La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

Afecciones psíquicas causan gran demanda de licencias docentes.

Las enfermedades de raíz psicológica o psiquiátrica generan cerca del 36 % de las horas docentes no trabajadas. La mayor cantidad de los casos tiene que ver con el espectro ansioso-depresivo. Condiciones de trabajo precarias, chicos hiperactivos, adolescentes irrespetuosos y desmotivados, alumnos con problemas económicos y familias disfuncionales, agresiones, padres desentendidos de la educación de sus hijos, presión institucional.

Todos o algunos de estos ingredientes terminan repercutiendo, tarde o temprano, en la psiquis de muchos maestros. Se los escucha quejarse de estar agotados, de no soportar más a sus estudiantes, de falta de incentivo.

Estadísticas del Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe revelan que los "trastornos mentales y del comportamiento" se ubican en el tope del ranking de enfermedades que tributan al índice de ausentismo. En el mes de octubre de 2006, unos 2.373 docentes justificaron su licencia en algún padecimiento de raíz psicológica o psiquiátrica, generando el 36,32 por ciento de las horas no trabajadas sobre el total de horas ausentes en el mes de todos los grupos de enfermedades.  

Las dolencias físicas se sitúan atrás. Considerando las estadísticas del mes de referencia, las que comprometen al "sistema osteomuscular" van en segundo lugar en la escala (causan el 18,32 % de las horas inasistidas), le siguen las "afecciones del sistema respiratorio" (8,86 %), "traumatismos, envenenamiento y algunas otras consecuencias de causas externas" (5,8 %), "enfermedades del sistema circulatorio" (5,7 %), y así sucesivamente hasta terminar la extensa lista de afecciones físicas.  

"Quizá muchos docentes faltan uno o dos días por gripe, pero la mayor cantidad de días de ausencia las generan las enfermedades del espectro ansioso-depresivo, porque requieren de recuperaciones más largas", aclararon Mariano Conti, psiquiatra auditor del Servicio de Salud Laboral de la Región IV de Educación, y Ana María Zlauvinen, directora general de Sanidad Escolar de la provincia.  

Eso explica el siguiente dato: 2.370 docentes tomaron licencia en octubre de 2006 por enfermedades del sistema respiratorio, pero sólo significaron el 8,86 % de las horas no trabajadas, debido a que son afecciones cortas y el docente vuelve a dar clases enseguida.  

Las últimas cifras informatizadas corresponden a febrero de 2007, un mes de receso escolar y, por ende, de escasa representatividad en materia de ausencias docentes. Igual, aunque con muchos menos pedidos de licencia, el porcentaje es similar al de octubre de 2006: 39 % para los trastornos mentales, 17,97 para el grupo de enfermedad que le sigue: sistema osteomuscular.

Antes de llegar al psiquiatra, la mayoría de los maestros seguramente siguió un derrotero por los consultorios de otros especialistas. Es que "muchas de las patologías psíquicas gritan a través del sistema osteomuscular (contracturas, dolores de cabeza, mareos), circulatorio, respiratorio. Al final, terminan siendo derivados al psiquiatra o psicólogo", dijo Conti.  

Espectro ansioso-depresivo 

Sin entrar en tecnicismos, el médico explicó que el código de "trastornos mentales y del comportamiento" abarca las siguientes enfermedades: ansiedad, depresión, pánico, fobias, y el estrés postraumático que "se está viendo cada vez más", advirtió el profesional.  

Aunque en menor grado, al Servicio de Salud Laboral también acuden maestros con cuadros extremos: psicóticos y con alteraciones de la personalidad. Conti atendió en el 2005 "6 ó 7 episodios psicóticos" y en el 2006, "más de 20". 

"Pero sin lugar a dudas, la mayor cantidad de casos que vemos tienen que ver con el espectro ansioso-depresivo. Ya no se habla de depresión como causa única o de ansiedad solamente, si no que van asociadas. Este tipo de enfermedades han crecido mucho, y son recurrentes. Vemos carpetas médicas donde un paciente tuvo un episodio depresivo en el 95, en el 2000 tuvo otro, y ahora lo vuelve a repetir", comentó el profesional.  

La franja más afectada 

En docentes que superan los 50 ó 55 años, la depresión se cronifica, es lo que en la jerga médica se denomina trastorno distímico. "Esto también se está viendo mucho entre los maestros y está asociado al estrés crónico o lo que se conoce como Síndrome del Burnout o del quemado", dijo el médico. Básicamente "se trata de agotamiento", simplificó.  

En su opinión, "el cambio de realidad en las aulas, la transformación social que ha habido en los últimos diez años, ha provocado que muchos docentes de más de 55 años no hayan podido adaptarse. Esas personas se formaron en una época en que sus maestros les pegaban con un puntero en la mano. Y ahora deben darles clases a chicos de 15 años que no los respetan y hasta los insultan".  

Comienzan con una sensación de insatisfacción, ansiedad, angustia ante los problemas de la práctica de la enseñanza; sienten una incapacidad para enfrentar el grado. Ese sentir entra en contradicción con la imagen del docente "dios", con el ideal que tenían de la profesión y terminan con cuadros de estrés agudo.  

Conti destacó que el Burnout es el equivalente a lo que se denomina como "malestar docente". Hay un desgaste crónico en lo laboral que comienza con el uso de licencias y puede culminar con el abandono del trabajo.  

Inundación y estrés postraumático 

El psiquiatra Mariano Conti, del Servicio de Salud Laboral, aseguró que un padecimiento frecuente entre los docentes santafesinos es el estrés postraumático como coletazo de la inundación que azotó a la ciudad en el 2003. Con la emergencia hídrica de este año, "estos cuadros pueden agravarse o generar nuevos, debido a lo que se llama retrauma", consignó el profesional.  

Definió al estrés postraumático como un cuadro caracterizado por la alteración del ánimo, que involucra la esfera afectiva del paciente, provocando angustia y ansiedad. 

Fuentes: El Litoral - TMO

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