor Aksyonov se preguntaba por qué razón las fotografías no fueron sometidas a su consideración hasta 1977. Ignoro por qué tardó tanto (Marakuyev) en hacerse con las fotografías. Según el reportero del Times, el profesor observó que lamentaba no poder dar ejemplares de las fotografías, debido a que «son de Marakuyev, quien ahora está hospitalizado, con una grave enfermedad cardíaca», añadiendo en tono de esperanza: «Me parece que serán publicadas a no tardar en alguno de nuestros periódicos científicos.» El profesor Aksyonov, guardando evidente circunspección acerca de la identificación de las ruinas de la Atlántida, añadió: «Creo que los objetos que se ven en las fotografías estuvieron, en otros tiempos, en la superficie.

En una noticia de la agencia AP, remitida desde Moscú, en abril de 1979, Alexander Nesterenko, director del Departa­mento de la Flota del Instituto de Oceanografía, confirmó que un buque de investigación soviético había tomado foto­grafías de algo «que pueden ser ruinas», pero negó la información de que otro buque de investigación soviético, el Vityaz, se encontraba en la misma zona atlántica, declarando que dicho buque «se ocupaba de otros asuntos».

Egerton Sykes, quien ha dedicado toda su vida a la investigación del misterio de la Atlántida, indicó en qué podían consistir esos «otros asuntos», en el curso de una entrevista con el autor de la presente obra celebrada en noviembre de 1982:

PREGUNTA: ¿A qué razón cree usted que se debe que en la URSS no se hayan hecho más manifestaciones acerca de los descubrimientos efectuados por los soviéticos en el guyot Ampere?

RESPUESTA: Si no han dicho nada más probablemente se debe a que los descubrimientos son de considerable importancia para ellos. Seguramente desean no revelar el lugar en que se tomaron las fotografías.

PREGUNTA: ¿Y, a su juicio, dónde se encuentra este lugar?

RESPUESTA: Creo que está en las cercanías de las Azores, que, dicho sea de paso, es una zona de gran importancia es­tratégica. Además, los rusos no están buscando la Atlántida, sino lugares en los que aparcar submarinos en el caso de que se produzca una guerra nuclear. El buque que hizo el descubrimiento es un buque espía soviético excelentemente equipado, como lo son la mayor parte de ellos. Creo que es posible que las fotografías fueran tomadas cerca de las Azores entre Santa María y Sáo Jorge, muy cerca de las Formigas. La mención de una sonda de 90 m es tan de aplicar a este punto como el guyot Ampére. Los rusos no pueden manifestar oficialmente que han tomado fotografías allí, porque no tienen derecho a navegar en estos puntos.

PREGUNTA: ¿Qué opina de las piedras y de las plataformas que se ven en la fotografía?

RESPUESTA: Que son muy intrigantes. Esa especie de escalera de piedra fue evidentemente cortada en la ladera. Ha de haber muchas escaleras más de este tipo, por debajo del punto en que comienza la parte visible de la fotografía. Probablemente se trata de una escalera de cien peldaños o más en la ladera de roca, de ascenso y descenso muy peligroso. Algo parecido a las escaleras en las pirámides mayas o aztecas. En otra fotografía se ve una plataforma horizon­tal, que quizá fuera un descansillo que conectara con otra escalera, en un ascenso piramidal.

PREGUNTA: ¿Tiene usted noticia de más recientes descubrimientos en la zona del Ampere?

RESPUESTA: Cerca de Madeira no. Pero he visto fotogra­fías de muros y calzadas hundidos en el océano a varios ki­lómetros de Cádiz, España. Están muy bien definidos y han de ser de fácil acceso, pero las investigaciones no oficiales en esta zona suelen encontrarse con buques de guerra es­pañoles a los que no les gustan nada las investigaciones submarinas no autorizadas, en las cercanías de las costas es­pañolas, principalmente en las proximidades de Cádiz y de la base naval de Rota. Quien se sumerja cerca de estas ins­talaciones corre el riesgo de encontrarse con un campo de minas.

Fuente: Crónica Subterránea http://cronicasubterranea.blogspot.com/

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