La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
Cómo Jacobo Timerman pensó el diario La Opinión. Por María Sucarrat. |
Con apenas una existencia de cinco años –entre 1971 y 1976), el diario La Opinión creado por Jacobo Timerman ()* marcó un hito fundamental y muy significativo en la historia de la prensa argentina y también en el campo de las ideas políticas. Esta nota de Memoria firmada por la redactora María Sucarrat (28.05.11) en el diario Tiempo Argentino, ofrece una vívida aproximación de aquel notable matutino inserto en un complejo escenario de nuestra historia.
Jacobo Timerman: “Nuestra actitud informativa, además de selectiva y analítica, es serena; desdeña el sensacionalismo pero también la solemnidad…”
El 6 de abril de 1971, el número 206 de la revista Panorama (Editorial Abril) anunciaba así la salida del diario La Opinión dirigido por Jacobo Timerman: “Desde el 4 de mayo próximo los quioscos de la Capital, el Gran Buenos Aires, La Plata y Córdoba albergarán una novedosa experiencia periodística, inédita en la Argentina. Junto a los cuatro matutinos de información general, asomará un tabloide de 24 páginas, menos espectacular que aquellos pero, a la vez, más caro.
La Opinión –cuya inspiración es Le Monde, de París, uno de los mejores diarios del mundo– intenta inaugurar una forma de periodismo que hoy se limita a las principales capitales del planeta: ‘Diez noticias en un día son útiles y comprensibles; cien, soportables; mil, abrumadoras, incomprensibles e innecesarias’, opina Jacobo Timerman, director de la publicación.
Esa idea será, al parecer, la base de lanzamiento del diario. Según Timerman ‘en el periodismo mundial se ha inaugurado una nueva etapa: la del diario selectivo, de información y análisis, que no intenta ocuparse de todos los temas superficialmente sino de los fundamentales en profundidad’. Esa seguridad impulsó al creador de La Opinión a dividir las áreas informativas en cuatro sectores: política nacional, internacional, artes y espectáculos y redacción general. Si bien el matutino no exhibirá diariamente la composición de su staff, 40 periodistas de primera línea –reclutados entre los profesionales más capaces del medio– firmarán sus informes sobre los temas de actualidad.
Los comanda Julio Argañaraz, quien ocupará la subdirección; las otras áreas estarán a cargo de Horacio Verbitsky, Juan Carlos Algañaraz, Juan Gelman y Miguel Bonasso, con quienes trabajarán los periodistas Fanor F. Díaz, Milton Roberts, Eduardo Belgrano Rawson, Andrés Zavala, Héctor Puricelli, Roberto Reyna, Carlos Ulanovsky, Felisa Pinto, Ricardo Halac, Juan José Ascone, Marcelo Capurro, Eduardo San Pedro, Pompeyo Camps, Juan José Castiñeira de Dios, Agustín Mahieu, Mabel Itzcovich, Pablo Palant, Francisco Urondo, Carlos Tarsitano, Omar De Benedictis y el coordinador Emilio Jeanerett.
La Opinión inspirada en Le Monde, de París, “intenta inaugurar una forma de periodismo que hoy se limita a las principales capitales del planeta”…
Instalados en el tercer piso de Reconquista 585 (por el que la empresa paga un alquiler mensual de 700 mil pesos), los redactores pretenden crear un órgano informativo que satisfaga principalmente a la juventud preocupada por este ‘apasionante mundo contemporáneo, sus excesos, sus prodigios, su dolor’. Para ello no serán necesarias las fotos: el diario destinará todos sus esfuerzos a la información escrita y, a lo sumo, una mejor ubicación del lector por medio de mapas que ilustren con claridad y exactitud el escenario donde fue obtenida la noticia. ‘Lo difícil es hallar un punto de equilibrio –reflexiona Timerman–, porque los medios masivos, que desbordan a la humanidad con conocimientos inútiles y excesivos y la privan de explicaciones claras y sencillas sobre los temas fundamentales, no ayudan a cada persona a orientar su vida armónicamente’.
"Este diario será un placer, no un problema"
El diario se dirige a una clase social capaz de doblar los 50 o 60 pesos diarios que costará la provisión de noticias, entre las que se entienden ejecutivos de status, comerciantes, industriales, universitarios, militares y políticos. Pero el objetivo principal será la juventud ‘capaz de dejar de tomar un café para comprar el diario’. El matutino no aparecerá los lunes y será imposible encontrar a lo largo de sus 24 páginas la cartelera cinematográfica, el programa de carreras de San Isidro o La Plata, por ejemplo.
La óptica de los editores está dirigida en principio a 50 mil lectores que pueden duplicarse con el tiempo. El orden de la información será estricto: ‘No le complicaremos la vida al público con frases rebuscadas, este diario será un placer, no un problema.’ Para ello, Timerman ilustra: ‘Cuando mencionamos un combate en una alejada aldea egipcia, le explicaremos su importancia política y militar, de modo que no necesite correr a un mapa o una enciclopedia para enterarse qué pasó.’ La diagramación no descuidará detalle: ‘Las informaciones sobre Perú, Bolivia y Chile –anticipa el director–, estarán en las mismas páginas o en otras contiguas.
Las declaraciones del Papa estarán lejos de los trasplantes de riñón. Queremos que el lector pueda concentrarse en lo que está leyendo sin necesidad de esfuerzos que habremos hecho nosotros en su lugar.’ Al cabo de ocho meses, La Opinión pretende vender unas 60 mil copias como compensación de un esfuerzo económico que, se estima, habrá trepado a los 320 millones de pesos viejos en gastos de explotación y otros 60 millones en la puesta en marcha.
El capital dispuesto para movilizar el tabloide es de 200 millones; el directorio de la empresa estará formado por el propio Timerman, su esposa y su hijo Daniel. También el otro vástago, Javier Gustavo, tendrá algo que ver en la publicación: el 4 de mayo, día de la presentación en público, cumple diez años. La resultante de todo el esfuerzo deberá coincidir con lo que anticipa el director: ‘Nuestra actitud informativa, además de selectiva y analítica, es serena; desdeña el sensacionalismo pero también la solemnidad. Cree que el lenguaje no es un campo de la experimentación literaria sino un vehículo para la transmisión de hechos e ideas.’”
La desaparición de Edgardo Sajón.
Y más. Ramiro de Casasbellas, Tomás Eloy Martínez, Juan Gelman, Julio Ardiles Gray, los hermanos Argañaraz, Pablo Giussani, Osiris Troiani, Mariano Grondona, el cura Carlos Mugica como colaborador, el genial Enrique Raab y los críticos Agustín Mahieu y Ernesto Schoo también formaron parte de la redacción del diario que nació durante el gobierno militar del general Alejandro Agustín Lanusse y permaneció en las elecciones de 1973. Fue entonces (y forma parte de las ediciones que acompañan a Tiempo Argentino), cuando se ocupó de retratar los 49 días que se conocen como la Primavera camporista que comenzó con la liberación de todos los presos políticos, y la movilización del 20 de junio a Ezeiza.
La Opinión permaneció en los quioscos durante los gobiernos de Lanusse, Cámpora, Juan Perón, Isabel y dejó de salir durante la dictadura militar al mando del general Jorge Rafael Videla. Su vicedirector fue secuestrado. Así lo relata Graciela Mochkofsky en el capítulo VI de su libro Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (): “El 1° de abril, en tránsito hacia La Opinión, fue secuestrado Edgardo Sajón, gerente técnico del diario: un hombre de dos metros de alto a bordo de un auto, a las 10 y 30 de la mañana, en camino de San Isidro a Barracas, se había desvanecido en el aire. Nadie había visto nada.
La Opinión publicó la noticia a todo lo ancho de su tapa: ‘Ha conmovido a los medios periodísticos y políticos del país la desaparición del señor Edgardo Sajón’. Nada se sabía sobre los motivos de la desaparición –no se hablaba de secuestro–; sólo que había dejado ‘su domicilio conduciendo un automóvil Renault 12 break, de color blanco, matrícula 725.183 de la Capital Federal’.
La Opinión pedía a sus lectores que acercaran ‘a las autoridades’ cualquier información sobre el paradero de Sajón. Desde el 3 de abril, el diario publicó cada día en su tapa un texto breve, pero destacado, con el título ‘Sajón’, que decía: ‘Hoy se cumplen (tantos) días de la desaparición del señor Edgardo Sajón. Ningún indicio ha trascendido aún sobre su paradero ni sobre la identidad de quienes lo secuestraron. Ningún comunicado oficial se ha producido, por otra parte, sobre la marcha de la investigación’. No había nada en los artículos que hiciera suponer que Sajón había sido detenido por miembros de las fuerzas armadas. Pero Timerman, Jara y Casasbellas sabían que habían sido los ‘duros’.”
Prisionero sin nombre, celda sin número
En abril de 1977, Timerman corrió casi idéntica mala suerte. Un grupo armado se llevó al director del diario de su departamento de la calle Ayacucho. Timerman estuvo desaparecido y fue torturado, hasta que el general Ramón Camps hizo pública su detención. Lo acusaba de ser socio de la guerrilla peronista Montoneros a través del socio capitalista de La Opinión, el banquero David Graiver, fallecido en un accidente a fines de 1976.
Timerman estuvo detenido en el Departamento Central de Policía durante varios meses y luego con prisión domiciliaria. Hubo presión internacional por parte de los Estados Unidos y de Israel hasta que la Corte Suprema de Justicia, mediante un fallo absolutorio, determinó su libertad en 1979. El gobierno militar le quitó la ciudadanía argentina y lo mandó a Israel.
Desde los Estados Unidos, el país al que viajó después, escribió Prisionero sin nombre, celda sin número, el libro en el que denunció la dictadura y todos los procedimientos empleados por los militares. Timerman murió en noviembre de 1999, a los 76 años, en el mismo departamento de donde los militares se lo habían llevado. Intuitivo, días antes, había comenzado a despedirse de sus amigos: “Yo también estoy muerto”, les dijo.
(1) Jacobo Timerman (Ucrania, 6 de enero de 1923 – Buenos Aires, 11 de noviembre de 1999) además de La Opinión había fundado las revistas Primera Plana y Confirmado. Secuestrado-desaparecido y torturado durante la dictadura del llamado Proceso de Reorganización Nacional, acusado por los militares de lavar dinero de la organización guerrillera Montoneros a partir de su vínculo con el financista David Graiver (). Fue absuelto por un tribunal militar.
Fuente: El Arca Digital