La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Salón Cerveceros (24 - 02 - 64).

"En un país como el nuestro, en el que su acontecer histórico no deja de escribirse con sangre, un hecho político ocurrido en Febrero de 1964, en el Salón Cerveceros de Rosario, derivó - sin más motivos que la rivalidad y la venganza - en la muerte de seis personas. Ese hecho, un tanto olvidado actualmente, fue un anuncio temprano del clima político que se vivirá años más tarde en la Argentina.”

En las primeras horas de la tarde del 24 de Febrero de 1964, un carnaval que contaba con los grandes artistas que visitaban los clubes rosarinos, todo estaba preparado para una jornada de debate y discusión; pero también estaban dadas las condiciones para lo que una gran mayoría ni sospechaba que pasaría.

A fines del ’63, el Comité Central Confederal de la CGT había dispuesto la concreción de un plan de lucha en todo el país reclamando especialmente aumento de salarios y mayor trabajo. El gobierno de aquel entonces, presidido por el radical Arturo Illia, se constituyó en 1963 luego de elecciones en las que fue proscrito el peronismo. Caracterizado por una fuerte vocación democrática, el gobierno del doctor Illia, enfrentaba una serie de circunstancias sociales y económicas que, por distintas razones no alcanzaba a resolver.

Altos índices de desocupación y costo de vida –por entonces preocupantes, pero que hoy podrían provocar una sonrisa nostálgica, se sumaban a la necesidad de protagonismo de algunos sectores del justicialismo, que no lo había logrado en función de la exclusión electoral a la que había sido sometido.

Los dirigentes gremiales fundamentaron el inicio del plan de lucha en falta de respuestas del gobierno a sus reclamaciones, razón por la cual declararon el fin del diálogo y el inicio de las medidas de fuerza.

En aquel Febrero, el plan de lucha estaba en una etapa preparatoria de difusión y esclarecimiento, mediante la cual se intentaba sumar adhesiones. Asociaciones vecinales, entidades intermedias, partidos políticos y el movimiento estudiantil, entre otras instituciones, participaban de reuniones y asambleas en todo el país.

Tal amplitud le daba a este incipiente movimiento un nuevo carácter, ya que el gremialismo había empezado a abrir el juego, a otras expresiones políticas y sociales para dar mayor contundencia a sus exigencias.

En Rosario, la CGT local convocó a una de estas reuniones ese lunes 24, en el Salón de Actos del Sindicato de Obreros y Empleados Cerveceros, de Avenida Alberdi 369, popularmente conocido como Salón Cerveceros.

Igual que sus pares nacionales, los organizadores procuraron dar una amplia representación al encuentro, haciendo una invitación abierta a todos los sectores de la comunidad. Alrededor de las 19, el Salón Cerveceros se fue poblando de hombres, mujeres y hasta algunos niños, unidos por el mutuo interés de comenzar a exigir activamente por lo que consideraban sus derechos. La concurrencia fue ubicándose según su pertenencia a sindicatos, partidos políticos u otros agrupamientos.

EL CLIMA.

Había sido una agradable jornada de verano y la noche se preanunciaba como para que las familias, según la usanza generalizada de la época en los barrios, trasladar sus sobremesas nocturnas a las veredas, prolongándolas hasta la medianoche, sin dejar de quemar pan o trapos viejos para espantar los mosquitos.

En tanto, el clima político no era del todo caliente a esa altura del año. Muchos de los dirigentes se encontraban de vacaciones y se aprestaban a concurrir a un acto que, más que nada, pretendía propagandizar un futuro plan de lucha que, según se anunciaba, incluiría paros, marchas y tomas de fábricas. Pero, como paraíso faltaba, aun, tiempo un tanto indefinido. Los objetivos inmediatos estaban centrados en la difusión y suma de voluntades en esa dirección.

Es, tal vez, por eso que los organizadores no llegaron siquiera a imaginar el drama que esa noche se desencadenaría. Pero los directos involucrados estaban en antecedentes suficientes y por consiguiente, preparados para el enfrentamiento.

EL PC Y TACUARA.

En el contexto de una Argentina que largamente venía debatiéndose entre lograr la estabilidad constitucional, impulsada por los partidos políticos democráticos, e imponer minorías autoritarias, por parte de grupos generalmente vinculados a poderosos sectores militares, subsistían numerosos agrupamientos menores que impulsaban de diverso modo sus alternativas. Entre ellos, se contaban el Partido Comunista, de izquierda, y el Movimiento Nacionalista Tacuara, de ultraderecha.

El PC estaba presente en el espacio político argentino a través de una pequeña minoría de participación gremial, ámbito controlado casi totalmente pro el peronismo, y una buena cantidad de organismos paralelos que orientaban su accionar hacia la problemática de la mujer, del vecinalísmo, de los jóvenes y de los derechos humanos, entre otros muchos.

No obstante, su dinámica pública en períodos democráticos, por su ideología, entendida como ajena a las tradiciones nacionales, fue objeto de numerosas proscripciones y persecuciones, no siempre oficiales o legales. Por esto último, el PC desarrolló a lo largo de su historia un muy bien preparado sistema clandestino de defensa que, según decían extraoficialmente algunos de sus militantes, existía para hacer respetar por la fuerza, si fuera necesario, sus posiciones ante eventuales ataques de grupos rivales. Este aceitado aparato funcionaba a la perfección en 1964.

Por su parte, el Movimiento Nacionalista Tacuara era un grupo minoritario pero muy activo y virulento. Ubicado en la extrema derecha del espectro político, decía defender a ultranza los valores históricos, éticos, morales y religiosos de la Nación de los peligros que para ellos representaban los marxistas y los judíos.

Básicamente anticomunista y antisemita, la actividad de Tacuara, estaba centrada en acciones violentas contra lo que representaba a sus oponentes, individuos o instituciones .Comenzaron dando palizas o profanando instituciones o monumentos, para pasar luego a hechos más graves cuando sus miembros comenzaron a utilizar armas de todo tipo. Su único método parecía ser el de acallar a su enemigos pro el terror.

Para ese Febrero, Tacuara y PC ya habían tenido algunos encontronazos menores y un enfrentamiento definitivo parecía inevitable.

PÁNICO Y DISPAROS.

La convocatoria al acto de la CGT rosarina incluyó al Partido Comunista, uno de cuyos miembros integraba el secretariado de ese organismo sindical. Pero, además, el PC concurrió con muchos militantes, entre los que se contaban delegados de fábricas, estudiantes y representantes de las entidades periféricas que controlaba.

El salón estaba colmado y los concurrentes se encontraban dispuestos a debatir sobre la propuesta de la CGT nacional, en relación con la puesta en marcha del publicitado plan de lucha.

Según la critica periodística de la época sobre los hechos y el relato de algunos testigos, la reunión comenzó en un clima de cierto nerviosismo por la numerosa presencia de “elementos de izquierda” y por la difusión de volantes con la inscripción “Por la revolución nacional sindicalista”, firmados por Tacuara.

Apenas pasada la medianoche y luego de una larga lista de oradores, se desencadenó la tragedia. Los relatos sobre el inicio de los disparos difieren según los testigos. Mientras hay quienes dicen que una de las víctimas fatales habría comenzado disparando al aire su arma, otros coinciden en que miembros de Tacuara ingresaron al local por su entrada principal tirando sobre los militantes comunistas. La respuesta del aparato comunista no se hizo esperar y se sucedió un tremendo tiroteo, con el saldo de tres muertos y seis heridos graves, todos por balas.

La mayoría presente fue presa del pánico y en medio de una lluvia de plomo algunos optaron por arrojarse al piso mientras pudieron huir del lugar por una puerta trasera.

Eduardo Bertoglio, de 20 años, y de conocida afiliación a Tacuara, fue muerto en el guardarropa del salón y en sus bolsillos se encontraron volantes de la organización a la que pertenecía, balas y un cinturón portaproyectiles.

Víctor Militello, de 26 años, tesorero del sindicato de la Madera, recibió un balazo mortal al pie de la escalerilla que daba al acceso al escenario.

Antonio Giardina, también de 26 años, colaborador de la CGT, ya herido busco alcanzar, para protegerse, uno de los baños, donde cayó sin vida.

Los heridos fueron Francisco Guarneri, militante comunista y dirigente del gremio de la construcción; Ramón Alfaro, oficial de la policía provincial; Rafael Stanti, cabo de la Policía Federal, no se consigna en la crónica periodística en que carácter se encontraban ambos en el acto; Roberto Forte y Francisco Taiana, referidos como pertenecientes a Tacuara, y Pablo Modolo, de quien no se informo más que su nombre.

Tras unos 15 minutos de intenso fuego cruzado en el que se dispararon, en medio de la gente, unos 300 balazos de casi todos los calibres, que dejaron marcas en las paredes del lugar, retornó una calma tensa y angustiosa, en la que un sentimiento de confusión e incredulidad dominó a los pocos inocentes que aun permanecían en el salón y sus alrededores, ya que todos los involucrados que pudieron hacerlo huyeron rápidamente.

Luego de ello, se sucedieron las actuaciones policiales, las denuncias cruzadas, la fabricación de coartadas y al detención de unas pocas personas bajo una causa que el juez caratulo como de “homicidio en riña”.

Pero la sangre no dejo de correr con ese enfrentamiento. Cuatro días más tarde, mientras salían del viejo Palacio de Tribunales, por calle Moreno, los abogados de Guillermo Kehoe y Adolfo Trumper, que defendían a los militantes comunistas detenidos por el episodio anterior, fueron baleados a quemarropa por Telmo Galarza, suegro de Giardina y dirigente del gremio de la Construcción, quien tras los disparos huyó corriendo para refugiarse en el local de la CGT (ubicado a la vuelta por calle Córdoba); mientras un operativo policial rodea la manzana y lo detuvo en un aula de la Escuela Científica Basilio (ubicada al lado de la sede gremial) a la que accedió tras saltar por una ventana.

Trumper recibió tres impactos en el brazo y pierna izquierdos y luego, de un tiempo de internación se recuperó. Kehoe fue alcanzado en la cabeza por un disparo que penetró por el ojo derecho. Falleció tras varias operaciones el 8 de Mayo.

En Buenos Aires, el 1° de Marzo, un hombre vestido de cartero descerrajó tres balazos a Raúl Altermann en la puerta su casa, este habría estado en Rosario, en un acto de la CGT, causándole la muerte en forma instantánea. Al retirarse, el atacante dejo un falso telegrama que decía:”Bertoglio y Militello, presentes. Tacuara”. El grupo que participó en este atentado fue detenido poco después.

También vinculado al drama de Salón Cerveceros, un nuevo atentado se produjo el 1° de Julio, esta vez contra los abogados comunistas Jaime y De Gasperi, en el cual este ultimo perdió la vida. Con este hecho, parece haberse detenido la ola de venganzas que fueron secuelas de lo ocurrido en el Salón Cerveceros.

En Marzo, la CGT nacional dispuso un compás de espera en la marcha del plan de lucha porque el gobierno había abierto la posibilidad de responder a algunas de sus demandas, un estatuto de partidos políticos y comenzaba a estudiar la aplicación de un sistema de reajuste salarial, conocido como SALARIO MÍNIMO VITAL Y MÓVIL.

El país y al ciudad continuaron con su ritmo normal y el trágico acto del Salón Cerveceros fue desapareciendo de la memoria colectiva, con excepción de la de los testigos y protagonistas, alguno de los cuales hoy reconocen lo vergonzoso y doloroso de un hecho que fue, quizás, una de las puertas por donde ingresó a la Argentina la desgarradora década del ’70.

Informe suministrado por Patricia Oyola - Corresponsal de Rosario.

Fuente: Revista Nomem Monay.

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