La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Mitos y leyendas de las Abuelas de Plaza de Mayo. Por Edgar Mainhard. |
Liderar un organismo que reivindica a los detenidos-desaparecidos de los '70 no convierte a esa persona en un referente infalible, ni mucho menos. Pero hay un sector de la prensa local y del 'cholulismo' político que prefiere ignorar que esos organismos han devenido hasta en parte del clientelismo político prebendario de estos tiempos. El caso de Estela de Carlotto.
Interesante la segunda parte de la riña entre Estela de Carlotto y Gabriela Cerruti, que comenzó en La Plata, Provincia de Buenos Aires, y sigue en la Ciudad Autónoma. Probablemente porque la tira televisiva del momento, 'Montecristo', es tan condescendiente con Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto debe creer que puede llevarse el mundo por delante. Sin embargo, la vida no es una novela.
En primer lugar Carlotto, quien tiene a sus hijos trabajando de funcionarios públicos comprometidos con el Frente para la Victoria, fue una adalid de la permanencia de Aníbal Ibarra al frente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué costo tuvo esto para el presupuesto de la Ciudad que pagan los contribuyentes porteños? Probablemente lo conozca Gabriela Alegre, la funcionaria desplazada del área de Derechos Humanos, y reivindicada por Carlotto sin otro motivo que su supuesto 'prestigio'.
Estos organismos de derechos humanos que circunscriben su defensa de los derechos humanos a lo ocurrido con los detenidos-desaparecidos en los '70 y '80 han cumplido un rol importante en la construcción de una interpretación alternativa de la historia, pero ni eso les concede el statuo-quo de oráculo ni su relato se ajusta a los hechos ya que su teoría de que el terrorismo de Estado fue único protagonista de la violencia delirante y macabra, es fácilmente rebatible.
Aníbal Ibarra intentó escudarse en Carlotto para enfrentar a los padres y familiares de las víctimas del local bailable 'República Cromañón', y Carlotto se prestó a ello. Pero Ibarra ya no está. Sí transcurre en estos días un intento del ex jefe de Gobierno de reivindicar su gestión, de recuperar espacios políticos y de defender a sus funcionarios, limitando la gestión de su sucesor, Jorge Telerman, quien no debería modificar en nada lo que recibió, según Ibarra.
Como si la gestión de Ibarra no hubiese sido una de las peores que recuerda la Ciudad de Buenos Aires, solamente apoyada en una dispendiosidad del gasto en comunicación y publicidad que logró -y en esto los medios de prensa tienen una enorme responsabilidad- ocultar y hasta embellecer la impericia, la ignorancia, la mediocridad y hasta la corrupción ocurrida durante la gestión de Ibarra.
En este contexto, otra funcionaria, Gabriela Cerruti, cuya capacidad aún está por verse, intentó reordenar su área. Desplazó a una funcionaria, Gabriela Alegre, y ésta se rebeló por los términos del relevo: se la acusó de ocultar información y objetos de víctimas de 'Cromañón', en el contexto de una puja creciente entre Telerman e Ibarra. ¿Qué tenía que hacer en este contexto Carlotto? Nada. Pero decidió hacer lo que hacen sus hijos: jugar a la política K.
Abuelas de Plaza de Mayo es la agrupación más cercana a Néstor Kirchner, y con una notable presencia mediática. Pero cuando ocurrió el acto de los 30 años del golpe de Estado en Plaza de Mayo, el 24 de marzo pasado, estuvo muy claro que Abuelas tiene más predicamento entre la gente 'naif' que entre los militantes de izquierda, que impusieron un documento que casi hace trastabillar la relación de Carlotto con Kirchner.
En este contexto es correcta la respuesta de la ex periodista del diario 'Página/12' y de la ex revista 'Trespuntos', hoy funcionaria pública Cerruti, quien dijo que a Carlotto le responderá cuando la titular de la ONG se "plante como militante kirchnerista y no como abuela" para discutir.
Ella designó a Margarita Jarque en reemplazo de Alegre. Jarque se encuentra relacionada con el premio Nóbel de la Paz y responsable del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), Adolfo Pérez Esquivel.
Esto demuestra que Cerruti tiene la misma visión sesgada de los '70 y '80 que Carlotto, y entonces las pujas pasan por cuestiones menores y no de fondo. Probablemente con una disputa entre ellas que comenzó en el gobierno de Felipe Solá, cuando se acusaron mutuamente de falta de transparencia y hasta de irregularidades en la gestión del gasto público específico.
En esta oportunidad, Cerruti estuvo más hábil que Carlotto porque hizo una denuncia judicial cuando descubrió las 3 cajas de la discordia, e inició un sumario administrativo contra Alegre, quien actuó, según Cerruti, "al menos con negligencia o ineficiencia" por no haber informado correctamente a la Justicia de la existencia de esas cajas.
Según Cerruti -quien tampoco es un oráculo- las diferencias en la Comisión Provincial de la Memoria con Carlotto se debieron a que la titular de Abuelas no respaldó "la investigación de tortura y maltratos en cárceles" bonaerenses, tema que preocupa mucho al Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), que dirige Horacio Verbitsky, un soporte permanente de Cerruti. O sea que todo esto pasa por una interna de los organismos de derechos humanos por espacios de poder político.
La cuestión de las cárceles bonaerenses -que es verdad que tienen un hacinamiento espantoso y son fuente de corrupción permanente, que luego se recicla extramuros- es una problemática que encontró el Cels para proyectarse más allá de los acontecimientos del terrorismo público y privado de los '70/'80.
Ella desmintió que tuviera conocimiento de que las 3 cajas con pertenencias de víctimas de 'Cromañón' se encontraban en la Subsecretaría aunque concedió que el personal de la Subsecretaría de Derechos Humanos sí lo sabía.
¿En qué beneficia todo esto a la gestión de Telerman, que tanto precisa de éxitos si se quiere mantener la precandidatura a jefe de Gobierno del actual jefe de Gobierno? Por ahora, en nada. El conventillo no es lo mejor para garantizar la gestión. Pero, probablemente, demuestre un principio de autoridad de los colaboradores de Telerman que por cierto lo están precisando cuando la rémora de Ibarra -con apoyo sindical- considera cada espacio como derecho adquirido propio. Es lo único positivo de todo este lamentable episodio.
Fuente: Urgente 24