La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

El pozo no quedó vacante.

Por Jorge Lanata.

El pasado 17 de noviembre de 2006 el gobierno de Santa Cruz llamó a licitación nacional e internacional de quince áreas petroleras. La apertura de los sobres con las ofertas se realizó apenas veintitrés días hábiles más tarde (tanto la ley como la práctica indican un promedio que oscila entre los sesenta y noventa días para elaborar las ofertas, de hecho Repsol y Petrobras pidieron una prórroga que no les fue concedida) y se analizaron allí las curiosas exigencias del llamado:

- El ganador debería tener un mínimo de treinta por ciento de capital regional (entendiendo por “regional” estar instalado en Santa Cruz, Chubut o Tierra del Fuego).

- En la fórmula de preadjudicación, si la empresa tiene el ciento por ciento de capital regional, sus puntos suben de manera irremontable para cualquier competidor, aunque ofrezca una altísima inversión o altas regalías.

- No se exigió ningún parámetro objetivo de evaluación técnica; para decirlo de otro modo: no importaba que el ganador alguna vez hubiera extraído petróleo, cargado nafta o regenteado un almacén de ramos generales.

- Los antecedentes serían evaluados por una “comisión” nombrada a tal fin.

Las condiciones del llamado fueron resumidas de un modo mucho más claro por el ministro de Economía provincial, Juan Bontempo, en diálogo con un empresario del sector:

— Yo me voy con los sobres a Buenos Aires, y esto lo decide De Vido –le dijo.

Y así fue. De las quince áreas, catorce quedaron en manos de Lázaro Báez y Cristóbal López, dos “empresarios” de íntima vinculación personal y bancaria con el presidente K. Y Lázaro se levantó y se las llevó, y Cristóbal descubrió oro negro. Se trata de un negocio de ciento treinta millones de dólares de inversión para un retorno garantizado durante 25 años, ya que en la mayoría de las áreas está probada la existencia de petróleo. Así, el gobierno de Santa Cruz ha hecho cierta aquella frase que asegura que la mejor manera de amar la provincia es quedarse con ella.

LOS SOCIOS DEL SILENCIO

“Testaferro (Del it. testa-ferro, cabeza de hierro). 1. m. Persona que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio que en realidad es de otra persona.” Tomado del Diccionario de la Real Academia Española.

Los oferentes que se presentaron en cada una de las áreas fueron:

- Area Río Guenguel: Epsur SA (100% capital regional).

- Area Sierra España: Oil M&S (100% capital regional).

- Area Mata Amarilla: Oil M&S.

- Area Laguna Grande: Oil M&S.

- Area Piedrabuena: Oil M&S.

- Area Gran Bajo Oriental: Oil M&S, Enap-Sipetrol-Eduardo Costa (100% capital regional); Tecpetrol-Petroquímica Comodoro Rivadavia (capital regional). En la evaluación de la Comisión, Costa y Tecpetrol fueron descalificados, y sólo quedó Oil M&S.

- Area Meseta Cerón Chico: Epsur SA (100% capital regional); Enap-Sipetrol-Eduardo Costa; Tecpetrol-Petroquímica Comodoro Rivadavia y Estrella Servicios Petroleros. En una primera etapa la Comisión descalificó a Costa y a Tecpetrol, y en una segunda dejó afuera a Estrella. Sólo quedó como oferente Epsur SA.

- Area Sur Río Deseado: Epsur SA y Estrella Servicios Petroleros, que fue descalificada por la Comisión.

- Area Lago Cardiel: Oil M&S e Inwell SA (100% capital regional), que fue descalificada.

- Area Guanaco Muerto: Oil M&S e Inwell, que fue descalificada.

- Area El Tranquilo: Inwell SA, que fue descalificada, quedando desierta.

- Area El Turbio: Misahar Argentina SA (100% capital regional) y Geo Park-Eduardo Costa; se está evaluando la oferta económica.

- Area El Turbio Este: Misahar Argentina SA y Geo Park-Eduardo Costa.

- Area Tapi Aike: Misahar, Oil M&S y Geo Park.

- Area Paso Fhur: Epsur SA y Oil M&S.

En enero, al cerrarse la Etapa A, el gobierno informó quiénes pasaron la primera etapa: Oil M&S, Epsur, Misahar, Geopark-Costa, Inwell y Estrella.

En febrero se cerró la segunda etapa, quedando afuera Inwell y Estrella. Y en marzo, al abrirse el sobre C, quedó claro que las empresas Oil M&S, Misahar y Epsur se habían quedado con todo: tres empresas pero sólo dos personas, Cristóbal y Lázaro. Bueno, no con todo: un área quedó desierta, ya que la buena educación indica que no hay que terminar lamiendo el plato. El anuncio del feliz resultado iba a hacerse en esos días, pero se postergó por el conflicto docente, que todavía continúa.

La premura por cerrar el negocio, sin embargo, dejó demasiados cabos sueltos: Oil M&S es de Cristóbal López y Misahar Argentina y Epsur están vinculadas a Lázaro Báez, y no puede decirse que esta gente dilapide su dinero en oficinas: todas las empresas tienen la misma dirección en Buenos Aires (Pasaje Carabelas 241) y en Río Gallegos (Avda. Gobernador Gregores 290, sede de Austral Construcciones, la afortunada empresa que gana todas las licitaciones de obra pública en la provincia).

Los pliegos, que como ya se dijo se mostraron bastante displicentes en cuanto a la experiencia previa en el ramo, exigían un mínimo de dos años de antigüedad de la empresa. Pero no todo se puede en el vértigo que provoca la tensión del crecimiento: Epsur SA recién se formó hace poco más de un año, según muestra el Boletín Oficial 30.794, segunda sección, del viernes 2 de diciembre de 2005.

Aunque la fiebre petrolera y la veneración por el general Mosconi parecen nuevas en Lázaro Báez, fueron suficientes para que, sin antecedente alguno ni en extracción, ni exploración, ni en cercanía a surtidores de nafta, Epsur fuera incorporada al Registro de Empresas Productoras de Hidrocarburos de la Nación y de la provincia, uno de los requisitos que se incorporaron a la licitación a los cuatro días de haber sido anunciada, modificando el pliego.

Así, el “capital nacional” sin experiencia alguna (pero con iniciativa y buenos contactos) pudo imponerse a todos sus competidores: Repsol (asociado con Petroquímica Comodoro Rivadavia), la empresa norteamericana Geo Park, e YPF con Tex Petrol (de Techint), Estrella Servicios Petroleros (una empresa de la región con larguísima experiencia en el área) e Inwell (propiedad de Enrique Ezquenazi, del Banco de Santa Cruz).

La falta de exigencia y certificaciones técnicas, sumada al requisito económico de un capital mínimo de dos millones de pesos, bien podría haber hecho que un panadero exitoso terminara con las áreas petroleras. Aunque ni Lázaro ni Cristóbal se han interesado aún por las bolas de fraile, hay quienes no descartan que su repentina fiebre petrolera obedezca, en realidad, a hacer “reservas de área” que ellos mismos podrán, en un futuro rentar a empresas con capacidad técnica real (¿tal vez PDVSA?).

 HENRY FORD ERA UN INUTIL

El padre de las cadenas de producción modernas y del Ford T queda como un pusilánime al lado de Cristóbal López. El viejo Henry entró a trabajar como ingeniero de la Edison Illuminating en 1891, fundió dos compañías y recién al tercer intento creó Ford Motor Company, en 1903.

Le llevó doce años comenzar su desarrollo, luego imparable. En catorce años –dos más que Henry, pero téngase en cuenta que esta historia sucede en el Tercer Mundo–, Cristóbal montó una empresa de 1.700 empleados, Casino Club, con casinos y tragamonedas en el Hipódromo Argentino de Palermo y las provincias de Misiones (Rotonda, Avda. Centenario, Centro, Parque Paraguayo, Terminal, Villa Cabello, Garupá), La Pampa (Hilario Lagos), Chubut (Avda. Rivadavia, Avda. Kennedy, Playa Unión, Rawson y Rada Tilly), Santa Cruz (Pico Truncado, Las Heras, El Calafate y Puerto Deseado), Tucumán, La Rioja, Mendoza (San Rafael) y Tierra del Fuego (Ushuaia y Río Grande).

López, nacido en Comodoro Rivadavia, también tiene intereses en empresas aceiteras, de recolección de residuos y, claro, la afortunada Oil M&S.

Lázaro Antonio Báez es el personaje principal de Entre cajas, la cartelización de la obra pública en Santa Cruz, un libro de Daniel Gatti, autor del recordado El amo del feudo, una interesante biografía no oficial de Néstor K. En Entre cajas... (aún inédito), Gatti bucea en la vida de este repentino millonario sureño que comenzó hace pocos años su carrera como cadete del Banco Nación y hoy posee, entre otros bienes, un avión Mitsubishi MU-2 Marquise registrado como Top Air.

Lázaro no sólo controla Epsur y Misahar, las dos felices ganadoras de las áreas petroleras licitadas, sino que es propietario de Austral Construcciones SA, de Patagonia SA y de Diagonal Sur, una empresa de comunicaciones e informática. Por intermedio de Guido Blondeau, su socio, controla Invernes SA y Gotti SA, y a través de Julio Mendoza y su contador Fernando Butti maneja Combustibles Sur, Estrellas del Sur, Alucom Austral y Magna Consultora.

Butti, a su vez, se encarga de Misahar, Servicios Alem y Epsur. Lázaro es un himno a la movilidad social en Santa Cruz: hijo de un suboficial de la Policía provincial, vivió en una humilde casa del barrio 499 Viviendas y su carrera bancaria fue vertiginosa: pasó de cadete en el Nación a gerente adscripto a la Intervención del Banco de Santa Cruz, que gracias a créditos a empresas fantasma, insolventes y amigos de la Corona perdió en pocos años ciento cincuenta millones de dólares.

“Durante un lustro cruzó la calle Roca rumbo a los juzgados –escribe Gatti en su libro– y su negativa a declarar en cada causa se hizo una costumbre previsible. Pero las denuncias que tuvo en su contra para investigarlo fueron archivadas y sobreseídas.”

Según la revista Noticias de febrero de este año, “(Lázaro) ganó en los últimos doce meses licitaciones de obra pública nacional y provincial por un monto de 650 millones de pesos. Y por estas horas compite por adjudicarse cuatro obras de pavimentación de rutas que suman 600 millones más”.

Es obvio aclarar que las ganó. Pero tanto dinero no parece haberle dado a Lázaro seguridad en sí mismo, y mantiene aún su salario de empleado estatal acordado después de la privatización del Banco de Santa Cruz. Según la ANSES, es empleado de la Secretaría General de la Gobernación y cobra entre 3.300 y 3.600 pesos.

Dos datos sobre Lázaro lo acercan a la inevitable compraración con Alfredo Yabrán: su deliberado perfil bajo y el odio por las fotografías, y una casa en las afueras de Río Gallegos rodeada de custodias que bien podría haber sido ocupada por Papimafi.

El camino de asfalto termina en la chacra de dos hectáreas en Nicolás Giglio sin número. Allí, detrás del alambrado de unos dos metros de alto, en medio de un paisaje plano y desolado, se esconde una casa de dos plantas con cuatro dormitorios, un baño principal en suite de treinta y cinco metros y un jacuzzi para que tres o más personas puedan conocerse en el sentido bíblico del término.

El arquitecto Jorge Soler autorizó allí un gasto de treinta mil dólares sólo en radiadores, y las alfombras, el empapelado y los herrajes llegaron en directo desde Buenos Aires. Pero el mayor contraste con el ambiente está en la custodia, en una ciudad en la que aún se dejan los automóviles con la llave puesta. La mayoría de los guardaespaldas de Lázaro son ex comandos militares radicados en el Sur y reclutados por su “jefe de Seguridad e Higiene”, el ex policía Roger Marino Jugo, quien también tiene su doble ingreso cobrando un salario en Defensa Civil y es a la vez jefe de Serenos y Cámaras de Austral Construcciones.

Dos custodios están dedicados exclusivamente al hijo adolescente de Báez y otros se dedican al seguimiento a distancia del automóvil de sus hijas.

El grupo se completa con el ex policía Claudio Martínez, quien fue miembro del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), y sus colegas Videla, Puentieri, Barrientos y Ceballos. A pedido del gobierno local, los hombres de Lázaro han hecho también horas extras: custodiaron los jardines de la Casa de Gobierno durante el comienzo de la crisis docente y formaron parte de la contramarcha.

INVESTIGACIÓN: J. L. / ROMINA MANGUEL / LUCIANA GEUNA (en Buenos Aires), DANIEL GATTI (en Santa Cruz).

 

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