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La "polaquita" que destruyó a la Zwi Migdal. Por Eduardo Parise. |
Parecía una estructura sólida. Su sede estaba en un palacio, al 3200 de la avenida Córdoba; tenía un cementerio para sus socios, teatros propios con obras en idish y hasta una sinagoga. Pero, hacia 1930, aquella próspera "Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia" (fundada en 1906) no era lo que mostraba, ni lo que defendían los honestos de la colectividad, que los apartaban y combatían.
No sólo había cambiado su nombre por el de Zwi Migdal (para algunos investigadores, era el nombre de uno de los fundadores; otros dicen que respondía a la expresión "gran fuerza", en idish). También había dejado lejos aquella propuesta solidaria de sus orígenes hasta convertirse en una estructura mafiosa sostenida por policías corruptos, políticos venales y jueces "amigos".
¿Cuál era el "negocio" de esta organización negra de la historia argentina? La prostitución, algo redituable en una ciudad llena de hombres inmigrantes que, sin familia, llegaban para empezar la aventura de fare l'America.
Se dice que entonces la Zwi Migdal tenía más de tres mil "polaquitas" trabajando en un sistema de esclavitud. Sus rufianes iban a Europa (en especial Polonia y Rusia) para seducir a chicas de entre 16 y 22 años. Los padres de esas jóvenes (por lo general simples campesinos) no dudaban en avalar que sus hijas se casaran con esos "comerciantes" que venían de un lugar sin hambre.
Pero en "la París de Sudamérica" —así llamaban a Buenos Aires— esperaban más espinas que rosas. Cada día, en los prostíbulos de la organización (El Chorizo, Las Esclavas, Gato Negro, Marita, Las Perras eran algunos de los que estaban en la "zona roja", con epicentro en Lavalle y Junín) cada "polaquita" debía atender a unos 50 clientes que pagaban dos pesos cada uno por servicio. Trabajaban de 4 de la tarde a 4 de la mañana.
Aquello no iba a ser eterno, porque el 27 de septiembre de 1930 la historia cambió. Ese día, la Justicia que no estaba comprada dictó la prisión preventiva de 108 rufianes de la Zwi Migdal.
Para eso había sido clave el valiente aporte de Raquel Liberman, una "polaquita" que a los 18 años la habían traído desde la ciudad de Lodz con la ilusión en la piel. Terminó en un prostíbulo. El testimonio de la triste vida de Raquel marcó el principio del fin. Con pena y sin gloria, la Zwi Migdal desapareció. Y terminó aquella historia de la "ciudad de las esclavas blancas".
Fuente: Clarín
Zwi Migdal, el nombre de la infamia. Por Osvaldo Aguirre.
El 7 de mayo de 1906, en Avellaneda, un grupo de rufianes de origen polaco conformó la Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia. El estatuto de la entidad, a primera vista, no se diferenciaba de tantas otras: establecía el socorro económico a los asociados y requería que los socios tuvieran buena conducta. Sin embargo, se trataba de un instrumento para proteger y ocultar el funcionamiento de una gigantesca red de prostíbulos. La cláusula no escrita del reglamento establecía que sus miembros sólo podían ser caftens, como se llamaba a los tratantes de blancas.
El primer presidente fue Noé Trauman, de quien se dice que era anarquista, acostumbraba arengar a los rufianes con reflexiones sobre las injusticias sociales -los verdaderos explotadores, decía, eran los empresarios que pagaban míseros salarios a sus obreros a cambio de largas jornadas de trabajo- y que fue amigo de Roberto Arlt e inspirador de Haffner, el Rufián melancólico, uno de los personajes de "Los siete locos".
La sociedad controlaba el tráfico de esclavas. En algunas ocasiones, las jóvenes eran traídas desde Europa Oriental a determinados rufianes. En otras, la recién llegada era rematada al mejor postor. Estas subastas tenían lugar en el café Parissien, de avenida Alvear 3184. El lugar era propiedad de Salomón Mittelstein y Achiel Mostowsky, quienes posteriormente lo vendieron a Simón Brutkievich, Simón Kumchev y Mauricio Caro.
A causa de las denuncias de las entidades judías, los rufianes debieron adoptar precauciones y en agosto de 1929 la Varsovia pasó a llamarse Zwi Migdal. Al mismo tiempo surgió otra sociedad de rufianes, la Aschkenasum, dirigida por Simón Rubinstein. En diciembre del mismo año, la denuncia de una víctima, Raquel Liberman, desembocó en la primera investigación seria sobre las organizaciones de explotadores. El 19 de mayo de 1930 el juez Manuel Rodríguez Ocampo, a cargo de la causa, allanó la sede central de la Migdal, en Buenos Aires y ordenó la captura de todos los socios.
Los hechos tuvieron repercusión nacional. Al día siguiente, el juez Juan José Trillas ordenó una serie de allanamientos en Rosario. Entre otros lugares, la policía se presentó en una casa de Güemes 2965, "donde se estableció que funcionaba una sinagoga, fundada y frecuentada por elementos de mal vivir", según la crónica de La Capital.
En el lugar se detuvo a Saúl Friedmann, "un ex sargento de policía, que suele hacer las veces de rabino en los casamientos y decesos. Fueron secuestrados, además, una Biblia y otros libros y vestimentas de ritual", agregó la nota.
La policía anunció asimismo la detención de veinte supuestos "tenebrosos". Sin embargo, ninguno de ellos pertenecía a la Zwi Migdal. En cambio, los auténticos rufianes que huían consiguieron refugio en Rosario y ayuda para escapar del país, como ocurrió entre otros casos con José Leib Zitnitzky y León Zusman, quienes lograron pasar a Chile.
El centro de la investigación estaba en Buenos Aires. Las pesquisas de Rodríguez Ocampo se veían dificultades por la escasa colaboración de la mayor parte de la policía. El 23 de mayo, el juez pidió al jefe de policía, coronel Juan José Graneros, "llamar la atención de los empleados de investigaciones, que conociendo perfectamente a los tratantes de blancas, no se han empeñado en la tarea de buscarlos y detenerlos cuanto antes".
No sólo faltaba entusiasmo. Mauricio Caro y Zacarías Zitnitzky, dos de los miembros más importantes de la Migdal, lograron huir a Montevideo con pasaportes aparentemente facilitados por el comisario Eduardo Santiago.
Caro era uno de los rufianes de mayor peso en la organización. "Se encargaba de hacer las gestiones necesarias para obtener mediante la presentación de recursos de hábeas corpus u otros medios, la libertad de los asociados que caían en las razzias policiales", según Crítica.
El 21 de mayo, el comisario Julio Alsogaray encabezó un procedimiento en Alsina 1267, "en posesión de una denuncia que le fuera hecha por carta desde Lodz (Polonia) y que coincidió con un anónimo reciente", según la crónica. En la casa fueron detenidos los socios Moses Lachmann y Mechel Klainman y la menor Jamcha Kostowska, ingresada al país con engaños.
A la vez, en la casa de Simón Brutkievich, entonces presidente de la Migdal, dijo Crítica, fueron encontrados "planos de casas donde se explota a mujeres, cartas de los explotadores que envían a sus víctimas desde el extranjero y buen número de cédulas de identidad y pasaportes para esas mujeres".
También fue detenida María Fizzer, llamada Esther Kohn de Zabladovich o Emma la millonaria. Se había iniciado como viuda negra y a la vez como prostituta. "Ya entrada en años -dijo Crítica-, Emma no pudo continuar operando personalmente y entonces se dedicó a explotar a otras mujeres jóvenes, que le eran entregadas con ese fin por sus amigos tratantes de blancas" Además era usurera.
Max Wonvoller también diversificaba sus actividades, ya que era capitalista del juego clandestino. De origen austríaco, se lo conocía en el ambiente como Max el asesino.
Una prueba de la protección a los rufianes era el extravío o depuración de sus prontuarios. Simón Rubinstein, al que se le atribuía la propiedad de treinta prostíbulos, era un hombre sin antecedentes. "Mi padre, gran coronel en Rusia; yo, cabecita loca, rufián en la República Argentina", decía.
Pese a los obstáculos, el 27 de septiembre de 1930 el juez Rodríguez Ocampo dictó el procesamiento de 108 miembros de la Zwi Migdal. Un golpe decisivo contra la organización.
Fuente: Diario La Capital.