A esta altura de los acontecimientos, se hace casi innecesario describir qué es un ORB. Pero vale intentar una sencilla, si no definición, cuando menos descripción como punto de partida para aportar unas reflexiones que de ninguna manera buscan ser concluyentes. Digamos entonces que llamamos “orbs” a unas máculas luminosas, siempre esféricas, que aparecen en fotografías de aparente distinto tenor y se supone no susceptibles de explicar en términos convencionales. Cuando digo “no convencionales” abro el debate a dos ideas predominantes: que se trata de algún tipo de “entidades”, o, de una forma quizás ambigua pero no exenta de significado, “energías”. Y cuando digo “convencionales”, me remito a las dos explicaciones que los refutadotes de estas presencias suelen enarbolar: que, o bien son rebotes del flash sobre gotas de humedad, de rocío, suspendidas en la atmósfera, o bien son partículas de polvo en la lente de la cámara.
Hay un hecho si se quiere cronológico que no debe ser desestimado: los orbs empiezan a multiplicarse a partir de la difusión de la fotografía digital. El hecho es tal vez casual, tal vez no. Por cierto, aún hoy el valor de una cámara digital, por lo menos en las economías tercermundistas, no las hace tan accesibles como, históricamente, lo han sido las cámaras de rollo de película. Pero a esto se contrapone el hecho inevitable que la gratuitidad de las mismas –uno no debe enfrentar el proceso, en ocasiones oneroso, de revelado y copiado en papel, que obligaba en un pasado aún no remoto a seleccionar la cantidad de copias con las que finalmente terminábamos reuniéndonos- hace que el fotógrafo improvisado obtenga centenares de tomas cuando antes, en el mejor de los casos, sólo hacía unas decenas de exposiciones. Cualquier viaje turístico hoy en día suele implicar que el viajante se reúna en su computadora, al final del mismo, con una cantidad enorme de imágenes, cuando antes, insisto, pensábamos dos veces antes de disparar el obturador. Este crecimiento exponencial de registros, lógicamente, aumenta en la misma proporción la posibilidad de obtener imágenes extrañas.