La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Las puertitas del señor González (2).

Por Rolando Hanglin.

Van aquí algunas anécdotas que podrían representar, para el lector, un enfoque inesperado de la historia de nuestro país, y especialmente del Libertador. Lo que llamamos "puertitas".

SAN MARTÍN, ARRESTADO

Tras su encuentro con Bolívar en Guayaquil, que resultó un fiasco, pues los dos jefes militares no se entendieron, San Martín renuncia al Protectorado del Perú y proclama el fin de su vida pública, en septiembre de 1822. Se recluye en su chacra de los Barriales, Mendoza, administrando su campo y aguardando novedades. Atento a la situación en el Perú, por un lado (estaba al pie de la cordillera) y por el otro a la vida de su hija Mercedes Tomasa, de 7 años. Su esposa, Remedios Escalada, agonizaba de tisis en Buenos Aires.

San Martín planea atravesar el trayecto Mendoza-Buenos Aires a caballo, pero le informa su amigo el Gobernador de Santa Fe, don Estanislao López, "que en el camino se han apostado partidas para prenderlo como a un facineroso". De cualquier manera, San Martín llega, finalmente, a Buenos Aires, el día 4 de diciembre. Remedios ha muerto. El Libertador ordena construir el sepulcro de su esposa en la Recoleta: allí se lee "Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín".

La hijita estaba en manos de su abuela, doña Tomasa de la Quintana de Escalada. San Martín se la quita sin mayores miramientos y se embarca hacia Europa. Su propósito declarado es "poner a su hija en un colegio inglés", aunque también planea actuar en el lobby de las cortes europeas, procurando obtener, muy especialmente, el reconocimiento inglés de las independencias sudamericanas, lo cual impediría una reconquista por parte de la Corona Española. En efecto, Gran Bretaña se había constituido en potencia imperial de todos los mares.

Al hacer escala en el puerto francés de El Havre, la policía le retiene el pasaporte, expedido por Rivadavia, y decomisa los grandes paquetes de prensa latinoamericana que hoy llamaríamos "subversiva". Dice la policía francesa: "Es un individuo ligado a las guerras de independencia y porta numerosos papeles que delatan la más ardiente agitación democrática". San Martín permanece bajo custodia desde el 20 de abril hasta el 9 de mayo, y luego sigue viaje rumbo a Londres, a bordo del "Lady Wellington", en busca de horizontes más liberales.

SAN MARTÍN EN LAS SOCIEDADES SECRETAS

Siendo protector del Perú, San Martín había enviado a hombres de su confianza (el médico inglés James Paroissien y el abogado colombiano Juan García del Río) con el objeto de conseguir un monarca de dinastía europea para el Perú, que de este modo quedaría protegido de posibles invasiones europeas, provenientes de la propia España, Inglaterra, Francia y otras potencias marítimas, todas las cuales andaban a la pesca de colonias y enclaves estratégicos.

Terminado el episodio del Havre, San Martín obtiene la colaboración de Charles John Miles, sobrino de su amigo Paroissien, y se instala en una casa ubicada en el número 12 de New Road, Park Place. Actualmente, la casa existe, está señalada por una placa y corresponde a 23 Park Road (NW1) con frente al Regent´s Park. Está en el barrio de Marylebonne, entre las calles Ivor Place y Baker Street. En el presente, es de propiedad privada. A unas quince cuadras vivía el venezolano Francisco de Miranda, el Precursor de todos los patriotas hispanoamericanos, en el 59 de Grafton Way. Allí cerca había vivido también Bolívar, en el 4 de Duke Street, entre Manchester Square y Wigmore Street. Londres, como Cádiz, era ciudad referente de los patriotas sudamericanos.

En Londres, don José se reencuentra con un aliado de su anterior paso por la capital inglesa en 1811, don James Duff o MacDuff, ya entonces Conde Fife. Procura obtener el favor de este viejo amigo, tan decisivo como el mismo Rey y miembro del Parlamento, cuando se trataba de obtener el reconocimiento, y algo parecido a la protección o garantía, de Inglaterra para Chile, Buenos Aires y Perú. Téngase en cuenta que los españoles, en esas semanas, acababan de recuperar Lima. San Martín retoma sus relaciones con el Conde. En su tiempo, Duff le había presentado a Sir Charles Stuart (encargado de Negocios de la Corona en España) que le facilitó un pasaporte para viajar a Londres.

En esta oportunidad (ya no estamos en 1811, sino en 1824) Duff invita al militar de piel aceitunada al condado de Banff, en los Highlands de sus antepasados. Allí, el Libertador es recibido con gran pompa, inscribiéndose su nombre como ciudadano honorario en The Burgess Roll of Banff. Traducimos el diploma, actualmente conservado en el Museo Mitre, con fecha 19 de agosto: "En Banff, a diecinueve días del mes de de agosto de mil ochocientos veinticuatro, en presencia de los honorables varones Georges Garden Robinson, Armígero Preboste; Lewis Cruickshank, Williams Robertson, Tomás Wright y Jack Wright, Armígeros Baíles; John Pratt, Armígero Decano del Guild y James Simpson, Armígero Tesorero del Real Burgo de Banff. Este día, el ilustrísimo y nobilísimo varón don José de San Martín fue recibido y admitido como ciudadano libre y cofrade de dicho Burgo. Y él, por este diploma, poseerá todos los privilegios que son usuales en cualquier ciudad libre y cofrade de Guild, por la reverencia y estimación con las que dichos magistrados incorporan al predicho ilustrísimo varón".

El vocabulario medieval, el clima de castillo de piedra y los títulos honoríficos de carácter simbólico impregnan la ceremonia. De todas maneras, este artículo tiene el solo objeto de servir como puertita, invitando al lector a averiguar qué diablos era un armígero, qué era una Guilda o Gulda, y por qué estaba allí el hombre de Yapeyú. Algunos textos dicen que San Martín fue declarado ciudadano honorario de Banff, Escocia, pero este documento parece referirse a algo más.

En el fondo, aquí hay dos imágenes de San Martín que entran en pugna: por un lado, el militar de familia católica, devoto de la Virgen del Carmen, hispano y anti-francés. Por el otro, el americano de inclinaciones masónicas, liberal, amigo de Cádiz y Londres, rodeado de ingleses y enemigo jurado de los "godos", secretista, muy poco creyente y francamente despectivo de un acuerdo con Roma. A lo mejor, el San Martín histórico real estuvo en algún punto intermedio.

De paso sea dicho: el 7 de febrero de 1824, cuando el Libertador aborda el buque francés Le Bayonnais (233 toneladas de carga, apenas 12 camarotes) lo hace con un pasaporte que sólo habla de él mismo como ciudadano particular, su hija (sin nombre ni edad) y el doméstico de la familia, quien no era otro que el indiecito Eusebio (12 años) traído desde el Perú como criado o esclavo. Así eran las reglas.

AMARGOS REPROCHES DE TOMAS GUIDO

Transcurre el año 1826. San Martín está viviendo en una casa de Bruselas, donde la vida es barata y la gente muy discreta. De su gran amigo Tomás Guido (que lo acompañó en la campaña de los Andes y luego intervino en el gobierno del Perú) recibe las siguientes líneas, fechadas el 30 de agosto de 1826: "Salí de Lima después de haber presenciado la rendición del Callao, último asilo de los españoles en América. Ya no existía un solo motivo honesto para que la Administración Bolívar me siguiera vigilando".

Así pues, viaja a Buenos Aires, un país donde hay libertad y menos peligro para las cartas. "Mi único crimen -sigue diciendo Tomás Guido- había sido una franca declaración al general Bolívar, en el sentido de que yo jamás me abanderaría con los enemigos de Usted, porque la decencia y la gratitud me lo prohibían, y porque mis opiniones políticas, que alguna vez habían distado mucho de las de Usted, eran independientes de mi amistad. Sí, amigo, han distado mucho, porque jamás perdonaré la retirada de Usted del Perú, y la historia se verá en trabajo para cohonestar ese paso".

Atención a las palabras: el General Tomás Guido, a quien San Martín escribió toda su vida como a "mi lancero amado", sostiene que nunca entenderá y jamás perdonará aquella retirada. Otros autores entienden que San Martín habría debido entablar una inevitable guerra civil contra Bolívar, fusilando a jefes militares que eran por él "amados como hijos", y ofreciendo al mundo el show caníbal de los Libertadores Enfrentados. San Martín, cuya divisa máxima era el decoro, no quiso hacerlo, a pesar de que la personalidad de Bolívar le resultaba -sin duda- repelente. Existió, además, un enfrentamiento político soterrado.

Son intuiciones: para nosotros fue un Gran Señor, muy lejano al populismo bananero (o "cocotero" como se decía entonces) de modo que un líder "bolivariano" hoy nos cae poco simpático, porque salta a la vista su furiosa enemistad con San Martín. Un personaje de alta conciencia moral, destacado por su austeridad casi maniática, y en ese sentido radicalmente español. Dice, por fin, a su amigo Guido: "Cuando yo deje de existir, Ud. encontrará entre mis papeles, pues en mi última disposición hay una cláusula expresa de que le sean entregados, documentos originales y altamente interesantes. Ellos, y los apuntes que Ud. hallará ordenados, manifiestan mi conducta pública y las razones de mi retirada del Perú". (Todos los originales corresponden al Museo Mitre, Archivo San Martín, documento número 109, según lo consigna Carlos Alberto Guzmán en "San Martín ", editado por el Círculo Militar).

¿Quedó en claro para alguien, finalmente, el porqué de la espantada sanmartiniana? A todas luces, no.

SAN MARTÍN, A TROMPADAS

Cuenta James Paroissien, en su Diario: "Cierta mañana, en Londres, fui interrumpido en el desayuno por un mensaje del general San Martín, en el que se me pedía que fuera al instante. Obedecí al llamado y me encontré con que don José me pedía que entregara, en su nombre, una nota de desafío para Rivadavia. Es decir, debía actuar como su padrino en duelo caballeresco. San Martín había decidido castigarlo por su rudo comportamiento de la noche anterior: habían sostenido una violenta discusión por cuestiones políticas. Efectivamente, Rivadavia había estado muy descortés, pero con ayuda de García del Río logré convencer a San Martín de que evitara una medida tan extrema".

San Martín era partidario de los duelos para zanjar diferencias. No así Manuel Belgrano, que era católico más acendrado y, por lo tanto, rechazaba ese modo de ajustar cuentas. San Martín pertenecía a la generación napoleónica: oficiales de formación universal, estrictos en disciplina y expertos en estrategia, que mantuvieron 100 años de código implacable. Es justo señalar que sobre este punto, a saber la catolicidad de San Martín, hay distintas opiniones, por ejemplo la de Guillermo Furlong Cardiff S.J. en su ensayo: "El General San Martín: ¿masón, católico, deísta" (Ed. Theoría, 1960).

El general Tomás de Iriarte, que también se encontraba en Londres como asistente de Alvear, narra en sus memorias varios encuentros entre Alvear y San Martín. Por ejemplo, una cena ofrecida por Mr. William Parish Robertson. Se trabó allí una discusión de tono ascendente. Pareció que la disputa terminaría con "cabezas rotas". Dice Iriarte: "Alvear detestaba a San Martín, y este odio era recíproco. En Alvear obraba un sentimiento de envidia por el nombre glorioso de su adversario. En San Martín, el conocimiento efectivo que tenía del señor Alvear ".

¿CATÓLICO, MASÓN O AGNÓSTICO?

Las "Máximas para mi hija Mercedes de San Martín" fueron halladas entre los papeles que Bartolomé Mitre recibió de la familia.

Pueden servir como decálogo de un alma noble, pero también como pista respecto del pensamiento religioso de aquel hombre. Se dijo que era masón. Aparentemente lo fue, pero no en el sentido moderno de la palabra. No agnóstico, ni ateo, sino sólo escéptico, o tal vez un católico sin fanatismo, que utilizó los métodos confidenciales de la masonería, ideales para un tiempo de absolutismo monárquico y religioso. La Inquisición funcionaba a pleno, incluso en Perú.

De todos modos, estas son las doce leyes de San Martín para su hija adorada, a la que tuvo que arrancar de los brazos de la abuela Tomasa, un poco a lo milico español. Si te gusta bien, y si no también:

1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una mosca, abriéndole la ventana para que saliese: anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos.

2 Amar la verdad y odiar la mentira.

3. Gran confianza y amistad, pero con respeto.

4. Cultivar la caridad con los pobres.

5. Respetar la propiedad ajena.

6. Guardar un secreto.

7. Sentimientos de indulgencia para todas las religiones.

8. Dulzura con los criados, los pobres y los viejos.

9. Hablar poco y lo preciso.

10. Estar formal en la mesa.

11. Amor al aseo, desprecio al lujo.

12. Amor por la Patria y por la libertad.

No hay una palabra sobre Dios o la Virgen. Sí las hay para las otras religiones, los pobres, los viejos, los débiles, la austeridad, la sobriedad, el silencio, la propiedad privada y la discreción.

SAN MARTÍN, ANTICLERICAL

"Yo no conozco al señor Rosas, pero según entiendo tiene un carácter firme, y buenos deseos. Esto basta, pues la falta de experiencia en el mando la suplirá (no es fácil de mandar ese pueblo) con el consejo de sus buenos ministros.¿Están en su sana razón, los representantes de la Provincia, para aconsejar se entablen relaciones con la Corte de Roma, en las actuales circunstancias? Yo creía que mi pobre país no tenía que luchar más que con los partidos, pero desgraciadamente veo que existe también el Fanatismo, que no es mal pequeño. Afortunadamente, nuestra campaña se compone (gracias a su educación) de verdaderos filósofos, y no es fácil moverla por el resorte religioso. ( Filósofos solía emplearse como sinónimo de masones y alquimistas, los conocedores de la piedra filosofal ) ¡Negociación con Roma!

Dejen de amortizar el papel moneda y remitan un millón de pesos, y conseguirán lo que quieran. .. Yo ya soy viejo para militar; hasta se me ha olvidado el oficio de matar a mis semejantes. Por otra parte, tengo un paquete importante de pecados mortales cometidos y por cometer, y ainda mais. .. Me vendría de perillas calzarme el obispado de Buenos Aires. No sólo redimiría todas mis culpas sino que, aunque viejo, despacharía las penitencias. La única objeción que podría oponerse a mi mamada es mi profesión.¿Pero acaso no fueron militares los santos más famosos del almanaque, como San Pablo o San Martín? ¿No repartieron sendas cuchilladas sin que esto fuera un obstáculo para encasquetarse la mitra?".

(Carta al General Guido, Bruselas, 6 de abril de 1830, en vísperas del advenimiento de Rosas).

CONTRA LA LIBERTAD

"La guerra fratricida que tanto ha deshonrado a estas provincias, ha concluido.¡Gracias sean tributadas al Gran Allah por tan señalado beneficio!" (Entre paréntesis: invocación musulmana que podría revestir una intención satírica).Él haga, como se lo pide con fervor este vil gusano y gran pecador, que la paz sea tan larga como los siglos del majestuoso Río del Plata".

Prosigue su carta a Guido desde París, 1 de febrero de 1834:" El foco de las revoluciones, no sólo en Buenos Aires sino también en las provincias, ha salido de la capital. en ella se encuentra la crema de la anarquía, de los hombres inquietos y viciosos, de los que sólo viven de los trastornos, porque no teniendo nada que perder, todo lo esperan ganar en el desorden .porque el lujo excesivo, multiplicando las necesidades, se procura satisfacer sin reparar en los medios. Ahí es donde un gran número quiere vivir a costa del Estado y sin trabajar". (!)

APOYO A ROSAS

"Hace dos años escribí que, para cortar los males de nuestra tierra, sólo serviría un gobierno fuerte o, para decirlo más claro, un gobierno absoluto. Que enseñe a obedecer a nuestros compatriotas. Cuando los hombres no quieren acatar la Ley, no hay otro remedio que la Fuerza,..¡Llevamos 25 años en busca de una Libertad que no ha existido, y la Patria ha recogido, después de tantos sacrificios, el fruto de la opresión, la inseguridad individual, la destrucción de fortunas, el desenfreno, la venalidad, la corrupción y la guerra civil!". (Carta de San Martín a Guido, 17 de diciembre de 1835).

Conviene señalar que estas citas han sido extraídas del libro "General Tomás Guido, Revelaciones Históricas" de Felipe Barreda Laos, editado en 1943.

Ahora bien: todos hemos dicho alguna vez que San Martín era el hombre del enigma. Pero: ¿Cuál es el misterio?

Hay una torrencial correspondencia, publicada y certificada, entre San Martín y Tomás Guido, Juan Manuel de Rosas, Bernardo O´Higgins, el Dr. Paroissien, el General William Miller, el Señor Pueyrredón y cientos de personajes de la época, incluyendo a su hermano Justo Rufino.

Sabemos mucho de este hombre. Sus ideas, favorables a una monarquía constitucional, con horror a la turbamulta. Nada de anarquismo, desórdenes y tumultos. Una mano fuerte, como la de Rosas. Una potencia protectora, como la Gran Bretaña. Una fe católica, sin excesos.

Son sólo puertitas, imágenes fraccionarias de San Martín.

. Para verificar estos y otros datos, recomendamos el "Diario Intimo de San Martín-1824" de Rodolfo Terragno, y también la monumental "San Martín" de John Lynch, el catedrático inglés.

. El libro ya mencionado de Guillermo Furlong Cardiff S.J., donde este sostiene firmemente que San Martín era un católico a la antigua manera española, como su padre, don Juan de San Martín, y su madre, Gregoria Matorras.

. "San Martín- 1824/1850", Carlos Alberto Guzmán, Círculo Militar..

Fuente: La Nación.

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