La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
El imaginario de Arslanian. Por Laura Etcharren. |
El instrumento de la marginalidad y la negación del crimen organizado en el Conurbano.
Las partes
En contraposición al discurso sostenido de los candidatos opositores en campaña que enarbolan el problema de la inseguridad para coptar votos, se encuentra el oficialismo con su abrumadora minimización del tema. No obstante, las partes coinciden en atribuir la mucha o poca inseguridad a una sola situación.
De éste modo, hablan de la inequidad en la distribución del ingreso, los bajos sueldos, la falta de empleo y en gran medida, la pobreza. Entonces, al limitar el problema, lo banalizan. Se construye un reduccionismo que se instala en una sociedad desconcertada y a la deriva.
Sociedad, pobres y parias organizados.
La sociedad argentina, desbordada de promesas y noticias de progreso cuando en realidad, al recorrer las calles, el paisaje está plagado de parias. Parias, que no solo son pobres. Individuos al acecho dispuestos a todo para obtener aquello que no poseen y aún más.
Que buscan salir del simple bandolerismo o pillaje para convertirse en profesionales del crimen organizado, dado que poseen herramientas, contactos y todo un bagaje de conocimiento que los avala. Parias mentales por la vía que utilizan para posicionarse. Perversos estrategas. No son como los pobres ya sumidos en el pauperismo que adolecen de educación y posibles ambiciones que no sean más que la de tener un plato de comida en la mesa.
De estos últimos, se aprovecha el gobierno de turno. Escudándose en ellos para tapar la peligrosidad de los primeros. Lo cual demuestra el desconocimiento en las formas de combatirlos. A pesar, claro está, de los proyectos y los planes supuestamente en marcha.
Por lo tanto, la marginalidad se presenta como el instrumento argumentativo más utilizado para justificar el caos al que asiste la Provincia de Buenos Aires.
Deducciones
Pues así lo revela el Ministro de Seguridad de la Provincia, Doctor León Arslanian en una nota concedida a la Revista La Tecla del 8 de marzo, número 196. Allí textualmente dice:
“Creo que en la Provincia el diagnóstico es claro. Hay una situación de marginalidad y de exclusión social que gravita seriamente sobre el problema de la inseguridad.”
Se infiere que para él, inseguridad y pobreza conforman una dialéctica: Hay inseguridad porque existen pobres y hay pobres porque hay inseguridad. Alude a que todas las variables económicas funcionan correctamente. En sus términos “magníficamente.”
No obstante declara:
“Ni el derrame, ni las políticas asistenciales, ni la mejor distribución del PBI resuelven el tema de la exclusión, que es profundamente cultural.”
Conceptos refutables aunque muy bien manejados para penetrar en la conciencia colectiva. Porque si algo que no se le puede negar al Ministro, es la astucia de su razón. Una razón que la acomoda conforme al momento y al estado de situación que se vive en ese instante. Cuando le convino importar el lejano fenómeno de las maras al país lo hizo.
En cambio, ahora que el estado embrionario de maras es visible en Argentina, lo niega y establece por una cuestión de deducción que la inseguridad es un problema cultural. Es decir, si la exclusión social es un problema cultural, por ende, la inseguridad que producen los pobres, es cultural. Los marginados representan en el imaginario de Arslanian la verdadera causa de la inseguridad bonaerense y por qué no, nacional. Una culturización extraña pero recurrente en su retórica.
La persecución Blumberg: Entre consejos y deseos
Manifiesta que ya no desea permanecer en el cargo y que le gustaría dedicarse a su profesión original: Abogado. Resalta también que la política nunca termina. Forma sutil de dejar abiertas las puertas del poder hegemónico. El 10 de diciembre culminaría su ciclo y apela a que el gobierno venidero continúe con sus políticas, ya que las mismas han dado cantidad de resultados positivos.
Razón por la cual, debemos entender que si los resultados, por lo menos algunos fueron positivos y otros lo serán en el largo plazo, no han existido protestas. Mucho menos confrontaciones con la oposición y con familiares de víctimas de la inseguridad. En su mayoría, de la provincia.
¿Es eso lo que Arslanian intenta que internalice la sociedad? De ser así, existen grabaciones, notas periodísticas, crónicas diarias, declaraciones y otras tantas cosas que revelan lo contrario y que los medios se han encargado de demostrar. Busca coronar el final de su gestión con el esclarecimiento de la desaparición de Jorge Julio López.
Además, se permite sugerirle al próximo gobierno unificar seguridad y justicia. Sin duda que Arslanian es un hombre inquieto, apasionado e inteligente. Ocurre, que como todos los hombres, comete errores. Algunas presencias logran perturbarlo, como la del ingeniero Blumberg. Quien carga con el dolor de la muerte de su hijo y con indefiniciones en el campo político.
Vacilaciones y reclamos que agobian al Ministro que contrariamente a lo que dice Blumberg, elevar las penas y reformar el código penal no son alternativas viables para contribuir en la solución de la inseguridad.
La policía y la ruta del narco
Tampoco se soluciona el caos incorporando a 5000 policías por año. Muchos de ellos corruptos, algunos ex convictos y otros nulos en la preparación que debe tener el sujeto dedicado a vigilar y resguardad la seguridad de los ciudadanos. Dice Arslanian a La Tecla:
“Quiero que siga creciendo la Policía Buenos Aires 2. Quiero continuar con el programa de fortalecimiento institucional de incorporación de 5.000 policías por año, que ha significado que de 46.000 que había cuando llegamos, hoy tengamos 52.600.” Ahora bien, si la policía que el gobierno bonaerense incorpora es idónea:
¿Cómo puede ser que la droga que sale de Perú pasa por Bolivia y se descarga en Santiago del Estero, luego se distribuya por la Provincia de Buenos Aires deliberadamente? Informantes claves cuentan que la ruta 9 es una zona liberada para la entrada de estupefacientes. Eso se debe a la falta de oficiales que controlen los pasos y cargamentos. Quienes trafican, por una cuestión lógica, no pueden ser excluidos sociales. Ellos carecen de la estructura así como de la capacidad para estudiar el terreno.
En cambio, existen grupos debidamente armados y preparados que sí pueden hacerlo, y que son aquellos que el señor Arslanian no reconoce en su imaginario vinculante a la pobreza: Los narcoterroristas.
Cierre funcional
De un tiempo a esta parte la inseguridad se volvió funcional a la oposición y la pobreza funcional a la justificación de esa inseguridad. Ni unos ni otros profundizan con rigor.
Como si existiese en el interior de cada uno de ellos una fuerte resistencia a descubrir la génesis del problema para sacar a la sociedad de la opacidad en la que se encuentra sumida. Internas absurdas, y discusiones insubstanciales crean un espacio propicio para que el estado potencial de maras que flota sobre Argentina se concrete.
Estado que parece concentrarse en la Provincia de Buenos y en el norte del país. Razón por la cual, si se continúa por el camino de la negación y la indiferencia de quienes están a cargo, la concreción será inmediata. Ningún tema se puede subestimar. El de las maras es uno de ellos. La inseguridad no es un problema de izquierda o derecha. Simplemente, es un problema. Y como tal, debe ser abordado con inteligencia y astucia.
Arslanian posee todos estos condimentos. Además de una fuerte capacidad de trabajo. Sin embargo, en sus declaraciones, es como si olvidase su razón y en lugar de informar sobre el verdadero trasfondo que nos cobija desinforma trocando los hechos. Acomodándolos a favor del Gobierno Provincial. Aquel que ha mostrado varias y comprometidas imprecisiones por negar concientemente la vigencia del terrorismo del narco en la zona.
En síntesis, hay un panorama atroz de violencia e inseguridad producto de la emergencia del crimen organizado en el Conurbano.
Pero también, existe otro paisaje. El light. El que solo se encuentra, en el imaginario de Arslanian.