La última trampa: el voto a los menores de 16 años.
La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
La última trampa: el voto a los menores de 16 años. Por Nicolás Márquez. |
Esta iniciativa presuntamente “democratizadora” en la que los esbirros del kirchnerismo (con la complicidad del grueso de la “oposición) pretenden otorgarles el voto a los menores de 16 años (ya con media sanción en Senadores) ha sido impuesta sin obstáculos, sin debate y sin objeciones legales ni políticas.
Pero resulta que hoy a un menor de 16 años el Estado lo considera un inmaduro para dirigir sus actos, y por ende no le permite casarse sin anuencia paterna, tampoco le permite celebrar contratos, no puede comprar un inmueble, no puede manejar un automóvil, no puede ejercer cargos públicos, tampoco beber alcohol en bares ni tampoco le caben las sanciones de rigor previstas en el Código Penal.
En efecto, es tan poca la confianza que el Estado kirchnerista le tiene a los adolescentes, que por momentos los trata y atiende como si estos fuesen infantes de guardería. Por ejemplo, si un menor de 16 años quiere mantener relaciones sexuales, el Estado paternalista y controlador le obsequia y coloca gratuitamente el profiláctico en sus genitales; para estimularlo en el estudio secundario, a los rezagados les paga “un sueldo” solo por asistir a clase; si en el colegio tiene alguna conducta imprudente, pues el Estado benevolente no lo sanciona ni con amonestaciones; si el alumno es vago, perezoso y no estudia, el Estado amable y complaciente no le deja repetir de grado.
En suma, el kirchnerismo subestima y menosprecia a los jóvenes reduciéndolos a estos a una suerte de capitis diminutio.
El kirchnerismo glorifica a los adolescentes, los adula, los ensalza, los alaba y al mismo tiempo los trata como en la sala de pre-escolar. Pero ahora, repentinamente el propio oficialismo pretende usarlos como botín electoral haciéndoles creer que los están beneficiando, cuando es obvio y evidente que la clase política oficialista lo que busca es servirse de ellos electoralmente, a sabiendas de que muchos jóvenes suelen ser fácilmente manejables.
Que los adolescentes son manipulables es algo que muchos funcionarios del gobierno nacional conocen bien, porque saben que si algunas décadas atrás pudieron convencer y embaucar a los jóvenes para que tomen un fusil en Montoneros y luego maten, secuestren y mueran por una causa ajena a ellos: “¿entonces cómo no manipularlos ahora para que voten a favor nuestro?” reflexionan con inmoral especulación algunos ex terroristas devenidos en burócratas millonarios que hoy operan para el gobierno nacional.
Pero desde estas líneas preguntamos: si ya el año pasado un gran plebiscito nacional confirmó que el 54% de la población adulta tiene problemas de criterio y discernimiento a la hora de votar: ¿encima se pretende incluir a los menores en el padrón? Lo cierto es que esta jugada demagógica no le estaría otorgando a los adolescentes un supuesto derecho, sino que le otorgaría es un privilegio que viola el principio de igualdad ante la ley previsto en el artículo 16 de la CN.
¿Cómo es eso?
Pues los adultos están por ley obligados a votar, pero resulta que a los menores, en este caso puntual se los considera excepcionalmente superiores a los adultos, porque les otorgan la libertad y la prerrogativa de votar conforme a sus ganas y voluntad, a diferencias de los adultos, a quienes se les impone sufragar de prepo y de manera forzada.
Pero estas flagrantes contradicciones no debieran extrañarnos, dado que el uso político de los jóvenes consistentes en adularlos o denostarlos según las circunstancias, es una praxis histórica en el peronismo. Recordemos que fue el propio Perón quien en el afán de usar a las nuevas generaciones como condones supo tildarlos en 1970 como “una juventud maravillosa” y poco tiempo después, cuando dejaron de serles funcionales los calificó de “estúpidos e imberbes”.
40 años después, en tiempos afortunadamente menos violentos, el peronismo pretende continuar con esa perversa manipulación para con las generaciones venideras.
Fuente: La Prensa Popular.