La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

La verdadera historia de dos asesinos.

Por Luis Domenianni.

Como parte de un relato destinado a tergiversar la historia, agrupaciones de La Cámpora y de otras vertientes K, elevan a la categoría de próceres a Fernando Abal Medina y Carlos Ramus ¿Qué quienes fueron?

Pues sencillamente quienes secuestraron y asesinaron a Pedro Eugenio Aramburu, ex presidente de facto y teniente general, y abrieron así, la espiral de violencia que representó la muerte y la desaparición de varios miles de argentinos. No se trata, por supuesto, de desvirtuar el carácter asesino de la última dictadura militar. Para nada. Pero lo uno no anula lo otro.

Del otro lado, y mucho antes, si bien bajo otro gobierno dictatorial, ambos “próceres” junto a Eduardo Firmenich, Norma Arrostito y Carlos Capuano Martínez secuestraron a Aramburu, vestidos como militares, lo llevaron a un campo en la localidad de Timote y lo asesinaron con un disparo en el pecho, a sangre fría. Por aquel entonces, los cinco más Sabino Navarro y Luis Rodeiro, concurrían asiduamente, según registros, al Ministerio del Interior y se identificaban como “nacionalistas católicos”.

Allí, los recibía el ministro del Interior de aquella dictadura, un general de apellido Imaz, que abonaba la teoría acerca de que Aramburu se postulaba como una figura de recambio al dictador Juan Carlos Onganía y que su objetivo era llamar a elecciones. De allí que la muerte de Aramburu, repudiable en cualquier caso como cualquier otro homicidio, resulte vinculada a los designios de perpetuidad de aquella dictadura militar y sospechada de manipulación.

Luego, la muerte de dos de sus asesinos, Ramus y Abal Medina, acontece tras una denuncia –vaya a saber uno si inocente o también manipulada- a la Policía provincial de una reunión, en un bar de la estación William Morris, de la banda. Sin asegurarlo al ciento por ciento, la denuncia pudo provenir de su identificación a través de miles de afiches donde aparecían sus fotos con la leyenda “buscados”.

La historia turbia continúa con la llegada de un móvil policial no camuflado que solicita la identificación de quienes estaban en la mesa del bar y se retira satisfecho cuando Abal Medina exhibe una identificación policial. No obstante, la llegada de otro móvil determina que Ramus quien se hallaba en un vehículo estacionado en cercanías del bar, emerja con una pistola y una granada que le estalla en sus manos.

Sobreviene entonces un tiroteo en el que cae Abal Medina y los demás logran huir. No fueron secuestrados, ni asesinados, ni ajusticiados. Cayeron en un enfrentamiento a cara descubierta. Ellos sí secuestraron, asesinaron y ajusticiaron al teniente general Pedro Eugenio Aramburu. Pues a estos secuestradores y asesinos, el kirchnerismo rinde homenaje. Todo dicho.

Fuente: www.diariodemocracia.com (Junín).

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