La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
“La gente no vota convencida sino por castigo” Por Enrique Pinti. |
Desde enero viene presentando “Pingo argentino”, en Buenos Aires. La rutina semanal de Enrique Pinti se alterna desde temprano entre la lectura de los diarios y la escritura de su columna dominical en La Nación.
Cada miércoles graba los cinco microprogramas para el espacio de Magdalena Ruiz Guiñazú en Radio Continental y los lunes y martes, sus días de descanso del exitoso espectáculo “Pingo Argentino” actualmente en cartel, aprovecha para ir al cine y al teatro. Como cinéfilo empedernido que es, admirador de Fellini, Almodóvar y Woody Allen, Pinti también usa su tiempo de ocio para ver películas, aunque evita el gore y la ciencia ficción.
Admite tener un costado frívolo, como una especie de salvoconducto a su inquebrantable actitud crítica, el sello personalísimo con lo que históricamente intoxicó sus monólogos, realizando un trabajo catártico para él y para el público que se ríe de sus ocurrencias y que al mismo tiempo reflexiona, se enoja y exorciza los fantasmas de su conciencia.
En esta entrevista telefónica, Pinti nos habla de política luego del triunfo de Macri en Capital Federal y de Zarcozy en Francia, entre otros temas, con su acostumbrado lenguaje incisivo. También incluyó su participación en “Cuentos de Fontanarrosa”, el ciclo de Canal 7 Argentina, que se suma a un año fructífero y cargado de satisfacciones.
- ¿Cuando vas a parar?
- Trabajo hasta octubre y un día después de votar, me voy. Después salgo de vacaciones en noviembre y diciembre, para viajar a España y Estados Unidos. Si hubieran sido las elecciones en noviembre no habría votado, pero en todas partes del mundo está cada vez más complicado votar. Si fuera norteamericano no sabría qué hacer. Si hubiera sido francés, con Zarcozy, ya estaría en el Sena arrojándome con una piedra al cuello.
- ¿Cómo ves el panorama de las elecciones de octubre?
- Veo que la gente está en una especie de estado en el que tiene que elegir lo menos malo o votar como quien toma aceite de ricino. ¡Es de terror! Vos acá tenés opciones que no son tales. Cuando descubrís que Cristina Kirchner no es una buena opción, te das cuenta de que en el Frente para la Victoria se va a unir Menem y Rodríguez Saá, personajes que ya tuvieron su opción, y a mi juicio no la usaron bien.
Con ese panorama no sabés qué hacer. Una cosa es gobernar una provincia natal, como fue el caso de Santa Cruz, de La Rioja, de San Luis, y otra es el gobierno nacional. Es el mismo error que consiste en creer que Macri, porque salvó a Boca, va a salvar a la Ciudad de Buenos Aires. Boca es una empresa muy importante pero no se puede comparar con la capital de un país, sobre todo un país tan poco federal como la Argentina.
Por lo tanto, el complejo entramado político, social y económico, ecológico, cultural, diplomático, no se puede ni comparar con un club de fútbol. Además, en los clubes no se pueden dominar ni siquiera a las barras bravas, que son cuarenta negros de mierda a los que incluso se les paga. ¿Cómo van a gobernar entonces la gran delincuencia de Buenos Aires? ¿Con más policía propia? Si ellos que tienen policías en su propio club no han podido lograr erradicar la violencia de las barras bravas. Sin embargo, la gente vota por eso.
- ¿Pensás que fue la única razón para votar a Macri?
- Y la gente compara Boca con el Gobierno. La gente piensa: si arregló bien su empresa, va a ser lo mismo con Capital. Después lo votaron también porque dicen: ya es rico y no tiene necesidad de robar.
También tiene fama, ya tiene prestigio, ya tiene mujeres, ya tiene todo y, se presentó de bueno que es. No le ponen el otro ingrediente, que es el único ingrediente por el cual todo el mundo, de izquierda, de derecha, de arriba, de abajo, pelea: por poder.
Por el poder mató Ricardo III a su familia, por el poder amasijaron a Julio César, por el poder hay una saga de crímenes contra la humanidad. Aparentemente por la excusa de la religión, también hubo guerras por el poder. Por el poder pasa lo de Irak. Que la gente todavía sea tan estúpida, tan ingenua, tan boludizada que crea que Macri lo hace de bueno, que es San Martín de Tours (el patrón de Buenos Aires), que se va a sacar la mitad de la capa para dársela a los pobres. ¡Es realmente descorazonador!
Con Macri van a desaparecer los mendigos, las bolsas de basura, los cartoneros, cómo, no sé, pero es una de las cartas bravas que juega.
- ¿Es una cadena de malas interpretaciones?
- Tal cual. Macri gana por los gravísimos errores de Kirchner, y Kirchner gana porque Menem se rajó del ballottage y Menem gana por el desastre que Alfonsín no supo dominar. Y Alfonsín gana porque Herminio Iglesias quemó el ataúd, en una de las actitudes más ridículas de la historia argentina reciente.
¿Y por qué tenemos democracia? Porque los militares meten la pata con los patrones, Estados Unidos e Inglaterra, al lanzar una guerra absurda y disparatada. ¿Y por qué suben los militares?
Por el descontrol de Isabel Perón que era un disparate total y absoluto como presidenta y además por la división horrible que hicieron los propios peronistas de su propio movimiento. Y así vamos para atrás. Ni nadie, ni bueno ni malo sube por su propio mérito sino por error ajeno. Y esta es la razón por la cual votar se hace tan difícil, porque uno dice; voy a votar lo menos malo y voto esto porque lo otro es peor.
- ¿En “Pingo Argentino” hay lanzamiento de misiles políticos?
- Total. Lo que te dije está en un monólogo del espectáculo. Es una trascripción bastante fidedigna.
- ¿Nunca tuviste repercusiones al ser crítico de algún político?
- No. Gracias a Dios no. Desde el año ’83, con el gobierno de Alfonsín, de Menem, el desgobierno de Duhalde y De La Rúa y de Rodríguez Saá, tampoco de lo que va de Kirchner, nunca tuve ningún llamado de atención, de ningún tipo de gobierno o de funcionario.
Por otro lado, los retiros de mis sponsors no los tengo por problemas políticos sino por problemas de lenguaje, de supuesta obscenidad, etc., etc. Eso sí, yo soy bueno para gastar pero no soy bueno para que me auspicien. Eso no es un problema con los políticos sino que es con otra historia, que me hace sentir muy orgulloso, me hace sentir en un punto marginal, lo cual es fantástico para una persona que tiene tanto éxito como yo. Generalmente los marginales no tienen éxito.
- La gente sale de tus espectáculos con una especie de expiación, ¿vos sentís eso en la platea?
- Sí, porque me lo dice la gente y también lo siento. Porque decir estas cosas todas las noches es una liberación. Poder decirle a la gente lo que pienso, no lo digo para convencerlos, lo digo también para realizar una especie de catarsis personal.
Desde un teatro no se puede modificar la mentalidad de nadie y no se debe tampoco. Por ejemplo, una obra de Griselda Gambaro no dice las cosas claras, sin embargo muestra una inquietud metafísica del ser humano que sirve para la Argentina y para el mundo. Es una de las mejores autoras de teatro que conozco. Pero Gambaro es una mujer que no habla con nombres y apellidos. Elige otro lenguaje. Otros elegimos el lenguaje absolutamente obvio.
- ¿Es una catarsis muy planificada?
- Es una decisión absolutamente personal. Fijate vos que los dos años que hice ‘Los Productores’ con Guillermo Francella, que fueron dos años de joda y goce y exitazo total, yo no extrañé descargarme, porque es una carga, es un karma. Luego esos dos años de vacaciones me vinieron muy bien, porque descargaba esto en los reportajes, en mi columna de La Nación, o en el programa con Magdalena, donde allí canalizaba esta cosa de crítica. Es una mochila un poco pesada también.
- Temas nacionales como el retroceso de la cultura o la visión ingenua acerca de la política, ¿lo has visto en otras partes del mundo?
- Sí, claro. La gente está muy radicalizada en todas partes en contra de la política. La gente ya no se siente expresada por los movimientos políticos. Cuando vota lo hace por bronca, rabia o castigo. Por ejemplo, la gente votó a Zarcozy por la inseguridad. Tienen inmigrantes no ilegales, que son hijos de franceses, con un odio a Francia marcado por la marginación en la que viven. No son nadie.
Y una gran parte del pueblo francés es racista y lo demuestra. Eso ha producido en los últimos cuarenta años, después de la Guerra de Argelia, una erosión social que provocó que dos generaciones odien mal.
Por lo tanto, cuando explota el odio, la gente quema lo que encuentra. Eso ha producido el triunfo de Sarcozy, porque él dijo que va a usar mano dura y a echar a todos los inmigrantes que no estén legales. En principio ellos dicen que se van a sacar esa mierda extranjera de encima, que era lo que proponía (Jean-Marie) Le Pen, el líder de la extrema derecha, sostenido por Brigitte Bardot, que antes era una hermosa y ahora es una vieja de mierda que dice que hay que sacar todas las mezquitas y a todos los árabes de Francia y lo viene diciendo hace por lo menos veinticinco años.
¡Defender a las ballenas pero matar a los árabes! Cuando una colectividad encuentra que hace treinta años una persona tan representativa de la cultura, dijo lo que dijo y la aplauden, evidentemente es una de las razones por lo que la gente odia.
Pasa lo mismo con España, ahora están jaqueados otra vez con el resurgimiento de ETA y consideran que es un gravísimo error de Zapatero, de no haber aprovechado aquella tregua o en haber creído en aquella tregua, por lo tanto le van a pegar a Zapatero y él va a perder las próximas elecciones. La gente no vota por convencimiento absoluto, sino por castigo, por descarte.
Fuente: Los Andes (Mendoza).