La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Máximo Kirchner. El mini Rudy. Por Rubén Lasagno. |
Los Kirchner delegaron la educación de Máximo Kirchner en Rudy Fernando Ulloa Igor. Por lo tanto, nunca él será un 'gurú' de la política nacional. La historia tiene curiosidades y aquí van algunas de ellas.
Hay un gran esfuerzo por “pintar al calvo con pelos” y por ese motivo se armó toda una operación para hacer trascender a Máximo Kirchner casi como un gurú de la política nacional haciéndonos creer que hasta su padre lo consultaba en tiempos en que era presidente. Para desmitificar este mito urbano, contradecir a Rudy Ulloa y contar quién es Máximo, salimos a preguntar a sus viejos compañeros del barrio APAP donde siempre vivió, aquí en Río Gallegos.
Máximo Kirchner, el hijo mayor del presidente, un joven de bajo perfil, de costumbres paisanas, buen tipo, de comportamiento transversal al interés político que tanto derraman sus padres; ha sido transformado en poco tiempo en un gran militante de una causa que no entiende, pero que fue adoptando como suya gracias a la irreparable vida política que llevan sus progenitores que le han generado un ámbito donde todo se juega entre el poder y el dinero, sin lugar para las peleas cotidianas en la cocina de una familia normal.
Sin embargo no todas sus vivencias se las han aportado sus consanguíneos, sino también es producto de los consejos y ejemplos de su hermano putativo, aquel chico humilde con problemas para caminar que su padre adoptó en un gesto de gran humanidad y luego descubrió que en agradecimiento el pibe podía llegar a hacer las cosas más insólitas y arriesgadas por su rescatador.
Rudy Ulloa Igor pasó de ser un sirviente sumiso a ser un sirviente de elite e inclusive hay anécdotas que le otorgan ciertas condiciones de lealtad de vida, cuando en alguna oportunidad puso “su cuero” ante las autoridades para tapar trapisondas del pequeño Maxi que solía fumarse la vida en el arranque de una adolescencia que carecía del suficiente afecto, pues quienes compartieron con él algunas tropelías de chico travieso, no dudaron en centrar la culpa de sus descarríos en la falta de contención familiar.
Chico de barrio
“Maxi odiaba a la política que hacían sus viejos porque eso fue siempre lo que los separó de ellos”, confesó a OPI un ex compañero de juegos de Máximo, vecino del barrio APAP donde se crió y actualmente vive en una casa remodelada pero sin ninguna exageración arquitectónica.
“Siempre fue un chico de barrio. A veces venía a casa ya tarde y nos decía “allá están discutiendo de política, llegó gente y es imposible hasta mirar televisión”, comentó el ex compañero de juegos del hijo de la presidenta.
La postal que rescatamos de Máximo cuando tenía entre 7 y 8 años es muy simpática pero seguramente hoy querrá olvidarla; nos aseguraban entre risas sus viejos amigos y vecinos de calle la Manchuria que “Era gordito y con anteojos y más de una vez lo fajamos” y reconocieron que “en la canchita” era “de madera” y a esto lo vincularon con una condición genética, teniendo en cuenta las torpezas por las que siempre lo cargaban a Néstor, su padre, motivo que le generó grandes disgustos a más de uno, cuando el intempestivo Intendente del pueblo se enteraba de que alguien de su entorno se mofaba de su inexistente motricidad fina.
Se dice en la ciudad que el comportamiento de Máximo era criticado por muchos de sus amigos de aquel entonces cuando siendo un jovencito con un pasar económico resuelto solía mezclarse en escandaletes en los boliches y debía ser sacado de allí, no en las mejores condiciones, precisamente. “Máximo siempre actuó como un pibe común, nunca sacó chapa porque su padre fuera gobernador”, nos expresaron.
“Había mucha gente que lo cuidaba