La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

ORBs: ¿Simples confusiones o evidencias de lo paranormal?

Por Gustavo Fernández.

Empero, la moda evoluciona, y en los 70 visten túnicas, con un inevitable aire “hippie”. En los 80, llegan los “grises”: sin duda imbuidos de una mística reaganiana, son silenciosos, esquivos, de intenciones turbias, empecinados en experiencias genéticas. Ya en los 90, entran a paso redoblante de una manera impersonal como la que más: canalizaciones y mensajes salvatíferos, la inasibilidad de los visitantes de dormitorio… Por cierto, en todo momento podemos encontrar uno que otro caso de otra categoría pero (repasen la casuística) parecen estar agrupados estadísticamente según la época.

Mi idea es entonces la siguiente. Imaginemos una o unas (singularidad o pluralidad no hace al fondo de la cuestión, no ahora) inteligencias que desean, por razones sobre las que cada uno especulará a gusto, influir sobre la evolución de la conciencia humana. Supongamos que esas inteligencias necesitan imprimir una orientación determinada a las creencias colectivas, y adoptan como método la manifestación de fenómenos individuales y colectivos que, multiplicados por los años y por el impacto mediático, van construyendo “arquetipos” en el imaginario colectivo. Pero, como es lógico, pasado un tiempo, por repetición y acostumbramiento, su efecto comienza a disiparse.

Entonces, es necesario generar nuevas fenomenologías que refuercen las creencias, nuevas manifestaciones que por su atipicidad pongan la discusión, el debate, el asombro y la extrañeza otra vez sobre el tapete. Cuando comenzamos a acostumbrarnos a los ovnis, cuando, insisto, ya eran parte del folklore, aparecieron los círculos en las cosechas. Cuando éstos comenzaron a ser tan comunes que hasta se transformaron en una actividad artística en su imitación (con concursos y todo), aparecieron los orbs.

Y en definitiva, seguimos haciéndonos preguntas, seguimos polemizando apasionadamente, seguimos sin encontrar respuestas definitivas…. Porque así lo diseñan esas Inteligencias, sabedoras que si encontráramos las respuestas, cesaríamos en las búsquedas. Y esto no es ocioso: hace tiempo que uno, yo cuando menos, aprendió que lo importante no es encontrar las respuestas sino hacer las preguntas correctas. Y la avalancha de preguntas y repreguntas que lo Desconocido viene generando en la humanidad a través del tiempo lleva a una necesaria conclusión: que la evolución del pensamiento humano no hubiera sido la misma de no hacernos sentido a indagar, tanto tiempo, empujados por los golpes a la puerta que lo Desconocido viene haciendo.

Fuente: Instituto Planificador de Encuentros Cercanos.

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