La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

El boleto de Felisa: iba a señar una casa que aún no había encontrado.

Por Jorge Lanata.

La ministra de Economía decidió hablar con tres diarios –menos con éste– sobre el hallazgo de una bolsa con dinero en el baño de su despacho, tras doce días de hacerlo sólo a través de comunicados y su vocero. Ahora cambió la versión: la plata no era suya ni estaba declarada en la AFIP, sino que casi toda pertenecía a su hermano; nunca se había caído operación inmobiliaria alguna, sino que ni siquiera había encontrado el inmueble que pretendía comprar. Allanaron Economía: hay una caja fuerte, pese a que Felisa lo negó. Y el dinero era del BCRA, donde ninguna persona puede abrir una cuenta.

“El pez por la boca muere.” Refrán popular.

— Ayer dije ¡basta! –dice que dijo la ministra Felisa Miceli, en diálogo con Marcelo Bonelli por el aire de Radio Mitre.

— Yo me salía de la vaina por hablar –dijo el viernes a la tarde la ministra, frente al selecto grupo de periodistas de La Nación, Página/12 y Clarín.

Felisa, sin embargo, llevaba doce días sin hablar, o haciéndolo a través de un comunicado difundido por la agencia oficial Télam o en off the record por su vocero, Silvio Robles. Finalmente, habló. Y fue peor: el viernes, el presidente K y Alberto F decidieron darle permiso “para salir a aclarar lo que fuera necesario”.

— Ella cree que la están bancando. Y, en realidad, la están tirando debajo del camión. Dejan que hable y ven qué pasa. Si nadie le cree, Felisa tiene las horas contadas –confió a PERFIL un miembro del gabinete pingüino. Y tal como Alberto y K intuyeron, Felisa habló de más y no pudo convencer a nadie: las afirmaciones del sábado fueron contradictorias con su propio comunicado y sus voceros oficiosos, a saber:

• Dice Felisa ahora: “La plata era casi toda de mi hermano y un poquito mía”.

• Había dicho Felisa en su propio comunicado: “El dinero fue declarado por la ministra en su declaración de Ganancias” (la pobreza de estilo debe pertenecer a Robles, pero es textual del original).

• Primer problema: Si el dinero era del hermano, no podría haberlo declarado ella en su descargo ante la AFIP.

• Dice Felisa ahora: “Yo estaba buscando el dinero para la compra de una propiedad, pero no había encontrado ninguna”.

• Había dicho Felisa y también su vocero: “La ministra estaba buscando un departamento para su hija, pero la operación se cayó”.

• Segundo problema: Ahora resulta que buscaba una casa para sí y no un departamento para su hija. Según reconoce, ella pide 60 mil dólares a su hermano, “a ojo”, ya que no firma boleto alguno ni menciona ninguna propiedad en concreto.

• Dice Felisa ahora: “El dinero estaba guardado en un placard. No tengo caja fuerte, por eso lo dejé ahí”.

• Tercer problema: Equiparar el armario del baño a la caja fuerte es un error, al que se agrega un dato encantador: según declaró el mayordomo ante la Fiscalía, el armario del baño estaba siempre cerrado con llave, por lo que nunca se revisaba. Pero aquel 5 de junio, el día de “la bolsa”, el día en que reemplazaba a la caja fuerte, el armario estaba abierto.

• Dice Felisa ahora: “Esto lo traje yo (refiriéndose a la bolsa). El lunes 4 lo traje para llevarlo al Banco Nación, donde tengo una cuenta para depositar la plata en efectivo y, con el resto, abrir una caja de seguridad para tenerlo con rápida disponibilidad”.

• Cuarto problema: Según el acta firmada en el Ministerio al descubrir el dinero, los cien mil pesos estaban en un solo fajo sellado con una banda de papel que señalaba “Lote 38.057 Bco. 30”. “Bco. 30” equivale, en el lenguaje bancario, al Banco Central de la República Argentina. El BCRA sólo reparte dinero a bancos y entidades financieras, nadie puede tener una cuenta personal en el Central. Cada lote se envía a un banco que, según el BCRA, puede reenviarlo –sin abrir el fajo sellado– a otra entidad. Pero, según confirmaron a PERFIL tres banqueros del mercado local, jamás se redistribuye el dinero a sus clientes sin antes haber abierto el fajo y revisado la cantidad. Ya era extraño que la ministra de Economía tuviera un fajo sellado y cerrado con la denominación del Central, pero desde ayer todo empeoró: ¿qué hacía su hermano con ese fajo? ¿Cómo y cuándo lo obtuvo? El martes próximo, por pedido de la Justicia, el Central deberá responder a qué banco fue enviado ese lote. Después, será sencillo saber quién lo retiró.

• Dice Felisa ahora (en los micrófonos de Radio Del Plata): “Que Lanata haya dado el nombre de mis hijos es de una bajeza increíble”.

• Quinto problema: Fue la propia Felisa quien introdujo a su hija en esta historia: primero mencionándola como futura propietaria del bien, y luego señalando que su hija la acompañó a ver propiedades: “Quien se dedicaba a buscar por Internet era mi hija”. Hernán, Javier y Gabriela Scheinkestel (de 24, 23 y 20 años), hijos de Felisa, son mayores de edad y –que se sepa– no son agentes secretos de la SIDE, cuya identidad no puede ser revelada.

• Dice Felisa ahora: “Yo declaré ante la AFIP, en abril, un ahorro de 105.000 pesos. El resto, para poder hacer esta operación, me lo prestó mi hermano. Mi idea era vender mi dúplex, sacar una hipoteca y después pagar las cuotas”.

• Sexto problema: Felisa cuenta, es evidente, con un importante poder de abstracción: pensaba en el valor de una casa que ni siquiera había visto, planteando la siguiente operación inmobiliaria: usaría los 60.000 dólares para pagar el boleto de compraventa (habitualmente es el 30%, a lo que debe sumarse el 3% de la comisión de la inmobiliaria), luego pondría en venta su propia casa, sin saber cuánto tiempo tardaría en encontrar algún interesado y, entretanto, pediría un préstamo hipotecario de aproximadamente 100.000 dólares tomando en cuenta su salario