La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

De eso no se habla.

Por Magdalena Defferrari.

Faltan 77 días para las elecciones que consagrarán al futuro Jefe de Gobierno. Los candidatos con mayores posibilidades se enfrentan en el terreno ideológico y aun en el personal, cuando los ciudadanos quieren escuchar soluciones para los problemas concretos. ¿Qué se hará para ordenar el tránsito y evitar accidentes? ¿Cómo se controlarán los cortes de calles que enloquecen a los porteños?

La protección a los cartoneros ha devenido en desprotección para los vecinos ante la acumulación de basura y con el peligro del dengue. Y no sólo dengue: las epidemias acechan a los niños que juegan en las plazas con areneros contaminados y hasta jeringas desparramadas. No importa si alguien se contagia: que saque número en un hospital a las 4 de la mañana y con suerte lo atenderán al mes siguiente.

Cuando vaya, esquive a los malabaristas callejeros y salte los pozos, anegados o no. Cuídese de los ladrones sin esperar a que la ciudad tenga su propia policía. No le preocupe que algunos se refugien en las villas en medio de gente honrada que también los sufre. Toda solución llegará algún día, aunque los candidatos no las impulsen. De eso, no se habla.

El 4 de junio se realizan las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y hasta el día de hoy los postulantes parecen evitar puntos como la seguridad, el medio ambiente, los hospitales o el tránsito y hablan más de peleas internas por espacios de poder. Es por eso que La Prensa decidió elaborar una lista de las 10 principales inquietudes de los porteños con la idea de que alguno de los postulantes se tiente y explique sus planes o cuáles serían las soluciones para estos eternos dramas de la Ciudad.

Estamos todos tapados por agua

El granizo fue un acontecimiento meteorológico único producto del recalentamiento global, así que de eso no vamos a hablar. Pero, ¿será posible que cada vez que caen más de siete gotas de agua la Ciudad se convierta en un charco gigantesco? Y para cada desborde hay una excusa, no una solución. Así, si las bocas de agua no absorben el agua caída, la responsabilidad es de los vecinos que dejan la basura afuera; y si no, la culpa es del Río de la Plata que subió su caudal de agua.

Y hay zonas que, caigan una o siete gotas, se inundan siempre: el estadio Obras Sanitarias, la avenida Juan B. Justo, o parte de La Boca, por ejemplo. Esto es así desde la fundación de Buenos Aires y no va a cambiar. Es más, con el calentamiento global, seguro que empeora. Y no es para alarmarse sino para que se aporten soluciones. No hay nada mejor que una campaña a jefe de Gobierno como para que estos dramas porteños encuentren una respuesta.

Tránsito fatal

La quita de puntos es una buena opción, pero parece que no es suficiente para reordenar el tránsito y educar al conductor. Es común ver que el cinturón de seguridad volvió a caer en desuso o a los conductores manejando entre carriles. Asimismo, los automóviles pisan la línea peatonal mientras los peatones cruzan la calle con el semáforo en verde, corriendo o, en el peor de los casos, esquivando a los autos. Cero puntos para todos.

Los "saltimbanquis" porteños

Mauricio Macri inició su campaña porteña saltando un bache y desde la oposición lo tildaron de "saltimbanqui". Pero lo cierto es que el candidato participó del “deporte” natural de los porteños: el salto al bache. Se sabe que no hace falta un bache de un metro de ancho por tres de profundidad para demostrar que la Ciudad realmente no da a basto con el cuidado de las calles.

El “torneo” se puede disputar en los 100 barrios porteños en sus estilos a pie o en auto. En el primer caso, en San Telmo, sobre la Avenida Paseo Colón llegando a Venezuela, hay una vereda que ostenta el récord de no haber sido reparada en las últimas dos campañas a jefe de gobierno porteño.

La aventura consiste en caminar en zigzag, para esquivar el bache, hasta llegar al cordón donde el transeúnte puede caminar en línea recta, cuidando que ningún vehículo lo roce. Esta actividad es mucho más divertida para las mujeres porque buscan evitar perder un taco saltando sobre cada baldosa suelta.

En cuanto al “torneo” en auto, usted puede elegir cualquier calle o avenida y comprobar los montículos de brea o líneas irregulares, producto de un mal trabajo de rellenado asfáltico, adoquines flojos, rejas de gas natural rotas o bocas de agua sin las tapas correspondientes. Como consejo, si decide competir en la modalidad auto, no salte el bache, mejor esquívelo.

Con basura o sin ABL

Las informaciones abundan pero las respuestas y soluciones son inexistentes. Si bien la Ciudad creó un Registro de recolectores de residuos urbanos, que protege el trabajo de los cartoneros, Buenos Aires amanece y se acuesta con olor a basura por todos lados. La idea no es condenar el trabajo de los cartoneros. Lo que muchos vecinos quieren es que se creen nuevos puestos de trabajo para ellos.

En tanto, el porteño tiene una única opción: caminar mirando el suelo para sortear bolsas de residuos, cáscaras, latas, botellas y papeles y todo esto se encuentra en el trayecto de la puerta de su casa al kiosco de la esquina. O también puede probar con salir de su casa al trabajo con una escoba y una pala. Lo más seguro es que se presenten problemas a la hora de pedir una rebaja en el ABL.

Ruidos y olores molestos

Bendita contaminación. No hay nada más “agradable” que el olor a caño de escape por la mañana o el ensordecedor ruido de un auto sin silenciador. Mientras que el país levanta la bandera del "No a Botnia" contra Uruguay, en la Capital Federal la contaminación sonora y ambiental hace estragos.

Días atrás, alumnos y padres de una escuela del barrio de Pompeya lograron que mudaran la cabecera de una empresa de colectivos porque los ruidos molestos hacían imposible el dictado de clases. Tuvieron que hacerse cargo solos. Mandar cartas y pedir audiencias para poder ser educados sin ruidos.

Pero no hace falta llegar tan lejos. ¿Quién no se tapó los oídos en el subterráneo o trató de contener el aire cuando se topó con el negro aire de un caño de escape? Y si los ruidos no le llaman la atención, una vuelta por el trillado Riachuelo puede servir de muestra para decir "No a nosotros mismos".

Robos, drogas y asaltos

El martes último reapareció el “hombre araña” en un edificio de Palermo. En la primera semana de marzo, asaltaron todo un edificio en Recoleta y cuatro pisos de oficinas en Belgrano. Las drogas de diseño invaden los hogares y los asaltos a comercios son moneda corriente.

Se habla de la inseguridad en el conurbano bonaerense, pero los índices en la Ciudad no aparecen nunca y las medidas parecen inexistentes. El porteño se desayuna todos los días con un nuevo atraco o saqueo.

La Guardia Urbana y los bicipolicías parecen haber quedado en el olvido. Se hicieron grandes campañas pre eleccionarias pero brillan por su ausencia en las calles. En tanto, los delincuentes hacen de las suyas en una ciudad donde todos prefieren hablar de lo que pasa en la provincia de Buenos Aires con los secuestros y robos a bancos.

Sin hospitales

Hospitales públicos hay en cada uno de los barrios, sin embargo obtener un turno es peor que un trámite burocrático. En el peor de los casos, la demora -para un dentista, por ejemplo- es de seis meses, y esto sucede no sólo porque los bonaerenses se atienden en suelo porteño sino porque muchos extranjeros también lo hacen. Y así, el colapso del sistema sanitario hace que cada vez haya más porteños sin acceso a la salud.

Había una vez un “circo”

Los malabaristas o lanzadores de fuego suelen ser un plus más para los chicos que viajan por el centro capitalino. El show en cada semáforo es festejado por los menores pero los mayores lo miran con recelo porque cuando el acto termina es común ver cómo pasan la gorra entre el tráfico. Los conductores, en tanto, se dedican a esquivar el “espectáculo circense” con el fin de no atropellar a ninguno de los animadores públicos, por lo menos hasta el próximo semáforo.

Esta vez le llega al turno a los limpiadores de vidrios. Otra raza distinta que no persigue la animación popular sino el acoso público. Así, es común ver cómo se abalanzan sobre los vehículos y empastan los vidrios mientras desde dentro del auto los conductores se deshacen en señas que gritan “no”.

Pero los gestos no sirven de nada y uno se encuentra con que tiene una persona pegada cual ventosa al vidrio pidiéndole que le dé un peso por haberle ensuciado el vidrio. Hay algunos valientes que bajan la ventanilla pero la mayoría de los porteños, inmersos en la paranoia de los asaltos, prefieren ignorarlos y esperan a que se cansen de golpetear el vidrio.

Está prohibido jugar

Las plazas porteñas tienen ese no sé qué. Algo nuevo que las distingue: el silencio. Es que cada vez son menos los niños que juegan en el tobogán o arman túneles en la arena por varios motivos, entre ellos la presencia de enfermedades.

Se puede pensar que las madres exageran pero la realidad indica que los niños se contagian el rotavirus en los areneros. A eso hay que sumarle que los paseadores de perros eligen las plazas para descansar con los canes y las heces se mezclan con el pasto. Tampoco se pueden olvidar las palomas -que se convirtieron en una nueva plaga- y que ensucian todos los juegos. Y nadie limpia nada.

Otro factor que entristece los espacios verdes porteños son los robos a monumentos, especialmente los de las placas de bronce que encuentran un gran valor de reventa en el mercado negro. Así, las imágenes que recuerdan a nuestros próceres o personajes célebres deben ser puestas tras las rejas.

Villas en suba

El incendio en Villa Cartón avivó el debate de la proliferación de los asentamientos y dejó en evidencia que las acusaciones cruzadas son las mejoras armas para no resolver absolutamente nada. Las construcciones de este estilo se multiplican y como ejemplo, basta mirar el crecimiento de la Villa 31 donde se están construyendo departamentos que llegan a la altura de la Autopista Illia.

Fuente: La Prensa.

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