La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Población y desarrollo: Repercusiones para el Banco Mundial.

Éste es un resumen del trabajo Población y desarrollo: Repercusiones para el Banco Mundial, publicado por el propio Banco Mundial. Allí se ordenan las políticas de colonialismo demográfico basadas en la anticoncepción, el aborto y la educación sexual a los países ricos en materias primas y con alto endeudamiento externo.

La excusa: disminuir la pobreza. El resultado: eliminar a los pobres manteniendo el sistema que los produce. La tesis del BM es una falacia. No hay relación entre población y pobreza. Somalia tiene 31 habitantes por km2 y Suiza 176 por km2.  Siguiendo al BM, Somalia tendría que ser un paraíso comparado con Suiza. Los programas de "salud reproductiva" que aplica el Ministerio de Salud en nuestro país están financiados por el Banco Mundial.

Introducción

Cada diez años la comunidad mundial que trata con los temas de población se detiene a evaluar su situación y a discutir los difíciles y a veces controvertidos temas que le esperan en el futuro. Una gran parte del debate en la Conferencia Mundial de Población que tuvo lugar en 1974 en Bucarest se concentró en el mejor modo de reducir el alto índice de crecimiento de la población que predominaba en la mayoría de los países en desarrollo.

En 1984 dichos países se aprovecharon en tomar la iniciativa de la política demográfica, cuando el liderazgo de los países donantes vaciló ante el polémico tema del aborto. En 1994, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo en El Cairo está considerando temas demográficos que nos llevarán al siglo XXI, como son los relativos a: concluir la transición demográfica en los países más pobres; abordar otros temas demográficos en los países que han logrado dicha transición; vincular de forma más efectiva los temas de población a programas básicos de desarrollo (especialmente aquellos que apoderan a las mujeres); y ampliar el alcance de la planificación familiar para tratar una mayor variedad de objetivos de salud reproductiva.

Se está creando el consenso, tal como lo refleja la declaración en borrador para la conferencia de 1994, que los objetivos de política demográfica deben ser integrados en metas más amplias de desarrollo social, y que las estrategias de los programas de población deben fundamentarse en los vínculos entre la conducta demográfica y el progreso económico y social.

Dicho consenso está basado en la opinión de que las intervenciones que responden a las necesidades y aspiraciones individuales no solamente son mejores desde un punto de vista de desarrollo social y humanitario, sino que también son más efectivas en reducir la fecundidad que los programas alentados por objetivos demográficos impuestos desde arriba.

Este informe analiza los cambios en la dinámica de población y en el ambiente político que ha dado lugar a dicho consenso, y explora los efectos de esos cambios en las políticas y actividades del Banco Mundial en el área de población. Los cinco mensajes básicos que el informe comunica son los siguientes:

La reducción del crecimiento de la población continúa siendo una importante prioridad en los países más pobres. Las altas tasas de natalidad y el hecho de que la población de dichos países es muy joven hace más difícil la mitigación de la pobreza, la inversión en recursos humanos y el logro de un desarrollo económico sostenible. Por otra parte, los embarazos en mal momento o no planeados constituyen graves riesgos de salud para los individuos.

La política de población debe ser integrada con políticas sociales que aborden una variedad de objetivos sobre la mitigación de la pobreza y el desarrollo humano. Se debe poner especial énfasis en mejorar la salud de la niñez y la infancia, así como en la educación de las niñas y en avanzar la condición social de la mujer en general. Estas medidas, que de por sí redundan en importantes beneficios, han demostrado además ser más efectivas en moderar las altas tasas de natalidad que otras políticas que se se limitan simplemente a reducir la fecundidad.

Los programas de población deben concentrarse en facilitar a la población pobre acceso a servicios de alta calidad orientados hacia el consumidor que les ofrezcan una variedad de opciones en la regulación de la fecundidad y otras necesidades de salud reproductiva. Este enfoque tiene más posibilidades de cambiar la conducta reproductiva y mejorar la salud y el bienestar individual, especialmente si va acompañado de información efectiva sobre los beneficios de dichos servicios.

Hay que adoptar estrategias específicas para cada país. Las intervenciones del sector público tienen que tomar en consideración las necesidades individuales de cada país, así como sus valores culturales y sus limitaciones financieras e institucionales. En muchos casos, el papel apropiado del gobierno será asegurar de que se ponga a disposición información adecuada y eliminar cualquier obstáculo al eficaz funcionamiento del sector privado. En algunos casos, especialmente en los países pobres que todavía no tienen una infraestructura proveedora de servicios ni la necesaria capacidad institucional, probablemente se necesite una inversión selectiva para suprimir dichas deficiencias.

Aparte del crecimiento de la población, existen otros temas demográficos que han adquirido mayor importancia política, económica y social, como son la urbanización, la migración internacional y el envejecimiento de la población. Estos temas abarcan una gran variedad de sectores, entre los que se encuentran los de salud, educación, infraestructura, seguridad social y comercio que están más allá del alcance de este informe. El Banco Mundial espera poder conocerlos y saber responder a los mismos en las décadas venideras, mediante la investigación y trabajo en el sector, así como con su diálogo sobre políticas de población.

Estos mensajes están basados en un análisis de las tendencias demográficas y sus implicaciones operativas y normativas tanto para el propio Banco como para los países prestatarios, del tema de los embarazos no deseados y sus consecuencias, y del papel del sector público en el área de población. También presenta un formato para articular enfoques integrados específicos a cada país en sus programas y políticas de población. Las conclusiones más importantes son que los retos demográficos más importantes continúan existiendo, que las intervenciones por parte del sector privado están justificadas, que se necesitan los enfoques integrados y que el Banco Mundial tiene un papel importante que desempeñar en estos esfuerzos.

Los grandes retos demográficos

La población de los países en desarrollo aumentará más en esta década (más de 80 millones de personas al año) que en el pasado. El aumento de la población, que se inició cuando la tasa de mortalidad empezó a declinar con mayor rapidez y más prontitud que la tasa de natalidad, ha empezado a disminuir a medida que un mayor número de países siente los efectos de la transición hacia una menor fecundidad.

Esto ha disminuido las tasas de crecimiento de la población. Sin embargo, los países continuarán experimentando grandes aumentos en su población (en términos absolutos) en las próximas dos o tres décadas. El aumento de la población incrementará aún más las dificultades de los países pobres para facilitar servicios sociales, crear empleo y lograr un crecimiento económico sostenible.

Las tasas de fecundidad de los países en desarrollo se han reducido hasta un 50 por ciento, pero el número de parejas en edad reproductiva ha aumentado más del doble. A medida que la fecundidad se acerca al nivel de reemplazo, (el número de hijos que una pareja necesita para reemplazarse a sí misma, es decir, unos dos), el crecimiento de la población no se convierte automáticamente en cero, sino que puede continuar existiendo un incremento demográfico en términos absolutos por varias décadas.

Este fenómeno, que los demógrafos denominan ímpetu demográfico, es debido a la mayor proporción de poblaciones jóvenes en los países en desarrollo como resultado de las altas tasas de natalidad en décadas pasadas. El ímpetu demográfico presenta un reto importante no sólo para los países pobres con un alto índice de natalidad, sino para el mundo entero.

Dicho ímpetu demográfico puede controlarse mediante inversiones que aumenten las oportunidades educativas, que amplien los servicios e información de salud reproductiva y planificación familiar y que reduzcan la mortalidad materna e infantil. El momento en el que se realicen estas inversiones es crucial para contrarrestar dicho ímpetu, ya que la pronta reducción del crecimiento demográfico puede reducir la población mundial futura entre 2 y 3 mil millones cuando finalmente se estabilice finales del siglo próximo. El posponer dicha inversión sólo servirá para elevar el costo final de la reducción de la pobreza.

Las intervenciones del sector público

Las intervenciones del sector público para reducir las altas tasas de crecimiento de la población están justificadas en los países pobres donde dicho crecimiento obstaculiza los esfuerzos de inversión en recursos humanos, la reducción de la pobreza y la protección del medio ambiente.

Los países que no han empezado a reducir su fecundidad o que apenas están comenzando a hacerlo, el rápido crecimiento de la población corroe la calidad de la inversión en recursos humanos sea a nivel de comunidad o familiar. Sin embargo, la naturaleza y severidad de los efectos del crecimiento demográfico depende según el país, y la evidencia que resulta de las consecuencias del rápido crecimiento demográfico no permite hacer las generalizaciones sobre sus efectos adversos que, en el pasado, caracterizaron el debate demográfico.

La evidencia de países en concreto sugiere que el rápido crecimiento de la población inhibe la inversión en los sectores sociales; por ejemplo, muchos países que continúan experimentando dicho crecimiento de la población en edad escolar se enfrentan a la interminable tarea de satisfacer las necesidades de un número cada vez mayor de niños, mientras que otros países cuya fecundidad se ha reducido han podido mejorar la calidad de la educación y aumentar el acceso de grupos no suficientemente bien atendidos.

También se observa un similar efecto corrosivo en otros sectores sociales, en la creación del empleo y en la gestión de los recursos naturales. nivel familiar e individual, las familias numerosas invierten menos en sus hijos con una clara discriminación en contra de las niñas lo que perpetúa el ciclo de la fecundidad y de bajos ingresos. Las familias pequeñas invierten más en sus hijos y es más probable que las niñas vean a sus madres en posiciones de mayor reconocimiento social.

Los razonamientos para justificar la participación del sector público en la planificación familiar y la salud reproductiva no se limitan a los países pobres con alto grado de fecundidad. De hecho existen razones más amplias para la intervención del sector público con el fin de superar las deficiencias del mercado que privan a los individuos (especialmente a los pobres) de recibir información y servicios de salud reproductiva y planificación familiar.

La salud materna e infantil es afectada en gran manera no sólo por la cantidad de embarazos, sino por la separación que existe entre los embarazos, el momento en que tienen lugar, y si no son deseados. El impacto en la salud de las mujeres y sus familias y la incapacidad del mercado para regular la fecundidad y la salud, dan impulso para que el sector público, incluso en la ausencia de preocupaciones demográficas, tome acción pública y participe cuando tales preocupaciones existan.

El papel apropiado del gobierno depende de las circunstancias y necesidades locales. En las áreas donde el gobierno tiene un papel más activo en la prestación de servicios de salud, la salud reproductiva debe ser incluida entre dichos servicios. Donde se espera que el sector privado desempeñe un papel más importante, es posible que la participación del gobierno sea de todas formas necesaria para facilitar asistencia financiera o para impedir obstáculos legales y reglamentarios a la facilitación de información y servicios, incluyendo las normativas médicas que aumentan innecesariamente la cantidad de tiempo y dinero que los individuos tienen que invertir en obtener dicha información y servicios.

Incluso si se considera que el gobierno tiene un interés social en facilitar la planificación familiar, como lo sugiere el Informe sobre el desarrollo mundial de 1993, su responsabilidad reside en asegurar el acceso a la información y a los servicios, y no tanto en actuar como financiador y proveedor en cada caso. Cuando el subsidio público es más indicado, como en el caso de grupos de bajo ingreso o en zonas rurales, y en general en lo que se refiere a la facilitación de información sobre planificación familiar, el papel del gobierno no tiene necesariamente que proveer sino alentar la combinación más eficaz de servicios públicos y privados.

Criterios integrados en la política de población

En general, cuanto menos tarden los países pobres en completar la transición demográfica más fácil les será hacer frente a las dificultades que experimentan para reducir la pobreza de su gente y proteger los recursos naturales de los que dependen. Aunque un crecimiento más lento de la población no resuelve otros problemas de desarrollo, la reducción de la pobreza mediante una inversión de amplio ámbito en recursos humanos y planificación familiar es probablemente la forma más rápida de acelerar la transición demográfica y lograr esos otros objetivos.

La reducción acelerada de la fecundidad en el Asia oriental y en el Sureste asiático (Indonesia, la República de Corea, Tailandia, Taiwan [China]), así como en América Latina (Brasil, Colombia, México) ha sido acompañada de importantes cambios sociales y económicos. Dicha reducción ha sido más rápida en países donde las políticas sociales claves complementaban las políticas demográficas.

Como ejemplos se pueden mencionar el mejoramiento de la condición social de la mujer al elevar su educación y su acceso a fuentes de crédito e ingreso y el derrumbamiento de las barreras legales y culturales que impiden su participación en el proceso de desarrollo. También se han creado mayores incentivos para tener familias más pequeñas y regular la fecundidad por medio de los esfuerzos hacia un mayor desarrollo social, un crecimiento económico más amplio y mejores niveles de vida.

La experiencia ha demostrado que los servicios de alta calidad orientados al consumidor y que facilitan una amplia variedad de opciones para satisfacer las necesidades de salud reproductiva de la población son los que más posibilidades tienen de cambiar la conducta reproductiva y mejorar la salud y el bienestar individual, especialmente si van acompañados de información eficaz sobre los beneficios de dichos servicios.

Continúa el debate sobre la relativa importancia de los factores de la oferta (información y servicios de planificación familiar) y la demanda (el efecto que una mayor educación supone para tener familias menos numerosas) tienen en la reducción de la fecundidad. La respuesta no es "una o la otra" sino "ambas", o incluso mejor, una mezcla equilibrada de ambas que responda a las necesidades y situación específica de cada país en su diferente etapa de transición demográfica y desarrollo socioeconómico. A medida que los países pasan de altos a bajos índices de fecundidad la interacción entre la oferta y la demanda cambia, por lo que se necesita un esfuerzo constante para reevaluar la variedad de políticas y programas en cada país.

La calidad de los servicios es un tema que cada vez se considera más importante. La baja calidad - demostrada por la mezcla poco apropiada de métodos, asesoría deficiente y la falta de cortesía hacia el cliente - puede tener un efecto especialmente dañino, sobre todo a medida que los países entran en las fases intermedias de transición hacia una menor fecundidad.

En contraste, los servicios de alta calidad con frecuencia aumentan la demanda porque los clientes satisfechos comentan de unos a otros sus buenas experiencias. Los efectos de la mezcla de métodos se hacen sentir tanto en la satisfacción del consumidor como en la eficacia demográfica de los programas; por ejemplo, los programas que se basan predominantemente en la esterilización y no satisfacen las necesidades de las parejas jóvenes que quieren retrasar o espaciar los nacimientos.

En muchas ocasiones, las clínicas del sector público que sólo ofrecen la esterilización no se utilizan a su potencial máximo, mientras que las clínicas del sector privado que ofrecen una amplia selección de servicios de salud reproductiva normalmente están muy ocupados, incluso cuando cobran por los servicios que ofrecen.

A medida que las condiciones demográficas cambian, las necesidades de los países prestatarios se vuelven más y más diversas. Los programas de salud reproductiva y planificación familiar se han establecido, se han adaptado con el tiempo y están satisfaciendo las necesidades cambiantes y cada vez mayores de la población en las áreas de regulación de la fecundidad, control y prevención de las infecciones del aparato reproductivo y la maternidad sin riesgos.

Por su parte, los países prestatarios están identificando un mayor número de necesidades. Muchos están preocupados por otros temas demográficos como el envejecimiento de la población, la rápida urbanización y la migración internacional. Las respuestas tanto a las causas como a las consecuencias de los problemas demográficos tienen que ajustarse a las condiciones específicas de los países prestatarios.

La prestación de servicios de salud reproductiva y planificación familiar requiere una inversión modesta en comparación con otras necesidades de salud y desarrollo que tienen los países. El financiamiento y la facilitación de servicios por el sector público debe concentrarse en grupos poco atendidos y especialmente en los pobres. En algunos países la necesidad de mayor información y servicios podría satisfacerse mediante una redistribución del gasto público, es decir, reduciendo los fondos asignados a actividades que pueden ser llevadas a cabo mejor por el sector privado.

Puede que los gobiernos de los países en desarrollo más pobres no tengan recursos suficientes para financiar y facilitar los servicios necesarios para satisfacer estas necesidades. En estos casos los donantes pueden ayudar, pero sólo hasta cierto punto. De cualquier forma, se tiene que prestar atención tanto al mejoramiento de la eficacia al facilitar servicios, incluyendo aquellos que resultan de la participación del sector privado, como a los mecanismos para recuperar costos o facilitar servicios través de cauces comerciales en las situaciones donde los consumidores puedan pagar por ellos.

El papel del Banco Mundial

Estos retos han supuesto mayores y más variadas exigencias para el Banco Mundial. Existe un mayor número de países deseosos de colaborar con el Banco en temas de población y obtener préstamos para ello. Los directores y el personal del Banco han mejorado su capacidad para colaborar con los países prestatarios así como con otros donantes y las organizaciones no gubernamentales en el diseño de proyectos creativos en materia de población que satisfagan las diversas necesidades típicas de este sector. Para poder continuar ampliando su trabajo en este área, el Banco necesita reforzar ún más su capacidad para responder a las exigencias de los países prestatarios.

El Banco ha apoyado una gran variedad de programas y políticas tanto para lograr los beneficios de salud y bienestar resultantes de la regulación de la fecundidad como para acelerar la transición a menores índices de fecundidad. Entre dichos programas y políticas se encuentran los esfuerzos del Banco para elevar los índices de supervivencia materna e infantil, incrementar la educación de la mujer y mejorar su condición social además de proveer los servicios de planificación familiar.

El apoyo que el Banco ha ofrecido a los esfuerzos de los sectores público y privado en el logro de estos objetivos generalmente se ha centrado en la población pobre que probablemente carece de información o acceso a dichos servicios por su incapacidad para pagar por ellos o debido a las deficiencias del mercado.

El presupuesto total asignado por el Banco Mundial para temas de población, salud y nutrición fue de 1,8 miles de millones de dólares en el año fiscal de 1993. Las inversiones en la salud materna y la maternidad sin riesgos son actualmente diez veces superiores a las registradas en 1987 cuando comenzó la Iniciativa para la Maternidad sin Riesgos.

Dicha inversión ha sido canalizada a través de la planificación familiar y en otros esfuerzos por combatir los abortos peligrosos y las emergencias obstétricas que causan la muerte de más de 500.000 mujeres cada año en los países en desarrollo. El Banco también invirtió 1,9 miles de millones de dólares en educación, con el objetivo primordial de mantener a las niñas en las escuelas. En general, en los últimos cinco años, el Banco ha aumentado del 6 al 16 por ciento la proporción de su cartera de préstamos dedicada a los sectores sociales.

Por otra parte, en los últimos cinco años, el Banco se ha convertido en una de las principales entidades internacionales financiadoras en la facilitación de información y servicios sobre salud reproductiva y planificación familiar. El total anual en dólares invertido en nuevos préstamos en áreas con componentes de planificación familiar es actualmente más del doble del registrado mediados de la década de 1980 y, en los últimos años, ha llegado aproximadamente a 200 millones de dólares.

La mezcla de proyectos también ha cambiado, ya que antes dicho financiamiento se concentraba en grandes proyectos dedicados principal-mente a la construcción de instalaciones, y actualmente existe un mayor número de proyectos sobre una variedad de necesidades programáticas, como son la adquisición de anticonceptivos, la formación profesional, el mercadeo social, los sistemas de información para la administración, y el equipo y las instalaciones, todos los cuales constituyen elementos claves para el éxito de los programas de planificación familiar y salud reproductiva.

Se espera que el presupuesto dedicado a estas y nuevas áreas en el año fiscal de 1994 aproxime los 200 millones de dólares. Existen actualmente más de 70 proyectos sobre temas de población y planificación familiar en la cartera activa del Banco que representan más de mil millones de dólares en total entre préstamos y créditos dedicados a temas demográficos. Dicho portafolio incluye a 50 países, desde Nigeria a Indonesia, en todas las etapas de la transición a menores índices de fecundidad.

La Conferencia de El Cairo ofrece una oportunidad especial para volver a tratar el tema de la población y así logar avances más sustantivos en la reducción de la pobreza y el aumento del bienestar. En vez de intentar cubrir todas las áreas, el Banco se concentrará en las siguientes:

Colaborar con países prestatarios y otros donantes para movilizar el financiamiento de los sectores público y privado y obtener otros recursos necesarios para satisfacer la creciente demanda de servicios de salud reproductiva y planificación familiar, así como para ampliar las oportunidades de educación.

Ayudar a los países prestatarios a través de sus propias inversiones estratégicas, poniendo especial énfasis en la infraestructura y la capacidad institucional apropiadas, así como en la administración eficaz de las actividades del sector social.

coordinar lo más posible la mobilización de recursos con los esfuerzos por satisfacer el conjunto básico de servicios esenciales de salud que propone el Informe sobre el desarrollo mundial de 1993, y aplicar las sugerencias de dicho informe respecto a la financiación y administración de servicios de salud cuando se colabora con países prestatarios en proyectos de salud reproductiva.

Reforzar la combinación de especialidades del Banco en las áreas técnicas necesarias, aplicar su capacidad de realizar análisis financieros y económicos en el sector, y colaborar con otros donantes y agencias especializadas que tengan talentos y capacidades complementarias.

Utilizar la capacidad analítica del Banco para apoyar la investigación con el fin de ampliar el ámbito de las políticas demográficas mediante un mejor entendimiento de los vínculos entre el cambio demográfico, la salud reproductiva, y los programas del Banco en general para el desarrollo humano y la mitigación de la pobreza, y reconocer de forma más efectiva, tanto en las estrategias para cada país como en otros documentos analíticos, la relación entre las dinámicas de población y el logro de dichos programas.

En último término son los propios países prestatarios - sus gobiernos y su pueblo - quienes tienen la responsabilidad principal de abordar sus problemas de población. Muy poco se logrará si no se da gran prioridad a los programas de desarrollo social y población y si los gobiernos no demuestran la voluntad política de sacarlos adelante.

El Banco puede concentrar la atención en estos retos mediante el diálogo sobre políticas demográficas, y está dispuesto a ayudar a los gobiernos a definir y poner en prácticas las estrategias necesarias para superarlos, reforzando la relación de dichos países con los donantes, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de desarrollo de base.

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