“Dos mil años de política terrena ha enseñado mucho a la Iglesia Católica que es la negación del democratismo interno, sin embargo, comprendió hace muchos siglos, las ventajas de tolerar las distintas corrientes que se forman en su seno. A un ala conservadora y retrógrada se opone siempre un ala liberal progresista. Una jerarquía pro-oligárquica, convive con sacerdotes del pueblo. Están los curas humildes y silenciosos, y están las estrellas publicitadas. A esta última especie pertenece CARLOS MUGICA, super star.
“El padre Carlos (como lo conocen las feligresas de su antigua parroquia de Santa Elena), por el cura Mugica (como le dicen en los ambientes políticos) o Carlitos (como lo llaman los vecinos de Copérnico y Gelly Obes, corazón de Barrio Norte), siempre ha sido un movimientista nato. Como queriendo resumir en su persona todas las corrientes internas de la Iglesia, trata de ser al mismo tiempo un conservador-progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor del sistema. Y así le va con el resultado.
“Lo dicho no es una acusación gratuita. Con su defensa apasionada del celibato eclesiástico y del acatamiento sin protestas a la jerarquía, es tolerado por los preconciliares, como “un muchacho rescatable”.
“Su pertenencia al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lo refiere a los sacerdotes de avanzada. Su hábitat en el Barrio Norte y sus amistades le permiten no romper los lazos creados en su carácter de Mugica Echagüe. Su labor religiosa en la Villa Comunicaciones lo emparenta con el pueblo. Su condición de colaborador de Bernardo Neustadt en la revista Extra, le abre las puertas de la contrarrevolución, avalado por su círculo de relaciones (aunque a pedido de algunos amigos como Hermes Quijada). Todo mezclado como en el poema de Guillén.
“LA BIBLIA Y EL CALEFÓN”, diría Discépolo. Ayer misa por Carlos Ramus, luego responso a Bianculli, guardaespaldas de la UOM, y hoy un oficio religioso para Isabelita (siempre queda la excusa que la religión no hace distingos políticos, como si él fuera el único cura de la aldea).
“Como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente. Montonereando en el pasado reciente, lopezrregueando sin empacho después del 20 de junio, Carlitos Mugica, cruzado de oportunismo, ha devenido en: “¡Depurador ideológico!”.
“Desde páginas de “MAYORÍA”, órgano de los ultramontanos Jacovella, con el mismo desparpajo con que escribía en “Cristianismo y revolución”, pontifica sobre la “Alienación ideologista” de nuestra juventud. Con citas a Pascal y del burócrata Zorrilla, rebate en cuatro líneas a todo pensamiento revolucionario y termina preconizando “LA RECONSTRUCCIÓN MORAL DEL HOMBRE ARGENTINO”.
“Y si esto fuera poco, tiene la osadía de negar el aporte de la juventud que desde hace muchos años riega a diario con su sangre el suelo de nuestra Patria dándole el siguiente consejo de pavo infatuado: “que renuncie a buscar la revolución en los libros y ascienda al pueblo asumiendo sus problemas reales” (MAYORÍA, 19-III-1974). “Por todo lo expuesto quede Carlos Mugica preso en la cárcel del pueblo, aunque se quede sin asistir al casamiento de la hija de Llambí con Sergio Patrón Uriburu”.
Las publicaciones de las organizaciones subversivas que actuaron en nuestro país, eran de vital importancia para mostrar sus fechorías y actos extremistas. El caso más resonante de éxito macabro alcanzado por alguna publicación del terrorismo local, fue el número de "La Causa Peronista" donde Mario Eduardo Firmenich y Norma Arrostito explicaban los detalles de la muerte del teniente general Pedro Eugenio Aramburu, aunque eso no fue más que una pantalla, pues muchas de las afirmaciones allí expuestas no fueron reales, dado que Aramburu muere de un paro cardíaco lejos de la quinta de Timote, provincia de Buenos Aires.
Después, aparecen también las fotografías de los oficiales del Ejército que caían en poder del ERP, imágenes sensacionalistas y psicológicas que ganaban las tapas de la publicación "Estrella Roja", por ejemplo. Mereció una, en su momento, el valiente teniente coronel Argentino del Valle Larrabure allá por agosto de 1974. Era fácil deducir que cualquier uniformado secuestrado por las hordas de Santucho era pasado por las armas sin misericordia, y en razón de esa aparente fortaleza que quería demostrar su organización terrorista, es que se publicaban en las portadas de sus revistas las fotos de los desgraciados.
En un documental que varias veces pasaron por el canal de aire América 2, el hermano de Carlos Mugica le endilgó al "peronismo la muerte de mi hermano", evitando referirse a las facciones que por entonces habían copado e infiltrado el Movimiento Nacional Justicialista tales como la Triple A y Montoneros. De nuestra parte, el peronismo en sí no tuvo ni la culpa ni la ingerencia en este caso, sino que el crimen sucedió por una pelea faccional, por lo tanto, de poder.
El Padre Carlos Mugica cayó en esa vorágine, y en algún momento le soltaron las sogas. Era, desde luego, un ferviente miembro y predicador de las doctrinas hediondas del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo (MSTM). Desde esa posición llegaba a blasfemar con afirmaciones como las que siguen: (...)
"Revista 7 Días: ¿Quién es, qué es Dios?
Padre Mugica: Definitivamente, Dios no es una idea sino alguien. Dios es una persona que se entregó totalmente a mí y se dejó matar por mí. Para mí Cristo es mi Señor, mi amigo, mi maestro, mi modelo de vida. Su entrega tiene un valor especialísimo: Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere, ése, verdaderamente se une a Cristo...".
(Entrevista de la revista "7 Días" al Padre Carlos Mugica, junio de 1972).
Fuente: Agencia Informativa "Ciriaco Cuitiño".